La Calidad de Vida en Adultos Mayores con Demencia

La Calidad de Vida en Adultos Mayores

La calidad de vida es un término complejo y multidimensional que engloba la salud mental y física de las personas, la autonomía, relaciones sociales, creencias y valores (Martínez & Calvo, AÑO? citados por González & Froment, 2018).

De acuerdo con la OMS la calidad de vida es la percepción del individuo de su posición de vida en el contexto de cultura y sistema de valores en los cuales vive en relación con las metas, expectativas, estándares e intereses. En consecuencia, está conformada por una percepción objetiva y el autoreporte subjetivo; las cuales incluyen el dominio físico, dominio psicológico y el medio ambiente. A su vez involucra el nivel de independencia, las relaciones sociales y la espiritualidad.

Según Herrera & Guzmán (2012) la calidad de vida integra todas las condiciones que se necesitan para alcanzar el proyecto de vida, toda valoración de la calidad de vida debe iniciar con la concepción que tiene la propia persona sobre aquello que hace “buena” su propia vida.

Un aspecto que puede resultar de interés al momento de analizar las diferentes variables que inciden en la etapa de la adultez mayor son las evidencias en cuanto a que la calidad de vida está relacionada con la participación social. En este sentido se la entiende como el grado de satisfacción que se experimenta como resultado de la participación en diversas actividades y contextos, por ejemplo, en el medio familiar, en el trabajo y en la comunidad que contribuyen a ejercitar las capacidades humanas y desarrollar la personalidad (Herrera & Guzmán, 2012).

Algunos autores reconocen la calidad de vida como un constructo subjetivo e individual, que abarca, por un lado, los factores intrínsecos como condiciones de salud, decisiones, estilos o estrategias de afrontamiento de los acontecimientos que viven; y, por otro lado, los factores extrínsecos, como recursos económicos y ambientales (Figueiredo, Araujo, von Söhsten, Barros, Romero & Costa, 2016).

Sobre los componentes de la calidad de vida en la vejez se ha dicho que están conformados por: bienestar psicológico, salud percibida, el componente emocional y el componente cognitivo. Adultos mayores con carencias de cuidados y afectividad por parte de la familia llevan a un deterioro de la calidad de vida en todos los aspectos (Fernández- Ballesteros, 1996 citados por Barrios, 2015).

Un estudio sobre la comorbilidad, el estado de salud y la calidad de vida en adultos mayores institucionalizados con y sin demencia encontró que el grupo con demencia presentó puntuaciones significativas peores en calidad de vida, salud y estado funcional que los adultos mayores sin demencia. Las afecciones médicas crónicas más prevalentes en el estudio fueron musculo-esqueléticas (72,3%), seguidas de trastornos genitourinarios (60,2%). Los adultos mayores con demencia y alta comorbilidad informaron tener un estado de salud más comprometido, especialmente aquellos con problemas visuales, orales y genitourinarios en comparación con los adultos mayores sin demencia. Los autores sugieren que estas diferencias deben tenerse en cuenta al seleccionar estrategias para mantener y mejorar el estado de salud de los adultos mayores en entornos de atención residencial (Martín-García, Rodríguez-Blázquez, Martínez-López, Martínez-Martín & Forjaz, 2013).

También se ha hallado que los principales predictores de la calidad de vida de los adultos mayores institucionalizados con demencia fueron la cantidad de problemas crónicos y las puntuaciones iniciales de las evaluaciones sobre calidad de vida. Los investigadores observaron una disminución significativa en la calidad de vida de los adultos mayores institucionalizados durante un período de 20 meses. Los resultados sugieren que las intervenciones dirigidas a reducir el número de enfermedades médicas crónicas pueden tener un efecto beneficioso en la calidad de vida de los adultos mayores (Castro-Monteiro, Forjaz, Ayala, Rodríguez-Blázquez, Fernández-Mayoralas, Díaz-Redondo & Martínez-Martin, 2014).

Al realizar una encuesta a 525 adultos mayores de 60 años o más residentes en 14 instituciones españolas se halló que las características de los individuos que se asociaron con una mejor calidad de vida fueron la independencia funcional, el estado de salud y la reunión con familiares, amigos o vecinos. Por el contrario, mayores niveles de demencia, depresión y la duración de la institucionalización tuvieron un efecto negativo sobre la calidad de vida. La gravedad de la demencia, resultante del deterioro cognitivo y funcional, presentó la asociación negativa más importante con la calidad de vida. En relación con las características de la institución, la disponibilidad de geriatras se asoció con una mayor calidad de vida, en comparación con aquellos centros sin equipo profesional. Además, los centros públicos también se asociaron con una calidad de vida más alta que los centros privados / mixtos. El análisis multinivel mostró que el 16.4% de las diferencias en la calidad de vida se relacionó con factores de la residencia. Los resultados reflejan la importancia de las dimensiones funcional, social y mental en el entorno residencial (Marventano, Prieto‐Flores, Sanz‐Barbero, Martín‐García, Fernández‐Mayoralas, Rojo‐Pérez., … & Spanish Research Group on Quality of Life and Ageing, 2015).

