Interpretación De La Desigualdad Entre Hombres Y Mujeres
El feminismo parte de la desigualdad entre hombres y mujeres, a partir de construcciones sociales, históricas y culturales que determinan la participación de cada género, avalada a su vez por las legislaciones vigentes y fomentando el sistema patriarcal.
El feminismo surge desde tiempos remotos como un movimiento social, una de las luchas más relevantes para la historia, por las mujeres con el objetivo de conseguir derechos. En primera instancia se encuentra “la primera ola” aproximadamente en 1960 hasta 1980, la cual se basó particularmente en conseguir derechos que sí tenía el hombre, como el derecho a la propiedad, al trabajo, también se presentaron manifestaciones que fueron más bien políticas, enfocadas en obtener el voto de la mujer, y aquellas activistas mujeres que participaron del movimiento se denominó como “las sufragistas”. En “la segunda ola”, las reivindicaciones estaban avocadas más bien a una cuestión sobre sexualidad, aborto, familia, matrimonio, etc.
Luego del sufragismo y de la Segunda Guerra Mundial se ubica una figura precursora, que contribuyó a la conformación del feminismo y estableció nuevos principios. Simone Beauvoir presenta su libro “El otro sexo” en 1949 en donde analiza la situación y el rol de la mujer en un contexto determinado. Sobre esta premisa, es que el feminismo hace hincapié y se realza como un feminismo radical.
Es a partir de esta frase, que Simone rompió con la idea establecida de que la feminidad estaba definida por razones biológicas, y planteó entonces que los roles tanto de los hombres como de las mujeres estaban asignados y se basaban en una construcción social.
Diversos autores en la actualidad, establecen las diferencias en cuanto a “género” y “sexo”. Partiendo de lo que es el sexo, es una cuestión determinada por la medicina y la biología, la cual se puede entender como el sexo cromosómico, el sexo gonadal, hormonal, fisiológico o anatómico. En cambio, el género parte de una construcción social, histórica y cultural: son aquellos roles designados a cada género, que se instauraron, se aceptaron y se reprodujeron a través del tiempo. Asimismo, al género también se le puede atribuir las cualidades o características que tiene el hombre o la mujer como por ejemplo, la mujer es amorosa, es débil, es dulce, es sumisa.
Cuando Simone dice “No se nace mujer, se llega a serlo”, se refiere a la construcción social y estereotipos a cumplir que conlleva el género femenino.
La sociedad a lo largo de la historia cumple un rol fundamental en cuanto a dicha construcción social de terminologías y la aceptación en base a lo ético, moral, y las buenas costumbres instauradas. Esto hace también a la estructuración de los roles de cada individuo y su misma participación, de acuerdo con su género y su orientación sexual.
Esta autora, también menciona el “concepto de ser humano como libertad, por tanto como trascendencia: como un ser que desea, que quiere, que proyecta”. A partir de este concepto es que se entiende que tanto hombres como mujeres al ser seres que desean, que viven, proyectan, sueñan, deberían ser seres libres. Sin embargo, en la actualidad, podemos decir con certeza que la sociedad en la que nos encontramos se rige bajo constructos sociales, y son estos mismos los que generan una desigualdad entre el género femenino y el género masculino.
Los roles asignados de acuerdo al género comienzan desde el momento en el que nacen, desde la ropa, los colores, los juguetes con los que se les permite jugar: “a las niñas se les pone una muñeca en mano desde su más temprana infancia para ir inculcándoles la vocación por la maternidad; se les enseña a ser dulces, carentes de iniciativa, resignadas, etc.”. Las mismas instituciones se encargan de cumplir con las pautas sociales. En los hospitales, en los colegios, en las casas, o mismo la iglesia como institución y el catolicismo religión predominante al menos en Argentina. El adoctrinamiento de parte de las instituciones escolares, tanto en primaria como en secundaria con una bajada de línea conservadora, patriarcal y sin perspectiva de género.
