Influencia del Idioma Inglés en el Español de Puerto Rico
Los acontecimientos histórico-políticos de 1898, que situaron a Puerto Rico bajo el control y dominio de los Estados Unidos trajeron aparejado el encuentro y choque de dos culturas: la latina y la anglosajona. Las secuelas de tal confrontación llevan implícita la suerte que, en definitiva, ha de corresponder a la lengua madre de los puertorriqueños.
Puerto Rico ha tenido que desenvolverse, por mas de 100 años dentro de un sistema político-cultural que posee irrefutables bases y rasgos coloniales, este hecho ha dado lugar a que la lengua materna de la Isla se haya visto sometida a la influencia del inglés; sobre todo entre las clases semiculta y culta de las poblaciones más nutridas, en las cuales es más habitual percibir el trato con norteamericanos y con personas que, aunque han nacido en los Estado Unidos, por ser de padres puertorriqueños a veces vienen a residir a Puerto Rico, estos son conocidos como “nuyorican”.
Existe otra realidad inevitable en cuanto a esta materia y es que, a partir del establecimiento del dominio norteamericano en la Isla, el inglés se impuso como lengua cooficial, junto al español; pero el inglés fue, por años, la lengua predilecta en el sistema gubernamental, incluyendo las escuelas. Esto obedece al hecho de que las relaciones políticas de metrópoli-colonia se han inclinado a situar el inglés por encima del español, no tan sólo en el ámbito de actividades de gobierno, sino en la vida cotidiana de la Isla. Es viable comprobar la predisposición generalizada en la Isla de colocar nombres y avisos en inglés a todo tipo de establecimiento comercial o educativo. Ni mencionar la corriente esnobista que lleva a una gran parte de la población puertorriqueña a fusionar, en la lengua y hasta en la escritura, términos en inglés o derivados de esta lengua, como el spanglish.
Es difícil que una lengua se mantenga integra. Cuando dos pueblos entran en contacto, la influencia cultural y lingüística es de naturaleza mutua. No hay país en el mundo que pueda aislar su cultura, y, por consiguiente, su lengua, para impedir la influencia de otras culturas. En diferentes instantes de su historia, las lenguas han agregado léxicos de distintos idiomas; de modo que siempre existe un proceso de préstamo de palabras en todas ellas. Generalmente, la influencia de otras lenguas es más perceptible en el vocabulario, a veces en las construcciones sintácticas y, más ligero, en la morfología.
En algunas ocasiones, los préstamos de palabras suceden por necesidad; en otras, por la novedad, y en diversas oportunidades, se imbuyen empero a las reglas establecidas. Numerosos préstamos lingüísticos tienen una vida efímera, ya que se sustituyen por otros vocablos; los hay, por el contrario, que duran, al punto de que se los denomina términos arcaicos. Según Elena Mellado en su libro Anglicismos profesionales en Puerto Rico, “Es importante subrayar que, a menudo, las interferencias lingüísticas en un idioma no provocan, por fuerza, deterioro ni deformación, sino que le dan vitalidad a éste”.
El idioma que goza de mayor difusión internacionalmente es el inglés. La influencia de este idioma se ha extendido considerablemente a otros idiomas. Los anglicismos se ubican a una altura internacional, ya que constituyen parte del vocabulario en todos los países. Un sinnúmero de ellos añade un tono nuevo a la lengua, pero otros reemplazan la forma natural, con lo cual se altera la lengua materna.
Los anglicismos ingresan ocasionalmente a un idioma por necedad o pereza mental de los hablantes, sin embargo, los que ingresan por esta razón caen usualmente en desuso por el rechazo mayoritario del pueblo. En muchas ocasiones el equivalente en español, o en el idioma nativo del que se trate, no expresa con lealtad el sentido de lo que se pretende figurar. Pero también se da el caso de que, aunque exista el término en el idioma propio, los hablantes optan por el anglicismo, pues creen que con el logran mas efectividad en la comunicación. Por ejemplo, este es el caso de las palabras zipper y marshmallows, que se emplean en Puerto Rico, en vez de los correspondientes “cierre de cremallera” y “malvavisco”.
