El Papel De Las Mujeres En La Revolución Mexicana
Introducción
El 20 de noviembre de 1910, el pueblo mexicano se alzó en guerra para derrocar el gobierno de Porfirio Díaz, el cual reunía toda la fertilidad en la capital, hombres y mujeres por igual se fueron a las armas para combatir la injusticia social. En el caso de las mujeres, las soldaderas o adelitas jugaron un papel primordial en este movimiento armado y sin embargo por muchos años quedaron relegadas a la sombra de la historia, que se centró en los personajes masculinos.
Por ello es importante destacar que durante los años que duró la Revolución Mexicana, esos hombres que se volvieron ilustres en mayor o menor medida y aquellos que su nombre no figura en ningún libro, pero lucharon para construir una mejor nación, todo el tiempo fueron curados, alimentados e incluso defendidos por sus mujeres. Esposas, madres hermanas, amantes por igual se sumaron a la causa para defender a sus hombres, pero también para luchar por su país y reclamar sus derechos como ciudadanas del mismo.
Desarrollo
La Revolución Mexicana es un conflicto difícil de entender tal como lo señalan Felipe Ávila y Pedro Salmerón, en el libro Breve Historia de la Revolución Mexicana (habría que señalar que no se puede hablar de una sola revolución mexicana, sino de varias: la maderista, la zapatista, la villista, la constitucionalista, así como numerosas variantes regionales). En este sentido, la invisibilidad de las soldaderas se debió a una premisa machista y malinchista; aquel mexicano que prefiere lo que proviene del extranjero a lo producido dentro del país. Ser mujer y mexicana implica una doble marginalidad, si no también la desaparición así lo sostiene Margo Glantz, una escritora y ensayista Premio Nacional mexicana en La Malinche, sus padres y sus hijos.
Pese a ello, la acción de estas valientes mujeres, determinaron a la mujer como rompedora de los esquemas sociales del patriarcado. Esto supuso una liberación femenina que tendió puentes hacia la democracia. Un movimiento, que no fue ajeno, sino que fue crucial para ella, y durante muchas décadas parecía un submundo aislado. Además tras el periodo revolucionario, iniciaría por fin el sufragio femenino.
Estas valientes mujeres rompieron los esquemas sociales y llevaron a sus compatriotas a la liberación femenina.
Y a pesar de ello, en ningún momento se vieron como víctimas de la contienda, sino como parte de ella, en la que actuaron de la resolutivamente dentro de sus posibilidades y conocimientos; pues muchas eran analfabetas. A pesar de esa actitud de guerreras, muchas tuvieron que buscar otro tipo de estrategias para sobrevivir dentro de su bando y poder proteger su honor.
Un caso particular fue el de Carmen Serdán, esposa de Francisco I. Madero, importante activista, quien incluso después de que su marido fuese asesinado nunca abandonó la causa, sino que se involucró todavía más. Reunió valor y organizó una Junta Revolucionaria para combatir a Victoriano Huerta; luchó junto a Carranza y suministró artillería a los soldados. De casa de esta señora salían enormes paquetes de pescado, cajas de zapatos, canastas de verdura que ocultaban granadas de fabricación casera, pólvora, asegura la historiadora mexicana Carmen Ramos Escandón en su libro Carmen Serdán, mujer de su tiempo.
Conclusión
También debe recordarse a Ángela Jiménez, una experta en explosivos que siempre se jugaba la vida al manipular aquellos artilugios. Sin olvidar a Amelia Robles, quien realmente se sentía una pistolera, y cuando estalló la guerra lo hizo con total naturalidad y comodidad. Desde siempre había sentido predilección por los caballos y las armas. Usó su condición sexual para librar apasionadamente batallas que la harían destacar entre los hombres de Zapata. Amelio, como así se presentaba obtuvo el rango de coronel.
Petra Herrera es otra de las personas que cooperó con Villa organizando y liderando sus ejércitos. Posteriormente su relación con el líder se tensó y se separó formando un ejército de más de mil mujeres. La líder era famosa por hacer saltar por los aires puentes. Una de sus glorias más importantes fue durante la segunda batalla de Torreón, al norte de México en 1914, en la cual apagó las luces de la ciudad para que todos pudieran entrar. Gracias a ella obtuvieron la victoria, sin embargo Villa nunca le reconoció el mérito.