Otro estudio realizado en España con tres grupos de ancianos: adultos mayores no institucionalizados (n = 1106), adultos mayores institucionalizados sin demencia (n = 234) y adultos mayores institucionalizados con demencia (n = 475) encontró que, en las comparaciones de grupo, los adultos mayores institucionalizados mostraron un mayor porcentaje de problemas en las dimensiones de EQ-5D-3L que los no institucionalizados. Además, los adultos mayores con demencia presentaron menos dolor /malestar y ansiedad/depresión que los otros grupos, pero mostraron más problemas en la movilidad, el cuidado personal y las actividades habituales. El índice EQ mostró una alta asociación con la independencia funcional, el estado de salud percibido y la comorbilidad. Concluyendo que los adultos mayores institucionalizados con demencia presentaron una calidad de vida relacionada con la salud más baja que los otros grupos. La independencia funcional, la comorbilidad y el estado cognitivo fueron los principales determinantes de la calidad de vida relacionada con la salud en todos los grupos. El mantenimiento y la mejora de la condición funcional pueden traducirse en una mayor calidad de vida relacionada con la salud de los adultos mayores (León‐Salas, Ayala, Blaya‐Nováková, Ávila‐Villanueva, Rodríguez‐Blázquez, Rojo‐Pérez., … & Spanish Research Group on Quality of Life and Aging, 2015).

Hallazgos similares encontraron Figueiredo y otros (2016) al realizar su estudio de calidad de vida encontraron que aquellos adultos mayores que no estaban institucionalizados presentaron una mejor calidad de vida, en comparación con los adultos mayores institucionalizados.

En lo que respecta a su percepción de la calidad de vida en adultos mayores brasileros institucionalizados se constató, una percepción equivocada, cuya media fue considerada buena; los resultados fueron explicados por los autores afirmando que aunque haya un declive de las funciones cognitivas, este puede no ser perceptible al anciano de forma significativa, simplemente porque no sobresale ante otros aspectos de su existencia, lo que a su vez puede llevar a una mala percepción de su propia calidad de vida. Tal posibilidad no significa, de forma objetiva, que el mantenimiento de la calidad de vida no esté directamente relacionada al buen funcionamiento cognitivo (Soares, da Cruz & de Carvalho, 2016).

En otros estudios la calidad de vida se asoció con los síntomas depresivos independientemente del instrumento, así como la capacidad funcional y las actividades de ocio social. El nivel de educación, las actividades recreativas y la frecuencia de las visitas, se relacionaron significativamente con la calidad de vida en la Alzheimer’s Disease Scale (QOL-AD). Concluyen que el tratamiento de los síntomas depresivos, el aumento de las actividades sociales y el mantenimiento de la capacidad funcional pueden disminuir el deterioro de la calidad de vida en adultos mayores institucionalizados con demencia (Castro-Monteiro, Alhayek-Aí, Díaz-Redondo, Ayala, Rodríguez-Blázquez, C., Rojo-Pérez, F., . . . Forjaz, 2016).

En World Health Organization Quality of Life Assessment for Older Adults (WHOQOL-Old) específicamente en las preguntas relacionadas con las actividades pasadas, presentes y futuras del grupo de adultos mayores institucionalizados, el porcentaje máximo fue atribuido a la respuesta ni satisfecho, ni insatisfecho, con el 45,50% y sólo el 29,50% para la respuesta satisfecho (Figueiredo y otros, 2016).

Por otro lado, algunos autores que han relacionado la calidad de vida con los beneficios de la actividad física, los componentes psicológicos primordiales para la calidad de vida y del bienestar personal de los adultos mayores fueron el autoconcepto y la autoestima (González & Froment, 2018). Se ha señalado que el aspecto más importante de la calidad de vida de los adultos mayores está relacionado con sus necesidades y la satisfacción de estas (Bendikova & Bartik citados por González & Froment, 2018).

En el contexto nacional se evidenció asociación entre el consumo de sustancias psicoactivas (cigarrillo y alcohol) con la percepción que poseían los adultos mayores sobre su calidad de vida. También encontraron que el 63,5% de los adultos mayores presentó algún problema de salud y se evidenció asociación estadística entre calidad de vida y afiliación al sistema de salud (Díaz & Gallo, 2012).  

01 August 2022
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