Fobias de Inyecciones en los Niños como Parte de la Responsabilidad de los Padres
La fobia es el miedo persistente e irracional a un objeto, un animal, una actividad o una situación en particular. Las denominadas fobias específicas, como la fobia a los perros, son un tipo de trastorno de ansiedad en el que la exposición al estímulo que causa el miedo, en este caso el perro, puede provocar una ansiedad más extrema o un ataque de pánico (Appel, 2006). Las personas que padecen fobias específicas suelen reconocer que su miedo es irracional, pero no pueden evitarlo (pueden leer en este libro cómo la autora describe perfectamente sus estrategias de evitación) (Appel, 2006).
Otra definición para fobia sería, una especie de angustia por la cual todas las manifestaciones de angustia se presentan en relación con un hecho o un animal, repitiéndose siempre que se encuentra. De los trastornos de ansiedad, la fobia específica es la más prevalente y también la más frecuente de todos los trastornos psicológicos. En cambio, se sabe que es uno de los trastornos más exitosos en el tratamiento (VV.AA., 2018).
La etiología se refiere a la causa, el conjunto de causas o la manera de causar una enfermedad o condición. En la etiología de la fobia posiblemente se deba a:
- Experiencias traumáticas en la infancia
- Comunicación cultural dentro de la familia
- Errores en el aprendizaje
- Acontecimientos estresantes
- Belonefobia: fobia a las agujas.
- Hematofobia: fobia a la sangre.
- Traumatofobia: fobia específica a resultar lesionado o herido en una situación normal
- Nosocomefobia fobia a los hospitales o a las clínicas médicas en general (sangre, inyecciones y procedimientos médicos).
Algunos niños tienen fobias de origen traumático. Debido a que los miedos son una parte normal de la vida y a menudo son una respuesta a una amenaza real o al menos percibida en el entorno del niño, los padres deben tranquilizarlo y apoyarlo. Al hablar los niños, los padres deben reconocer, aunque no aumentar o reforzar, las preocupaciones de sus hijos. Señalar lo que ya se está haciendo para proteger al niño, e involucrar al niño en la identificación de medidas adicionales que podrían tomarse. Una crianza tan simple, sensible y directa puede resolver o al menos manejar la mayoría de los miedos de la infancia. Cuando las garantías realistas no tienen éxito, el miedo del niño puede ser una fobia (Knobel, 2014).
Los padres frente al temor de los niños, en ocasiones tiene parte de responsabilidad. En cada familia hay alguien que le dice al niño: ‘Si no comes, llamo a la enfermera para que te inyecte, o al “coco para que te lleve”. El ‘coco’ que ningún niño ve, pero ciertamente todos lo hemos imaginado alguna vez. Pero las enfermeras son reales (Almaguer, 2018).
Los padres no deben prometer que no habrá ‘inyecciones’ cuando tengan que llevarlo al consultorio/clínica/hospital. Si uno o ambos padres hacen una promesa y no la cumplen, pierden su confianza. Tampoco deben bromear con que la enfermera les pondrá una inyección como forma de castigo. Nunca se ha dado una inyección a un niño para molestarlo; este mito no debe ser creado, ya que puede hacer que el niño piense que la enfermera puede hacerle daño (Potter y Griffin, 2014).
El temor a las inyecciones existe (es verdadero). Los padres deben validar o ratificar a su hijo cuando le diga que tiene miedo. Los padres deben hablar directamente con el médico o el personal de la clínica acerca de las maneras de ayudar al niño cuando recibe la inyección (Potter y Griffin, 2014). Cuando un niño es admitido en un hospital, a menudo puede deprimir a los padres más que al niño, causando sentimientos de ansiedad, culpa, miedo y temor. El rápido cambio emocional que sufren los padres se transmite al niño, lo que da lugar a una depresión no deseada (Aguilar, 2012).
La hospitalización es una experiencia estresante para el niño y para los padres, ya que la vida familiar normal se ve perturbada. La forma en que los padres se adaptan a ese estrés tiene el consiguiente efecto en la forma en que el niño se adapta a la experiencia. Las manifestaciones psicológicas del estrés incluyen la ansiedad, el miedo, la ira, la depresión, las conductas cognitivas, las respuestas verbales y motoras y los mecanismos inconscientes del ego (Aguilar, 2012).
Las vacunas son esenciales y necesarias, pero la verdad es que tanto los niños como sus padres, así como los adultos, sufren pinchazos graves, por lo que hacer la vacunación más agradable y minimizar la ansiedad y el miedo a la vacunación es importante para mejorar la cobertura de la vacuna y evitar posibles errores durante la misma (IX Simposio de la Asociación Española de Vacunología, 2018).
La administración de las vacunas debe ser llevada a cabo por el profesional de enfermería teniendo en cuenta el historial de la persona, al mismo tiempo que se aplican los conocimientos sobre la vacuna que se va a administrar, la ubicación anatómica, el calibre de la aguja, la vía de administración, la técnica de administración y el registro. Esto asegura una correcta inmunidad prevista en la persona (IX Simposio de la Asociación Española de Vacunología, 2018).
Los profesionales de la enfermería disponen de recursos para preparar a los padres para la vacunación y para reducir el estrés y el dolor del niño durante la inyección. Lo que a su vez contribuye a mejorar la calidad de los actos de vacunación y los programas de vacunación (IX Simposio de la Asociación Española de Vacunología, 2018).
