El Resentimiento de los Aliados de la Liga del Peloponeso y el Estallido de La Guerra de Corinto

La antigua civilización griega para muchos de nosotros hoy en día es considerada como uno de los momentos de mayor esplendor de la humanidad. Si bien nos brindó diversas aportaciones en numerosos campos, los habitantes atravesaron situaciones muy complicadas entre sus propias ciudades y territorios bajo el dominio de otros. Uno de los procesos con mayor reconocimiento es la Guerra del Peloponeso que, a su vez, se considera una de las posibles causas de la Guerra de Corinto de la cual se hablara más adelante. Se darán a conocer las distintas causas que se creen posibles de este conflicto, su desarrollo y como llegó a su fin.

Antes que nada, Alejo (2019) nos dice que este conflicto se sitúa del año 395 al 387 a.C. y en el participaron Esparta y otras ciudades de la misma Liga del Peloponeso. La situación en Grecia tras la guerra del Peloponeso resultó en un aire inconforme con la victoria que tuvo Esparta y la poca remuneración que recibieron las ciudades que los apoyaron. Los únicos que se vieron beneficiados con el triunfo fueron los líderes de la Liga y de esta forma las demás ciudades les negaron su apoyo a ideas futuras.

Por otro lado Pascual (1995) nos dice que la colaboración entre Esparta y Corinto ya tenía varios años en pie y no fue hasta el año 395 a.C. en que se presentaron conflictos. Durante los siguientes diez años tras el final de la Guerra del Peloponeso, los espartanos y corintios mantenían una relación muy tensa y estos últimos se mostraron en desacuerdo con las actitudes que tomaron los espartanos. Por su parte, los persas que sólo estaban esperando una oportunidad para tomar partido en contra de Esparta ya que veían de manera riesgosa a dicho imperio, decidieron brindar apoyo a las otras ciudades.

Lario (1995) destaca que uno de los hechos que aumentó el descontento contra los espartanos fue la invasión que llevaron a cabo estos mismos en la ciudad Elis perteneciente a la Liga en el año 402 a.C. Esparta solicitó la ayuda de Tebas y Corinto para conquistar esta aldea pero estos se opusieron.

Pascual (1995) nos comenta que otros historiadores tienen diversas teorías sobre los motivos por los cuales Corinto se enfrentó a Esparta. Entre ellos están Jenofonte, su hipótesis es que Timolao y Poliantes, jefes corintios, recibieron dinero de unos persas a cambio de desatar este conflicto. Los corintios se encontraban bastante inconformes con los lacedemonios pues ellos eran los que se arriesgaron más en la guerra de Peloponeso y aún así, no se les concedió ningún poder o riqueza.

Por su parte, el autor de las Helénicas de Oxirrinco, comúnmente llamado P., afirma (II, 3) que, en Corinto, Timolao y algunos otros deseaban la guerra contra Esparta porque, al igual que argivos y beocios, temían una futura intervención espartana en su autonomía interna y añade también que Timolao, que había sido anteriormente un prominente filolaconio, tenía motivos personales en el 395 para desear la guerra (Pascual, 1995).

Por otra parte Dioroto sólo habla del origen de este problema en base al resentimiento que guardaban los aliados contra el insufrible gobierno de los espartanos. Asimismo, otras fuentes mencionan un par de razones mas del enfado corintio; al finalizar la tan famosa Guerra del Peloponeso, Esparta determinó preservar el territorio ateniense a pesar de la destrucción que los corintios y beocios tenían planeada para dicha zona, y se rehusaron a distribuir con los demás lo que habían obtenido.

A pesar de los motivos que se han mostrado con anterioridad no aparentan ser lo bastante fuertes para soportar durante diez años el gobierno espartano y que de pronto tomaran la decisión de arriesgarse a un conflicto militar con un pueblo que se destacaba mayormente por ser una gran potencia en este sentido (Pascual, 1995).

