La Concepción Filosófica De Michel Foucault   

Para este trabajo elegimos al autor francés Michel Foucault. Consideramos que tiene una visión particular de la filosofía que intentaremos plasmar aquí. Este filósofo, profesor, historiador de las ideas y psicólogo, quien impartió infinidad de cursos sobre Historia de los sistemas de Pensamiento en el Collège de France durante casi 14 años hasta su muerte en 1984. Conocido principalmente como estructuralista, se aleja de ese enfoque e incluso rechaza las etiquetas de posestructuralista y posmoderno que le atribuyen otros pensadores contemporáneos. Una vez que se separa de esa línea de investigación comienza a desarrollar la suya que tendrá tres grandes momentos: el arqueológico, que trascurre entre 1960 y 1969, donde el sujeto es el objeto de estudio; el genealógico que abarca la década del setenta y el centro lo definen los dispositivos y el poder; y por último el ético, a partir de la década del ochenta, centrado en las prácticas y el cuidado de sí, quedando incluso debido a su temprana muerte.

El filósofo francés tiene una deuda enorme con Friedrich Nietzsche, quien resultó ser la guía filosófica en los primeros tiempos de estudiante e incluso influyó en el método que adoptaría por varios años: el genealógico. Es importante destacar también que ya en el último período de su vida Foucault desarrollará su visón filosófica a través de la ética y del cuidado de sí, influenciado claramente por los pensadores antiguos, entre ellos Sócrates y Marco Aurelio.

Antes que nada, debemos tener en cuenta que la teoría foucaultiana desarrolla sus ideas a través de un universo de conceptos que están extremadamente ligados unos a otros y se reiteran a lo largo de toda su obra. Por esta razón consideramos necesario aclarar algunos conceptos fundamentales del autor .

En primer lugar, partiremos del concepto de poder ya que ocupa un lugar de privilegio dentro de la teoría del filósofo francés. Es aquí donde encontramos una concepción completamente distinta a la de su época, ya que Foucault no toma a este concepto como algo único que se encuentra ubicado en la cima de la pirámide social formando la superestructura, ejerciendo el poder verticalmente. Aquí el poder es omnipresente y se encuentra en cada relación del cuerpo social, desde la que se entabla entre el gobierno y sus habitantes hasta el matrimonio o la relación sexual, demostrando que éste no es solo propiedad del Estado y de los grupos más poderosos, sino que también se ejerce en grupos y organizaciones, vínculos familiares y lazos íntimos, donde muchas veces es más difícil de identificar.

El poder se encuentra en el hombre mismo, no es algo externo que lo oprima o esclavice, y no necesariamente es visto como algo intrínsecamente bueno o malo. El poder no se posee, sino que se ejerce y es en ese ejercicio que se va transformando. Foucault postula que la dinámica del poder en la modernidad también se articula con un saber muy específico: el que se obtiene a partir de la observación puntillosa, el seguimiento pormenorizado, los mecanismos utilizados para calificar, medir, clasificar y jerarquizar. En última instancia, la necesidad de ‘normalizar’ a los integrantes del cuerpo social. En La verdad y las formas jurídicas el autor plantea lo siguiente: “las practicas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no solo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hace nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento” .

El concepto de discurso esta íntimamente relacionado con el de poder y saber. El autor establece un espacio preciso de producción discursiva en el marco del propio discurso. Los discursos son los lugares de emergencia de los conceptos y de los enunciados, dotados de materialidad y posibilidad de trasformación permanente. Entonces, los discursos son consecuencia de determinadas condiciones de posibilidad, entendiendo de esta forma que dependen de ciertas prácticas sociales. Podríamos decir que cada época “produce”, de alguna manera, todo discurso (incluido el discurso filosófico), todo aquello que se puede decir o no, estableciendo sistemas de ideas donde se delimita lo que merece ser conocido y lo qué puede ser pensado y lo qué no.

Para Foucault el cuerpo como concepto, es aquel que oficia de texto para que la realidad social se escriba en él. Se consagraría de este modo como el espacio donde se traman las relaciones sociales en términos de construcción histórica. Es así como se afirma:

El cuerpo humano es, como sabemos, una fuerza de producción, pero el cuerpo no existe tal cual, como un artículo biológico o como un material. El cuerpo humano existe en y a través de un sistema político. El poder político proporciona cierto espacio al individuo: un espacio donde comportarse, donde adoptar una postura particular, sentarse de una determinada forma o trabajar continuamente .

La disciplina es también muy importante en la teoría foucaultiana, sobre todo en su obra Vigilar y Castigar, donde el autor la analiza a través de las instituciones de encierro, más específicamente la cárcel (recordemos que para Foucault la escuela, la fábrica y las instituciones estatales también son lugares de encierro). Por lo tanto, en estas instituciones se busca desarrollar cuerpos, mentes y subjetividades altamente disciplinados, con el fin de generar elevados niveles de productividad, concentración y aceptación de las normativas y pensamiento metódico requeridos por las sociedades occidentales, tanto en sus versiones capitalistas como socialistas. De esta forma el propio sujeto se trasforma en un cuerpo disciplinado y disciplinario de los demás, donde todo aquello “desviado” de la norma debe ser erradicado del sistema, generándose así la “acción normalizadora”.