Las enfermeras pueden y deben transformar los miedos de los niños en actividades constructivas; ayudar al niño teniendo conversaciones sobre sus miedos y sentimientos. Los métodos para animar al niño a expresar sus temores pueden ser dibujar, pintar, contar historias y cuentos, organizar teatros, jugar con vendas, jeringas, etc. Es relevante que las enfermeras reconozcan los temores de los niños y los tomen en serio. Cuando las enfermeras son conscientes de los temores de los niños, pueden clasificar sus conceptos y proporcionarles la información correcta. Las enfermeras deben animar a los padres a apoyar la expresión de sus hijos para que transformen los temores en experiencias positivas (Aguilar, 2002).
Las enfermeras deben comprender el punto de vista del niño sobre el hospital, para lo cual deben ser capaces de ponerse en su lugar. Cuando las enfermeras puedan percibir lo que significa para los niños sentirse abandonados (sin la seguridad de la autoaceptación), estarán dispuestas a brindar apoyo emocional, minimizar la ansiedad y fortalecer el sentimiento de identidad (Aguilar, 2002).
El tratamiento de la fobia es el método de desensibilización sistemática, que consiste en exponer gradualmente al individuo a la situación o al estímulo que teme. En una primera fase esta exposición no es real, pero luego se da ‘en vivo’. También se puede hacer directamente ‘en vivo’, junto con una relación previamente aprendida, de manera que sustituye la ansiedad por la relajación y eventualmente la asocia con el estímulo que teme (VV.AA., 2018).
Se entiende por empatía la capacidad de comprender (percibir) correctamente lo que el interlocutor experimenta, según Cibanal (1991). La empatía, por lo tanto, consiste en dos momentos, uno en el que el entrevistador es capaz de interiorizar la situación emocional del paciente, y otro en el que implica que le comprende. La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprenderlo, de tratar de entender lo que está pasando por su mente, cómo y por qué se siente de esa manera, pero no desde la perspectiva de la enfermera, sino tratando de pensar en cómo piensa el paciente, con sus creencias, sus valores (VV.AA., 2018).
Potter y Griffin (2017) señalan que, para expresar empatía, la enfermera manifiesta que entiende y concibe la importancia de la comunicación de la otra persona. La comprensión empática necesita que sea sensible e imaginativa, principalmente si no ha tenido experiencias parecidas. Haciendo un esfuerzo por ser empática en cada situación porque es la clave para abrir las inquietudes y comunicar el apoyo a los demás. Las afirmaciones que manifiestan la empatía son muy eficaces porque le dicen a una persona que ha escuchado el contenido de la comunicación, tanto emocional como fáctico. Las declaraciones de empatía son neutrales y no críticas y ayudan a crear confianza en situaciones difíciles.
El soporte de un progenitor a otro es único y diferente del que proporcionan los profesionales de la salud. El asesoramiento y la ayuda entre los padres da la oportunidad de establecer una relación, obtener y compartir información, y mejorar el sistema de salud. Lo que algunos padres ofrecen a otros, mediante el apoyo organizado entre iguales, además de la amistad, es el respeto con empatía y sin la carga de la evaluación clínica (Aguilar, 2002).
En un entorno de grupo, los padres tienen la oportunidad de conocer a otros padres, algunos de los cuales tienen más experiencia en la crisis de hospitalización de su hijo, y aprender nuevos enfoques para hacer frente a los problemas que puedan surgir durante la hospitalización o al regresar a casa. El grupo proporciona un intercambio de habilidades y crea una experiencia colectiva (Aguilar, 2002).
Según Aguilar (2012) los cuidados de la enfermera pediátrica no sólo se centran en el niño, sino también en los padres y los miembros de la familia. El propósito es conservar y fortalecer los lazos familiares con el niño enfermo y contribuir a promover la normalidad de la unidad familiar con la continuación de su vida habitual.
El enfoque centrado en la familia es un concepto simple. Pero, constituye un cambio reformador en la manera en que se le prestan servicios de cuidado de la salud a los niños. Del mismo modo, los cuidados centrados en la familia la colocan, y no el hospital y el personal, en el centro del proceso. Es una filosofía de cuidado basado en la creencia de que la familia es la parte central en la vida del niño, ya que es la que se ocupa de su crianza y cuidado. Se reconoce, por lo tanto, que además debe ser el centro en la planificación de su cuidado con alojamiento conjunto (Aguilar, 2012).
Referencias
- Aguilar, M.J. (2002). Tratado de Enfermería Infantil: Cuidados Pediátricos. (1ra ed.). España: Editorial Elsevier.
- Aguilar, M.J. (2012). Tratado de enfermería del niño y el adolescente: cuidados pediátricos. (1ra ed.). España: Editorial Elsevier.
- Appel, R. (2006). No te va a hacer nada… ¿Cómo superé la fobia? (1ra ed.). Argentina: Editorial Dunken.
- Almaguer, Y. (2018). Miedo a la enfermera o al coco. Recuperado de: http://www.trabajadores.cu/20180513/miedo-a-la-enfermera-o-al-coco/
- Knobel, J. (2014). El reto de ser padres. (1ra ed.). España: Penguin Random House.
- Potter, P.A. y Griffin, A. (2014). Fundamentos de Enfermería. (9na ed.). España: Elsevier Health Sciences.
- Potter, P.A. y Griffin, A. (2017). Fundamentos de Enfermería. (10ma ed.). España: Elsevier Health Sciences.
- IX Simposio de la Asociación Española de Vacunología. (2018). El miedo al dolor del pinchazo y la ansiedad que ello genera en niños y padres pueden provocar una inmunización incorrecta y disminuir las tasas vacunales. Recuperado de: https://www.vacunas.org/el-miedo-al-dolor-del-pinchazo-y-la-ansiedad-que-ello-genera-en-ninos-y-padres-puede-provocar-una-inmunizacion-incorrecta-y-disminuir-las-tasas-vacunales/
- VV.AA. (2018). Auxiliar Enfermería. (1ra ed.). España: Editorial CEP.