La Basura: Un Problema Con Muchas Soluciones

No es sorpresa que en México la generación de basura sea un problema al que no se le ha encontrado solución aún. En 2016 fue considerado el país que más basura generaba de América Latina, con una producción per cápita de aproximadamente 1.16 kilogramos al día, esto es, 300 gramos más que la media de la región. Estas cifras son alarmantes si se considera que en otras naciones, como Guatemala y Perú, la generación de basura ronda los 0.47 y 0.75 kg, respectivamente. La culpa puede ser directamente atribuida a tres factores intensamente relacionados: la pobre cultura de reciclaje y de conciencia sobre la generación de residuos en los mexicanos; la falta de información fidedigna y vigente con respecto a lo que ocurre con los desechos una vez llegan a su destino final; y, sobre todo, el ineficiente sistema de gestión de residuos sólidos. Pero ¿qué soluciones hay para contrarrestar los efectos de estos tres factores? Y ¿por qué importa tener un sistema de gestión de residuos sólidos que contribuya a disminuir su generación? Responder estas preguntas es el objeto del presente ensayo. 

Antes de pasar a darles una respuesta, debe tenerse claro a qué se refiere al hablar de residuos sólidos y qué materiales los componen. Este tipo de residuos son definidos como el conjunto heterogéneo de excesos materiales que los sectores doméstico, comercial e industrial desechan porque se cree carecen de un propósito útil. Sin embargo, los generadores de desechos de este carácter no toman en cuenta que muchos de los materiales que se descartan tienen aún un gran valor económico, pues entre los componentes de este tipo de residuos se encuentran cartón, papel, plásticos, residuos orgánicos, metales, vidrio, y demás.[footnoteRef:3] Estos son materiales que pueden ser reintroducidos a otros procesos económicos si se les da un trato adecuado desde su recolección; o bien, podrían servir para el consumo de otros individuos diferentes a los que lo produjeron, pues muchas veces se descarta vestimenta, muebles e incluso desechos alimenticios en buen estado. 

Aunado a esto, debe recordarse que el servicio de gestión de basura forma parte del servicio público de limpia que agrupa esta tarea con las de barrido de las vías públicas y áreas comunes, y el diseño, la instrumentación y la operación de sistemas de almacenamiento, transporte, reúso, tratamiento y disposición final de dichos residuos. Es además un servicio que no corresponde a los niveles más altos de gobierno brindarlo, sino que ha sido descentralizado y son ahora los municipios quienes tienen a su cargo esta función. Esto se justifica debido a los municipios son el nivel de gobierno que cuenta con el contacto más directo con sus ciudadanos y por tanto es capaz de reconocer fácilmente las necesidades específicas del municipio, puesto que la configuración de este tipo de residuos varía demasiado entre cada uno, dependiendo de factores como el ingreso de los habitantes, las actividades económicas ejercidas, la temporada del año y si la población es de tipo rural o urbana.

La responsabilidad de los municipios por tener un sistema de gestión de residuos sólidos funcional puede derivarse de diversas fuentes. Por un lado, y desde una perspectiva internacional, la firma del Convenio de Estocolmo en 2001 puede servir como un ejemplo, pues este tenía por objeto proteger la salud humana y el medio ambiente frente a químicos tóxicos, además de promover mejores prácticas y tecnologías disponibles para reemplazar su uso. Por otro lado, podría derivarse constitucionalmente de los artículos 4 y 25, que hacen referencia a los derechos que las personas tienen a la protección de la salud y a un medio ambiente sano, y al deber del Estado de garantizar un desarrollo integral y sustentable. Más aún, esta responsabilidad se origina directamente del artículo 115, que trata la cuestión de los municipios, otorgándoles las funciones y servicios públicos de “limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos”.

