El Gran Friedrich Nietzsche y Su Filosofía

Introducción

Hablar sobre Friedrich Wilhem Nietzsche es hablar sobre un filósofo innegablemente peculiar. Lleno de fervor por la filosofía desde una edad muy temprana fue, sin embargo, alimentado precariamente por sus predecesores. El alemán tuvo ciertas carencias formativas con respecto a lo que la gran mayoría podría entender que es un filósofo al uso. Matizar esto es importante antes de abordar el tema principal de nuestra reflexión. Nietzsche conocía de buena mano a Platón, a Aristóteles o a las escuelas helenísticas, si bien a otros autores los leyó más bien poco. Tal es el caso, por ejemplo, de Kant o Spinoza (aunque este último, a nuestro parecer, ha ejercido más influencia en el filósofo de la sospecha de la que normalmente se le suele atribuir. Pero este es otro asunto). Fue Schopenhauer el que maravilló por completo y marcó de forma definitiva al vivaz Nietzsche cuando este tenía tan solo veintiún años:

«Nietzsche queda fascinado, siente una emoción casi gozosa. Schopenhauer condena la vida, pero la condena es pronunciada y conducida con un verbo tan ardiente que, en esta obra condenadora [El mundo como voluntad y representación], es todavía la vida lo que allí se encuentra y admira […] Su alma está colmada: ha encontrado un pensador verdadero, una verdad; su verdad. Esta verdad es dura, pero ¿qué importa?».

No obstante, su biblioteca nos revela que también fue un gran amante de la literatura. Le fascinaba la crítica literaria. En consecuencia, construyó su pensamiento sobre unas bases que no son convencionalmente filosóficas, por así decirlo. De modo que, si queremos hallar a los antecesores de Friedrich Nietzsche, es preciso emprender un pormenorizado recorrido por literatos tanto de épocas anteriores como contemporáneos a él mismo. Muchos fueron los que calaron en el alemán: Montaigne, Baudelaire, Flaubert, Leopardi… En este ensayo estudiaremos la influencia de Henri Beyle (1783-1842). Más conocido por su seudónimo «Stendhal», fue uno de los primeros y más importantes representantes de la novela realista francesa. Es relevante porque resultó capital, tal y como veremos, en la edificación de la filosofía nietzscheana. Todas sus obras tuvieron un innegable valor para Nietzsche y repercutieron tanto en sus ideas como en su estilo.

Fue en el verano de 1878 cuando Nietzsche leyó la traducción alemana de la Histoire de la Littérature anglaise del filósofo y discípulo confeso de Stendhal, Hippolyte Adolphe Taine (1828-1893). Allí encontró un comentario entusiasta sobre Beyle, quien era calificado como «un psicólogo capaz de un “analyse intime”». Este es el primer acercamiento que Nietzsche tuvo con la figura de Stendhal. En esta misma obra encontramos el siguiente pasaje:

«Solo un hombre lo emprendió, Stendhal, gracias a una manera de ver las cosas y a una educación singular, y aún hoy la mayor parte de los lectores encuentran sus libros paradojales y oscuros. Su talento y sus ideas eran prematuros; no se comprendieron sus admirables adivinaciones, sus palabras profundas lanzadas al pasar, la exactitud sorprendente de sus anotaciones y de su lógica. No se vio que, bajo la apariencia del conservador y del hombre de mundo, explicaba los más complicados mecanismos internos […] Nadie ha enseñado mejor que él a abrir los ojos y ver, ver a los hombres que nos rodean y la vida actual […]».

Estas palabras marcaron indudablemente a Nietzsche, que comenzó a leer vorazmente muchas de las obras de Stendhal a partir del año 1879, momento en el que todavía no había escrito ni Aurora (1881), ni La gaya ciencia (1882), ni tampoco Así habló Zaratustra (1883), obras con las que el filósofo comenzó a adquirir solidez. La lectura directa de Stendhal fascinó absolutamente a Nietzsche. Tal es así que, en una carta dirigida a su más fiel y constante amigo, Franz Overbeck, fechada el 23 de febrero de 1887, expresó emocionado las siguientes palabras:

