Factores De Riesgo De La Demencia

Introducción

El término demencia ha sufrido diferentes modificaciones hasta llegar al concepto actual. La primera mención del término demencia aparece en el siglo I a. C., en la obra “De rerum natura” del poeta romano Titus Lucrecio con el significado literal «locura, fuera de la mente de uno». Cicerón (106-43 a.C.), contemporáneo de Lucrecio, en su ensayo “De senectute” o “Arte de envejecer”, donde reseña la palabra como locura o pérdida de memoria del anciano. Celsius (30-50 a. C.) hizo las primeras alusiones a la expresión de “demencia senil”, fue el primero en utilizarlo como término médico.

Desarrollo

Un siglo más tarde fue planteado por Arateous de Capadocia (en el libro III de su famosa Obra Médica), demencia se asociaba con un único factor de riesgo: la edad, en ese periodo de la historia, cualquier tipo de perturbación cognitiva o de la conducta era designada como demencia, teniendo en cuenta que la esperanza de vida de una persona era alrededor de 30 años. Pablo de Aegina, cirujano y médico griego, en el siglo VII, ya planteó una primera distinción entre el deterioro cognitivo debido a demencia y el retraso mental.

Thomas Willis, médico y neurólogo inglés en 1684, en su obra De Anima Brutorum, introdujo bajo las fórmulas de «estupidez» y «locura» lo que actualmente hoy se denomina demencia. Su definición la basaba en un trastorno de juicio y de intelecto, de acuerdo con sus estudios de investigación y lo atribuía a “causas congénitas, al deterioro propio de la edad, traumatismos, abuso de alcohol o drogas, enfermedades de la cabeza o epilepsia prolongada”. (Berchtold). La neuróloga Andrea Slachevsky explica que a partir de 1700 el vocablo de demencia empezó a usarse con un significado médico más preciso.

Primero en Francia y seguidamente en otros países de Europa, para referir a un estado de disfunción cognitiva. Apareció por vez primera en el Physical Dictionary de Blancard, en 1726, con los significados de «Deficiencia mental extrema. Sin mente. Extinción de la imaginación y el juicio» y más tarde en El Diccionario Español-Francés de Sobrino es definida como «Locura, extravagancia, extravío, alienación del espíritu». Es a partir del siglo XIX cuando el conocimiento de la demencia avanza, con descubrimientos como los realizados primero por psiquiatra francés Jean-Étienne Dominique Esquirol.

Uno de los primeros en exponer una descripción del cuadro clínico de esta enfermedad. Más tarde Antoine- Laurent-Jessé Bayle, en 1822, en el trabajo clínico-patológico, propuso la noción de aracnoiditis crónica, proporcionando una visión orgánica, es decir, una enfermedad atribuible a lesiones en el sistema nervioso central. En el “Tratado de Psiquiatría” de Wilhelm Griesinger se hace mención a una clasificación de la “demencia apática”, bajo el título general de “Estados de Debilidad Mental”. La demencia senil era un ejemplo de tal condición que, se creía, estaba originada por enfermedad de las arterias cerebrales.

En la segunda mitad del siglo XIX, Bénédict-Augustin Morel en su Tratado de degeneración de la especie humana publicado en 1857, diferenció los trastornos mentales en seis categorías: hereditarias, tóxicas, asociadas con las neurosis, idiopáticas, simpáticas, y las demencias. Sugirió también, que las demencias son enfermedades neurodegenerativas en las que hay una pérdida progresiva del volumen del cerebro. Para él, la pérdida del peso del cerebro es un hecho continuo en las demencias, que se presenta en el envejecimiento y es una expresión de declive de la especie humana.

En 1898 Binswanger introdujo el término demencia presenil. El término demencia empezaba a delimitarse: aparecía tanto en la edad senil como antes de ella, y estaba causada por una enfermedad orgánica cerebral, lo que la diferenciaba de las neurosis. Gracias a la elaboración del concepto de demencia y las descripciones clínicas de autores franceses, ingleses y alemanes como los anteriormente indicados, las demencias son definitivamente consideradas como un síndrome. En 1906, Alois Alzheimer en la 37a conferencia de psiquiatras alemanes.

En Tübingen, expuso el caso de Aguste D, paciente con una demencia a los 51 años, sus resultados fueron publicados bajo el título “A characteristic serious disease of the cerebral cortex” donde describió la enfermedad de Alzheimer. Desde entonces se ha trabajado en describir las distintas enfermedades causantes de demencia. Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la demencia como: un síndrome -generalmente de naturaleza crónica o progresiva- caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento).

Más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta de manera diferente a cada persona en la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La demencia afecta de manera diferente a cada persona. Los signos y síntomas se pueden clasificar en tres etapas: Etapa temprana: suele pasar desapercibida. Se caracteriza por la tendencia al olvido y pérdida de orientación en espacio y tiempo.

Etapa intermedia: los signos y síntomas se vuelven más obvios. Dificultas para llevar a cabo las actividades básicas de la vida diaria (ABVD), cambios en el comportamiento (repetición de las mismas preguntas), por ejemplo. Etapa tardía: la dependencia y la inactividad son casi totales. Se caracteriza por alteraciones graves de la memoria (dificultad para reconocer a familiares), incontinencia, dificultad para caminar o comportamientos agresivos. La demencia afecta en todo el mundo alrededor de 50 millones de personas, y se estima que aumenten a 82 millones en 2030 y si esta tendencia prevalece.

El cálculo para 2050 será de 152 millones. Los estudios registran casi 10 millones de nuevos casos cada año. Entre un 5% y un 8% de la población de 60 años o más padece esta enfermedad en algún momento de su vida. Actualmente, en España, el número de personas afectadas mayores de 40 años es de 70.000. En 2050 el número de afectados se duplicará llegando a los dos millones de casos. La prevalencia de las personas entre 65-69 años es del 1.07%, aumentando a 12,1 % en la franja de 80-84 años; 20,1% entre 85-89 años; y 39,2% mayores de 90 años.

Debido al aumento de la esperanza de vida, el pronóstico es que las cifras sigan aumentando. En cualquier caso, la demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. No afecta únicamente a personas mayores, cerca de un 9% de los casos corresponden a la demencia precoz (aquella cuyos síntomas aparecen antes de 65 años). Considerando la incidencia y morbilidad de la demencia, esta se considera un problema de salud pública. Una de las formas de clasificar la demencia es según su etiopatogenia, pudiendo diferenciar:

Demencia primaria: causadas por un trastorno que afecta al Sistema Nervioso Central (SNC). Son las más prevalentes. Destacan la demencia cortical, conocida como enfermedad del Alzheimer (EA), la más frecuente (60 y un 70% de los casos). Las demencias subcorticales como la enfermedad del Parkinson, la enfermedad de Huntington y la demencia por Cuerpo de Lewy que es un ejemplo de demencia cortical-subcortical. Demencia vascular: la segunda más frecuente. Causada por pequeños accidentes cerebrovasculares donde se interrumpe el riego del cerebro. Es de inicio brusco y evolución fluctuante.

Conclusión

Demencias secundarias: se producen por procesos patológicos de etiología conocida y en ocasiones reversibles: trastornos metabólicos, procesos infecciosos, tóxicos, entre otras causas. El principal factor de riesgo en la demencia es la edad, aunque no se considera una consecuencia normal del envejecimiento. Se ha demostrado que hay factores de riesgo modificables para retrasar el desarrollo de las demencias como son: la hipertensión arterial, obesidad, el sedentarismo, tabaquismo, la inactividad cognitiva, aislamiento social, el nivel educativo o la depresión.

17 February 2022
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