Feminicidio en México: Veinticinco Años de Impunidad

Feminicidio en México

Feminicidios en Mexico ensayo realizado para abordar el tema de gran relevancia: violencia contra las mujeres. De 2017 a 2020 los feminicidios en el país incrementaron de 7 al día a 10.5, afirmó la oficial de derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Nira Cárdenas. “Sobre la problemática de mujeres y niñas desaparecidas, de acuerdo con la información de las Fiscalías y Procuradurías estatales de 9 estados del país, en 2019 desaparecieron 7 mil 654 mujeres y niñas, de las cuales 5 mil 533 fueron localizadas vivas, 85 fueron localizadas sin vida y 2 mil 43 siguen pendientes de localizar.

“El ejercicio repetitivo establece que el feminicidio es una realidad impune en el país. La respuesta omisa del estado configura una suerte de institucionalización de la violencia feminicida que legitima la violencia sistemática contra las mujeres, garantiza mecanismos de negligencia gubernamental para los agresores y criminalización para las víctimas.”

“Los niveles de violencia que viven miles de mujeres en México nos habla de una realidad alejada de las recomendaciones de la CIDH, de ahí que se cuestione si las normas jurídicas mexicanas salvaguardan el bien jurídico consagrado en el tipo penal de feminicidio, o si sólo atiende a cánones políticos, sin que logre resolver las demandas de impartición de justicia hacia las mujeres víctimas de violencia.’

México fue el primer país “que se propuso la tipificación del delito de feminicidio” y es también el país con más iniciativas de ley. A pesar de algunos avances legales, México sigue siendo el país con mayor cantidad de feminicidios en América Latina. Crímenes que persisten por las estructuras de poder permisivas y un Estado incapaz de prevenir.[footnoteRef:4] [4: Ramírez, I. R. (2018). México, el país más peligroso para ser mujer. In El atlas de las mujeres en el mundo: las luchas históricas y los desafíos actuales del feminismo (pp. 42-43). Clave Intelectual]

Así mismo la ONU explica que el contexto de violencia contra las mujeres y las niñas en México es grave ya que aunque hace algunos años parecía que se empezaba a avanzar por las nuevas legislaciones que se estaban generando, pero si hay algo impactante es que la ONU dice que si algún día intentas averiguar cuántos feminicidios hay en México la única respuesta concreta será “quien sabe” por que no existen los datos suficientes para saber concretamente y con certeza cuántas mujeres pierden la vida por la violencia, por ejemplo para el SESNOP en 2018 hubo tres mil seiscientas siete mujeres asesinadas, pero de éstas sólo 861 fueron clasificadas como víctimas de feminicidio, con estas cifras se estima que dos mujeres mueren por el simple hecho de ser mujer.

Ahora, dentro del feminicidio hay diferentes motivaciones como; la ira, el odio, los celos y la búsqueda de placer, este tipo de pensamientos variables se transmiten culturalmente y favorecen la normalización de la violencia de los hombres hacia las mujeres, así mismo los asesinatos de mujeres dentro del ambiente de la pareja, normalmente hay factores ligados a esto y éstos pueden ser: el alcohol, el uso de otras sustancias. Se trata de un problema estructural y cultural.

El pasado 6 de Marzo, el periodista Jorge Ramos realizó un artículo para el New York Times, sobre un historia de una mujer que murió por las fracturas que fueron consecuencia de su intento de escapar de sus atacantes en la Ciudad de México, compañeros de su universidad la atacaron después de una noche de fiesta en su propio departamento, y aún no hay arrestos relacionados con sus casos, la mamá de Marichuy, “Yesenia se dió a conocer recientemente por un video que se hizo viral en las redes sociales. “Y si quemo y rompo y hago un pinche desmadre en esta ciudad, ¿cuál es su pinche problema?”, se le escucha decir. “¡A mí me mataron a mi hija! …¡Yo soy una madre que me mataron a mi hija! Y, sí, soy una madre empoderada y feminista y estoy que me carga la chingada. Tengo todo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie. Porque antes de que asesinaran a mi hija han asesinado a muchas”.

Feminicidio en México: 25 años de impunidad

La propagación de distintas formas de violencia en México caracteriza el recorrido del país en el Siglo XXI. Esto ha ocurrido en el marco de una estrategia de militarización de la seguridad pública que de manera alarmante, ha provocado el asesinato de cientos de miles de personas. Para contrastarlo con el recorrido colombiano, baste considerar que en el periodo 2006-2018 han sido asesinadas alrededor de 250 mil personas, una cifra mayor al periodo 1958-2012 reportado por el Informe ​Basta Ya para el país andino y que suele ser considerado un ejemplo de violencia estatal y social a nivel mundial (Centro Nacional de Memoria Histórica-Grupo de Memoria Histórica, 2013). Algo similar ocurre con el fenómeno de la desaparición forzada, que para México en estos 12 años establece un estimado de 40 mil personas de las cuales se desconoce su paradero y que superan los datos más difundidos sobre dictaduras emblemáticas del Cono Sur como Chile, Argentina y Uruguay durante la segunda mitad del siglo pasado.