No obstante, no basta con la responsabilidad que deberían tener los municipios al momento de gestionar sus residuos sólidos, pues enfrentan actualmente a una enorme cantidad de retos porque, en general, la cobertura de este servicio es escasa, al igual que los incentivos para acrecentar la infraestructura; además que los gobiernos presentan claras deficiencias institucionales que no permiten el desarrollo de un sistema eficiente. Para dar cuenta de ello, Couto y Hernández estiman en un estudio sobre la capacidad de la gestión de los residuos sólidos donde establecen que, de los municipios con población mayor a 50 mil habitantes, solo el 17% de estos tienen mecanismos apropiados para el propio manejo de los residuos sólidos. Si esto no pudiera ser peor, los autores mencionan también que la cobertura promedio en México de este servicio no pasa siquiera el 68%. En conclusión, en México se carece de un sistema adecuado de manejo de residuos sólidos porque su estructura administrativa es pobre y el equipo y maquinaria con que se cuenta es escaso o se encuentra en malas condiciones, causando un servicio de recolección y tratamiento de residuos deficiente.

Ahora bien, los residuos sólidos no fueron considerados un problema sino hasta que la población mexicana comenzó a concentrarse en las zonas urbanas, provocando un crecimiento demográfico e industrial en dichas zonas que tuvo repercusiones directas en la cantidad de residuos sólidos generados. Toneladas de basura permanecían en baldíos, espacios naturales y calles que comenzaron a producir flora y fauna nociva, malos olores debido a la rápida descomposición de los residuos, e infecciones y enfermedades que representaban un alto riesgo para la salud y el desarrollo de las poblaciones más contiguas a estos vertederos informales.

La salud no es lo único factor que se ve amenazado por un manejo inadecuado de residuos sólidos, el medio ambiente también se ve sumamente perjudicado. Por un lado, el mal manejo de este tipo de residuos provoca directamente efectos que no solamente alteran la fisonomía del ambiente, sino que también producen efectos nocivos como contaminación del suelo, aire y agua, y reducción de la biodiversidad.[footnoteRef:10] Por otro lado, los materiales con potencial de ser reutilizados, al no serlo, se desperdician y por tanto generan una mayor demanda de materia virgen, contribuyendo así a la explotación y producción de recursos que pudieron haber sido rescatados de los desechos.

Por estas y más razones, se necesita un servicio público de manejo integral de residuos sólidos que tenga el objetivo de ‘lograr beneficios ambientales, la optimización económica de su manejo y su aceptación social, respondiendo a las necesidades y circunstancias de cada localidad o región”.  La importancia de tener un sistema de recolección eficiente reside en que se reduzca la cantidad de residuos que permanecen en el medio ambiente con el fin de salvaguardar la salud de los ciudadanos. Con base en esto, se han creado leyes a nivel federal y estatal que establecen que se debe limitar la disposición final solo a residuos que no sean reutilizables o reciclables, o para aquellos cuyo aprovechamiento no sea económica o tecnológicamente factible.

Se ha comprobado que la mejor manera de conseguir la mayor eficiencia en la gestión de los residuos sólidos no depende totalmente del gobierno. En realidad, el problema está en la poca consciencia que la sociedad tiene sobre los desechos que producen. La única manera de solucionar este problema es lenta, pues solo puede hacerse a través de la inversión en educación y conocimiento sobre el manejo de los residuos a todos. Es necesario un proceso de educación continuo, que le permita a los individuos internalizar actitudes positivas en favor de la disminución de la absurda, y a veces innecesaria, cantidad de desechos que producen para de esta manera lograr un cambio en su actitud. Por lo general, la población carece de conocimientos sobre el manejo adecuado de los desechos sólidos y un programa de educación contribuiría con que la población tenga acceso a este tipo de conocimiento, pero, aún más importante, con que sean cada vez más conscientes sobre su desmesurado consumo. 

