El Extranjero Libro De Albert Camus
“El Extranjero” es un libro bastante fácil de leer ya que tiene pocas páginas, el lenguaje es sencillo y la lectura es amena. El escritor, Albert Camus, no utiliza un lenguaje complicado o demasiado filosófico, por lo que cualquiera puede leerlo. Asimismo, te hace reflexionar y pensar sobre el personaje principal y sus acciones. Buscar el porqué de su actitud y razonar por qué hace una cosa u otra. Es una novela bastante interesante, sobre todo desde el punto de vista de la filosofía, porque nos ayuda a comprender algunos comportamientos humanos.
El personaje principal, Meursault, vive varias aventuras o situaciones que son similares a las que ocurren en la realidad. Un ejemplo, y el primero, es cuando él descubre que su madre ha muerto y recibe una carta explicando esta circunstancia. Muchas personas han vivido la muerte de un ser querido, sea su madre o cualquier otro familiar o amigo. Sin embargo, el protagonista apenas llora su muerte. Simplemente se sienta en su funeral y, en vez de pensar acerca de su madre, los recuerdos que tiene de ella, o expresar sus sentimientos, describe a las personas que asisten al duelo. Eso no es una situación muy común, pero, de vez en cuando, puede ocurrir. Al comenzar la novela, el narrador y protagonista (ya que está escrito en primera persona) dice que su madre murió, pero no recuerda si recibió el telegrama “ayer” u “hoy”. Se muestra indiferente. De igual forma, cuando le preguntan si quiere volver a ver su cuerpo, él responde que no. Además, declara que no conoce la edad exacta de su madre varias veces.
El vecino de Meursault tiene un perro. Lo adoptó como animal de compañía tras la muerte de su mujer. En la vida, suele suceder que tras la muerte o el abandono de alguien que para nosotros es muy importante, solemos tener un sentimiento de vacío emocional y necesitamos llenar ese vacío con algo o alguien. Muchos vuelven a otra relación, si se trata de una pareja, otros prefieren tener una mascota, en fin, hay varios modos para llenar ese vacío, pero lo importante es saber asumir y aceptar la muerte porque es un proceso natural que ocurre en nuestras vidas.
María le preguntó en una ocasión si quería casarse con ella. Él respondió que sí, pero María entonces le preguntó que si la quería. Como ya había dicho en otro momento, le contestó que qué más daba. De nuevo, le era indiferente. Para él, casarse no era importante. Una situación un poco rara, que apenas he visto en la realidad, no obstante, es probable, aunque poco, que un individuo se case con otro sin quererlo.
En la segunda parte, llegó a pensar en su amada tras un largo tiempo. Pensó si se había cansado de estar con alguien que estaba condenado a muerte, o si ella estaba enferma o muerta. Y luego añadió que su recuerdo también le era indiferente. Si estaba muerta, ya no le interesaba más. Y llegó a decir que le parece normal que te olviden después de fallecer. No pensaba en ella constantemente. No pensó en si le había mandado cartas o en sus visitas, sino tras haber pasado un tiempo. Esto es algo que no es habitual. No es normal que la gente no piense en sus seres queridos, o en si lo van a olvidar cuando ya no esté en el mundo. Son situaciones de las que no he oído hablar, pero no sé si ocurren ya que el mundo es demasiado complejo, aunque puede existir gente de este tipo.
El vecino de Meursalt le contó una historia a este. Trataba sobre su amada. Él le daba dinero, pero para ella nunca era suficiente, hasta que descubrió que ella le engañaba. Entonces le dio una paliza a, y su hermano hizo lo mismo con él. Este tipo de violencia sí se ve a menudo en el mundo. La violencia en general, pero, en especial la de género, es bastante común en esta sociedad, desgraciadamente. A mí, afortunadamente, no me ha ocurrido una situación como esta, o a ninguna persona que conozco, pero no me gustaría que ocurriera.
Mientras está en la cárcel, lee una noticia que encontró en un trozo de periódico. Era la historia de un hombre que se había marchado para conseguir dinero, abandonando de este modo a su madre y hermana. Luego volvió con una mujer y un hijo, además de dinero. Decidió hacerle una broma a su familia, que trabajaban en un hotel. Pidió una habitación, les enseñó el dinero, y por la noche, ellas lo mataron y se quedaron con el dinero. Entonces su mujer les reveló la identidad. Al narrador le parecía natural. De hecho, dice que el viajero se lo merecía y que nunca se deban hacer bromas.
Tras el juicio, Mearsault comentó que se ponía en el peor de las posibilidades: la apelación era rechazada y tendría que morir. Morir es algo natural. A todos nos va a pasar tarde o temprano. Pero el protagonista añadió que le daba igual cuándo morir. Le daba igual si fallecía a los treinta o si lo hacía a los setenta. De todos modos, para él la vida no importaba, no tenía significado. No merecía ser vivida.
Con todos estos actos, el lector se llega a imaginar a un individuo que se deja llevar por las circunstancias y que no se plantea nunca nada. No piensa, no reflexiona. No mira más allá de lo que ocurre en frente suya, no se plantea nada. Para Mearsault, las cosas pasas porque sí. ¿Qué más da el por qué? No hay ningún motivo.
Pero la realidad es muy distinta. Las cosas sí pasan por algo y siempre tienen consecuencias, por muy pequeñas que sean. Aunque es verdad que algunas cosas que ocurren en la vida no tienen tanta importancia, son pequeñas, hay otras que acarrean consecuencias. Sí tienen efectos, y graves. No obstante, como el protagonista no elige lo que le ocurre, sino que todo le sucede a él sin más, o, al menos, eso es lo que piensa él, son los demás los que tienen que buscar cuáles son las consecuencias de sus actos.
Albert Camus pone a este personaje en una situación extrema al hacer que mate a un hombre. En este escenario, son el juez, el abogado y el fiscal quienes tienen que decidir el castigo. No juzgan el asesinato en sí, sino que se juzga al protagonista y sus actos, su comportamiento. Estos personajes se encargan de elegir elementos de la vida de Mearsault, como la muerte de su madre, para determinar el veredicto final.
Mientras está en la cárcel, como no puede hacer otra cosa mas que reflexionar, empieza a pensar en su vida. Entonces se da cuenta de lo que ha hecho y se juzga a sí mismo. Intenta entenderse y conocerse. Y más tarde pide que en el día de su ejecución se encuentren muchos espectadores viéndolo. Ruega, entonces, que ellos le odien.
El protagonista es un individuo a quien no le importa nada. Para él, nada es blanco o negro. O ni siquiera gris. Porque todo le da igual. Todo pasa desapercibido a su alrededor. No le busca explicación a nada. Las cosas pasan porque pasan. Y no tiene empatía. No siente amor ni cariño por nadie. La vida es insignificante por sí misma y trata de buscarle sentido. Solo cuando está en la cárcel, Mearsault comienza a mirarse por dentro. No se había conocido hasta ahora. Era, para sí mismo, un desconocido, un extraño, un extranjero.