El Código Napoleónico En Francia, un Antes y un Después
El presente trabajo nos muestra como estaba Francia antes del código napoleónico, durante y después. El código napoleónico ha sufrido cambios de acuerdo a la modernidad de la población, pero lo más importante es el impacto que el código napoleónico aportó a la humanidad en derechos humanos y la división de los poderes en: ejecutivo, legislativo y judicial.
La forma en que Francia estaba constiuida en el siglo XVII era de injusticia social esxtrema. En este momento estaba dividida en tres Estados. El Tercer Estado estaba formado por los trabajadores, campesinos y la pequeña burguesía comercial. Los impuestos eran pagados solamente por ese segmento social con el objetivo de mantener los lujos de la nobleza. El rey gobernaba con poder absoluto, controlaba la economía, la justicia, la política e incluso la religión de los súbditos. La vida de los trabajadores y campesinos era de extrema miseria, por lo tanto, deseaban mejoras en la calidad de vida y de trabajo.
La situación social era tan grave y el nivel de insatisfacción popular tan grande que el pueblo fue a las calles con el objetivo de tomar el poder y quitar del gobierno a la monarquía encabezado por el rey Luis XVI. El primer objetivo de los revolucionarios era la Bastilla. La toma de la Bastilla el 14 de Julio de 1789 marca el inicio del proceso revolucionario, pues esa prisión era el símbolo de la monarquía francesa. Inspirado por el movimiento de la Ilustración, el lema de los revolucionarios era “Libertad, Igualdad y Fraternidad”
Durante el proceso revolucionario, gran parte de la nobleza salieron de Francia, pero la familia real fue capturado cuando trataba de huir del país. Prisioneros, miembros de la monarquía, incluyendo el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron guillotinados en 1793. El clero tampoco dejó sin castigo, porque los bienes de la Iglesia fueron confiscadas durante la revolución. En el mes de agosto de 1789, la Asamblea Constituyente canceló todos los derechos feudales que existían y promulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Este importante documento traía significativos avances sociales, garantizando derechos iguales a los ciudadanos, además de una mayor participación política para el pueblo. Sin embargo, a pesar de revolucionaria, la Declaración no reconocía la igualdad de las mujeres y no les concedió derechos de ciudadanía.
En 1804 se aprobó el conocido como Código Napoleónico, este código civil significa el afianzamiento de las conquistas de la Revolución Francesa de 1789. Es decir: la igualdad jurídica para todos los ciudadanos, la individualidad de la propiedad, la libertad de trabajo, el principio de laicidad, la libertad de conciencia y la separación en tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). El régimen implantado por Napoleón tomó algunas reminiscencias revolucionarias y ciertos signos externos de la República, se sintetizó en el Código Napoleónico (1804) y el Catecismo Imperial (1806); se desarrollaron nuevos planes de estudio y se crearon nuevos centros de enseñanza (institutos y universidades, 1806); en la política económica destaca la reforma aduanera, la potenciación de nuevos cultivos (en especial la remolacha), el apoyo a la incipiente industrialización y la apertura de grandes obras públicas (reurbanización de París).
El gran soporte fue el ejército; el genio militar de Napoleón brilló durante el imperio; revolucionó la concepción estratégica y sentó las bases de lo que sería el arte militar hasta comienzos del siglo XX. Los tres principios básicos de su concepción militar descansaban sobre la potencia, la seguridad y la economía de fuerzas. Napoleón fue derrotado finalmente por la Séptima Coalición en la Batalla de Waterloo (18 de junio de 1815, en Bélgica). Pocos días después fue exiliado a la isla británica de Santa Elena, donde murió seis años más tarde.
En conclusión mediante este Código Civil se consolidaba el espíritu revolucionario de la burguesía. Existía libertad económica y personal, igualdad ante la ley, carácter individual de la propiedad, matrimonio civil y divorcio. El Estado tenía un carácter laico y las leyes religiosas no tenían cabida en el terreno estatal; era la prueba de la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. Además, se garantizaban los intercambios mercantiles y se establecía una legislación para facilitar la libertad económica.