Sin embargo, consideramos que el paisaje mexicano en implosión no debe ocultarnos las expresiones específicas que comporta. Un ámbito que ha resultado invisibilizado y negado es el incremento y sofisticación de las formas de violencia contra las mujeres. El lanzamiento de la “guerra contra el narcotráfico” acrecentó este tipo de asesinatos, principalmente en lo que respecta a las mujeres jóvenes y precarizadas, después de un mínimo histórico registrado en 2007. Entre los años 2012 y 2016 se observaron estadísticas por encima de los 2 mil setecientos feminicidios, con una tendencia de 7 mujeres asesinadas por día. Esto escaló aún más para enero de 2019 en que se reportan cifras de 10 mujeres asesinadas cada día en el país.

La violencia feminicida del primer ciclo

En la década de los años noventa, la disputa por el esclarecimiento de los crímenes se enfrentaba, por un lado, con la condena social que hacía de las jóvenes responsables de su muerte: se les acusaba de llevar una “doble vida”, de comportamientos considerados inmorales, o por adoptar hábitos transgresores de la tradición (incluida la autosuficiencia económica). Esta imagen, especialmente de aquellas trabajadoras de las maquilas que los fines de semana salían a divertirse a los bares y cantinas, las hizo acreedoras del sobrenombre de “maquilocas”. Esto posibilitó desde aquellos años la proliferación de alocuciones, ahora aplicadas al resto de la población, en el sentido de afirmar que: “en algo andaban”, “por algo habrá sido”. La construcción social de ese estigma también es perceptible en la forma de referirse a las mujeres asesinadas como “las muertas de Juárez”, con lo que se diluía el marco de violencias en el cual se desarrollaba el fenómeno. Por otro lado, cuando Juárez era promovida como modelo de la globalización por las actividades económicas ahí desarrolladas, autoridades del gobierno y grupos empresariales consideraban que la denuncia por la desaparición y asesinatos de mujeres constituían una campaña para deteriorar la imagen de una ciudad “pujante”.

En relación a estos crímenes se han formulado las más diversas hipótesis. Desde la presencia de asesinos seriales, producción de películas ​snuff,​ ritos de iniciación para los integrantes de los grupos delictivos o la existencia de un ilícito transnacional que vincula a gente poderosa en ambos lados de la frontera.

Violencia feminicida del segundo ciclo

Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar. En 2008 a partir del despliegue en la ciudad fronteriza de 8 mil efectivos militares, fue ubicada como la urbe más violenta y peligrosa del planeta. Comandos clandestinos que se movilizaban dentro de una ciudad sitiada por las fuerzas federales sembraron el terror en Juárez. Masacres en centros de atención de adicciones, fiestas juveniles e incluso dentro de cárceles, dieron paso a la modalidad de ejecuciones diarias de personas desarmadas en la vía pública. En 2011 cuando comienzan a decaer las cifras de asesinato, se estima que 9 mil personas habían muerto en la ciudad durante ese periodo de violencia. Organizaciones sociales renombraron a ​Juaritos​ como el epicentro del dolor y la barbarie.

Es precisamente durante este lapso de tiempo que la desaparición y asesinato de mujeres se incrementaron como nunca antes. En esta nueva etapa los crímenes fueron ocultados a partir de la instalación de un “sentido común” que señala que cualquier muerte violenta está relacionada con pugnas entre facciones del “crimen organizado”.

Por otra parte, lo que ha revelado la movilización de madres y familiares, así como investigaciones puntuales, es que la ocupación militar y el enfrentamiento entre las distintas organizaciones de la economía criminal ilegal, reforzaron y ampliaron el circuito de trata de mujeres con objetivos de explotación sexual. Policías, militares e integrantes de los brazos armados de los cárteles elevaron la demanda que llevó al incremento en la desaparición y asesinato de mujeres en la ciudad. En relación a ello, es posible establecer un vínculo entre lo que ocurrió en Juárez en ese momento y su extensión ulterior a otras geografías del país. La proliferación de armas de fuego gracias a los controles laxos de tráfico ilegal, la ocupación militar del espacio público, la evolución del fenómeno migratorio que fue incorporada como actividad de las estructuras de la economía criminal ilegal, así como otras actividades más, encubiertas por “la guerra contra el narcotráfico” han garantizado los medios para el asesinato anónimo de miles de mujeres en el país. Se trata de las cifras negras del feminicidio que se ocultan en las “bajas colaterales” de la guerra.

