El Cambio Climático Y La Biodiversidad: Problemas de la Actualidad
Introducción
La biodiversidad es la variabilidad al interior del mundo viviente y se expresa según niveles de organización biológica: genes, especies, poblaciones, comunidades o ecosistemas que se encuentran en una porción geográfica del territorio, es decir una localidad, una región, un país o en el globo. Los ecosistemas tropicales son los más biodiversos del planeta, sin embargo, durante el último siglo la biodiversidad en dichos ecosistemas se ha ido deteriorando debido al avance de los procesos de urbanización e industrialización.
El nivel de paisaje comprende los diferentes tipos de ecosistemas en una región. En Colombia, se reportan más de 300 ecosistemas, dos de los cuales son prioridad en el presente proyecto: el bosque seco tropical y el manglar; debido a que ocupan una vasta área del territorio magdalenense.
Los bosques tropicales son un recurso natural muy valioso, con alto valor biológico, social y económico, así como esenciales para la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático. Los bosques tropicales contienen cerca de la mitad de la biomasa de carbono (C) mundial y el 14% del C almacenado en suelos en el mundo.
El bosque seco tropical (BST) es uno de los ecosistemas más frágiles en todo el trópico, se estima que la extensión actual del BST en el neotrópico es de aproximadamente 519,597 km2, pero de esta extensión, solo el 4.5 % (23,417 km2) se encuentran bajo alguna categoría de protección, esto sumado a las presiones a las que es sometido lo convierte en uno de los ecosistemas más amenazados. El BST presta una gran variedad de servicios ecosistémicos, donde se destacan la regulación hídrica, la retención de suelos y la captura de carbono que regula el clima y la disponibilidad de agua y nutrientes, entre otros. Dentro de las presiones que enfrenta el BST se encuentran las actividades agrícolas, pecuarias, así como por el uso de las especies maderables y el urbanismo, Lo que ha llevado a que, en Colombia, sólo se cuenta con menos del 4% de su cobertura original. Según el DANE, para el departamento del Magdalena, las actividades como agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, aportan a un 13,2% del PIB y un 0.2% al PIB nacional, siendo esto la consecuencia directa de la fragmentación y pérdida de muchos bosques.
Por su parte, los bosques de manglar son uno de los ecosistemas más productivos del mundo, generan gran productividad que exportan hacia los ecosistemas vecinos como los pastos marinos y los arrecifes de coral (Kathiresan y Bingham 2001; Krumholz y Jadot 2009; Valle et al., 2011; Wylie et al., 2016). En el departamento del Magdalena, se registran valores en la ecorregión Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM), de la cual hace parte el complejo de Pajarales (CP) que es considerada como una de las más productivas del mundo. Dicha producción estimada en 982 gC/m2 /año y 990 gC/m2 /año (Hernández y Gocke, 1990) para CP y CGSM, respectivamente, sustenta una importante pesquería artesanal, constituyendo la principal fuente de alimento e ingresos de aproximadamente 30000 habitantes. Por otra parte, cuando la sombra no es excesiva, las propias epifitas de raíz de los manglares pueden ser también muy productivas. Se han registrado valores de producción de perifitos en raíces de sosten de 0,14 y 1,1 gcal/m2/d.. Los manglares proveen un gran número de servicios ecosistémicos, como provisión de alimento y elementos para la construcción, refugio para especies migratorias, recursos genéticos, recursos medicinales, zonas de recreación y turismo, prevención de la erosión y mitigación de eventos extremos, entre otros. No obstante, estos bosques son uno de los más amenazados por el intenso aprovechamiento de su madera, la explotación minera y las construcciones con fines turísticos y son degradados o destruidos a una velocidad alarmante.
Las actividades del hombre han llevado al deterioro de los bosques añadiendo otras causas indirectas asociadas como lo son el crecimiento demográfico, la tenencia de la tierra los cambios sociales, políticos y económicos de un país. En Colombia, ha venido en constante aumento la tasa de deforestación, pérdida de hábitat de especies y fragmentación del paisaje. Por ejemplo, entre los años 2005 y 2010, el primer factor de pérdida de área boscosa y fragmentación de la Amazonia colombiana fue la transformación de bosques a pastos. La desaparición de la cobertura vegetal afecta el flujo y movimiento de organismos en el paisaje, la estabilidad y fertilidad de los suelos y los ciclos hidrológicos.
El paisaje es el producto de numerosas interacciones entre los factores bióticos, abióticos y sociales, en el cual el uso y manejo del territorio es el factor más determinante en los procesos de deforestación, fragmentación y degradación de los bosques, principalmente en las zonas de fácil acceso.
Los paisajes se forman por una mixtura de ecosistemas locales o usos del suelo que se esparcen en una región, su ecología se enfoca en su estructura, el funcionamiento y el cambio, se estudian desde sus patrones y sus procesos, su estructura, dinámica y organización son los tópicos principales su ecología, y la organización espacial en sus elementos influye en muchos procesos ecológicos, como la viabilidad de las especies y el funcionamiento de los ecosistemas.
La deforestación ha conllevado a la eliminación y fragmentación de los ecosistemas naturales, siendo esta situación la principal causa de pérdida de biodiversidad. Una alteración en los patrones del paisaje puede por lo tanto comprometer esa integridad funcional por la interferencia con los procesos ecológicos críticos necesariamente por la persistencia de la población y el mantenimiento de la biodiversidad y el ecosistema. Esta huella antropogénica ha generado la transformación y la fragmentación del paisaje, dejando como resultado pérdidas incalculables en la biodiversidad del país.
La investigación sobre cambios en el paisaje, está enfocada en cómo manejar paisajes para la conservación de la biodiversidad y cómo restaurar, rehabilitar y recuperar ecosistemas, tanto para la conservación como para asegurar la sostenibilidad y/o recuperación de servicios ecosistémicos y es importante que muchas de las estrategias de conservación estén basadas en que muchos de los procesos ecológicos transcurren a escalas espacio–temporales y, por tanto, es necesario reconocer la complejidad e importancia de estos procesos para la toma de decisiones a escala local, regional o incluso nacional.