Efecto De La Sobrepoblación En La Drogadicción Y Adicción

Vivimos en una cultura de la droga, desde la mañana cuando tomamos cafeína durante el desayuno, hasta la noche, en que podemos relajarnos al volver a la casa, con un aperitivo alcohólico, o un inductor del sueño recetado por el médico. Nos hemos habituado a utilizar diferentes sustancias, que actúan sobre el Sistema Nervioso Central, para enfrentar el día a día. Muchos además nos activamos a medida que trascurre el día, aspirando nicotina. Aun cuando las drogas han estado presentes en todas las culturas y en todas las épocas, hoy sin embargo, son más las personas que consumen drogas porque disponen de más cantidad de sustancias (legales e ilegales), más cantidad de potenciales compradores ante el aumento poblacional sin precedente y más facilidades para conseguirlas por la introducción de avances tecnológicos al narcotráfico. Más población implica más competencia y escasez. De hecho la confusión y la ausencia de sentido en el mundo moderno son las verdaderas raíces de la adicción a las drogas. ¿Se puede afirmar que es un fenómeno propio del siglo XX y XXI, dado que encuentra el caldo de cultivo perfecto en nuestra sociedad?

Tras décadas de estudio se reconoce una amplia gama de factores de riesgo asociados con la problemática del consumo de drogas, los cuales pueden clasificarse, según su cercanía con el individuo y su medio, en factores individuales, microsociales y macrosociales. Entre los factores de riesgo macrosociales se incluyen los relativos al entorno social más amplio, en el que se desarrolla el individuo y que conforman una influencia importante en el desarrollo de trastornos como el consumo de drogas. Algunos de estos factores se relacionan con variables demográficas y geográficas que de alguna manera afectan a los niveles de bienestar. Analistas actuales indican que los cambios sociales ocurridos en los últimos años, derivados de variaciones en la dinámica y composición de la estructura demográfica de la población, así como las recurrentes crisis económicas y una acelerada apertura social y cultural frente al proceso de modernización y globalización, han afectado de manera importante las vidas de las personas en los ámbitos familiar y social, generando diversos problemas de salud entre los que se encuentra el uso de sustancias (Medina-Mora et al., 2013).

Unos 275 millones de personas en todo el mundo, cerca del 5,6% de la población mundial, consumieron drogas en al menos una ocasión en 2016. Unos 31 millones de personas que consumen drogas padecen trastornos derivados de ello. Estos son los dos primeros datos que destaca el más reciente Informe Mundial de Drogas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y que vienen a ratificar el desbordamiento de un problema que, de acuerdo a los últimos antecedentes, terminó con la vida de 450.000 personas en 2015, de las cuales 167.750 están asociadas principalmente a la sobredosis. Los hallazgos del informe, además de graficar la expansión de los mercados de la droga más allá de sus regiones habituales, revelan una serie de calamitosos récords: el incremento a niveles sin precedentes de la producción de opio: 65% en 2017 respecto del año anterior, llegando a las 10.500 toneladas; la fabricación de cocaína a nivel mundial en 2016: 1.410 toneladas, y la cantidad de heroína incautada en todo el planeta: 91 toneladas ese mismo año. A todos esos antecedentes, se suma el descontrolado aumento de las muertes producto de la adicción a los opioides, responsables del 76% de las pérdidas humanas por consumo de drogas. El impacto más importante se ha registrado en América del Norte, donde el fentanilo obtenido de forma ilícita, mezclado con heroína y otras drogas, se ha convertido en el principal causante de las muertes por sobredosis. Sólo en Estados Unidos, país en el que se ha desatado la mayor crisis sanitaria en toda su historia a causa de los opioides— los fallecimientos llegaron a casi 63.632, la cifra más alta de la que se tiene registro. El problema, sin embargo, comienza a expandirse a otras latitudes como Europa, África y Oriente Medio, donde el consumo del tramadol, sin fines médicos, en especial en las poblaciones más vulnerables, comienza a ser motivo de preocupación. Pero, no es por sus efectos que la droga es consumida. Al final, la adicción está causada por un sentimiento de aislamiento y desconexión en el adicto, no por las drogas en sí mismas.

La adicción, en otras palabras, es la adaptación a tu miedo. Si este te desprovee de conexiones y significado, es más probable que te hagas adicto. Creo que sería ir muy lejos decir que es sólo un fenómeno del siglo XX o XXI. Ha habido períodos en el pasado donde la gente se sintió aislada y la adicción repuntó: por ejemplo, en la Inglaterra del siglo XVIII, cuando grandes cantidades de personas abandonaron su tierra y se vieron forzadas a vivir en horribles suburbios urbanos. Un gran porcentaje de esa gente terminó bebiendo mucha ginebra, que se veía como hoy se ve al crack o el cristal. La sobrepoblación incide, pero no determina.

