La Hibridación Cultural Moderna según la Perspectiva de Peter Burke

Este ensayo sociológico toca el tema de la hibridación cultural, ejemplos de qué podemos observar hoy día. Así qué la crisis mundial de salud que estamos viviendo en la actualidad es la evidencia perfecta de que hoy estamos más interconectados que nunca. Dentro de este contexto debemos reconocer que vivimos en un mundo cada vez más híbrido, así como lo plantea el historiador, Peter Burke en su texto, Hibridismo Cultural, Reflexiones sobre Teoría e Historía. Si bien fue escrito hace 20 años, el texto hace un buen trabajo de empezar a describir un fenómeno que, en el momento, tan solo mostraba sus inicios. Es interesante reflexionar sobre cuáles serían los pensamientos de Burke en cuanto a este mismo hibridismo en el mundo de los grandes fenómenos digitales desde Netflix, Youtube, Instagram y Facebook, hasta el novedoso TikTok.

No obstante, tal cómo también menciona Burke, el hibridismo no es un concepto nuevo, especialmente para culturas como la nuestra. El autor menciona que Latinoamérica se ha considerado un terreno híbrido por excelencia, dentro de ello el Perú me parece un caso ejemplar. Desde hace ya un siglo, el hibridismo, la mezcla, el mestizaje, forma parte clave de nuestra identidad como nación, evidenciado en frases como; “Todas las sangres“, o, “Si no hay de inga, hay de mandinga“. Al margen de si estas interpretaciones de la cultura peruana son correctas, la realidad es que el proyecto de nación de nuestro país se ha basado en intentar crear una identidad única, que de alguna manera incluya la inmensa diversidad de formas culturales existentes.

Determinar el momento en que el Perú se vuelve un terreno de culturas híbridas es complicado, pues desde el Tahuantinsuyo, e incluso antes, podemos hallar encuentros culturales entre culturas prehispánicas. Luego, a partir de la conquista estas tradiciones se combinaron con las españolas en procesos complejos de criollización, sincretismo, etc. Al mismo tiempo esta misma hibridación se dio con la cultura africana de aquellos quienes fueron forzados a venir a las américas. Con la república llegó la migración, desde los chinos y japoneses, hasta los italianos y en la actualidad los venezolanos, la cultura peruana se convirtió en una amalgama de tradiciones cuyo origen es ahora complicado de rastrear. De este modo, el resto de temáticas abordadas por Burke en su profundización en la naturaleza de lo híbrido, también se ajustan perfectamente al contexto peruano.

En primer lugar el autor menciona cómo el fenómeno de la hibridación se encuentra en todos los campos relacionados a la cultura, Burke los clasifica en tres tipos; artefactos, prácticas y pueblos. Los artefactos híbridos son aquellas producciones culturales que encontramos dentro del plano de lo material. Por ejemplo, en la arquitectura suele suceder que estilos de distintos lugares de procedencia se convergen en un solo edificio. Este es el caso del Barroco Andino, un movimiento artístico característico de la sierra sur del Perú que surge de la inspiración del estilo Barroco europeo y técnicas de decoración aportadas por artesanos indígenas. Asimismo también se menciona que las imágenes pueden ser híbridas, en este caso se me viene a la mente la escuela cusqueña, en donde los aprendices de procedencia indígena y mestiza introducían elementos de la cosmovisión andina en las representaciones religiosas de deidades católicas.

Por otro lado también se presentan las prácticas híbridas, tales como la religión, la música, las celebraciones, danzas, etc. En cuanto a la religión encontramos frecuentemente mezclas entre el cristianismo, con prácticas religiosas indígenas y africanas. Por otro lado, la música es uno de los ejemplos más conocidos de hibridación en el Perú, desde la salsa y la cumbia, hasta el vals criollo, podemos apreciar la mezcla de influencias provenientes de distintos orígenes. El autor también incluye la lengua dentro de esta categoría. Como ya es sabido el Perú tiene una gran diversidad de lenguajes, sin embargo lo que no siempre consideramos es que el mismo castellano “estándar“, tiene muchas palabras comunes provenientes del quechua y el aymara. Palabras como “choclo“, “palta“, “huaico“ y “andes“, entre muchos otras, son ejemplos de términos adoptados de lenguas nativas. Finalmente en cuanto a festividades, Burke explica cómo el carnaval brasileño se ha consolidado como una festividad bandera del país vecino, en nuestro país la tradición europea del carnaval también se ha peruanizado. Los carnavales regionales como el de Ayacucho, Cajamarca, etc, muestran casos en los que el carnaval se adapta a la cultura específica de cada región.

