Influencia de los Procesos Psicologicos y Adaptación de Victimas de Abuso Infantil
Introducción
El abuso sexual en menores, se refiere a aquellas conductas sexuales que son mantenidas entre un adulto y un menor. Sin embargo, lo que realmente define el abuso es la asimetría entre los implicados en la relación, además de una presencia de coacciones (“no se lo digas a nadie”, “haz esto y te compro un regalo”…) Estas conductas, llamadas abusivas, no suelen limitarse a actos aislados, pueden inducir contacto físico (genital, anal o bucal) o suponer una utilización del menor como objeto de estimulación sexual (exhibicionismo…). Este problema, ocurre mayoritariamente en un entorno privado, generalmente cometido el abuso por familiares (padres, hermanos, tíos) o por personas relacionadas con la víctima (profesores, entrenadores…). Son situaciones difíciles de controlar, ya que no suelen darse conductas violentas asociadas a esta. En estos casos, los agresores muestran distorsiones cognitivas para tratar de justificarse a ellos mismos y no reconocer la importancia y las secuelas emocionales que puede dejar al infante con estos horribles actos.
La situación habitual se suele desarrollar progresivamente tal que así: Caricias → Masturbación → Contacto buco-genital → Coito.
También, este tipo de abuso en aquellos casos en los que los agresores son desconocidos, se suele manifestar en casos aislados, estando ligados, en su inmensa mayoría a conductas violentas y/o amenazantes. Por un lado, existen niños y niñas con mayor riesgo de ser victimizados, son aquellos que: presentan una capacidad reducida para resistirse o revelarse, los que no hablan, los que presentan discapacidades físicas y psíquicas… Influyendo también factores externos al individuo como carencia de afecto en su familia (que se sentirán halagados por la atención de la que son objeto, aunque desarrollarán con el tiempo, un notorio sentimiento de culpabilidad). Por otro lado, existen también una serie de procesos psicológicos que favorecerán que el niño o la niña que han sufrido este tipo de abusos se adapte de una mejor forma en el futuro, explicados a continuación.
Desarrollo
Los diferentes tipos de apego, pueden influenciar en la forma que tiene el niño o la niña de interpretar una situación tan desagradable como es el abuso sexual infantil. En primer lugar, hablaremos de como afectan en niños/ as de apego seguro. Cuando sufren dolor, aunque sea por parte de personas que él o ella aprecian, reconocerá que el miedo que le produce esa persona no cuadra, que no debería ser así, y además, recurrirá a esa fuente de seguridad temprana para calmar el miedo. Le dirá a su figura de apego (madre o padre) confiable, receptiva y que siempre ha estado presente como se está sintiendo. Éstos/ as no lo interpretarán como abuso, porque realmente deben tener ciertos conocimientos para ello, y quizás, sean demasiados/ as pequeños/as , no obstante, lo describirá como “algo que no le gusta” o “algo que le hace sentir mal”.
En segundo lugar, a los/ as niños/ as que tienen un apego inseguro les genera esta situación una cierta inseguridad básica y una desconexión de sus propias sensaciones y emociones necesarias para poder desarrollarse. Es importante tener claro que las relaciones de apego inseguras son tan fuertes como las seguras y condicionan el desarrollo del niño o niña del mismo modo. Esa inseguridad provoca miedo. La diferencia es que los/ as niños/ as que han desarrollado este tipo de apego a diferencia de los/ as que han desarrollado un tipo de apego seguro es que el miedo de los/ as inseguros/as es algo normal en sus vidas, por lo tanto, cuando les llegan otros miedos (abuso), que son muchos más graves, potentes … no los reconocen tan rápido ni los identifican con facilidad.