En cuanto a la desigualdad, claramente se constituye sobre la diferencia sexual que en su momento se creía que era una cuestión biológica, y se dejaba a la mujer como “el sexo débil”, o como denomina la autora “la mujer como sujeto construido como alteridad”. Esto significa, que, la mujer simplemente por su condición biológica de ser mujer tiene la condición como consecuencia de procrear. Es decir, el hecho de ser mujer se lo entiende como una acto de vulnerabilidad por todo lo que conlleva ser mujer en cuanto a cuestiones fisiológicas como por ejemplo, menstruar, el embarazo, parir, la maternidad. No se trata de un rechazo al cuerpo femenino y a la cuestión fisiológica, sino que son asuntos que nos diferencian del género masculino.
En cuanto a la maternidad, la feminista en cuestión lo considera como algo impuesto a la mujer por el simple hecho de ser mujer. Y no está desacertada. Si retrocedemos en el tiempo, y analizamos la situación de las mujeres que decidieron ser madre, es justamente por el rol asignado por la sociedad. La sociedad es quien les estableció a las mujeres que su único objetivo es crear una familia, tener un matrimonio, tener hijos. La sociedad dejó de lado a las mujeres, otorgándoles en contraposición a los hombres grandes roles protagonistas de la historia, con trabajos y derechos, que la mujer se identificó con las pautas asignadas de la época sin cuestionar y sin derecho a decidir su destino o sus propios sueños. De esta forma es que la mujer, aceptó ese rol y la responsabilidad que conlleva, es decir, las tareas domésticas no remuneradas y la crianza infantil.
La idea de nuestras abuelas, madres o tías es que seamos madres, tengamos un hombre al lado nuestro, como que si ese fuese nuestro único objetivo. La realidad, es que los contextos sociales y culturales cambiaron radicalmente. Hoy por hoy, el cambio de paradigma reside en que la mujer tiene como objetivo el progreso y logros personales, mantener proyectos y cumplirlos, mantener un rol social activo desligándose de ese rol pasivo que le fue otorgado por muchos años. De manera que, la mujer se fue haciendo un lugar en la historia y lo sigue haciendo reclamando por la falta de derechos en distintos ámbitos de nuestra vida.
Si bien Beauvoir no critica ni pone en tela de juicio la decisión de mujeres que decidan ser madres, ella lo ve como un obstáculo. “Lo que hay que condenar es la ideología que incita a todas las mujeres a ser madres y las condiciones en las que tienen que serlo”. Retomando nuevamente el tema de la construcción social, el hecho de que a la mujer se le haya otorgado el rol de quedarse en casa realizando tareas doméstica o cuidando a sus hijos, era una forma de tener en silencio a gran parte de la sociedad y contribuir con el orden, es decir, el imperativo que tienen las mujeres de ser madre no es por una ‘necesidad biológica’ como algunos alegan, sino que es una necesidad instaurada, que termina limitando a la mujer para lograr su libertad o independencia.
En pocas palabras, la maternidad como punto de partida es un imperativo desde la sociedad que obliga a mujeres a cumplir con el estereotipo idílico de mujer e impiden, de esta forma, la realización y el proyecto de emancipación de la mujer. Es este mismo imperativo, que a partir de la desinformación en cuanto a la educación sexual integral, es que muchas mujeres que no quieren o no saben si quieren ser madres, terminan siéndolo en cuestiones deplorables, o situaciones sociales, económicas, culturales y políticas que quizás no hubiesen querido tener un hijo, o la responsabilidad de la crianza y todo lo que implica.
En la actualidad, está vigente la lucha del aborto legal, seguro y gratuito justamente por estos motivos. No todas las mujeres nos encontramos en la misma situación económica, o en la situación que quisiéramos ser madres. Quizás todavía no tenemos decidido si queremos serlo. Quizás hoy no es el momento, quizás en un par de años. Y sin importar el motivo por el que deseemos no serlo, es que muchas mujeres se manifiestan a favor del aborto por una cuestión de salud pública, que evita la muerte de muchas mujeres que llevan a cabo de igual manera el aborto clandestino, para evitar que pongan en riesgo su vida.
