Reseña Del Libro Susurros Del Bosque
Algo extraño acontece en el bosque, por las noches se pueden escuchar cantos y a lo lejos ver la luz de grandes hogueras, los viajeros que deben cruzarlo, sólo lo hacen de día, por temor a las extrañas sombras que entre sus árboles merodean, pocos son los que se han aventurado a internarse entre ellos después del ocaso y menos aun los que han logrado salir.
Algunos campistas que se han internado en sus profundidades, han encontrado círculos de piedra con hogueras extintas en medio, restos de animales apilados, con señales de haber sido devorados por algún tipo de bestia y extraños gravados esculpidos en las paredes de las montañas, nadie se ha atrevido a ir más allá de donde el rio se interna en las montañas, se dice que extrañas y deformes sombras se proyectan en sus paredes, horribles ruidos y ensordecedores zumbidos se escuchan en los alrededores.
Henry conocía los peligros de adentrase en el bosque, pero la noche anterior un oso había saqueado su despensa y ya estaba próximo a iniciar el invierno, por lo que debía reabastecerse de carne, así que esa mañana debía atrapar alguna presa para reponer lo que había perdido. Salió al amanecer por la margen del rio en busca de los ciervos que se acercan al beber. Llegó hasta donde el rio se internaba en las montañas y se detuvo tras unas rocas a esperar, el sol estaba directamente sobre su cabeza, el rio corría pacíficamente casi silencioso, lo único que alcanzaba a oír era una ligera briza soplar entre los árboles.
Estuvo atento a los movimientos de los arbustos casi por dos horas, podía sentir la briza en su cara, era gélida, señal de que el invierno casi estaba por llegar. Ya las sombras de las montañas empezaban a alargarse sobre los árboles cuando un ciervo macho de gran tamaño se aproximó al rio, como a unos quince metros de donde él estaba. Se apresuró a preparar su rifle lo más silenciosamente que pudo, apunto con cuidado al espacio entre el hombro y las costillas donde estaba el corazón, apretó el gatillo y la bala penetro el costado del animal justo donde lo había dispuesto, el enorme ciervo caminó unos pocos pasos hacia el rio, aparentemente estupefacto, luego sus patas delanteras se arquearon y cayó con su hocico sobre el fango, mientras sus patas traseras se mantenían erguidas y empujado hacia adelante, restregando su plexo y cara en el barro, hasta que finalmente se terminó desplomando con sus patas traseras extendidas hacia atrás.
Todo ocurrió dentro de un silencio ensordecedor y perturbador, el animal no emitió ningún sonido, ni un bufido, ni pareció haber hecho ningún ruido cuando su pesado cuerpo golpeó el fango. Henry se apresuró a donde había caído el animal, para arrastrarlo lo antes posible fuera de las inmediaciones de las montañas, lo ató a unas gruesas ramas que recogió, a manera de camilla y empezó a arrastrarlo de vuelta a la cabaña, no había recorrido cincuenta metros cuando una de las ramas se quebró y el cadáver del animal se inclino hacia un costado haciéndole perder el equilibrio, Henry cayó sobre una roca al borde del rio golpeándose la cabeza y quedando inconsciente.
Despertó en medio de la noche, su rostro estaba pegajoso y tenía un intenso dolor de cabeza, el lado derecho de su rostro estaba adormecido y sentía un objeto en su boca bloqueando su lengua, palpó el interior de su boca con un dedo y percibió algo incrustado de un lado a otro, al tocar su mejilla pudo sentir lo que parecía un trozo de madera que la había atravesado y clavado en su lengua a y la vez arrancado algunas muelas, al tratar de levantarse sintió un intenso dolor en su tobillo, como pudo giró sobre si mismo y se puso a gatas, el ciervo muerto estaba a su lado, se recostó sobre él, para luego darse vuelta y sentarse recostando su espalda de la del cadáver, estiró sus brazos para palpar su pie, lo pudo sentir dado vuelta hacia atrás, sostenido sólo por el músculo de la pantorrilla.
¿Cómo saldría de ahí ahora?, pensó, obviamente el llevarse al animal estaba descartado, lo importante era alejarse lo antes posible de aquel sitió; fue entonces cuando una sombra se movió rápidamente por su costado, Henry buscó su rifle, pero había caído lejos de él, cuando trató de estirarse para tomarlo, alguien o algo lo tomó por los hombros y antes de que pudiera hacer algo, voy su rostro cubierto por lo que supuso era una bolsa de tela, no podía hablar sólo logró emitir algunos quejidos mientras sentía que lo apretaban y levantaban del fango, trató de forcejear pero lo que fuera que lo estaba sosteniendo ejercía mucha más fuerza, que la que a él le quedaba.
Fue levantado y cargado con su cuerpo en el aire, mientras lo sostenían por los hombros y piernas, estuvo así por lo que le pareció fueron unos veinte minutos, durante los cuales nunca paró de moverse. Por más que trataba de resistirse mientras se quejaba y bufaba, no percibió ni un ruido de lo que fuera que lo estaba cargando.
Lo dejaron caer pesadamente en el piso, su cabeza y espalda golpearon violentamente sobre lo que parecía ser pasto, entonces sintió un intenso calor a su constado y entre las fibras de la bolas pudo ver el resplandor de una llama, trato de incorporarse, pero fue nuevamente empujado de espaldas contra el pasto.
Unas raras voces empezaron a susurrar sucias palabras a su alrededor, parecían cantar en un idioma extraño, mientras una voz gutural recitaba una siniestra letanía que semejaba alguna especie de oración. Repentinamente tiraron de la bolsa que cubría su rostro, pudo ver a su alrededor varias siluetas humanas que se mecían de un lado a otro al ritmo de la horrible canción.
Sintió que lo tomaron de los hombros y una extraña fuerza lo levantó en vertical, al punto en que sus pies no tocaban el suelo, frente a él pudo ver una horrible silueta que lo cubría todo, un ser amorfo lo miraba con unos ojos gatunos de brillante color ámbar, largos y asquerosos apéndices purulentos, se extendían desde su informe cuerpo, Henry estaba completamente paralizado, pero no era por el miedo, simplemente su cuerpo estaba apagado, no podía sentir nada de su cuello para abajo, sólo sus ojos y cerebro parecían estar despiertos, presenciando aquel horror.
Henry se convirtió en uno más de aquellos que no volvieron a salir de ese tenebroso bosque, nunca se supo más de él, su esposa e hijos abandonaron la cabaña y se fueron a vivir a otro condado, huyendo de un invierno que no podrían soportar solos, su cabaña nunca volvió a ser ocupada y aun hoy sus ruinas permanecen en las afueras del bosque en la rivera del rio.