La estrategia educativa no solamente debe enfocarse en dotar a los individuos de información suficiente que los orille a, por ejemplo, disminuir el uso de empaques no reciclables o comenzar a utilizar empaques biodegradables y reciclables, en el caso de los productores. También la estrategia debe focalizarse hacia un cambio en la percepción de la comunidad respecto a la prestación del servicio del sistema de gestión de residuos sólidos, de esta manera, los ciudadanos estarán más dispuestos a contribuir a él. La percepción de la ciudadanía mejora si existe más información, y si se considera que la situación de la cobertura ha mejorado. Este proceso de educación y concientización de la población debe además sustentarse con los servicios acertados, que brinden la oportunidad al ciudadano de cambiar su actitud, al ofrecer un sistema de recolección y transporte que responde al cambio de actitud que se promueve.

Para lograr el objetivo de generar estrategias adecuadas y eficientes para la recuperación de materiales valiosos entre los desechos, es entonces necesario que los gobiernos municipales empiecen a hacerse hábito de una buena recolección de datos sobre los residuos. Esto, debido a que las estrategias deben ser acordes con las necesidades, cultura y recursos específicos de las comunidades, así como con las características y volúmenes de los residuos generados. En México, la mayoría de los municipios no cuenta con registros sobre la generación de residuos sólidos, y no se tiene claro su origen, por lo que las decisiones son meramente hechas con base en suposiciones. Y si esta es la situación en las zonas urbanas, ni pensar sobre las rurales, donde el servicio de recolección es ineficiente o inexistente debido a las condiciones topográficas, o a la falta de vialidades y de pavimentación de las calles. Se necesitan entonces indicadores como instrumentos para la medición de la calidad en el servicio de limpia. Ya existen indicadores de todo tipo: de generación de basura per cápita, de cantidad de residuos en tiraderos a cielo abierto, de cobertura de recolección, de eficiencia financiera, de eficiencia en el uso de maquinaria y equipo, de cantidad de habitantes atendidos por el servicio público, de eficiencia de los empleados y de satisfacción ciudadana

Existen todos los incentivos para que los municipios comiencen con tareas de separación de residuos. Los residuos pueden ser utilizados para hacer composta, lo que podría traer enormes beneficios a los cultivos. Estos residuos no solamente sirven la obtención de fertilizantes orgánicos, sino también para la generación de biogás, mediante el uso de biodigestores, lo que constituye una alternativa para resolver la problemática ambiental y el desarrollo de fuentes alternas de energía. Estos beneficios deberían ser suficientes para motivar una gestión de residuos sólidos eficientes, sin mencionar que el costo de esta materia prima es relativamente nulo.

Finalmente, ¿será cuestión de privatización? Eso dependerá de las capacidades de cada uno de los municipios. Existe evidencia que apunta en las dos direcciones. Como se sabe, la privatización puede atraer a las empresas interesadas en brindar ese servicio, lo que puede significar la disminución de los costos, el aumento de la calidad y cobertura, la velocidad de respuesta a demandas y quejas, y el uso de mejor y más avanzada tecnología. La privatización de este servicio puede ser positiva en el sentido que permitiría a las autoridades concentrarse en la regulación y en el control de la calidad de los servicios ofrecidos solamente. Aunque, si se piensa privatizar, debe idearse una nueva lógica de cobro, porque actualmente se hace por tonelada y eso reduce los incentivos de la minimización de los residuos sólidos y no promueve una educación ambiental, además da poca relevancia a la inversión en infraestructura para el control de la contaminación. Debe tenerse mucho cuidado al hacerlo, porque la relación de las empresas privadas con las municipalidades puede afectar directamente el servicio si, por ejemplo, existe algún retraso en el pago o muy poca supervisión de las actividades. En suma, aún prevalece el poco interés en desarrollar conciencia ambiental o en impulsar la participación ciudadana en programas para la reducción de los residuos y de separación residuos para su máximo aprovechamiento. No obstante, no es una causa perdida y queda en manos de los tomadores de decisiones idear maneras para reducir la producción de residuos y volver conscientes a los ciudadanos de su papel en esta tarea.

Bibliografía

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16 Jun 2021
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