Varios autores hacen énfasis en el posible surgimiento de un imperio espartano que alcanzaría un dominio bastante grande y le daría la posibilidad de influir en gran medida en la política interna de los demás estados. El origen que usualmente se le atribuye a este conflicto es el miedo al aumento del imperialismo espartano que no mostraba gran diferencia entre los aliados y perdedores de la Guerra del Peloponeso. Las razones de este conflicto deben examinarse en las acciones espartanas que perjudicaban de alguna manera cada ciudad o provocaban que vieran en riesgo sus propios intereses, y terminaron optando por una guerra (Pascual, 1995).

Si el imperialismo espartano se hubiera limitado a Grecia central, Asia o el Egeo, hubiera mantenido su política tradicional en el Peloponeso y no se hubiera inmiscuido en los asuntos del Golfo de Corinto o de Sicilia, podemos dar prácticamente por seguro que Corinto no habría ido a la guerra (Pascual, 1995).

Como se ha mostrado los diferentes puntos de vista de autores e historiadores comparten algunos rasgos similares en cuanto a las causas de esta guerra, pero se cree más posible que sea el descontento y la inconformidad del resto de las ciudades de la Liga del Peloponeso lo que aumentó la poca tolerancia hacia el gobierno espartano. Existe la posibilidad de que decidieran hacer algo al respecto diez años más tarde debido a que esperaban que con el tiempo la situación podría mejorar, pero en vista de que las cosas iban de mal en peor decidieron dar paso a la lucha.

En el año 394 a.C. se llevó a cabo el primer golpe de la alianza entre las ciudades de Tebas y Atenas, esto sucedió en Haliarto. Los aliados vencieron a los espartanos y en dicha batalla murió uno de los generales mas destacados, Lisandro, una figura de gran relevancia entre los espartanos. Al día siguiente de la derrota, arribó Pausanias en el lugar de los hechos para solicitar una tregua y rescatar a los espartanos muertos en combate (Alejo, 2019)

El rey espartano, Pausanias, a la cabeza de las fuerzas de la Liga del Peloponeso (excepto Corinto), atacó Beoda. La proclama antiespartana encontró eco en Atenas. Pausanias propuso una tregua en lugar de enfrentarse a los ejércitos de Tebas y Atenas, lo que le valió la ejecución al volver a Esparta. El triunfo en Haliarto animó a los enemigos de Esparta. Y se formó la cuádruple Alianza de Atenas-Tebas-Corinto y Argos, a la que se unieron Acarnania, Epiro, Fócide, Eubea, Lócride, ciudades de la península Calcídica y Tesalia (La guerra de Corinto, s.f.).

Cabe destacar que con estos hechos las ciudades se percataron de que existía una posibilidad de derrotar a la potente Esparta, siempre y cuando se aliaran entre ellas (Alejo, 2019). Se dieron cuenta que podrían destruir esta hegemonía por tierra a pesar de que se consideraba todo un reto y por su parte los espartanos al sentirse amenazados le informaron a Agesilao que saliera directamente a Esparta. Este monarca sentía que en Persia todo marchaba bien pero no le quedó más opción que volver sin terminar sus asuntos (Lario, 2019).

En el 394 a.C. los ejércitos de la Confederación y de Esparta chocaron en el lecho seco del rio Nemea, el ejército espartano bajo las órdenes de Aristodemo estaba compuesto por casi 20, 000 hoplitas de los cuales casi 6,000 eran de Esparta el resto eran de otras ciudades de la liga que se habían mantenido fieles a la causa. En el bando de la Confederación bajo el mando de Trasíbulo combatieron 24, 000 hoplitas más algunas tropas ligeras (Lario, 2019).

Este enfrentamiento resultó en victoria para los lacedemonios. A pesar de esto, no sufrieron una considerable baja en sus hombres ni tampoco en la del otro bando. Después de su triunfo los vencedores no se dirigieron a Corinto y llegaron los persas con el ateniense Conón al mando y venció a los espartanos. Para este momento los persas ya no solo apoyaban a Atenas con oro (Alejo, 2019).

