Desigualdad de Género y Consecuencias Negativas de esta Situación

Introducción

La desigualdad es aquella falta de equidad o equilibrio entre dos o más personas y se da principalmente en el ámbito social, económico, educativo, de género y legal. La desigualdad trae beneficios a varias personas, pero la gran mayoría de las personas incluidas en el panorama de desigualdad se ven afectadas negativamente por esta situación. La desigualdad de género es un fenómeno que se ha presentado desde hace mucho tiempo, luego de la revolución agrícola, cuando se dio la división del trabajo donde la mujer se ve considerada como una propiedad biológica del hombre que puede traer vida al mundo y criarla, es entonces cuando inicia la segregación laboral y la discriminación por géneros en el trabajo.

Desarrollo

​A pesar de que la situación ha ido evolucionando con el transcurso del tiempo, la discriminación, infravaloración y desventaja de la mujer en el ámbito laboral sigue siendo una realidad muy difícil de superar en la sociedad y genera consecuencias negativas tales como el aumento en la tasa de desempleo, discriminación salarial, precariedad en condiciones laborales, feminización de la pobreza, entre otras, lo cual afecta gravemente no solo al género femenino, sino a las tasas y estadísticas de los países que viven con esta brecha laboral y salarial por género.

​Salir de esta situación es muy difícil pero ciertamente no es del todo imposible; con la implementación de políticas y campañas que promuevan la justicia e igualdad de género mientras se rescatan y priorizan los valore sociales, morales y culturales, buscando la igualdad de género e igualdad de condiciones laborales para terminar o al menos reducir la gran brecha laboral por género que existe actualmente.

​​Los 3 factores donde se evidencia mayormente la desigualdad laboral por géneros son: la asignación de tareas basada en el sexo de los trabajadores (división sexual del trabajo), el mayor valor otorgado al trabajo realizado por los hombres en relación con el que realizan las mujeres (devaluación de la mujer y de su trabajo que desencadena un diferencial de salarios) y la construcción del género en el trabajo por parte de empresarios y trabajadores. (Reskin & Padavic, 1994: 6 y ss.)

​Gracias a los movimientos y manifestaciones feministas e igualitarios que buscan acabar con las desventajas del género femenino en el ámbito laboral e incluir a la mujer en este, se ha logrado que muchas mujeres entren a la fuerza al campo laboral, sin embargo, esta inclusión no viene emparejada de igualdad de oportunidades de empleo o de ingresos para ambos géneros; en muchos países (incluso los desarrollados) las mujeres tienden más que los hombres a dedicarse en actividades de baja productividad, informales o no remunerados, según estudios en la base de datos de la Organización Internacional del Trabajo para el 2010.

​Gracias a las tradiciones y creencias machistas de muchos países, la idiosincrasia y la cultura y las políticas de empleo, los avances en la igualdad de género se ven manchados con la presente exclusión de las mujeres en los ámbitos laborales y económicos, referenciando a la mujer con estereotipos y etiquetan que la alejan de lograr igualdad de condiciones económicas y oportunidades laborales iguales que los hombres. El simple hecho de preferir a un hombre en vez de una mujer en un trabajo que requiere esfuerzo físico por pensar que la mujer es más débil, incapaz, o que debería realizar trabajos domésticos o menos estudiados o esforzados es uno de los ejemplos más comunes y graves de la desigualdad laboral por géneros.

Adicionalmente, hay trabajos a los que la mujer, gracias a las costumbres, se ve encargada a realizar, como los son los trabajos de hogar, que no debería ser responsabilidad únicamente de la mujer; dichos trabajos no son considerados como tal, sin embargo, el panorama gracias al avance social y la conciencia de la humanidad ha ido mejorando: Según un informe realizado en 2019 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 75% de las personas no cree que ‘cuidar la casa’ sea responsabilidad de la mujer, un gran avance notado con respecto a la misma encuesta realizada en el 2009 donde un 46% de la población pensaba que “la responsabilidad de mantener económicamente a la familia era siempre, en última instancia, del hombre”. (Ferrer, 2019). Esto nos demuestra que el avance que se ha logrado tanto en el pensamiento de la sociedad como en la situación real como tal sí se ha logrado en gran parte y en muchos lugares del mundo. Las mujeres no necesitan del hombre para poder mantenerse o para lograr estar completas, las mujeres ya pueden ser libres, en la mayoría de los casos, de decidir si quieren o no estudiar y trabajar y en qué.

Claramente, hay excepciones a este análisis, pues además que no en todas las partes del mundo se ha logrado avanzar por culpa del pensamiento machista y/o discriminativo, la competencia laboral que hay entre hombres y mujeres muchas veces desfavorece al género femenino, pues muchas empresas o gerentes no consideran que una mujer sea capaz de desempeñarse igual o mejor en un puesto que un hombre, dándoles mejores oportunidades a estos últimos. La exclusión por simples estereotipos machistas es más común de lo que se piensa, incluso en este siglo después de tantos avances y evolución.

De este mismo modo, las empresas que contratan a las mujeres para ciertos trabajos muchas veces no reparten las tareas igualitariamente y el salario tampoco, como es el caso de la brecha salarial entre el futbol masculino y femenino. En Estados Unidos, las jugadoras han ganado 4 mundiales y 4 medallas de oro, mientras los jugadores no han ganado ningún mundial y hace más de un siglo no ganan ninguna medalla (que fue de plata y bronce), sin embargo, las jugadoras de la liga profesional de Estados Unidos tienen un sueldo mínimo de 16.538 dólares y los jugadores de 70.250. (Laborde, Antonia, 2019, El País)

Por otro lado, en el año 2015 el salario medio bruto de un trabajador en España era de 22.858 euros anuales según datos Instituto Nacional de Estadística; por género, las cifras oscilaban entre los 19.744 euros de media que ganaba una mujer, frente a los 25.727 euros de media que ganaba un hombre. (…parlamento vaina amarilla)

La exclusión de la mujer en el mercado fomenta el desempleo directa e indirectamente; mientras se rechaza a las mujeres en los empleos se ven forzadas a aceptar trabajos precarios o a únicamente dedicarse a su hogar (trabajo no reconocido), creando cada vez más estereotipos y costumbres de que las mujeres no son igual de trabajadoras que los hombres, que estas están mejor enfocadas en labores del hogar o aquellas que no requieran gran esfuerzo, fomentando esos pensamientos se crea un ciclo de exclusión y desigualdad, aumentando el desempleo y perjudicando al país donde se dé.

Conclusión

En conclusión, el avance y la inclusión que se ha logrado hacer al género femenino en los campos laborales son un gran paso para la humanidad, pero no debe ser el fin, no se pueden conformar únicamente con eso. Se deben ampliar y fortalecer las políticas que tienen en cuenta las cuestiones de género en lo que respecta al empleo asalariado de las mujeres, crear medidas proactivas para fomentar la presencia de la mujer en cargos laborales altos, campañas de conciencia que fomenten la moralidad e inclusión para que se deje de discriminar y subordinar al género femenino, fomentar las modalidades de trabajo flexibles, entre otras alternativas. Lo importante no es elevar al género femenino, lo importante es que haya igualdad de condiciones para hombres y mujeres en el cambo laboral y económico, sin exclusiones, y que esas condiciones sean aptas y buenas para cualquier ser humano, sin importar su sexo. ¿Dejaremos que en pleno siglo xxi sigan existiendo este tipo de discriminaciones antiguas e injustas?

27 April 2022
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