Las adicciones afectan al individuo, a la familia y a la sociedad como un todo, tanto por sus efectos directos como indirectos. Ejemplos de efectos directos son los accidentes automovilísticos o de cualquier otro tipo, la violencia y la separación familiar, los costos en las áreas de la justicia, la salud, los seguros, etc., que en su conjunto son elevados. Los efectos indirectos son las pérdidas económicas que se producen por el ausentismo al trabajo, la pérdida de la posibilidad de estudio de los hijos y del propio individuo, el desempleo, las enfermedades, la invalidez y la pérdida de ingresos fiscales, que son asumidas por la familia y la sociedad. Los efectos más drásticos son la muerte prematura del individuo afectado o de la de un co – dependiente (familiar). El promedio de vida de una persona con la enfermedad de la adicción se reduce sustancialmente, por ejemplo en el alcoholismo se reduce en 8 años. Otro dato interesante es la duración de vida incapacitada promedio, que es de 12 años, por enfermedades de invalidez y/o ausentismo. Más del 95% de las adicciones las padecen personas laboralmente activas; por ejemplo, en el caso del alcoholismo, el 96% de los alcohólicos abusa del licor por lo general solo los fines de semana y solamente el 3% abusa del licor todos los días. Los datos sugieren, además, un rápido aumento del consumo de drogas en los individuos mayores de 40 años en comparación con los más jóvenes. Pese a ello, los tratamientos de drogodependencia destinados a este grupo etario siguen siendo muy escasos en el mundo. Una situación similar a la que viven las mujeres que padecen usos problemáticos o dependencia a sustancias psicoativas, pues sólo una de cada cinco mujeres recibe tratamiento. La enfermedad de la adicción es tratable al igual que otras enfermedades crónicas como la diabetes, el asma y la hipertensión que son similares en sus orígenes como en su susceptibilidad (comportamientos y susceptibilidad genética) como también son similares en el costo efectividad de los tratamientos. Los pacientes tratados logran una considerable mejora en la salud, en lo social, lo familiar y lo económico, aspectos por lo general comprometidos por esta enfermedad.

En la sociedad occidental actual, el consumo de una droga puede servir para rellenar la falta de afecto o puede ser utilizado para huir temporariamente de emociones negativas (frustración o tristeza) provocadas por las dificultades de adaptación a una sociedad exigente. Se ha perdido en muchos casos el fin religioso o espiritual que el ser humano buscó en el consumo de estas sustancias en sus comienzos. Las drogas son sólo una parte del problema. De hecho, la arbitrariedad con que la sociedad juzga como aceptable o no el uso de una droga no tiene relación directa con su potencial adictivo ni con el daño físico que puede producir. Sin duda, hace falta educar sobre los riesgos y los beneficios que se pueden obtener de las sustancias naturales o químicas que están a nuestro alcance. Hay que educar en especial a las poblaciones más vulnerables, en las que el consumo de ciertas drogas puede ser particularmente peligroso, como los adolescentes, mujeres embarazadas o personas con riesgo de padecer enfermedades psiquiátricas (depresión, ansiedad). Debemos asumir que el clima social, la falta de valores, de educación y las exigencias que se imponen a la gente joven son elementos que favorecen el uso de drogas para escapar de las circunstancias cotidianas. Si admitimos esta realidad, podremos enfrentar el problema desde otra perspectiva, previniendo y educando.

El adicto utiliza las drogas para tratar con el dolor psicológico que ya estaba ahí antes de que encontrase las drogas. No tiene nada que ver con la dependencia física, se trata de una agonía interna. A veces la dependencia física y la adicción se superponen en la misma persona, obviamente, pero son cosas distintas. Es por eso que los lugares donde castigan a los adictos para que paren sólo empeoran las cosas, mientras que lugares como Portugal, donde responden a los adictos con amor y apoyo han visto reducir el uso de las drogas inyectadas en un 50%. Por supuesto, hay fuerzas que se benefician del estado de las cosas. La más grande es, de lejos, el crimen organizado, pero también la industria carcelaria, ciertas partes de la policía, y otros. Durante 100 años, el mundo ha utilizado un enfoque basado en el miedo, el estigma y el odio, y ha fracasado, incluso a pesar de haber gastado un billón de dólares e incontables vidas. La drogadicción no es cuestión de números, ya es hora de reemplazar a la ideología con la ciencia.

Referencias bibliográficas

  • Carlos Alcívar Trejo, Juan T. Calderón Cisneros y Néstor Joao Jácome Vera (2015): “¿El uso de
  • las drogas afecta a la sociedad o “contribuye al turismo”? Y sus riesgos en los jóvenes y adolescentes ”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, n. 27 (enero-marzo 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2015/01/drogas.html
  • Oficina de las Naciones Unidas. (2019) Informe mundial sobre las drogas 2018. Accesible en: https://www.unodc.org/wdr2018/prelaunch/WDR18_ExSum_Spanish.pdf Consultado el 12 de septiembre de 2019
  • McKenna T. El manjar de los dioses: la búsqueda del árbol de la ciencia del bien y del mal. Una historia de las plantas, las drogas y la evolución humana. Editorial Paidós; 2004.
  • Ruiz Loyola Benjamín, ¿Cómo ves? Las drogas, Col. ¿Cómo ves?, No. 3, UNAM, México, 2012
20 April 2021
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