El Cristianismo, Convivencia y Oganización en la Sociedad

Introducción

La cultura occidental se compone de tres partes: la herencia griega y romana, la herencia popular, que es de los pueblos prerromanos, aquí en la península ibérica por ejemplo los vascones y cántabros, sobre todo pueblos del norte que son los que tenían una personalidad más definida y que no perdieron tanto su esencia particular, y luego está la herencia cristiana. Todo esto constituye lo que se llama la revolución de la alta edad media hispana. Esto crea una síntesis transformadora. Desde la ortodoxia se dice que la edad media es oscura, pero observamos que se crearon formaciones sociales.

Desarrollo

Tales formaciones existen todavía como por ejemplo Cataluña, Aragón, Castilla o Vasconia en la forma actual con Navarra. Vemos que fue una época que creó realidades humanas tan potentes que incluso existen hoy. Crear una realidad humana nueva con una estructura muy peculiar es algo muy difícil que solo pasa en la historia de la humanidad cada tres o cuatro milenios.Podemos encontrar varios valores fundamentales como el pensamiento reflexivo que aportan los griegos, el esfuerzo de la voluntad que aporta lo mejor de la sociedad romana, la energía y firmeza propia de los romanos.

El estilo popular y tumultuoso de los pueblos prerromanos y finalmente el cristianismo, que aporta básicamente la idea de la convivencia aplicada no solamente como norma de conducta personal sino de organización de la sociedad. Surgen los procesos de compartir lo comunal, como aparece en los hechos de los apóstoles cuando dicen que tenían todo en común. El comunal tal y como se vivió en la edad media surge de ahí. Esto ya lo dijeron algunos historiadores ajenos al cristianismo en el siglo XIX, que las costumbres comunales vienen del cristianismo.

El comunal no es nada más que la aplicación del ideario cristiano de la vida en común compartiéndolo todo. Los procesos asamblearios por los cuales estas sociedades se gobernaban también están en los hechos de los apóstoles.Hay un elemento muy importante que ahora se está perdiendo del todo y es la idea de individuo.Otras culturas no tienen esa idea de individuo, de ser humano por si mismo, que no depende solo de la sociedad, sino que depende de sí mismo, que responde por sí mismo y es él mismo el que luego se organiza en sociedad a partir de su propia voluntad. 

Esta concepción de individuo es algo específico del cristianismo. Esto era algo que ya existía en el mundo griego, pero con el matiz de que solo existía para la aristocracia. No olvidemos que cuando se hace referencia a la democracia ateniense en realidad eso estaba bastante alejado de la democracia porque estaban excluidas las mujeres, los esclavos, los extranjeros y en realidad las asambleas estaban cortocircuitadas por la existencia de un aparato de Estado muy potente que era el ateniense. Sin embargo, todo eso se derrumba, y luego viene el gran flujo a partir del siglo IV-V del cenobitismo cristiano. 

Este cenobitismo, que significa vida en común, es una de las grandes empresas civilizadoras de la historia de la humanidad puesto que combina la reflexión interior muy profunda, los criterios de soledad, la vida en común y el trabajo manual, algo muy importante en un momento en que esto se ha perdido porque ya las máquinas lo hacen todo y nosotros estamos condenados a ser apéndices de las máquinas. En el imperio Romano, Augusto creó una gran estructura estatal intolerable, un Estado “hiperpotente” que se basaba en una fuerte coacción al pueblo. Y aquí está la respuesta del cristianismo:

“Donde hay ley nosotros vamos a poner convivencia, donde vosotros solo poneis fuerza nosotros vamos a poner el amor, donde hay propiedad privada nosotros vamos a poner la propiedad común, donde vosotros solo os gobernáis por el Estado nosotros vamos a hacer que la asamblea de los hermanos sea el poder”.Este gran hallazgo del cristianismo tiene una gran lógica que poco a poco ha sido tergiversada con el paso de los siglos y más recientemente por el anticlericalismo burgués. Todo con los siglos se ha ido desvirtuando y lo que queda que ha llegado hasta nosotros.

Se tiene que discernir para separar el grano de la paja. Vinieron corrientes muy terribles como Nietzsche y su ataque al cristianismo basándose en el subterfugio de atacar a la iglesia. Pero como hemos dicho hay que discernir y comprender lo que era el cristianismo. Nietzsche decía que el cristianismo era una ideología de la debilidad y eso es totalmente falso. Nunca ha habido ninguna ideología que haga un llamamiento tan fuerte a la energía y fuerza interior. El héroe cristiano que es sobre todo el mártir, cuando se oponía al Estado romano ¿demostraba ser débil? 

Estos combatían a su manera y a veces de una manera muy importante. Algunos como los bagaudas, un movimiento del siglo V que defendía Salviano de Marsella, combatían con la espada. En el valle del Ebro le dieron mucho trabajo al agonizante Estado romano. En cualquier caso, Nietzsche hizo una apreciación bastante equivocada de la historia de occidente porque él era parte de esa decadencia que hemos vivido al confundir la fuerza interior con la fuerza bruta. La gran reflexión es la frase del evangelio cuando dice “Dios es amor”. La idea de Dios es amor significa que lo esencial es el amor.