La sociedad patriarcal que se devora a sí misma

Aunque el aumento más drástico del feminicidio en Juárez ocurre en el marco de la guerra en el espacio público, señalamos la posibilidad de que esto influya en el incremento y las formas de los feminicidios en los espacios domésticos. Para ello recuperamos el planteamiento de Rita Segato a partir de su investigación en Ciudad Juárez en donde propone la existencia de violencias bélicas, de crueldad sobre el cuerpo femenino para simbolizar la destitución del enemigo como fuerza respetable “​que son de manual, y que luego reingresan al campo de lo doméstico​” (Segato, 2016). Consideramos que el abandono de cadáveres femeninos que ostentan las marcas de múltiples tipos de violencia además de la letal, como un ejercicio que se reitera en el espacio público, normaliza la violencia feminicida y la generalización de las violencias machistas en la práctica cotidiana, más allá de la participación de grupos del crimen organizado. Esto, aunque dichos grupos protagonicen la inauguración de nuevas y más crueles formas de aniquilamiento que se instauran en el resto de relaciones sociales.

El feminicidio es una herramienta más del sistema patriarcal para afianzar su supremacía sobre las mujeres. La violencia, el terror, son medios de imponer y justificar algo cultural y arbitrario como las diferencias de género y la añadida superioridad masculina. A menudo esto se justifica en las diferencias biológicas entre sexos, aunque, si bien son ciertas algunas diferencias físicas (genitales, hormonas, etc.), por encima de eso se ha creado todo un armatoste cultural que incide en la vida de las personas: la vestimenta, la forma de hablar, de andar, los gustos respecto a películas, colores, etc., la conducta, las tareas y oficios que cada persona puede desempeñar… Crean estereotipos: Así debe ser un hombre; Así debe ser una mujer. Sin embargo, estos estereotipos obvian que, más allá del sexo que tengamos, somos personas y en nosotras influyen múltiples realidades que conforman nuestra forma de ver el mundo y de interactuar con él.

Estos crímenes suelen tener un carácter misógino y sexista, pues al odio hacia las mujeres se le suma el sentimiento de superioridad del asesino, que le hace creerse con derecho a acabar con la vida de éstas.

Referencias

  1. Berthier, A. (2004). Cómo construir un marco teórico [archivo PDF]. Recuperado de http://www.smo.edu.mx/colegiados/apoyos/marco_teorico.pdf
  2. (Xantomila J. (marzo 5, 2020). ONU: Feminicidios en México crecieron diariamente de 7 a 10 en tres años. Marzo 28, 2020, de La Jornada Sitio web: https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/03/05/onu-feminicidios-en-mexico-crecieron-de-7-a-10-diarios-en-tres-anos-8647.html
  3. Feminicidio en México: 25 años de Impunidad. OLAG. Recuperado de: http://geopolitica.iiec.unam.mx/sites/default/files/2019-04/Feminicidio%20en%20M%C3%A9xico_%2025%20a%C3%B1os%20de%20impunidad_0.pdf )
  4. Berthila L. (2017) FEMINISMOS, GÉNEROS Y SEXUALIDADES: Revista Interdisciplinaria De Estudios Sociales. Recuperado de: file:///C:/Users/romel/Downloads/RIES_N-15_LBBD%20(1).pdf
  5. Ramírez, I. R. (2018). México, el país más peligroso para ser mujer. In El atlas de las mujeres en el mundo: las luchas históricas y los desafíos actuales del feminismo (pp. 42-43). Clave Intelectual
  6. Ramos, J. (2020, March 6). “¡A mí me mataron a mi hija! Pero las mujeres rompimos el silencio.” Retrieved March 29, 2020, from https://www.nytimes.com/es/2020/03/06/espanol/opinion/feminicidios-mexico.html
  7. Andrade G. (2019) Feminicidio en México: 25 años de Impunidad. OLAG. Recuperado de: http://geopolitica.iiec.unam.mx/sites/default/files/2019-04/Feminicidio%20en%20M%C3%A9xico_%2025%20a%C3%B1os%20de%20impunidad_0.pdf
  8. Málaga. (abril 10, 2015). El feminicidio como herramienta del patriarcado. Abril 5, 2020, de PORTAL LIBERTARIO OACA Sitio web: https://www.portaloaca.com/articulos/antipatriarcado/10270-el-feminicidio-como-herramienta-del-patriarcado.html
11 February 2023
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