El Narcotrafico en La Crisis Ecónomica De Colombia En Los Años 80

El crimen organizado en muchos ámbitos de la sociedad tiene la necesidad y la capacidad para combinar la coerción y consenso. Su vigencia y proliferación no radican solo en la provocación del temor, sino también se apoya en asociaciones y conexiones con el objetivo de integrarse y ser reconocido desde la sociedad. Esto posibilita que se convierta en un actor social.

Desde esta perspectiva para el análisis de este tema parte de la pregunta:

¿Cómo la debilidad institucional, la crisis económica y social de los años 80 hace posible que el narcotráfico permease en la esfera política colombiana?

Durante los años 70 la exportación anual de cocaína a los Estados Unidos era de aproximadamente 14 y 19 toneladas. En 1982 la cantidad subió a 45. Para inicios del siglo XXI había alcanzado las 400 toneladas. En el contexto colombiano el narcotráfico resulta funcional al capitalismo neoliberal de su sociedad, a tal punto que algunos analistas lo consideran “narco capitalismo” (Figueroa, 2011). Históricamente el narcotráfico ha ido acentuándose en la vida económica y social de Colombia, aprovechando los espacios de protagonismo revolucionario en medio de una sociedad marcada por la inequidad, con una institucionalidad precaria, polarización política y envuelta en la globalización neoliberal.

Es importante tener en cuenta aspectos como la transformación del sistema económico en Colombia, porque en los años ochenta se daría paso a la liberalización del comercio exterior, como parte de la implementación del modelo económico neoliberal impulsado por Estados Unidos. El Neoliberalismo trajo cambios vitales en la relación Estado-economía, y así mismo entre estos y la sociedad. Por otro lado los capitales frescos que estaban ingresando al país producto del negocio de las drogas darían cabida a un nuevo actor socioeconómico, articulación importantes sectores de la élite empresarial u política del país con el narcotráfico. En el campo de la política. Los capitales del narcotráfico. Desde su aparición. Han financiado campañas electorales de concejales. Alcaldes. Diputados. Gobernadores. Representantes. Senadores l, J presidentes de la república (Nieto López, 1995).

El exministro de Justicia Fernando Londoño ha sindicado que la política macroeconómica se ha rendido ante la evidencia que Colombia estaba dominada por los llamados “dineros calientes” provenientes del narcotráfico desde hace 25 años (Callejas, 2003). Una primera evidencia era la “ventanilla siniestra” durante la administración del presidente López Michelsen (1974¬-1978), considerado el mayor lavadero de dólares que hubo en Colombia, los carteles del narcotráfico entraron a mover la economía del país, a tal punto de llegar a proponer el pago de la deuda externa de Colombia, con tal de conseguir amnistía sobre los “capitales golondrinas” que hasta ese entonces era uno de los más grandes ingresos de este país. En este sentido Callejas ratifica que durante más de medio siglo, la balanza de pagos del país se ha nutrido de los dólares que provienen del contrabando de estupefacientes.

Esta mutua relación entre el régimen político neoliberal y el crimen organizado ha alterado las relaciones sociales de producción en el seno del régimen de acumulación, dando paso al surgimiento de una nueva forma de Estado: el “narco estado”, cuya expresión fenoménica como régimen político neoliberal, autoritario y cliente lista se encuentra atravesada por la narco actividad (Smith, 1997:135–136).

Colombia internamente experimentó crisis económicas, debilidad institucional, cambios políticos, altibajos democráticos. (Leal Buitrago, 1990. p. 39). La proliferación del crimen organizado en los distintos niveles de la sociedad colombiana se ha traducido también en una alteración de las relaciones de dominación política de clase, lo que según Smith (1997), modifica las relaciones de dependencia/dominación que vinculan al Estado–nación colombiano con el conjunto de Estados–nación en la escena internacional y debilita su posicionamiento en la misma.

A lo largo de la década de los 80 en Colombia el protagonismo del narcotráfico comenzaría a permear en muchos aspectos una sociedad controlada históricamente por Liberales y conservadores. El discurso “revolucionario” de izquierda del narco se legitima en la sociedad como el personaje que entra a la casa de los ricos para darle a los pobres. Pero en realidad como afirma Tokatlian & Alfonsín (2000), la ideología poco o nada cuenta , ya que el canon del crimen organizado es profundamente pragmático con una visión utilitaria de la realidad y de como aprovecharla para legitimarse en la sociedad. Los objetivos de fondo del narco como lo explica Sarmiento (1990) se reduce al de evitar la aplicación de la extradición suscrita en 1979 entre Estados Unidos y Colombia ante el débil sistema judicial que este último presentaba. Sin embargo ya para cuando esta fue aprobada en 1980 ni los sobornos, la intimidación o el secuestro fueron suficiente. Al respecto Camacho (1988) explica: “Dentro de esta campaña es notorio el esfuerzo sistemático de algunos voceros de la vieja burguesía tradicional por clarificar su diferenciación con lo que han decidido en llamar “clase emergente” constituida por el conjunto de sectores que a la sombra del desarrollo económico y acumulación del capital, y al amparo de los negociados y corrupción, han ido ascendiendo en la escala social hasta el punto de competirle seriamente” Es decir la clase política presentó resistencia y neutralizó las aspiraciones de los narcos. Desde ese momento el terrorismo se convertiría en el mecanismo con el que se pretende doblegar a las autoridades bajo los intereses del narco (Tokatlian & Alfonsín, 2000).

Una manera indirecta de “legitimación territorial” era la que utilizaban carteles como el de Medellín, mediante la compra de tierras y haciendas en el Magdalena Medio, Córdoba y los Llanos Orientales, que con el tiempo se convirtieron en una inversión segura, grandes centros de concentración de poder cuyo principal elemento eran las alianzas de tres frentes: traficantes, importantes terratenientes, y finalmente mandos bajos y medios de las fuerzas militares, los cuales encontraron en esta unión una efectiva respuesta al incesante problema de la insurgencia (Uprimny, 1997) 

31 May 2021
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