El Tiempo, Actores y Configuración Social del Reino de Dios
El tiempo del reino de Dios
Jesús había comprendido que el futuro prometido por los profetas ya había llegado. Sólo así podían entenderse su conciencia de plenitud y las bienaventuranzas de sus discípulos (cf. Lc 10,23 y par.).
Si el futuro prometido por los profetas ya está aquí, no es algo pendiente. No puede decirse: ‘el reino de Dios ha empezado incipientemente en Jesús. Pertenece a la soberanía de Dios el determinar cómo este reino sigue adelante’. Esto resulta piadoso pero falso. Por ello Jesús dijo: ‘el reino de Dios ya está entre vosotros’ (Lc 17.21).
No puede decirse que Dios regala su reino pero no del todo, anticipativamente, como tampoco puede decirse que Jesús es verdadero Dios pero sólo anticipativamente o que
Dios se ha hecho hombre en él sólo parcialmente o sólo se ha revelado anticipativamente en él. Una vez nos ha regalado su reino, Dios ya no se vuelve atrás. Si no está aquí sin limitaciones no es porque Dios lo retenga, sino porque no lo hemos captado del todo. Por ello Jesús tuvo que hablar tanto de la ‘actualidad’ como del ‘futuro’ y de la ‘proximidad’ del reino de Dios.
Cuando el reino ha sido acogido puede hablar Jesús de su actualidad. Entretanto hay que orar; ‘venga tu reino’. La tensión entre aceptación y rechazo del reino se expresa mediante el lenguaje de la cercanía.
Los textos que hablan sobre la actualidad y los que hablan sobre el futuro del reino no se contradicen. Visto desde Dios, el futuro prometido ya ha sido regalado. Pero Dios no se impone violentamente. Por ello, el reino es ofrecido a Israel. Sólo falta la conversión y la fe de Israel (Mc 1,14s).
Donde la conversión ha tenido lugar ya no falta nada para que venga el reino. Sólo que el reino no está presente en todo el mundo. O está presente, pero sometido a persecución.
Se trata también de una parábola sobre el reino de Dios. Jesús expresaba la venida del reino bajo nuevos puntos de vista que a menudo contrastaban entre sí. Por ejemplo, mientras que la parábola de la semilla que crece sola (Mc 4,26-29) señala la no factibilidad del reino, la de los talentos señala que el reino sólo puede venir si el hombre se compromete en ello.
La figura del amo es inmoral. Es inmensamente rico, fanfarrón. Dirige sus negocios de un modo inmoral (Mt 25,26; Lc 19,22). El primer y segundo empleados son dignas imitaciones de su jefe: en ausencia de su amo, aumentan el capital entregado en un 100%. Esto no podía hacerse limpiamente sino con métodos de negocio que estuvieran más allá de la legalidad, como los del jefe.
El tercer empleado tiene miedo. Ni siquiera ingresa en el banco la suma que le fue entregada. Entierra el dinero de su jefe sin perder ni ganar un céntimo. Así que lo pierde todo. Al encontrarse en una empresa en la que se valora la rapidez y disponibilidad a asumir el riesgo hay que decir que su existencia profesional está arruinada.
Como en la parábola anterior, tampoco aquí puede identificarse cualquier detalle de la historia con el reino de Dios. El reino de Dios no se obtiene con la inmovilidad temerosa ni la corrección burguesa ni tomando precauciones ante la posibilidad de riesgo sino mediante la disponibilidad ante el riesgo, firme resolución y olvido de toda premeditación.
Jesús puede decir en sus parábolas que el reino viene como pura maravilla de Dios por sí mismo pero también que debe ser asumido con un firme compromiso para que venga.
Hay que decir ambas cosas para hablar objetivamente. No debe abandonarse ninguno de estos dos aspectos ni suprimir la tensión entre actualidad y futuro del reino.
Los actores del reino de Dios
La segunda parcialidad consiste en no considerar al hombre como actor del reino de Dios. Se dice que el reino es sólo y exclusivamente asunto de Dios. El hombre debe orar para que venga el reino, orientarse hacia él, aproximarse a él, pero no puede hacer nada para acelerar, retardar o impedir la venida del reino. Sólo Dios trae el reino. Se acepta la formulación de que el reino de Dios irrumpe en el mundo y se rechaza la que dice que el reino de Dios crece o la de que hay que trabajar por él y construirlo.
¿Se ha dicho todo al decir que el reino es asunto de Dios? Desde Jesús, ¿no deberíamos añadir que la venida del reino es también asunto del hombre? Si la venida del reino es totalmente obra de Dios también es totalmente obra del hombre. Según la biblia, la venida del reino es una historia entre la libertad de Dios y la del hombre.
La configuración social del reino de Dios
La tercera parcialidad consiste en no hablar para nada de la configuración social del reino de Dios. Parece como si el reino de Dios no tuviera lugar en el mundo. Sin embargo, así se violenta toda la historia veterotestamentaria del concepto. En el A.T., rey y reino se entienden históricamente. No hay reinado de Dios en el mundo sin un pueblo que reconozca este reinado. El N.T. nunca puso en cuestión este planteamiento. Para Jesús el reino tiene su lugar: Israel. No es una utopía. El reino se ve primero en Jesús y después en el pueblo de Dios que Jesús reúne en torno a él como una nueva socied.