El Perfil Del Cuidador Informal En Salud Mental
Introducción
Un cuidador informal se define como aquel individuo con un vínculo afectivo, ya sea familiar o no, encargados de la atención no remunerada a las personas con algún tipo de dependencia, con un compromiso de cierta permanencia o duración. Según la ley 39/2006, de 14 de diciembre de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
Desarrollo
Según la ley 39/2006, de 14 de diciembre de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, definen el término dependencia como estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, de la enfermedad o de la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal.
II- Vínculo familiar.
Según el INE, en cuanto al vínculo familiar, en la gran mayoría de los casos, los cuidadores de personas dependientes suelen ser hijos, seguidos del cónyuge y finalmente de padres. El porcentaje que muestra este dato es de un 82%.
Brodaty y Donkin y García, Jiménez y Vilaplana, entre otros autores, coinciden en identificar a la familia como proveedora fundamental de los cuidados que reciben las personas dependientes. Otras redes de apoyo serían los compañeros de trabajo, amigos, vecinos y otras organizaciones como el voluntariado, los grupos de autoayuda o las asociaciones de afectados y familiares. Estas redes sociales pueden incidir en la salud de los cuidadores induciendo a desarrollar conductas saludables, proporcionando autoestima, apoyo emocional, ayuda material y sentido de pertenencia.
III- Sexo.
Según la Real Academia Española (RAE) define sexo como Conjunto de seres pertenecientes a un mismo sexo: masculino o femenino.
Bien es cierto que, históricamente el sexo predominante en este tipo de cuidados es el femenino debido a los factores culturales que se le asignaba a la mujer, como es el papel de cuidar, ya que desde edades tempranas era entrenada para el cuidado de la familia y de las tareas del hogar. Sin embargo, la incorporación de la mujer a la vida laboral, ha conseguido que exista un mayor número de cuidadores del sexo masculino.
IV- Edad.
En lo referente a la edad que tienen los cuidadores informales, la mayoría de los estudios revisados, exponen un rango de edad de 45 a 65 años. La edad está relacionada directamente con la vinculación familiar, puesto que si es el cónyuge quien ofrece los cuidados, la edad será mayor que si es la hija o la nuera.
V- Estado civil.
No existe mucha información disponible respecto al estado civil de los cuidadores. Estimaciones realizadas a partir de los datos del Panel de Hogares de la Unión Europea (INE, 2009) señalan que entre la población europea al cuidado de adultos predomina las personas casadas (54,7%), seguidas de las solteras (35,5%), viudas (7,7%) y divorciados/as o separados/as (2,1%)
Un estudio realizado por Cuellar y Sánchez sobre una muestra de 105 cuidadores/as no profesionales mostraba que, el 74,3 % estaban casadas/os, el 20,3% estaban solteros y el 5,4% estaban divorciados.
VI- Nivel económico.
Es difícil establecer un patrón respecto a la situación económica de los cuidadores informales de personas dependientes. La tendencia indica niveles económicos bajos de los cuidadores e ingresos medios del hogar. En este aspecto, la explotación de los resultados del Panel de Hogares de la Unión Europea (INE, 2011b) muestra que el 55% de los hogares europeos que se dedican al cuidado diario de adultos perciben ingresos mensuales por encima de los 1.587 euros, y de entre ellos el 57,4% tiene retribuciones superiores a los 2.380 euros al mes.
En otras investigaciones se menciona que el grupo de cuidadores está formado mayoritariamente por mujeres con niveles socioeconómicos bajos.
Hacia esta última dirección se dirigen también los datos publicados para Andalucía en cuanto que más del 50% de los cuidadores de personas con problemas mentales (54%) y casi el 70% de las personas que están al cuidado de personas con alguna discapacidad o enfermedad crónica, tienen ingresos no superiores a 901,52 euros mensuales. Se ha comentado que los cuidadores con mayor poder adquisitivo tendrían una mayor capacidad económica para contratar servicios privados que los cuidadores con bajo nivel económico, siendo este último grupo incapaz para hacer frente a este gasto y asumir consecuentemente toda la responsabilidad de los cuidados de la persona dependiente.
VII- Situación laboral de las personas cuidadoras
Las cifras en España indican que el 75% del total de personas cuidadoras de personas con problemas de salud mental no tiene actividad laboral alguna: son amas de casa (50%), jubiladas/os (15%) y paradas/os (9,7%). Sólo el 18,5% de la muestra desarrolla un trabajo remunerado, que en general compatibiliza con los cuidados. En este último grupo, predominan los trabajadores a jornada completa (63,5%), seguidos por los que desempeñan un trabajo a media jornada (20%) y por horas sueltas (14,3%). En la Comunidad Valenciana, los cuidadores de personas dependientes son en la mayoría de los casos inactivos, con algunos estudios, el 43% se ocupan de su hogar y el 22% son jubilados/as frente a un 22% de trabajadores. En el caso del cuidado a personas mayores dependientes, la situación laboral del cuidador se perfila de forma diferente en función de si el cuidador es su pareja o alguno de sus hijos de la persona dependiente.
