Identidad Nacional Y Rituales Del Caos

Introducción

Carlos Monsiváis en su libro “Los rituales del caos” invita al lector a introducirse al mundo de las masas populares en México. En su narrativa introductoria el escritor presenta fotografías de diferentes eventos que tienen el propósito de conglomerar a multitudes y en las que Monsiváis afirma que habita el caos. El escritor dice que se vincula, básicamente, a una de las caracterizaciones más constantes de la vida mexicana, la que señala su “feroz desorden.”. La descripción de la capital y los eventos deportivos son dos ejemplos iniciales de este tipo de conglomeración en el que las masas de personas se mezclan y comparten una identidad, una idiosincrasia, y un nacionalismo que no discrimina razas o clases sociales.

Desarrollo

El término “masas” es considerado por el autor como un término usado para menospreciar a aquellas personas que carecen de educación y de medios económicos. Todos los sinónimos mencionados son palabras que transpiran desprecio por una raza cobriza y una clase social que es vista como inferior; totalmente despojada de un roce social que no le permite sino una relación cercana con lo vulgar y lo ordinario. Sin embargo, la élite no subestima su poder multiplicativo. 

El mismo que amenaza con invadir su espacio hasta el punto de hacerlos perderse de vista ante la inminente sumersión en una uniformidad forzada. La Ciudad de México es un foco sobre poblado por veinte millones de personas; “la multitud que rodea la multitud”. Los paisajes son descritos con tal variedad de palabras y con una sintaxis tan bien ejecutada que le causa al lector un cierto sofocamiento que lo transporta al centro del caos urbano que domina la ciudad capital. En esa promiscuidad urbana del tráfico de personas y de autos, las razas y las clases se pierden y se funden convirtiéndose en parte de un todo que es el alma detrás de la identidad capitalina.

Los eventos deportivos como la pelea de boxeo de Julio César Chávez y el contrincante Greg Haugen despiertan una identidad nacionalista que se pronuncia a través de los colores de la bandera mexicana. “Dentro y fuera del estadio todo es tricolor”. El ánimo tricolor invade las calles con sus manifestaciones nacionalistas entre los asistentes y el ambiente que los rodea.

 El boxeador mexicano hace un despliegue de sus prendas de lujo de una manera considerada apropiada, en cambio las bailarinas que abren el espectáculo reciben el rechazo de la mayoría de la audiencia que ni siquiera las considera artistas, sino más bien un espectáculo de luces barato. La burla mexicana se escucha cuando Don King aparece y le gritan “Que se peine, que se peine”. Eventos como este, dice el autor, no sirven para promover al que ya es famoso sino al que puede permitirse pagar un espectáculo de esta magnitud porque le otorga un prestigio económico a aquellos que no lo poseen. 

Aunque el boxeo está asociado con la pobreza por el origen humilde de los boxeadores, es un deporte que logra amalgamar y unificar a la audiencia mexicana por unas horas, mientras sucede la pelea entre Chávez y su rival, en las que la emoción es el sentimiento común que invade a la nación. “Son horas en que la Patria nos entra por los ojos y los oídos y se nos sale por la garganta”. Ese mismo brío se experimenta también cuando hay un partido de fútbol en el que participa México. La algarabía colectiva se posesiona de las personas avivando la llama de su espíritu tricolor.

Conclusión

En conclusión, “Los rituales del caos” a través de su narrativa, evoca imágenes y sentimientos que le pertenecen a la nación mexicana, pero que indiscutiblemente no le pertenecen exclusivamente. El resto de los países hispanos pueden encontrar un vínculo con estas experiencias asfixiantes y abrumadoras en sus ciudades capitales llenas de tráfico y ambulantes, en aquellos rostros cobrizos, y en una élite minoritaria que ignora el caos apocalíptico que la rodea y finge que todo está bien porque no concibe la idea de abandonar la ciudad y sus ritos. 

También el resto de los hispanos puede identificarse con esa pasión nacionalista que invade la atmósfera física y emocional de los países cada vez que hay un evento deportivo de índole internacional. Las barreras demográficas se borran y las clases sociales se difuminan a modo de enviar una vibra nacionalista vigorizante al equipo o al representante y así no dejar ni el más mínimo ritual sin ejecutar. De esa manera las masas de aficionados sabrán que hicieron todo lo humanamente posible para asegurar su triunfo. Aunque sean llamados rituales del caos por Carlos Monsiváis, es imposible no percibir que en el medio de todo ese caos habita una identidad social y late un corazón nacionalista. 

07 May 2021
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