Fomentar La Igualdad A Los Pequeños Del Hogar
Introducción
Al actualizar el Plan de Convivencia, se han dado cuenta de que continúa siendo una necesidad fomentar la igualdad de género. Por tanto, tenemos que trabajar de forma coordinada con el Plan de Igualdad. Si se avanza en el Plan de Igualdad, se avanzará en el de Convivencia. Tal y como nos indican en la Ley Canaria de Igualdad, debemos asegurar la coeducación, es decir, educar en igualdad y para la igualdad. Partimos del hecho de su diferencia de sexo, pero sin tener en cuenta los papeles que se les exige cumplir desde una sociedad sexista. Para ello hay que evitar que los roles de género adquiridos socialmente lleguen a considerarse como naturales.
Desarrollo
La educación desde la infancia es vital. Habrá que incluir la igualdad de forma transversal en todas las áreas y espacios del centro. La coeducación y el fomento de la igualdad no deben ser una actividad puntual, sino ser parte de la vida diaria. Cualquier momento es perfecto para practicar, hay que aprovechar cualquier ocasión para introducir actividades de reflexión sobre la igualdad de género. Es un proceso que ha de comenzar desde la más tierna infancia y aprovechar cualquier momento conflictivo para reflexionar y evitar asimilaciones erróneas. Para que incorporen los valores de igualdad, es mejor utilizar el afecto antes que los castigos.
De pequeños, todos aprendemos por imitación, por lo que nuestros valores, actitudes y formas de expresión son el espejo en el que se van a mirar. Debemos, pues, cundir con el ejemplo. Ofrecer patrones de conducta ejemplares. Es importante que en casa ya exista un clima de equidad de género que será reforzado en la escuela. Sin embargo, en nuestro caso, no existe esta equidad. Tenemos que recordar que, en la actualidad, se necesita que el profesorado colabore con los familiares en la educación; no solo enseñamos una materia, también educamos. Podríamos pedir la colaboración en casa para que la igualdad se dé en el hogar y en el centro, entre todos podemos avanzar y afianzar lo aprendido.
Exponer a los menores a situaciones de igualdad para que se cuestionen las situaciones, expresiones o asimilaciones contrarias a esta y que están muy extendidas en la sociedad. Por ejemplo, no es “ayudar a mamá”, es “colaborar en casa”; no es “correr como una niña” o “llorar como una niña”; no es “ser fuerte como un hombre”; y otros tantos ejemplos que tenemos asumidos como normales y que nos van predisponiendo desde pequeños a asumir unos roles sociales. Hay que cuidar mucho el vocabulario que usamos, ya que las palabras llevan consigo connotaciones que pueden ser perjudiciales. Quizás el alumnado podría enseñar en casa a que hay que compartir responsabilidades (corresponsabilidad doméstica).
No siempre tiene que encargarse mamá; fomentar que asistan a tutorías tanto madres como padres; que sus padres acudan a talleres programados en el colegio; etc.; y así poder corregir la segunda dificultad encontrada después de la evaluación. Los menores pueden involucrar a las familias, trasladando pautas de conducta no sexistas y completando así su aprendizaje en igualdad también en el hogar y, además, ser agentes activos del cambio que necesitamos. Un ejemplo de las consecuencias que tienen las expresiones que vemos (veíamos) como “normales” y de cómo podemos hacerles reflexionar. En un colegio en el que trabajé, en las reuniones trimestrales con las familias.
Organizábamos alguna actividad de reflexión al finalizar la charla y poníamos vídeos de este tipo o realizábamos los experimentos antes de verlos para que pensaran de forma crítica en cómo podemos cambiar las cosas, si cambiamos nuestra forma de proceder. Este tipo de talleres o juegos que fomentan actitudes igualitarias sirven tanto para menores como para los adultos. Una vez activado el pensamiento crítico, los mismos estudiantes se dan cuenta de los errores culturalmente aceptados, como de la expresión “hay amores que matan” o de que los colores o juguetes no tienen un género asignado. Me he encontrado con momentos mágicos en los que los pequeños se dan cuenta ellos solos.
Viendo los catálogos de juguetes, de que había solo niñas con las muñecas y niños con los coches o legos, o que no salían fotos de personas con diversidad funcional o de otras razas (ahora ya no es tan común ver estas diferencias); o cuando escuchando canciones canarias, un grupo de sexto de primaria comentó que para casarse no hacía falta que solo la mujer aprendiera a coser, lo que abrió un debate muy bonito entre ellos sobre la cultura tradicional, el respeto por las tradiciones, pero también por los avances en la sociedad. En los datos de la evaluación de la situación del centro, comentan que otro momento crítico se produce en los recreos.
Como se comentó anteriormente, hay que aprovechar cualquier momento para fomentar la igualdad, así es que utilizaremos el juego como una base de la enseñanza en equidad. Podemos proponer jugos inclusivos, con equipos mixtos y en el que los roles no tengan cabida, actividades libres de estereotipos. Con el juego también se aprende y debemos utilizarlo en favor del aprendizaje de valores desde pequeños. Otra cuestión que hay que mejorar en el centro es la equidad en los equipos: en el de mediación hay más miembros femeninos; mientras que en el de cargos de responsabilidad hay más miembros masculinos.
Una vez más, el ejemplo de los adultos debe darse con un profesorado involucrado, trabajando en la misma línea para hacer frente a la desigualdad y fomentar la equidad. En el reparto de tareas hay que procurar un ambiente igualitario, tanto en el ámbito de aula como en el ámbito de centro. Tenemos que compartir responsabilidades y trabajar juntos para resolver conflictos o realizar tareas. En el equipo de mediación debería verse representados los alumnos también. Evitaremos que siempre sean las mismas personas las que se encarguen de todo. Por tanto, en todas las comisiones o grupos creados en el centro, tanto de adultos como de menores.
Se debería contar con el mismo número de hombres que de mujeres. Los niños y niñas desarrollan prejuicios desde muy temprano, el entorno es el que se los inculca. Para fomentar el razonamiento crítico y evitar las generalizaciones a las que estamos malacostumbrados los adultos, podemos incluir reflexiones y debates en todas las asignaturas, con la ayuda de vídeos y experimentos. En Educación Física podemos debatir sobre los deportes y el género, sobre lo injusto que es dejar de practicar un deporte en el que eres buena porque la sociedad no lo acepta. En Valores podemos hablar sobre las injusticias con experimentos en el que niños y niñas, por el mismo trabajo, reciben premios diferentes.
Hace tiempo llegó a mis manos un acertijo: Un padre y su hijo viajan en coche y tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia, para la que llaman a una eminencia médica. Pero cuando entra en el quirófano dice: ‘No puedo operarlo, es mi hijo’. ¿Cómo se explica esto? Tardé bastante en llegar a la solución. Me sirvió para darme cuenta de que es necesario trabajar para romper estereotipos, con la esperanza de que en la próxima generación den la solución sin pensar. La coeducación es un proceso en el que siempre estamos aprendiendo, tanto menores como adultos.
Conclusión
Podemos decir que debemos fomentar la actitud crítica desde que son pequeños y evitar generalizaciones. Es fundamental la colaboración estrecha de toda la comunidad educativa para que esos cimientos de igualdad formen una buena base sobre la que los estudiantes desarrollarán las personalidades y los valores. Las tasas de abandono y de violencia en el centro podrían disminuir si están más cómodos, si acercamos la educación a sus intereses. Quizás los problemas de fondo que hacen que se alejen del aprendizaje estén relacionados con la desigualdad y los roles preconcebidos.