« De Dostoievski yo no conocía ni el nombre hasta hace pocas semanas […] Un zarpazo casual (zufälliger Griff) en una tienda de libros me puso ante los ojos su obra L’esprit souterrain, recién traducida al francés (¡Algo igual de casual me ocurrió con Schopenhauer cuando yo tenía veintiún años, y con Stendhal cuando tenía treinta y cinco!) El instinto de afinidad (Verwandschaft) (¿o qué nombre le daré?) dejó oír su voz enseguida, mi alegría fue extraordinaria: tengo que retrotraerme a mi conocimiento de Rouge et Noir de Stendhal para recordar una alegría igual. (Son dos relatos, el primero, propiamente una pieza de música, de una música muy extraña, muy poco alemana; el segundo, un alarde genial de psicología, una especie de autoescarnio del γνώθι σαυτόν».

La pasión, el amor, la vanidad, la «belleza como promesa de felicidad» son temas que encontramos junto a los apuntes nietzscheanos de la lectura de Stendhal, fundamentalmente en los Fragmentos Póstumos de 1880, destinados a constituir la trama de la «filosofía del futuro». Stendhal aparece en un momento en el que la filosofía de Nietzsche no está del todo configurada; su pensamiento aún tenía que crecer y consolidarse. Tras leer Le Rouge et le Noir afirmará de Stendhal que es un alarde genial de psicología, un autor en constante estado de autoobservación psicológica. La influencia de Stendhal en Nietzsche puede ser apreciada, por ejemplo, en el concepto de «pasión por el conocimiento» que encontramos en Aurora o en la idea misma de «gaya ciencia», que Nietzsche fijará en el año 1881 tras leer De l’amour y Memorias de un turista, donde el francés dice algo así como: «Si el viaje nos enseña algo es que la verdadera sabiduría no es otra cosa que una receta para hacerlo todo más jovial para el animal más triste en la Tierra».

Pues bien, Nietzsche dijo que Stendhal despertó en él el instinto de parentesco. Pero, ¿qué clase de parientes eran Nietzsche y Stendhal? Creemos que lo más familiar que podemos encontrar en ambos es el sufrimiento de unas mismas vivencias; esto es lo que hace de ellos personas afines. ¿En qué coinciden el filósofo y el escritor? Básicamente en su confrontación, en su relación agónica con el Romanticismo. Tanto el uno como el otro han sufrido el Romanticismo, lo han problematizado y han conseguido diagnosticar cuáles son sus dolencias. Ambos, esto es importante, han pensado el Romanticismo como enfermedad («Mal del siglo») y se han propuesto la tarea de curarse de él. Esto es lo que Nietzsche descubre en Stendhal: alguien que ha pasado por unas mismas vivencias que él y que, además, comparte la misma voluntad de sanarse de ellas.

Ahora bien, ¿realmente piensan Stendhal y Nietzsche en el Romanticismo de la misma manera? Como sabemos, Nietzsche se lo plantea a través de Wagner (alemán de la segunda mitad del siglo XIX). En cambio, en Henri Beyle, la figura que encarna el ideal romántico es Chateaubriand (francés de la primera mitad del siglo XIX). A priori podría parecer que no se trata del mismo tipo de Romanticismo, pero lo cierto es que sí existe cierta continuidad entre Chateaubriand y Wagner, vislumbrada por el mismo Nietzsche. Fijémonos en el aforismo 370 de La gaya ciencia:

«¿Qué es el romanticismo? Todo arte, toda filosofía puede considerarse como un medio de curación y de ayuda al servicio de la vida que crece, que lucha: presuponen siempre el sufrimiento y seres que sufren. Pero hay dos tipos que sufren, en primer lugar, los que sufren por la sobreabundancia de la vida, que quieren un arte dionisíaco e igualmente una visión y una compresión trágica de la vida,  y en segundo lugar los que sufren por el empobrecimiento de la vida, que con el arte y el conocimiento buscan el reposo, la quietud, el mar en calma, la liberación de sí mismos, o bien la embriaguez, la convulsión, la anestesia, la locura […]».

Vemos, por tanto, cómo Nietzsche piensa el Romanticismo en enclave fisiológico. El romántico, nos dice, se sirve del arte como modo de calma o como olvido de sí mediante la enajenación. De modo que el «polaco» entiende el Romanticismo tal y como ya aparece prefigurado en la obra de Chateaubriand. Esto nos lleva a pensar que, seguramente, Nietzsche viera en Wagner al prototipo de romántico francés tardío. En consecuencia, tenía la misma idea de Romanticismo que Stendhal.