Finalmente están los pueblos híbridos, aquellos grupos humanos que se caracterizan por tener influencias de culturas diferentes. Cómo ya he mencionado, el proyecto de identidad peruano se ha basado en la hibridación como pilar, lo cual no es gratuito, considerando la historia de encuentros étnicos y culturales en nuestro país. Sin embargo, si bien el pueblo peruano es híbrido por definición, la pregunta viene a ser en qué medida y sobre qué cultura. No podemos decir con certeza que la cultura peruana sea un híbrido de tales o cuales culturas, pues es tan diversa como los individuos que la profesan. La peruanidad es increíblemente diversa, por lo que en vez de etiquetar al Perú cómo un pueblo híbrido, lo haría como a un pueblo habitado por individuos híbridos. Individuos entre los cuales fluctúan las influencias culturales, algunas indígenas otras africanas o europeas, así como la proporción de estas influencias.

El tema del encuentro entre culturas es increíblemente complejo, por tanto ha llevado a los académicos a utilizar una amplia variedad de términos para intentar explicarlo. Estos términos pueden ser metafóricos, y provienen de distintas disciplinas, sin embargo todos, incluyendo el término hibridismo, pueden ser engañosos, pues comprenden de una larga historia de reflexiones culturales, la cual los dota de significados. Es decir estos términos pueden resultar demasiado ambiguos, incluso contradictorios, según Burke no se trata de si estos términos son correctos o no, sin embargo se debe tomar su tratamiento con cuidado.

En primer lugar están los términos imitación y apropiación, los cuales se refieren a un mismo fenómeno, el de tomar manifestaciones culturales de una o varias culturas ajenas y tomarlas como propias. Un claro ejemplo de apropiación, bastante positiva, en el Perú es el de la gastronomía, uno de nuestros grandes orgullos como nación. La gastronomía peruana está compuesta de platos extremadamente diversos que suelen tener sus raíces en el encuentro cultural. Hemos apropiado platos italianos, como los tallarines al pesto o el menestrón, los cuales hemos vuelto nuestros, y como no mencionar nuestro amado chifa, que nace de la fusión de técnicas asiáticas e ingredientes peruanos. Sin embargo la apropiación no siempre es positiva, por ejemplo tomemos el caso de diversas marcas de ropa que apropian diseños tradicionales de la sierra peruana, como el telar ayacuchano, y los usan en su producto sin conocer nada sobre esta tradición, así cómo sin beneficiar a las mujeres que la practican. La problemática además se agrava cuando tomamos en cuenta cómo históricamente, estas mismas mujeres han sido discriminadas y ridiculizadas por su vestimenta tradicional, sin embargo cuando se lleva esta misma estética al campo de la moda se vuelve algo deseable. Sólo tras haber pasado por el filtro del colonialismo es que estas prácticas se vuelven merecedoras de admiración, he ahí el problema que surge a menudo con la apropiación en el Perú.

A continuación está la acomodación y negociación. Ambos suponen el amoldamiento de manifestaciones culturales para que se adapten mejor a distintas realidades culturales. Este fenómeno se llamó en un principio acomodación, sin embargo actualmente se discute más como “negociación“ o “diálogo cultural“, pues estos términos reconocen una multiplicidad y fluidez en las identidades. Además podemos considerar estos fenómenos cómo un argumento en contra de la llamada “macdonalización del mundo“, pues si bien este término supone una homogeneización, sería más correcto pensar en un tipo de diálogo entre la cultura que viene y la cultura que adopta. Es decir, por ejemplo, en el Perú marcas transnacionales como Starbucks, han conseguido gran éxito, sin embargo para lograrlo han tenido que adaptarse a nuestro contexto, ofreciendo bebidas con sabores nacionales, como la algarrobina y la lúcuma. Este proceso ha sido también llamado “glocalización“.

El autor menciona cómo el concepto de “mezcla“ ha tenido una connotación peyorativa históricamente, pues remite a la mezcolanza o el desorden. Sin embargo esta apreciación ha ido cambiando, algo que se evidencia con la popularidad del término “fusión“. En el Perú la fusión es una palabra de moda, especialmente relacionada, una vez más, a nuestra rica gastronomía. Parece ser que dentro del espacio de la comida todo tipo de mezcolanza es admitida, incluso fomentada. El término fusión pasa a ser relacionado a la innovación y la sofisticación, siendo este un ejemplo positivo de la valorización de lo híbrido en nuestro país. El sincretismo, es otro término que suele ser usado, esta vez para referirse a la asolapación entre dos culturas, comúnmente relacionado a la religión. El caso del sincretismo religioso en el Perú ha sido discutido ampliamente en distintas manifestaciones, una de ellas la celebración de la Semana Santa. Con Ayacucho como epicentro, la herencia tradicional cristiana traída por los españoles, se enriquece con la cosmovisión andina. Aquí se crea una nueva manifestación cultural, que mezcla la música, la lengua y las costumbres quechuas con aquellas criollas, importadas de la península ibérica.