Sin embargo, los persas no eran nada confiables ya que podían cambiar de bando de un momento a otro de acuerdo con lo que mas les convenía. “Se intensificó tras esto la influencia persa en Grecia y … al mismo tiempo ayudó a Atenas, con lo que se llegó a una situación inversa a la que se había dado hasta entonces (alianza Esparta-Persia y oposición a Atenas)” (La guerra de Corinto, s.f.).

Los espartanos ocasionaron una gran cantidad de muertes en Corinto, mientras que Atenas se restituía de nuevo y constituían “una nueva flota a la que se unieron Rodas, Quíos, Cos, Lesbos, las Cícladas y Esciro, entre otras y se estrecharon vínculos con las grandes ciudades de Asia Menor, como Éfeso y Bizancio y otros lugares como la isla de Chipre” (La guerra de Corinto, s.f.).

Este dominio ateniense que se encontraba en pleno aumento puso en alerta a los lacedemonios que trataron de firmar un pacto con los persas, entre estas pautas se encontraban: los espartanos aceptaban que las ciudades griegas del litoral de Asia Menor pertenecían a los persas; el resto de las ciudades griegas serían reveladas como libres al igual que la desintegración de todas las Ligas, salvo la Lacedemonia (La guerra de Corinto, s.f.).

Estas proposiciones no gustaron a nadie y la paz no se firmó en una primera reunión en Sardes ni tampoco al año siguiente, en un Congreso reunido en Atenas, continuando la guerra otros cinco años más, hasta que, finalmente, en el año 386 a.C. se firmó la llamada Paz de Antálcidas, por el nombre del navarca espartano que consiguió inclinar a los persas a su favor. Esta paz se llama también Paz del Rey (La guerra de Corinto, s.f.).

Finalmente se termino firmando este pacto con las condiciones que ya se habían dictaminado en el año 392 a.C. Esta paz se conoce como un momento de humillación para Grecia, ya que entre otras cosas trajo consigo las siguientes situaciones:

Se disolvió la Liga Beocia, reconociéndose la autonomía de cada una de sus ciudades. Se restableció la hegemonía espartana. Este momento es el del auténtico triunfo de Esparta. Atenas prestó ayuda a los fugitivos de todas las ciudades griegas ocupadas por Esparta, ya que era el único Estado de Grecia que resultó beneficiado con la Guerra de Corinto, porque se anuló el Tratado que puso fin a la Guerra del Peloponeso en el año 404 (La guerra de Corinto, s.f.).

La vida en Grecia y a sus alrededores no fue nada fácil como lo podemos notar, pasaban de un conflicto a otro al no quedar conformes alguno de los bandos con lo que se les brindaba. En realidad todas las civilizaciones antiguas pasaron por situaciones de manera similar, pero en esta guerra se considera de gran relevancia el no saber con exactitud las causas que llevaron a las ciudades griegas a revelarse en contra de la tan odiada hegemonía espartana. Aunque, a final de cuentas, los diversos motivos que se vieron anteriormente podrían haber tenido un impacto por lo menos mínimo en este conflicto.

Bibliografía

  1. Cliophilos. (22 de Mayo de 2019). (A. Lario, & S. Alejo, Productores) La guerra de Corinto [Audio en podcast] Recuperado el Noviembre de 2019, de Cliophilos: https://www.youtube.com/watch?v=l-YAPNmT04k&t=846s
  2. Historia Antigua. (s.f.). Recuperado el Noviembre de 2019, de Historia Antigua: https://mihistoriauniversal.com/edad-antigua/la-guerra-de-corinto/
  3. Pascual, J. (1995). Corinto y las causas de la guerra de Corinto. Polis, 187-218. Recuperado el Noviembre de 2019, de file:///C:/Users/verom/Downloads/Dialnet-CorintoYLasCausasDeLaGuerraDeCorinto-148828%20(1).pdf
08 December 2022
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