El Aborto Por Elección, Maternidad Escogida

El pasado 8 de agosto se llevó a cabo en Argentina una votación en el Senado para decidir la aprobación o el rechazo de una propuesta para crear una nueva ley que despenalice el aborto. A pesar de que dicha ley no fue aprobada, el movimiento que originó la propuesta ha provocado el surgimiento de movimientos similares, tal como “Ni Una Menos”, en otros países Latinoamericanos que también luchan por los derechos de la mujer.

La Organización Mundial de Salud (OMS) define el aborto como “la interrupción voluntaria del embarazo cuando el feto todavía no es viable”.

En México, el único estado en el que el aborto se considera legal antes de las 12 semanas de gestación es en la Ciudad de México. Una mujer en esta entidad se puede inducir a una interrupción por voluntad propia. ¿Pero qué sucede en el resto de la república?

En los otros estados no solo es ilegal, si no también penalizado. Se trata de un estigma social que en mi opinión, se debe a la mentalidad cerrada, sexista y religiosa que tiene la mayoría de los mexicanos. La sociedad tiene la tendencia de subvalorar los intereses de la mujer y no quieren aceptar que ella pueda tener control de su propio cuerpo.

Debido a esto, miles de mujeres se ven obligadas a acudir a la capital del país para someterse a este procedimiento. A pesar de que ahí es legal, no significa que sea seguro o que se realice en clínicas gratuitas. Mujeres que se han sometido a estos tratamientos atestiguan haber sufrido de violencia psicológica, incluso sexual, por parte de los médicos. Y después de esto, todavía tienen el descaro de decirles: “Pero tú querías eso ¿no?”.

¿Ustedes creen que prohibiendo el aborto dejará de suceder? La realidad es que, penalizado o no, el aborto sigue y seguirá existiendo. Simplemente seguirán incrementando las estadísticas de abortos clandestinos y la tasa de mortalidad por estos fenómenos. Y aunque no lo quieran ver así, el acceso al aborto es un privilegio, no solo por todos los obstáculos que se les presentan a las mujeres que quieren hacerlo, sino también por el costo económico que implica.

¿Pero qué pasa con todas esas mujeres que no pueden trasladarse a la ciudad? ¿Y las que no pueden costear un aborto? ¿Qué ocurre con las mujeres que no están informadas sobre las opciones que tienen para abortar?

Estas condiciones son solo algunas de las que las incitan a recurrir a los abortos clandestinos, abortos que se hacen de manera encubierta al intentar protegerse de la ley. Algunas personas incluso se practican abortos con ganchos de ropa o tubos delgados. ¿Es tanta su desesperación por interrumpir el embarazo que están dispuestas a ponerse en riesgo?

Aunque no es una cifra exacta, en México se realizan aproximadamente un millón de abortos clandestinos anualmente. Estas terminaciones son muy riesgosas y usualmente perforan el útero, provocan infecciones, infertilidad y la muerte. Del 2002 al 2016, la causa de muerte de 624 personas se le asignó al aborto, siendo una subestimación ya que no incluye todas las muertes que se ocasionaron por las complicaciones de uno. Asimismo, es importante tomar en cuenta todo el daño psicológico y emocional que conlleva abortar.

Por esa razón, yo creo que la penalización de la interrupción del embarazo es una sentencia de muerte. ¿Cuántas más tienen que morir para que entiendan que es no es por gusto, si no por necesidad?

Existen muchas razones por las que una mujer podría no desear tener un bebé. Puede ser que el embarazo fue producto de una violación, o tal vez el embarazo pone en riesgo la vida de la madre. También están los casos en los que la mujer no tiene la capacidad económica para mantener a un hijo y atender todas sus necesidades.

Considero que otro causante del embarazo no deseado es el pésimo sistema de educación sexual que existe en el país. Los padres de familia no hablan de eso con sus hijos para evitar la incomodidad, y en las escuelas dos pláticas de media hora al año no son suficientes.

Sin importar el motivo del embarazo, en mi opinión, ninguna persona debe ser obligada a tener un bebé si no lo desea o se siente preparada. No veo por qué alguien tendría el derecho de tomar decisiones que le corresponden a otra persona. Estos grupos de personas que intentan controlar las decisiones de la mujer se hacen llamar “pro-vida” y tienen como objetivo proteger al feto.

Pero, ¿quién protege los derechos de la madre? A mi me parece que esta postura es una doble moral. Están muy interesados en el bienestar del bebé, pero no se preocupan por el bienestar de la madre. Y peor aún, al nacer el bebé, dejan a la mamá a que se las arregle sola.

Aparte, ¿por qué la mujer siempre es la de la culpa, si el embarazo es de dos? ¿No son las personas cercanas a la mujer quienes abortan primero al abandonarla? ¿No han pensado que también es un signo de nuestra falla como sociedad? Falla en protegerlas de la violencia, falla en promover la educación sexual y métodos anticonceptivos, etc. Es nuestra falla como sociedad, y sin embargo son ellas las que terminan pagando caro.

Es muy fácil juzgar a las personas porque sus acciones no van conforme a tus creencias, o decir qué harías tú si estuvieras en esa situación. Pero la verdad es que nunca sabes cómo se siente estar entre la espada y la pared hasta que te pasa. El aborto no es cualquier cosa, toma tiempo y valentía decidir qué hacer.

Por eso los invito a ustedes lectores a que se unan al movimiento de la lucha por la legalización del aborto. Apoyemos a las mujeres a tener el control sobre sus vidas y a exigir el derecho de decidir sobre su propio cuerpo. Enseñemosles a todos que abortar también es hacerse responsable.  

22 October 2021
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