El mensaje cristiano es igual para creyentes y no creyentes. La creencia sobrenatural o divina es una fe, que se puede tener o no, pero independientemente de nuestra fe, la realidad es que todos, o al menos la mayoría, sí que tenemos una creencia profunda, la creencia de que la dimensión esencial del ser humano es la convivencia. La convivencia se cultiva a partir de una voluntad y esfuerzo interior. Se tiene que buscar una forma de convivencia que satisfaga una necesidad fundamental del ser humano que es la de querer y ser querido. Si esa necesidad no se satisface la gente enloquece y eso lo estamos viendo ahora. 

Esto es contrario a Nietzsche, ya que éste piensa que al otro hay que golpearle. En definitiva, era un gran defensor del capitalismo en el sentido de compite y aplasta al otro. Nos puede ayudar mucho conocer a través de autores y experiencias de personas, que aún siguen vivas, la sociedad rural castellana, donde la gente se quería, se apoyaba y se respetaba. Una sociedad que era muy satisfactoria emocionalmente. Al mismo tiempo no era una sociedad en la que hubiera parásitos porque el amor obliga en ambas direcciones. Ser querido no te conduce a ser un parásito porque el amor obliga a asumir tus responsabilidades.

 Alguien que sea muy defensor del individualismo burgués puede decir: “si yo sirvo a otros entonces me hago esclavo de los otros”, pero si tu sirves a otros y estás en una comunidad de amor, los otros te sirven a ti, es así de simple. Efectivamente, a veces sucede que alguna persona en un momento dado no está en su mejor situación y se tiene que dar afecto sin recibir, pero hay un momento en que eso no se puede mantener. Si la otra persona no corresponde se corta la relación, porque estamos hablando de una sociedad convivencial no de que alguien convive y otros se aprovechan.

Esto es impensable ni siquiera en el terreno económico.Las herramientas para la persona contemporánea pueden colocar al ser humano en primer lugar debería distanciarse de lo que hace, aunque sea mentalmente. Ya sabemos que tenemos que vivir, se tienen trabajos, se está angustiado en el paro o en otras situaciones y no se puede a veces cortar con todo eso. Pero al menos distanciarse, comprender lo triste de su situación, que es un ser sometido y forzado de muchas maneras. Un segundo paso sería dedicar un tiempo al silencio, una especie de cura de silencio. 

Estamos sometidos a demasiado ruido continuamente y se necesita recuperar un poco de silencio como en la naturaleza.En tercer lugar, comprometerse a ver las cosas con una mirada nueva. Ver a los seres humanos, sobre todo, de otra manera. Considerar que la relación de afecto con el otro no está vinculada tanto a lo que sea sino a lo que puede ser. Aceptar que esa persona puede evolucionar a mejor, aunque también podemos evolucionar a peor. Empezar a ver lo positivo porque siempre hay elementos positivos generalmente. Es contrario a esto el ensañamiento que hace la sociedad actual con el criticismo.

El criticismo lo justo porque el vivir en la crítica permanente te termina rompiendo el alma.En cuarto lugar, también sería importante considerar lo limitado en la reflexión de uno mismo. A menudo vemos gente que está muy metida en una valoración excesiva de sí mismo. Si alguien se siente muy importante o muy valioso no se quiere construir ni mejorar. Si la vida es un camino constante a la mejora, tiene que partirse de que en cada momento somos imperfectos y hay que aceptar esa imperfección y considerarla como natural. Encontramos un comentario del Beato de Liébana.

 Al apocalipsis de San Juan una mención a los seres bipartidos, la bipartición, esta dialéctica del conflicto propio, el bien y el mal que tenemos dentro. Cuando vienen los malos momentos de la vida, el sufrimiento, el dolor, la soledad es importante verlo como pruebas, como elementos de positividad que nos están haciendo mejores. Porque a veces no hay nada peor a que las cosas nos vayan bien, porque no te forja, no te mejora y caes en una especie de estupor o de tontería que te ciega. Y cuando llegan los malos momentos es ahí cuando de uno mismo salen las capacidades de superación.

En una sociedad donde las metas personales tienen que ver sobre todo con la seguridad y el bienestar, buscando la felicidad en base al consumo y el dinero, podemos nombrar otras metas personales más importantes en el aspecto emocional.La libertad. Es muy complicada la noción de libertad, tanto que nunca la humanidad acabará de entenderla y los seres humanos mientras existan seguirán pensando en qué es la libertad y como vivirla, y eso es bueno, porque si alguien nos diera de una vez por todas la respuesta ¿qué quedaría a las generaciones siguientes?.

En este sentido es importante hacer mención a la libertad de conciencia. La persona debe organizar su mundo interior desde ella misma y no con la coacción de la publicidad o la propaganda de cualquier tipo. La verdad. La verdad es un elemento decisivo. Por ejemplo, la ciencia hoy sustituye a la verdad. La ciencia tiene elementos de verdad, pero tiene otros elementos de error y desacierto obvios. La ciencia es en gran medida un timo. Hay libros de físicos competentes que te lo cuentan, como incluso los experimentos de Galileo no son experimentables.