Según Rubén del Rosario, “La cultura y lengua puertorriqueña, como ya se ha expuesto, han recibido influencia de lo taíno, español, africano y norteamericano. Por esta razón se ha sostenido que no hay motivo para preocuparse demasiado por las influencias recientes del idioma inglés”. Por su parte otros, “ven un deterioro ascendente en la lengua materna-tanto hablada como escrita-a causa de su contacto con el inglés al describir la modalidad del español puertorriqueño”, según Iris Yolanda Reyes en su ensayo “El español de puerto rico y su contacto con el inglés: una polémica de más de un siglo’. En la era moderna, el inglés ha adoptado palabras de todos los idiomas, a saber: del japonés, ruso, hindú, chino, y de otros.
Existen diversos puntos de vista en términos de cuan concluyente, profunda o nociva ha sido la influencia del inglés, motivo por el cual el español de Puerto Rico siempre esta en tela de juicio. Algunos afirman despectivamente que éste sufre de estar impregnado de numerosos barbarismos; hecho que lo ha distanciado del español hispanoamericano. German de Granada sustenta que la estructura del español, en Puerto Rico, está seriamente amenazada y, al respecto, señala el proceso de transculturación como causa determinante de las interferencias lingüísticas en el español actual. Concluye que Puerto Rico es zona marginal hispánica y compara el español de la Isla con el judeo-español y con el de Filipinas. La posición de Germán de Granada ha sido criticada, sin embargo, se reconoce la contribución de los estudios y las conclusiones del mismo, introduce un nuevo elemento de estudio a considerar, al señalar los procesos de empobrecimiento y simplificación en el sistema lingüístico puertorriqueño.
El estudio de Germán de Granada, según Humberto López Morales fue reimpreso en 1969, bajo el patrocinio editorial del Ateneo Puertorriqueño. Esta segunda edición no plantea diferencias esenciales sobre la primera. El libro consta de nueve capítulos que analizan: los componentes culturales puertorriqueños a partir de 1898 hasta 1968; la integración social de la Isla y la actitud de su población ante la penetración lingüística del inglés en la lengua materna, lo que provoca el bilingüismo que es, sin duda alguna, una realidad insoslayable. Después de estos planteamientos, De Granada alude a la transculturación que, como vigoroso proceso, amenaza con provocar el rompimiento de las estructuras hispánicas, no solo en Puerto Rico, sino en toda la región antillana.
Ahora bien, aunque es cierto que De Granada logra penetrar y exponer con claridad, en términos generales, las interferencias lingüísticas en el español de Puerto Rico como consecuencia de un fenómeno de transculturación, según López Morales en su obra ya citada, no es menos verdad que la descripción del proceso por el cual se llega a esta situación adolece de insuficiencias teóricas y de errores de método, por cuanto se permite establecer generalizaciones a partir de una proporción pequeña de datos disponibles, los cuales proceden, en no pocos casos, de fuentes indirectas.
Otra opinión que merece tomarse en cuenta es la que ofrece Manuel Álvarez Nazario en cuanto a la forma y la medida en que el inglés ha influido en el español de Puerto Rico. Al respecto hace un poco de historia cuando señala que, con la entrada de los norteamericanos, en 1898, se implanta un sistema educativo que se mantuvo hasta 1940, el cual se caracterizó por impartir la instrucción en todo el país, desde la escuela elemental hasta la universidad, en inglés. Así pues, el español quedó olvidado en su propio país, y su enseñanza reducida a una simple asignatura de estudios gramaticales y literarios de lo nacional.
En disconformidad con este planteamiento se encuentran las conclusiones a que llega Manuel Álvarez Nazario en cuanto a la penetración del inglés en el español que se habla en Puerto Rico. Al respecto, afirma que la mayor influencia se deja sentir en el léxico. Pero, de inmediato, aclara que una gran parte de los vocablos en inglés que se escuchan en la Isla, son de uso frecuente y común en muchos países americanos de habla hispana, donde se los utiliza con mas o menos buena pronunciación. Así, pues, éste considera que la influencia léxica que el inglés ha ejercido y mantiene en el español de todas las partes habrá de verse “como una inyección de vitalidad que recibe nuestro idioma, en los tiempos modernos, al igual que ya, en los siglos pasados, recibió también el impacto de miles de palabras foráneas, procedentes en su mayoría del árabe, del francés y de las lenguas indígenas del Nuevo Mundo”.
A pesar de todo, la lengua castellana ha logrado sobrevivir frente a la campaña de norteamericanización cultural del pueblo puertorriqueño, que utilizó el sistema de educación como vehículo de difusión de sus propósitos. Según Manuel Álvarez Nazario, en su libro Introducción al estudio en el español de Puerto Rico (1977), han sido muchas las razones que han hecho posible esta sobrevivencia, y las reduce a las siguientes:
- La deficiencia del sistema educativo, que no consigue ser un vinculo entre el hogar y la escuela, en cuanto al propósito de transmitirle a los educandos un nuevo uso lingüístico.