La emancipación de la mujer también es la posibilidad de poder decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestros sueños, sobre nuestras responsabilidades, sobre nuestra libertad y sobre nuestra independencia.
Beauvoir, denuncia también “al matrimonio y a la familia como mitos que hay que destruir, instituciones que hay que abolir si se quiere alcanzar una verdadera liberación de mujeres y de los niños y adolescentes.” Como la iglesia o el colegio, la familia y el matrimonio son instituciones establecidas e impuestas sobre todo a la mujer, con ideologías machistas, conservadoras y patriarcales, que oprimen a la mujer estipulándole trabajos no remunerados como ya enunciamos. Destruyendo instituciones que impiden la libre decisión de las mujeres, es la única forma en la que se puede conseguir una paridad entre géneros, y un futuro en donde los niños y adolescentes pueden ser parte siendo libre de sus decisiones.
Las construcciones sociales y los roles estipulados y categorizados para cada género nos dejan como consecuencia una clara distinción de derechos, lo que se plasma en las legislaciones vigentes. Esta inequidad establecida en la sociedad se transmite a las relaciones intrafamiliares, reforzando de esta forma el sistema patriarcal y la estigmatización de la mujer como responsable de las tareas domésticas como del cuidado de los niños.
Esto, lo podemos ver claramente en la Ley 26.061 “Ley de Protección integral”, donde en su art 7 establece:
[…] “El padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos.
Los Organismos del Estado deben asegurar políticas, programas y asistencia apropiados para que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad, y para que los padres asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades y obligaciones.”
Otra legislación donde podemos observar que la construcción social patriarcal está amparada por las legislaciones, que aún no se modifican, es la misma Ley de Contrato de Trabajo, en la que se establece que la licencia por maternidad remunerada 100% es de 90 días para la mujer y 2 días para el hombre.
La legislación intensifica las construcciones sociales o estereotipos instaurados en la sociedad, afirmando al mismo tiempo que el cuidado infantil o las tareas domésticas son meramente labor femenina. La legislación laboral existente, y las concepciones establecidas en la sociedad, limitan la responsabilidad del género masculino y en todo caso, también avalan la ausencia de su protagonismo, teniendo como consecuencia la naturalización de la mujer como única responsable del ámbito intrafamiliar y cuidados de la casa-
En conclusión, partiendo de una sociedad en la cual se establecieron constructos sociales a lo largo del tiempo, los cuales fueron aceptados y reproducidos, es que hoy nos encontramos con una sociedad con desigualdad de género donde la mujer se encuentra en un segundo plano. Donde las mismas instituciones generan esta desigualdad ya sea a través de adoctrinamiento docente o de parte del Estado, mediante legislaciones que emanan inequidad como lo hace en la licencia de maternidad y la inexistencia de una legislación que establezca la licencia de paternidad. Las mismas legislaciones fomentan el sistema patriarcal y se reproducen hasta los más reducidos ámbitos.
Personalmente creo que el movimiento feminista abrió las puertas para tratar diversos temas que antes pasaban desapercibidos, y permitió también que se de lugar a luchas sociales de gran relevancia. Es por eso, que los temas expuestos creo que deberían ser parte de la agenda pública para analizar y llevar a cabo, legislaciones que amparen a las mujeres en la decisión de su cuerpo bajo el imperativo de ser madres, que cooperen con la emancipación femenina. Asimismo, estimo que se deberían otorgar más derechos a los hombres en cuanto a los ámbitos intrafamiliares como lo es en el caso de la licencia paternal. Todas estas cuestiones las considero significativas, ya que apuntarían a una sociedad equitativa.
Bibliografía
- Maria Teresa Lopez Pardina. Simone Beauvoir. II. Pf.
- Simone Beauvoir. “El otro sexo”. 1970.
- Ley 26.061 de Protección integral http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/110000-114999/110778/norma.htm
- Ley 20 744 de Contrato de Trabajo art 158 inc a) – licencias especiales y art 177. http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-29999/25552/texact.htm