Chateaubriand tiene una novela muy corta, titulada René (1802), que es considerada por muchos como la obra en la que podemos atisbar los primeros indicios de Romanticismo. Se tomará a René, protagonista de la misma, como un arquetipo. ¿Quién es René? René es un insatisfecho, un caminante errante. Es un alter ego del propio Chateaubriand, que sufre dos grandes impactos antes de escribir esta novela. El primero de ellos es la Ilustración. En Memorias de ultratumba explica cómo ha sido la razón la que ha ido poco a poco disolviendo sus ilusiones religiosas; a través de esta ha descubierto los mecanismos que las producen. Debido a esto, ha sufrido un desencanto del mundo religioso, que le ha precipitado a un estado de ateísmo y desconsuelo. El segundo impacto fue, sin duda, la Revolución francesa. Chateaubriand era noble; de un día para otro se encuentra sin patria, pierde la carta de ciudadanía y a su propia familia. En la obra, René pierde cualquier posibilidad de futuro; es irremediablemente un errante, un apátrida. Es, además, un ser alienado, extrañado de la sociedad en la que vive. El mundo no le ofrece ningún atractivo que le anime a participar en él; es incapaz de canalizar sus pasiones. Esto desemboca inevitablemente en un repliegue de la interioridad, en un estado de hiperconsicencia. Siente melancolía, soledad y culpa por no poder pertenecer a la totalidad. Entonces, ¿podría considerarse a René (y a Chateaubriand) como el primer nihilista moderno? ¿Es todo esto lo que, a partir de los años 80, Nietzsche entiende por décadence? Vemos en el René todas las características del ser prototípico romántico. Características que afloran también en Stendhal y en Nietzsche (Zaratustra), si bien estos intentarán superarlas y convertirá las dolencias del héroe romántico en condiciones de posibilidad de la filosofía de su personaje.

Importante es mencionar que René aparecerá en una obra de mayor longitud: El genio del cristianismo. Así, René se convierte en la ratificación de la necesidad de volver al culto de la religión cristiana. El retorno al catolicismo es lo único que nos puede salvar. «Todo romántico acaba postrado ante la cruz», dirá Nietzsche. Esto se ve claramente en Chateaubriand, que ha pasado por el nihilismo y la desesperación que este conlleva y necesita volver al cauce de las antiguas tradiciones para hallar consuelo. Por tanto, es posible concluir que existe cierta continuidad entre el primer Romanticismo francés y el Romanticismo de Nietzsche que es pensado a través de la figura de Wagner.

René ejerció una indudable influencia en escritores como Lord Byron, Leopardi o Lamartine, entre otros. En 1804, Stendhal leyó el René y se sintió plenamente identificado con los síntomas en él ejemplificado y, a diferencia del resto de autores, vio en dicha identificación un peligro. A partir de entonces, decidió consagrar su vida evitar el «mal del siglo», a curarse de él. A esto, en 1811, lo llamará «beylismo», una especie de filosofía práctica. Nietzsche se percatará que él también fue un enfermo, sufrió esta «enfermedad del siglo». En el prólogo a la primera parte de Humano, demasiado humano nos dice lo siguiente:

«Comprenderá también cuántas veces, para descansar de mí mismo, para olvidarme de mí mismo por un tiempo, he buscado resguardo en alguna parte […] y también por qué, cuando no he encontrado lo que necesitaba, he tenido que procurármelo artificiosamente, falsificarlo e imaginarlo debidamente […] Quizá se me podría reprochar a este respecto demasiado “arte”, demasiada falsificación de la moneda: por ejemplo, al haber cerrado los ojos a sabiendas y voluntariamente ante la ciega voluntad de moral de Schopenhauer, en una época en que yo era bastante perspicaz en la moral; así el haberme engañado a mí mismo sobre el incurable romanticismo de Richard Wagner, creyendo que era un comienzo y no un final […] ».

Stendhal, dispuesto a curarse del «mal del siglo», escribió novelas en las que directamente hizo psicología del hombre moderno. ¿Qué fue exactamente lo que descubrió?  

30 Jun 2021
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