Además, tampoco se sienten tan capaces de recurrir a sus figuras de apego, ya que, no han estado presentes y disponibles cuando ha sido necesario para éste o ésta. Por tanto, a la hora de identificar un abuso, sería de una forma mucho más tardía. No es lo mismo ser abusado por un desconocido que por alguien con quien el niño o niña tiene establecida una relación de apego. Cuando el abuso sexual infantil lo realiza una de las figuras de apego del niño o niña, convierte esa relación de apego en un apego desorganizado. Los niños y niñas que son abusados/ as por figuras de apego en las que ellos/ as confían y a las que necesitan, tienen consecuencias mucho más graves y duraderas en su desarrollo. Cuando se da el abuso, se rompe la seguridad básica en el niño o niña, esa unión esencial entre el amor y el cuidado. Además, para que una persona abuse de un niño o una niña, necesita tener una posición de poder, y la forma más fácil de adquirirlo es hacer que el niño o la niña le quiera. Sin embargo, si esta opción no funciona, hay otra más habitual que consiste en realizar dicho acto sexual con un niño o una niña de especial vulnerabilidad (con discapacidad, aislados/as etc).
Los niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual infantil es el modelo afectivo dañino de relación porque por ese poder que emplea quien abusa, todas las víctimas, incluso los/ as que son muy pequeños/ as, se sienten culpables de lo que ha pasado, sienten que lo han permitido, y que, al ser alguien a quien querían, no lo dijeron a tiempo. Como la persona que abusa suele hacerlo desde la manipulación y la amenaza, genera miedo, parálisis y confusión interna en las víctimas.
Influencia de las emociones en la adaptación
Para comenzar, es importante tener claro que los menores de poca edad pueden no tener capacidad ni conciencia para ver la gravedad del abuso sexual en sus primeras fases. De esta manera se explica el cariño que suelen mostrar por los agresores. Este tipo de abuso genera secuelas emocionales en los niños tanto a corto como a largo plazo. En primer lugar, hablaremos de las primeras, es evidente que el porcentaje de víctimas que desarrollan consecuencias psicológicas perjudiciales es muy alto, rondando el 80%. Dichas consecuencias, van a tener distinto alcance dependiendo del grado de culpabilización del niño por la parte de sus padres, además del nivel de afrontamiento que tiene la víctima. Por una parte, se ha comprobado que los niños suelen mostrar fracaso en sus estudios, conductas sexuales agresivas y problemas para socializarse con sus iguales. Por otra parte las niñas presentan características depresivas y comienzan a tener ansiedad. En relación con la problemática expuesta anteriormente, hablamos de las edades, en los niños que están en el colegio, es decir, algo mayores, frecuentan sentimientos de culpa y vergüenza, mientras que en los niños más pequeños se aprecia la capacidad de negación del abuso, ya que no tienen muchos recursos psicológicos. Cabe destacar la fuerte gravedad de estos abusos durante la adolescencia, pudiendo llegar a provocar un embarazo no deseado por parte de algún familiar cercano. Por no hablar de los innumerables comportamientos como consumo de drogas de todo tipo, promiscuidad sexual, abandono del hogar familiar e intentos de suicidio.
En segundo lugar, en comparación con las secuelas iniciales, los efectos a largo plazo se producen de una manera menos frecuente extendiéndose más, aunque pueden afectar al menos al 30% de las víctimas. Los problemas más comunes tienen que ver con el ámbito sexual, provocando la mayoría de disfunciones sexuales y disminuyendo la capacidad de sentir placer. Podemos ver un claro trastorno de estrés postraumático y depresión que provocan la incapacidad de controlar la ira, los hombres la expresan en violencia hacia los demás, mientras que las mujeres son más autodestructivas consigo mismas. Asimismo también nos encontramos con abusos sexuales donde el impacto psicológico generado a larga duración es pequeño teniendo en cuenta que la víctima no tiene dificultades como divorcios, maltrato físico o verbal, enfermedades graves o abandonos emocionales.
