Inseguridad Y Su Relación Con La Ciudadana Y El Género

La inseguridad de las ciudades es un problema cotidiano en la vida urbana, a diario se destinan miles de recursos para controlar sus efectos en la población; no obstante, las políticas públicas de seguridad suelen estar orientadas a proteger los bienes muebles e inmuebles más que a sus habitantes. Por esto, es importante problematizar la seguridad de los sujetos en el territorio; en el caso de la población femenina, la violencia de género en el espacio público (sin dejar de reprochar la violencia doméstica) contribuye a generar sentimientos de inseguridad que limitan el ejercicio de sus derechos en la ciudad.

En ese sentido, las mujeres experimentan un sinfín de vulneraciones en el espacio público, que se explican por la construcción social de acceso y subordinación sobre los cuerpos femeninos; esta violencia se presenta en varias formas que van desde el acoso callejero, la prostitución forzada hasta violaciones y femicidios. Shelley Buckingham (2011, pág. 61) señala que, para las mujeres el riesgo de violencia sexual es mucho mayor que para los hombres; por lo tanto, el miedo y la inseguridad se traducen en una especie de prohibición implícita que motiva a las mujeres a limitar su tránsito y el uso del espacio público en determinados lugares y horas a fin de evitar agresiones.

El temor a transitar en el espacio público aumenta cuando se trata de circular por lugares desiertos, con poca iluminación o abandonados, donde no existe vida en comunidad; incluso, este miedo puede provocar que las mujeres se resguarden o recluyan en el hogar para evitar el peligro del espacio público. “Por ello podemos considerar que el miedo a la agresión sexual en los espacios urbanos resulta uno de los elementos que el patriarcado utiliza para controlar la presencia de las mujeres en el espacio público” (Soto, 2014, pág. 207).

De modo que, la participación de las mujeres en la vida pública está limitada; esto, provoca que las necesidades y problemáticas de la población femenina no se tengan presentes o estén invisibilizadas en la toma de decisiones sobre los asuntos de la urbe. Lo mencionado hasta aquí, se resumen en que la violencia de género en el espacio público retrae a las mujeres a la vida privada.

Quienes refutan este análisis sostienen que la inseguridad y miedo que sienten las mujeres en el espacio público se basa en meras subjetividades y que la mayoría de delitos se cometen en contra de los hombres; ante lo cual, concierne aclarar que los datos objetivos y la percepción subjetiva de inseguridad son cuestiones distintas. En este sentido se comprende que lo subjetivo no representa los datos reales u objetivos de victimización, principalmente porque es poco común que las mujeres denuncien la violencia perpetrada hacia ellas en el espacio público, puesto que predomina el sentimiento de culpabilidad por circular en horas no debidas o con vestimenta inapropiada.

Por otro lado, las agresiones ejercidas en contra de los hombres forman parte de las estadísticas objetivas de inseguridad, en referencia a esto, Ana Falú afirma:

Las agresiones que mayoritariamente se ejercen contra los hombres, como homicidios y lesiones, carecen de connotación sexual y es probable que, por lo general, sean perpetradas por hombres y ocurran en lugares públicos. En cambio, cuando delitos del mismo tipo tienen por objeto a las mujeres, suelen estar imbuidos de un claro componente sexual. En un día típico, en América Latina 460 personas sufren las consecuencias de la violencia sexual, y la mayoría de ellas son mujeres.(Falú, 2014, pág. 21)

Entonces, se colige que la inseguridad no solo es aquella que forma parte de las estadísticas, pues gran parte no se visibiliza. Asimismo, la percepción de inseguridad para las mujeres es mayor porque a más de significar un daño material, existe la posibilidad de ser violentadas sexualmente. Por lo tanto, las políticas públicas de seguridad deben considerar la percepción de inseguridad femenina en el espacio público.

Shelley Buckingham (2011, pág. 61) afirma “El garantizar la seguridad de las mujeres en las ciudades es una medida ligada intrincadamente a la infraestructura pública y transporte […]” A esto, concierne agregar que no solo es un asunto de infraestructura y acceso a bienes y servicios, puesto que también se requiere de cambios culturales y estructurales en lo que al orden patriarcal se refiere.

Finalmente, es indispensable observar la seguridad ciudadana con perspectiva de género dado que permite reconocer la violencia que se ejerce hacia las mujeres en el espacio público y ejecutar políticas adecuadas para solventar los problemas referidos. Al mismo tiempo, no se debe perder de vista la violencia de género puertas adentro o doméstica, pues todo esto configura la subordinación femenina.

21 April 2021
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