El Arte Del Teatro En La Era Medieval

 

En este periodo surge el teatro con orígenes religiosos, una etapa en la que se desarrollan las primeras representaciones dramáticas y litúrgicas, relacionadas con la Pascua o Navidad tendiendo la intención de amenizar la liturgia. Con el paso del tiempo estas obras se comienzan a escribir en lengua vulgar. Iniciando así un desarrollo secular que corresponde con el surgimiento de las ciudades y trasladaría esta representación desde el interior de la iglesia a los pórticos de esta y, finalmente, a las plazas públicas.

El Carnaval fue muy identificado con aquellos primeros dramas profanos como espectáculos populares. El público y creador correspondían al mismo ámbito si se desarrollaba en los monasterios, si el caso era que las representaciones eran presentadas en las plazas de ciudades o frente a las fachadas de las iglesias el público urbano será el nuevo espectador de la exhibición teatral.

De esta manera, la función social del teatro cumplimenta la diversión y entretenimiento y en cierta manera también tiene una función divulgativa, que es el saber religioso. Las funciones eran realizadas sobre tarimas, carros o incluso juntos y en sucesión todos los espacios de la acción.

Luigi Allegri recoge la siguiente declaración: “Si entendemos por teatro esa institución fuerte elaborada, de un lado, sólo por la cultura antigua y, de otro, por la moderna, podemos decir que en la Edad Media el teatro prácticamente no existe. La tarea –dura pero fascinante– del estudioso del teatro medieval es, entonces, la de realizar continuos cambios de perspectiva; la de perseguir, si no el teatro, si por lo menos la “teatralidad” allí donde se esconda y, sobre todo, la de someter a una constante verificación la propia metodología y las propias categorías” .

Los textos permitían una nueva visión en cuanto que recreación por su virtud y belleza, de esta manera Allegri hace una defensa a esa teatralidad que ofrecen las diversas crónicas, glosas eclesiásticas o cancioneros poéticos. Asimismo, este concepto nos ayuda a anticipar las persistencias y discontinuidades en el teatro de una forma menos traumática, reivindicando el papel del actor y del juglar como continuadores, del teatro clásico con las evidentes transformaciones y reciclajes del contacto con las culturas populares agrarias, los ciclos religiosos, la fiesta o la oralidad poética.

El actor del espacio público o el juglar cortesano, con las evidentes diferencias de estatus ya sea profesional o cultural comparten los mismos espacios de actuación pública utilizando su correspondiente repertorio, con su propia sustancia como herramienta básica de trabajo ayudado por los recursos verbales o no, y con la naturaleza efímera permite crear la ceremonia teatral entre en intérprete y el espectador.

Anteriormente cuando el teatro era semejante a la indecencia y alguna etiqueta demás peyorativa. Quienes dotan de balance moral y religioso al teatro en su batalla contra el paganismo son los padres de la iglesia. De hecho, padres de la iglesia como Tertuliano, Clemente de Alejandría, Juan Crisóstomo o Agustín de Hipona son fuentes de elaboraciones anti teatrales que los diversos concilios rememorarán durante la Edad Media.

Estas arremetidas nos señalan la amenaza que generaban los espectáculos en contra del cristianismo. Los incidentes que pudieran ocasionar servirían de un mal modelo, pues en la puesta en escena parece un episodio jocoso o perverso, aquellos actores sirviéndose de su profesión promoverían la inmoralidad, siendo que, finalmente la asamblea de espectadores provoque el libertinaje.

En cuanto a las disputas concernientes a la legitimidad del teatro, Tertuliano en la Apologética recoge lo siguiente: “Otro motivo concierne a la impudicia del teatro, donde se realizan en público todas las infamias que es normal ocultar cuidadosamente. Resulta absurdo, pues, buscar afanosamente en los espectáculos lo que en la vida corriente produciría vergüenza u horror. No se puede amar ni siquiera las imágenes de lo que no se debe hacer. El teatro representa sólo acciones criminales, de furor en la tragedia, de libertinaje en la comedia. Es absurdo estimar un arte cuando se desprecia a los que lo ejercen hasta acusarlos de infamia. La ley de Dios ha lanzado su maldición contra las máscaras y, sobre todo, contra los hombres que se visten de mujeres. Estas asambleas están llenas de peligros. Hombres y mujeres van a ellas, los unos para ver, las otras para ser vistas y con una apariencia extraordinaria. Una mujer que va al teatro vuelve de él poseída por el demonio; pero como en el exorcismo se le reprocha al espíritu inmundo de haberse atrevido a atacar a una feligresa, él responderá astutamente: Tengo razón, la he encontrado en mi casa. ¡Qué mayor placer para un cristiano que el desprecio del mundo, la verdadera libertad, la pureza de conciencia, el contentarse con poco y no temer la muerte! He aquí los placeres, he aquí los Espectáculos de los cristianos” .

La frontera más importante es la reivindicación hacia las disciplinas del saber por parte de las obras y sus autores, en la que, la tradición clásica ha establecido pautas de lo que entenderíamos como teatro moderno. Al haberse desarrollado en entornos cultos, con escasa trascendencia pública y el afecto al latín hizo que sus estudios sobre el teatro de la época ocupasen un lugar secundario.

De manera posterior si existirá influencia sobre las obras renacentistas, permitiendo entender y conocer el concepto de comedia humanística , de esta manera convirtiéndolo en una fuente esencial del teatro moderno.  

11 Jun 2021
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