Por otro lado está la “traducción cultural“, tomado de la lingüística bajo el supuesto de que entender una cultura ajena es cómo aprender una nueva lengua. De este modo a la hora de comprender conceptos culturales de otras culturas siempre utilizamos la cultura propia como referencia. Por ejemplo al llegar los españoles al Perú y ver los templos y construcciones cubiertas de oro, interpretaron que los Inkas eran increíblemente ricos, sin embargo el concepto de riqueza como la conocían los españoles no existía dentro de la cosmovisión indígena. El comercio estaba basado en el intercambio, específicamente el trueque, sin embargo no existía una concepción de moneda o valor monetario. Al ver el oro los conquistadores lo asocia automáticamente al dinero y a la moneda, sin embargo los incas decoraban sus templos con oro, no por su valor monetario percibido, si no porque lo consideraban las lágrimas del sol, deidad a la que le rendían culto. El término traducción cultural es tomado como un término neutro, sin embargo no supone que no se puedan dar problemas de interpretación en estos procesos de decodificación, pues como es sabido no se puede traducir todos los elementos de una cultura satisfactoriamente.

El último término del que habla Burke es la “creolización“ o “criollización“, definidos como confluencia de dos o más corrientes culturales que dan como producto el surgimiento de nuevas formas culturales. En el Perú lo criollo está muy presente y forma parte de nuestro vocabulario cotidiano. Desde la comida criolla hasta la música, la cual celebramos con especial ardor, la cultura criolla se forja en los barrios populares con el encuentro de influencias españolas, indígenas y negras, provenientes de las tres regiones del Perú. Asimismo, en la actualidad esta identidad criolla, es más aceptada en el Perú urbano, sin distinción de raza, etnia o clase social, lo que no sucede con otros tipos de manifestaciones culturales peruanas que también son de carácter híbrido, como el huayno o la música amazónica.

Asimismo, Burke también explica que existen una variedad de situaciones en las que se dan estos encuentros culturales. En primer lugar están los encuentros entre iguales y desiguales, en los cuales no solo incluye aquellos dados en circunstancias violentas de colonización, sino también en circunstancias de intercambio entre minorías y mayorías. El mismo autor usa el ejemplo de la evangelización de Latinoamérica como una situación de intercambio cultural desigual. En el Perú, así como en México, los indígenas fueron forzados a adoptar el cristianismo como culto único, y dejar de lado sus propias tradiciones religiosas. La Biblia fue usada como herramienta en este proceso de evangelización, incluso se hizo el intento de traducirla a las lenguas indígenas. El pueblo indígena se resistió a este cambio, cómo está bien documentado, a lo cual los colonizadores reaccionaron con represión y violencia. No obstante las costumbres tradicionales de estos pueblos se mantienen hasta hoy, sin embargo se han combinado con las tradiciones hegemónicas del cristianismo.

Por otro lado, en cuanto a las tradiciones de apropiación, el texto diferencia entre culturas con tradiciones fuertes (de apropiación) y aquellas con tradiciones débiles (de adaptación). Con esto el autor quiere decir que existen ciertas culturas más proclives a apropiarse de otras culturas. El Perú es un claro ejemplo de una cultura con tradiciones fuertes, pues hemos absorbido costumbres de muchísimas culturas con las que hemos tenido contacto. Todos los ejemplos ya mencionados lo evidencian, en todos los ámbitos, gastronomía, arquitectura, arte, festividades, religión, etc, la cultura peruana se apropia o se presta de otras culturas.

La metrópoli y la frontera son aquellos escenarios en los que históricamente se han dado los encuentros entre culturas. Lima es un gran ejemplo de una metrópoli en donde las culturas se encuentran y desencuentran, especialmente en un país tan centralizado como el Perú donde la capital es el núcleo social, económico y político del país. Desde la colonia Lima es el espacio predilecto del intercambio cultural, avanzando en la historia, esta confrontación se vuelve incluso más marcada con la migración a la ciudad en la segunda mitad del siglo XX. Si bien estos dos espacios planteados por Burke siguen siendo muy relevantes hoy, también se ha cimentado un nuevo espacio de encuentro cultural en el internet y las redes sociales, en donde no existen límites físicos, ni fronteras, que puedan restringir estos intercambios. En la era del internet aprendemos y somos influenciados por formas culturales ajenas todos los días, dando lugar a una hibridación continua cuya magnitud es difícil de imaginar.

