El Ejercito Romano y Sus Conquistas
Introducción
Este imperio surge tras la República Romana, estando basado en la idea de no volver a dejar que el poder sea hereditario que implantó Aurelio en el siglo I a.C, si no otorgado a quien lo mereciese (cosa que a la práctica no se cumplía), lo cual generó un modo de gobierno autócrata. Los romanos, ya entonces tenían la noción de que toda la tierra o todo lo conocido les pertenecía y por ello ya habían emprendido la conquista del mundo, siendo que, ya desde antes del nacimiento del imperio como tal.
Controlaban gran parte del continente europeo y dominaban por completo el mar Mediterráneo y sus alrededores, con lo que a la llegada del Imperio, esta expansión se retoma, buscando mantener y agrandar la fortaleza de Roma, ciudad que buscaban imitar allí donde se instalasen sus campamentos y luego ciudades, consiguiendo así llegar a la máxima expansión de los limes romanos gracias al imperum del emperator Trajano.
Comprendiendo entonces el Imperio desde Caledonia en las islas Britanicas en su limes norte hasta el Sahara en el limes sur, mientras que el limes oeste del imperio se localizaba en el límite del mundo, Gibraltar, donde Hércules proclamó él non plus ultra, el lugar donde terminaba su mundo y que ellos no atravesaron, pero imperios posteriores sí. En la frontera este, se encontraban el golfo Pérsico, El mar Rojo y el Caspio.
Desarrollo
Las conquistas que se realizaron en época republicana tienen su gran inicio con la derrota de su mayor enemigo, el pueblo de los cartagineses, Cartago, que tras las Guerras Púnicas llevaron a roma a abrir su visión respecto a los nuevos pueblos y territorios a conquistar, saliendo por fin del ámbito de la península Itálica y comenzando a aumentar sus limes por todo el mediterráneo y el resto del continente.
Estos limes eran creados no solo según el terreno que lograsen conquistar, sino que aprovecharon las fronteras naturales para poder protegerse gracias a ellos, siendo que muchos limes se encuentran en ríos grandes, macizos rocosos, montañas, mares… Sin embargo, esto no siempre sucedía así, pues en zonas conflictivas como era Germania, se creaban empalizadas con fortines y fosos para mantener su avance frente a las tribus bárbaras, estableciendo en este, así como en otros territorios conquistados, campamentos o castrum que luego ocuparían los veteranos de guerra y más tarde se conformarían ciudades en ellos.
Las cuales serían organizadas en provincias y dominadas por los pretores o cónsules, quienes se situaban por debajo del emperador y le debían la esté plena pleitesía. Estos, como luego sería él cagó del Emperador, no eran nombrados por herencia, sino que su cargo era electivo, con lo que cada año se nombraban nuevos pretores y cónsules que salían a su vez de otro rango inferior, los senadores, mostrando así la gran organización política de Roma.
Sucede entonces, que, a finales de la república, con tal cantidad de territorio conquistado, gobernar sobre él es una tarea complicada, ocurriendo que el Senado romano (compuesto de los hombres importantes de Roma, quienes son incapaces de ponerse de acuerdo en la toma de decisiones) crea con su ineficacia y lentitud un descontrol. Surge además la importancia de los méritos militares y cada vez más de ellos buscan llevar una carrera profesional exitosa con vistas a poder llegar al control de los soldados e incluso a posiciones políticas de importancia, con lo que surgen soldados como es la propia figura de Julio César, quien conquistó la Galia y se impuso sobre el débil e ineficaz Senado.
Tras esto, con el enfrentamiento (guerra civil) que tuvo en contra de Pompeyo (con el que compartió el poder mediante el triunvirato) y el Senado, Julio César sería nombrado dictador vitalicio de la República, lo cual causó una reacción negativa por parte del sector conservador del Senado quienes creían que volvería a instaurar la monarquía, asesinando entonces a César mediante una conspiración.
Su larga ocupación del poder de la República y su muerte deja un rastro de guerras civiles que terminarían con la República hecha trizas e implantando como tal el sistema político del Imperio Romano que generó César, pues tras las guerras civiles fueron sus seguidores los que se impusieron en el poder, como fue Octavio, quien a partir de ese momento impondría el nombre de César como nombre común a todos los emperadores siguientes tras él, siendo que no solo este nombre sería común para todos los emperadores, sino que a su muerte, se les tendría a todos como divinidades.
El concepto de Imperium Romanum, del cual proviene el nombre que actualmente empleamos, viene a significar “el dominio de los romanos”, siendo que estos se tomaban a sí mismo como un pueblo superior creado, favorecido y descendiente de los dioses, el cual, a partir de Augusto, se plasma en la figura del emperador, que no solo es el gobernador civil y militar, sino que tiene una faceta divina que le deifica al morir.
Gracias a Augusto, con su vuelta de Egipto (habiendo hecho a esta una provincia romana) se implanta el sistema político imperial en toda Roma, que aún mantiene ciertas formas republicanas, pero tiene importantes reformas respecto a la unidad política y cultural con base en los países mediterráneos, la cual se mantuvo hasta que llegó al poder Diocleciano.
En cuyo mandato el basto Imperio Romano había comenzado ya a desmoronarse y tuvo que tratar de poner fin a esto dividiéndolo en el año 287 entre el Imperio de Oriente y el Imperio de Occidente para tratar de ejercer un poder más unificado sobre él, pues tal cantidad de territorio era casi imposible de gestionar, surgiendo entonces la visión de que los emperadores eran personificaciones de la diosa Júpiter y Hércules.
Esto sucedió de una forma irregular y no se mantuvo correctamente esta división tras la muerte de ambos, pues por ella se sucedían numerosas guerras civiles de quienes buscaban aumentar su poder reunificándolo de nuevo, usurpándolo y dividiéndolo entre sus hijos, cosa que continuó hasta la muerte de Teodosio I el Grande, quien fue el último gran Emperador Romano, es decir, el último que gobernó el Imperio de forma unificada, tras el cual se separó de nuevo en el año 395 y no volvió a unirse.
Conclusión
Los dos imperios se desarrollaron por separado, pero mientras que el Imperio de Oriente (Imperio Bizantino) prosperó, el Imperio de Occidente no duró mucho tras la separación definitiva entre ambos, siendo que en el año 476, un bárbaro, Odoacro, depone al emperador Rómulo Augusto, con lo que se procede por parte del senado a trasladar las insignias imperiales a la capital del Imperio de Oriente, Constantinopla. El Imperio Romano dejará el legado imperial más importante de Europa, con lo que en lo sucesivo desde su caída, serían numerosos sus intentos de restauración o imitación, no lográndolo tan plenamente ninguno de ellos.