Finalmente, el punto que anticipa una peor evolución a largo plazo es la presencia de diversos traumas en la víctima, el período de tiempo en el que se frecuentaban los abusos y la duración de estos. Se debe destacar la vinculación familiar con la persona que ha cometido la agresión y las consecuencias que dichos abusos han desatado, por ejemplo la ruptura familiar.
Influencia de la personalidad en la adaptación
A lo largo de la historia de la psicología y la psiquiatría, las personas han estudiado el impacto del trauma infantil sobre aspectos como los trastornos de personalidad y los rasgos de personalidad. Se enfatiza la importancia del concepto de resiliencia para explicar las diferencias entre los individuos encontrados en las víctimas del mismo evento traumático. Uno de los estudios más importantes acerca de este impacto es el realizado por Tong y colaboradores en el cual se realiza un estudio longitudinal con niños víctimas de abuso sexual de tres años y que muestra que el abuso sexual de los niños puede afectar en la manera que estos tienen de relacionarse e interaccionar con los demás, tanto con adultos como con sus propios compañeros. Existen otros muchos estudios acerca de esta temática, aunque pocos han explorado específica y empíricamente cómo el abuso infantil afecta el desarrollo de la personalidad.
Por lo general, la mayoría de autores detectaron que era mucho más probable que un niño víctima de violencia de género adquiriera trastornos de la personalidad en la etapa adulta que uno que no tuviese esa experiencia traumática. Confirman que la salud mental es mucho más pobre en el caso de estos. Diferentes estudios han demostrado cómo la historia de eventos traumáticos infantiles (incluido el abuso sexual) parece aumentar el riesgo de enfermedad. Los trastornos más comunes que pueden desarrollar serían: trastorno antisocial, trastorno límite, trastorno obsesivo-compulsivo, o rasgos de la personalidad como el histriónico, narcisista, dependiente… Para concluir, lo que revelan estos estudios es la importancia de cómo afectan las experiencias de abuso y abuso infantil en la psicopatología de la personalidad y cómo hay que tener un buen conocimiento de ellas para mejorar la resiliencia y tratar estas enfermedades, cuya tarea requiere todo el esfuerzo en el mundo de la psicología.
Influencia de la moral en la adaptación
Hoy en día la sociedad se ha visto envuelta en una clara pérdida de valores, sobre todo los adolescentes y niños. Esto debido a una falta de educación correcta, influencia de los medios de comunicación, desatención de los padres, etc. Es común escuchar que los valores se deterioran con el paso del tiempo, lo cual demuestra que las personas olvidan lo importante que son estos para el bienestar emocional y para alcanzar estabilidad dentro de la sociedad. Para educar en valores debemos realizar enseñanzas que dejen una huella, realizando éstas con el objetivo de que el individuo asimile, adopte lo aprendido y lo haga parte de su vida y de su día a día. Es importante recalcar que los valores que se fomentan y fortalecen en las personas desde niños contribuyen a la toma de conciencia, crecimiento, cultivo y desarrollo de la persona y esto se verá reflejado durante la edad adulta, por lo tanto se dice que se educa a los niños con valores positivos para que cuando lleguen a la adultez haya un adulto menos que “corregir”.
Conclusiones
Las consecuencias de la victimización a corto plazo son, en general, devastadoras para el funcionamiento psicológico de la víctima, sobre todo cuando el agresor es un miembro de la misma familia y cuando se ha producido una violación. Las consecuencias a largo plazo son más inciertas, si bien hay una cierta correlación entre el abuso sexual sufrido en la infancia y la aparición de alteraciones emocionales o de comportamientos sexuales inadaptados en la vida adulta. No deja de ser significativo que un 25% de los niños abusados sexualmente se conviertan ellos mismos en abusadores cuando llegan a ser adultos. El papel de los factores amortiguadores: familia, relaciones sociales, personalidad, moral, emociones… es reducir el impacto psicológico de estos actos y es primordial para el correcto desarrollo de la persona que sufrió estos abusos.
Bibliografía
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