Esto debido a que no pueden hacer y a partir de ahí toda la física experimental es más una creencia que otra cosa en gran medida. En realidad, la verdad que nosotros podemos lograr es limitada, falible y finita. Pero necesitamos diferenciar lo verdadero de lo erróneo en cada caso, siempre dentro de lo posible. Hoy en día es casi imposible porque todo es propaganda, tanto comercial como política. La verdad es lo opuesto de lo que se transmite en la actualidad. Los sofisticados métodos de ingeniería social y los avanzados estudios psicológicos y de la conducta humana. 

Esto sumado a la tecnología y a los intereses de poder, hacen que se hayan creado unos aparatos de manipulación de las masas a gran escala como nunca antes se habían hecho en la historia. En todo este entramado la verdad no tiene cabida, solo la mentira sistemática y continua. Ni siquiera apenas tienen cabida las verdades más humildes y modestas que todo ser humano necesita. El amor tiene un elemento decisivo. Una frase del Evangelio de San Juan dice “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”. Cuando estamos dispuestos a dar la vida por algo o por alguien amamos a ese proyecto.

Tal vez a ese alguien, mientras tanto no, solo son palabras. Entonces que cada cual mire dentro de sí mismo para ver porque está dispuesto a dar la vida. Así se pone la vida sobre algo profundo porque nuestra propia existencia es valiosa y si estamos dispuestos a darla por algo es que tiene valor. Esto hay que entenderlo, no significa dar la vida en el sentido de morir, sino dar la vida en el sentido de vivirla para algo. A veces es verdad que hay actos de heroísmo en los que se puede morir de manera literal, como puede ser en un sentido militar. Puede ser incluso un momento de enajenación. 

Pero vivir día a día por una causa eso es lo difícil porque siempre surgen dudas y hay que reafirmarse continuamente. Lo contrario al amor sería la voluntad de poder. La voluntad de poder es el gran mal. Las sociedades se derrumban por la voluntad de poder. Cuando se quiere poder se quiere dominar a los otros, entonces el acto de dominar es el acto de desamor por excelencia. Por lo tanto, todas las instituciones de dominación son la quintaesencia del mal. Si se quisiera construir una sociedad regida por los criterios del amor, tendría que ser una sociedad donde no haya dominación de ningún tipo.

Ni política, ni económica, ni intelectual…La tentación del bienestar es otro de los fines actuales que opaca otras metas más trascendentes. El Estado de bienestar no es solo un fenómeno político y económico, también es un fenómeno interior. Cuando la persona se deja tentar o ganar por la idea del bienestar fisiológico y el bienestar del alimento, la idea de estar sentado tranquilamente viendo la televisión continuamente, la idea de las vacaciones… esto se convierte en el centro de la vida. Entonces significa que la verdad no es el centro, que la libertad no es el centro, que el amor no es el centro. 

Y eso es grave porque entonces hemos sustituido las metas fundamentales de la vida humana por una meta más mundana y vulgar. Obviamente tenemos que vivir y el bienestar es importante, pero eso no puede ser lo principal, sino algo secundario, sin quitarle la importancia que merece. Si el mal se combate desde el interior, porque cuando uno combate ese mal y elige el bien, construye alrededor suyo un bien como una comunidad, una familia, una sociedad. ¿Permitiría un Estado un sistema alternativo donde la gente eligiera el bien respecto a elegir lo que él quiere que elijamos.

Ese condicionamiento de ser como vacas ordeñadas para producir y consumir? Como hemos dicho anteriormente, los primeros cristianos tomaron una decisión sabia, que era estar al margen del Estado. Las fraternidades cristianas lo decían. Ellos no acudían a los funcionarios de justicia, no acudían al ejército, se habían apartado totalmente de las instituciones, y eso lo hicieron desde el primer momento. Las instituciones eran el mal, entonces ellos vivían en las fraternidades cristianas que llegaban a ser grupos numerosos de 200 o 300 personas compartiéndolo todo.

Las instituciones son corruptoras. Tienen una dinámica propia de corrupción. Eso lo vemos siempre. Gente con muy buena voluntad que se mete allí y al cabo de un tiempo queda triturada, difamada, apartada por purgas y peleas de poder o tan corrompida como los anteriores.Nosotros estamos tan degradados y corrompidos que no llegaríamos a ese logro cristiano. 2000 años después quien intenta algo así le sale mal. La mayoría de los proyectos de buena fe que vemos que van naciendo en el seno de la sociedad civil no funcionan por la dificultad para la convivencia y las luchas internas.

Conclusión

Primero necesitamos un periodo de depuración individual. Esto ya pasó a partir del siglo IV donde la gente huía a los bosques, a los desiertos, huyendo del Estado Romano como podían y vivían solos. Tuvo que haber primero una época de recuperación de la persona y posteriormente surgió el fenómeno cenobítico cristiano de vida en común. El fenómeno del amor y la convivencia como realidad social creando un modelo económico, político y social de vida en común probado durante siglos: el comunal de los pueblos medievales europeos.          

17 February 2022
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