En un reciente trabajo realizado en Andalucía se encontró que la proporción de mujeres cuidadoras con empleo no alcanzó el 18%, mientras que en el caso de los hombres cuidadores (el 8,6% del total) fue del 34,6%.
LA ENFERMEDAD MENTAL. PERSPECTIVA DE GÉNERO. RELACIÓN ENTRE LA FIGURA DEL CUIDADOR Y EL SEXO-GÉNERO.
En el año 1946, la Organización Mundial de la Salud (OMS), define el término de enfermedad mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Si bien, es cierto que la realidad de la dependencia no es un fenómeno que se originase en el siglo XXI, pues desde siempre han existido personas que por razones de enfermedad o edad, requieren del apoyo de otras para cubrir las necesidades básicas de la vida cotidiana. Con el paso de los años van apareciendo diferentes transformaciones demográficas que la sociedad está experimentando. Estas trasformaciones sería el aumento de la esperanza de vida, unido a los cambios socioculturales. Por otro lado, la alteración del rol de las mujeres que lleva a incrementar su presencia en el sistema educativo y en el mercado laboral ha originado una crisis de los cuidados.
La crisis de los cuidados es un problema socioeconómico de primer orden que afecta al conjunto de la población y a la estructura misma del sistema de organización social, [que se origina] por la quiebra de un modelo previo de reparto de aquéllos, en base al cual la responsabilidad de los mismos se adscribe al espacio de lo llamado privado-doméstico (de la economía no monetizada), asignado socialmente a las mujeres.
Y si los cuidados han sido siempre el terreno por excelencia para la recreación de las discriminaciones por razón de género, éste adquiere mayor protagonismo en el ámbito de la dependencia. En efecto, ésta actúa como plusvalía de las desigualdades de género, en el que las mujeres operan como variable de ajuste entre las demandas del mercado y las necesidades de las personas del hogar, garantizando una gran elasticidad al sistema.
Por otro lado, la inequidad de género en el cuidado informal, donde es la mujer quien ejerce esta actividad invisible y exigente dentro del sistema del cuidado de la salud. El llamado enfoque de género en salud se visualiza a mediados del siglo XX. El término género pone de manifiesto los comportamientos culturales, sociales y asignación de roles que diferencian la forma en que la sociedad construye el ser hombre o ser mujer, no como distintos sino como desiguales. La atención informal en salud plantea por tanto dos desigualdades relacionadas con la responsabilidad del cuidado: las cargas diferenciales del cuidado entre hombre y mujer. Comprende además algunos valores como el tiempo dedicado al cuidado, la intensidad, y oportunidad, acotando que las mujeres con un bajo nivel de ingresos y elevada edad dedican más horas al cuidado informal no remunerado, contribuyendo al mantenimiento de este sistema de bienestar.
FORMACIÓN DE LOS CUIDADORES INFORMALES
Diversos estudios, además de mostrar el impacto de la actividad del cuidado, han permitido construir un perfil del individuo dedicado a esta tarea, resultado que ha mostrado consenso entre los investigadores de diversas latitudes. Se ha observado que la responsabilidad de cuidar a los pacientes recae esencialmente sobre la propia familia, y en particular sobre las mujeres, quienes suelen contar con un nivel medio-bajo de formación educativa y combinar el cuidado del familiar durante un número elevado de horas diarias, con las responsabilidades del hogar y las demandas conyugales.
La formación académica de los 127 participantes mostró niveles bajos, con un porcentaje importante de cuidadores sin habilidad para la lectoescritura (n = 9; 15%), mientras que 42,6% (n = 54) inició estudios pero nunca los terminó. La culminación de formación elemental (escuela primaria) se registró en 11,8% (n = 15) y el bachillerato o educación media en 18,1% (n = 23); por su parte, solo 12,5% (n = 16) de los evaluados adelantó estudios a nivel técnico o profesional.
Conclusión
El nivel de estudios de los cuidadores es en general muy bajo y no supera en un porcentaje elevado el de estudios primarios. En nuestro medio, aproximadamente un 60-66% del conjunto de cuidadores no tiene estudios o posee estudios primarios frente a un 6-7% que cuenta con estudios universitarios (Defensor del Pueblo, SEGG y Asociación Multidisciplinaria de Gerontología, 2000; IMSERSO, 2004). Más del 80% de los cuidadores de personas dependientes en Andalucía no posee un nivel educativo superior a la enseñanza primaria. En esta misma línea, a partir de datos publicados en la Encuesta de Salud de Andalucía 20011-12 hemos hallado que el 91% de las personas dedicadas al cuidado de discapacitados y enfermos crónicos tiene un nivel de instrucción muy bajo – sin estudios (59%) o estudios primarios (32%) – y que el 85% de los que prestan asistencia a personas con problemas de salud mental se encuentran en la misma situación (un 57% no tiene estudios y un 28% sólo tiene estudios primarios).