- La clara y firme obstinación del pueblo puertorriqueño en conservar su lengua materna.
- El principio axiomático de la ciencia lingüística que afirma que cuando dos idiomas se culturas paralelas se enfrentan, ninguno de los dos consigue suplantar al otro. Lo único que sucede, como ocurre en Puerto Rico hoy día, es que uno influye sobre otro, en mayor o menor medida, lo que esta en dependencia de las condiciones ventajosas que pueda brindarle el ambiente político-cultural.
Con la llegada de los norteamericanos a Puerto Rico en 1898, el español, ha estado expuesto a la influencia del habla inglesa. Este influjo es de mayor intensidad en las ciudades de más densa población. La condición de uso cooficial de esta lengua con el español presenta la tendencia a poner al inglés en posición de ventaja. Esto explica que muchos establecimientos comerciales e industriales posean nombres en inglés. A pesar de esto y de la campaña del sistema educativo de norteamericanización, nuestra lengua ha podido perdurar en el tiempo.
Después de la denominada “Operación Bootstrap” en 1947, que trajo consigo mejoras salariales, seguros estatales, reducción del desempleo, etc., la sociedad puertorriqueña afianzó una actitud de admiración exagerada, de idealización del país norteamericano, al cual considera como responsable directo de su bienestar económico-social, al menos en las zonas urbanas. Esta actitud va de la mano con una evidente depreciación de los patrones culturales propios, los hispánicos. La posición del sistema educativo puertorriqueño respalda el hecho de que la lengua materna es el español y ese es, por lo tanto, el instrumento de pensamiento y expresión del puertorriqueño. De acuerdo con la Constitución de 1952, el inglés es lengua oficial en Puerto Rico, pero esto no quiere decir que este idioma pueda suplantar, desplazar o igualar al español como instrumento de comunicación en Puerto Rico.
Como hemos visto, la cultura y el lenguaje puertorriqueños tienen una recóndita herencia de estas mismas expresiones humanas que provienen de los elementos indígena, hispánico, afro negroide y criollo que componen su plataforma histórico-social. De todos estos elementos, han permanecido en el tiempo costumbres, tradiciones y ritos; en el léxico, permanecen, con escasa o ninguna modificación, vocablos que descienden de todos esos grupos étnicos. Como lógica secuela de esto que se acaba de presentar son, las propiedades vocálicas, consonánticas, de entonación y terminologías que se evidencian en la pronunciación, en particular y, en el habla, en términos generales.
Un aspecto que brinda especial interés lo compone el refranero boricua, gracias al que logran los hijos de esta Isla estampar al lenguaje un acento de gracia y vivacidad mental que habla, al mismo tiempo, de originalidad local y de herencia del donaire español.
Se admite el hecho de que la obstrucción lingüística es ocasionada por el proceso de transculturación que tiene lugar en Puerto Rico. De modo que deben descubrirse y estudiarse más a fondo, los métodos de empobrecimiento y simplificación del sistema lingüístico puertorriqueño, antes de llegar a conclusiones o generalizar. Sin embargo, esta realidad, se estimula la esperanza de que, gracias a la actitud del hablante, nuestra lengua, pueda despojarse de tales conflictos y continuar en su papel de primordial vehículo de comunicación del puertorriqueño.
Al contrario de lo que se pueda alegar es viable aseverar que en Puerto Rico existe una cultura y un idioma fuerte, que recogen influencias del inglés; sin embargo, esta realidad no significa, en ningún modo, que el lenguaje propio de los puertorriqueños sufra detrimento ni esté por desaparecer. Es más, puede atestiguarse con plena responsabilidad que, en Puerto Rico, hay una actitud vigilante en relación con la lengua. Por ende, el bilingüismo no es una constante dentro de la cultura y el lenguaje boricua, porque el inglés, como vehículo de expresión, no ha logrado permear el habla de lo que constituye la gran masa poblacional.
Realmente para los boricuas, el inglés ha sido siempre un idioma extranjero que, a pesar de ser verdaderamente útil para lograr mejoras de tipo socioeconómico, no le sirve pueblo para expresarse plenamente; y no le sirve porque esta lengua “no se siente”. No se puede “sentir”, por que no expresa los sentimientos mas hondos de los que en Puerto Rico nacieron y viven.