Finalmente se habla de las clases sociales como culturas que interactúan dentro de una gran cultura. En el Perú la raza y la clase han estado íntimamente relacionados desde los tiempos de la colonia, es así cómo ciertas prácticas culturales se suelen asociar a ciertas clases sociales. Siendo un país ineludiblemente racista y clasista, las costumbres asociadas a poblaciones indígenas y africanas, o en general poblaciones no blancas, se consideran como expresiones populares y por tanto de un estatus más bajo que expresiones más relacionadas a tradiciones de influencias europeas. También es interesante cómo ciertas prácticas son consideradas inferiores de acuerdo a la clase social y grupo étnico que las practique, aunque estas sean practicadas por tanto las clases populares como las elites. Por ejemplo, las corridas de toros son una parte importante de los carnavales regionales, sin embargo en este contexto se les suele considerar como una práctica incivilizada y ordinaria. Sin embargo al llevar esa misma práctica a las elites, quienes la desempeñan dentro de un ambiente hermético y excluyente, esta tradición se defiende como cultura y herencia histórica.

A continuación se discute la diversidad de reacciones a los encuentros culturales, los cuales se clasifican en cuatro; la aceptación, rechazo, segregación y adaptación. La aceptación es aquella mediante la cual se acepta e incluso se da la bienvenida a lo nuevo. Burke propone la explicación de este proceso como “la moda de lo extranjero“, es decir se considera más civilizado, sofisticada o tal vez interesante la adopción de costumbres extranjeras. Por ejemplo la adopción del Halloween en el Perú, una costumbre americana derivada de la celebración del All Hallows Eve, a pesar de que ese mismo día de una celebración peruana, el Día de la Canción Criolla. Por otro lado encontramos la resistencia, que se basa en la defensa de las tradiciones culturales frente a tradiciones ajenas. El caso emblemático en el Perú es el de la Inca Kola, pues por más que se intentó que se adoptara la Coca Cola como bebida preferida, nos resistimos a renunciar a nuestra bebida bandera, a tal punto que Coca Cola Company tuvo que comprar la marca de Inca Kola. La siguiente reacción es la segregación, situación en la cual se compartimentaliza partes de la vida cultural y se mantienen algunas puras influencias extranjeras. Finalmente está la adaptación, en donde se adoptan porciones de la cultura ajena a la cultura propia. Como he mencionado a lo largo de este ensayo, en la cultura peruana abundan ejemplos de este tipo de reacción.

Finalmente se expone la diversidad de resultados de la interacción cultural, aquí Burke explica las principales teorías en cuanto a cuáles son las consecuencias a largo plazo de estos encuentros culturales. En primer lugar está la teoría de la homogeneización la cual supone que una cultura hegemónica absorberá el resto de expresiones culturales, la llamada “americanización“, o que se construirá una cultura global. En contraste a esta perspectiva está la teoría de la antiglobalización que postula que mientras más avanza la globalización más nos ceñimos a nuestros valores culturales, de formas a veces confrontacionales. Burke apuesta por una posición más moderada en este debate, planteando la disglosia cultural y la criollización como alternativas. En primer lugar plantea que todos tendremos en esencia una doble cultura, una cultura global, así como una cultura propia. Sin embargo también plantea que el hibridismo solo se seguirá acelerando, llevando eventualmente a una cultura criolla mundial. Vemos que en el Perú se acerca a este concepto de diglosia cultural, pues cada vez más creamos una identidad alternativa que se amolde a un contexto global, esto se evidencia en la adopción del inglés como segunda lengua por una gran parte de la población.

En suma en este texto Burke busca sumergirse en las profundidades de un proceso extremadamente complejo como es la hibridación. Es claro que es un fenómeno que cuenta con interpretaciones increíblemente numerosas, en ocasiones confusas, sin embargo sería completamente absurdo no reconocer que vivimos en un mundo híbrido. Tal como Burke mismo menciona, el término hibridación supone un proceso natural que no pone énfasis en la acción humana, lo cual considero problemático en ocasiones. Es importante reconocer que a menudo estos intercambios culturales no se dieron desde condiciones de igualdad, más bien en numerosos casos fueron parte de procesos de colonización forzados sobre grupos étnicos que no tuvieron opción en adoptar ciertas tradiciones y prácticas. Si bien Burke menciona estos hechos, los cataloga como algo pasado, y no reconoce ni analiza cómo estos patrones de colonización y violencia a menudo se siguen repitiendo en la actualidad. En ese sentido, considero que la perspectiva de Burke, si bien increíblemente compleja y bien documentada, es algo ingenua en cuanto a considerar a la hibridación como un proceso mayoritariamente positivo y que no puede suponer problemas profundos en la interacción intercultural.

22 October 2021
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