Por último, tenemos el concepto de panóptico. El filósofo Jeremy Bentham, en el siglo XVIII, ideó un modelo carcelario al que denominó “panóptico”, basado en una torre central, donde los guardias tenían total acceso visual a las celdas, pero los prisioneros no podían ver el interior de la torre. De esta forma se tenía la posibilidad de vigilar permanentemente, lo que desarrollaría autocontrol y disciplina en los presidiarios. Foucault retoma ese concepto y lo utiliza para pensar los dispositivos de vigilancia presentes en todo tipo de instituciones, donde a través del mismo los sujetos se convierten en “cuerpos dóciles”, susceptibles al control sobre sí mismo y sobre los demás.

Una vez definidos estos conceptos que se enraízan entre sí, podemos adentrarnos en sus relaciones y la importancia que tienen para entender que es efectivamente la filosofía para el autor. Foucault centra su atención en el análisis de las formas en las que el sujeto se ve atrapado por el control y la dependencia del otro, como es constituido y atravesado por ciertas y determinadas formas de poder y de saber. Ya no se trata de un sujeto-objeto de conocimiento de un determinado objeto de discurso, sino de un sujeto que emerge del entramado de prácticas discursivas y no discursivas (una microfísica) creadas, autorizadas e infligidas en el cuerpo del propio sujeto :

Las condiciones para que surja un objeto de discurso, las condiciones históricas para que se pueda ‘decir de él algo’, y para que varias personas puedan decir de él cosas diferentes, las condiciones para que se inscriba en un dominio de parentesco con otros objetos, para que pueda establecer con ellos relaciones de semejanza, de vecindad, de alejamiento, de diferencia, de transformación, esas condiciones, como se ve, son numerosas y de importancia. Lo cual quiere decir que no se puede hablar en cualquier época de cualquier cosa.

Foucault planteará que el saber y el poder no discurren por caminos separados, sino que se retroalimentan, se apoyan y sustentan mutuamente, de forma tal que resulta imposible la comprensión cabal de uno haciendo abstracción del otro. Como resultado de esa relación tan íntima y estrecha deviene el discurso, pieza y mecanismo fundamental dentro del juego estratégico en el que el poder está implicado con el saber y gracias al cual funciona. Dice el autor al respecto:

Hay que admitir que el poder y el saber se implican directamente el uno al otro; que no existe relación de poder sin constitución correlativa de un campo de saber, ni de saber que no suponga y constituya al mismo tiempo relaciones de poder. No es la actividad del sujeto de conocimiento lo que produciría un saber, útil o reacio al poder, sino que el poder-saber, los procesos y las luchas que lo atraviesan y que lo constituyen, son los que determinan las formas, así como los dominios posibles de conocimiento.

Dentro de la teoría del autor es innegable que el saber (o conocimiento) y el poder están íntimamente relacionados y se necesitan mutuamente. Con esta visión de la genealogía, Foucault pone el acento en el discurso de cada conocimiento, entre ellos el filosófico. Este tiene una voluntad de dominación, no es una enditad abstracta, es buscado por su uso, es potente e inestable. De ahí que el autor una al conocimiento con el poder, puesto que la voluntad de verdad es una versión disfrazada de la voluntad de poder . Entonces el poder se encuentra y radica en las relaciones sociales, si bien los individuos ejercen el poder como forma de dominación y coacción, éste también está involucrado en la producción y en uso y manejo del conocimiento, los saberes y los discursos. Los cambios y las negociaciones del poder crean los espacios donde pueden aparecer los discursos, por lo tanto, todo conocimiento y teoría es contingente. En consecuencia, la delimitación entre verdad y falsedad dentro de estos saberes también lo es, porque evolucionan, crece y atraviesa cambios, cuenta con su propia genealogía: como la delimitación es contingente, el criterio de verdad de ese conocimiento también lo es .

Foucault plantea una crítica a la noción de verdad absoluta. Algunos autores han señalado que plantea un relativismo de la verdad y la moral, o incluso una ausencia de ellas. En esta línea figura el lingüista Noam Chomsky, donde en el famoso debate de 1971 con el autor francés, deja entrever estas cuestiones. Entendemos el punto de vista de Chomsky, que plantea que, al dudar de un concepto de verdad universal y absoluta, también estaríamos dudando del concepto de moralidad. Sin embargo, no creemos que Foucault plantee exactamente eso. El teórico pone en discusión la relatividad que puede llegar a tener la verdad, en cuanto a que es verdad de una realidad determinada, que es aceptada mientras satisfaga los requerimientos del poder y los discursos de la sociedad en la que están inmersos. Esto no quiere decir que erradique la verdad o la moralidad, simplemente deconstruye la realidad con el fin de investigar si la verdad es o no un discurso y un producto de cierto tipo conocimiento que se desarrolla dentro de una sociedad ligada al poder y al discurso permitidos por ella. Pero en ningún momento se desmiente de la verdad, por el contrario, intenta buscarla en sus escritos a través del análisis del poder, el saber y los discursos que integran el conocimiento.

En esta discusión que plantea sobre “lo real” y “lo verdadero”, se dibuja el centro de su filosofía y lo que éste entiende como tal. Muchas veces se le ha preguntado como ha cambiado de parecer o de opinión a lo largo de sus escritos, incluso revisando su propia teoría y criticándose a sí mismo. Esto responde a que consideraba que hay muchos momentos en los que se torna necesario y esencial pensar distinto para poder seguir pensando, es imprescindible, dado que un filósofo se pasa la vida estudiando, mirando la realidad, investigando, y necesita ese nuevo pensamiento para seguir creando. En definitiva, la filosofía es la que ayuda a ese cuestionamiento eterno, no se queda con las primeras respuestas sobre la realidad o la verdad, sino que sigue indagando: esa es la función del filósofo y la filosofía.

Entonces, ¿la filosofía para Foucault es un estilo de vida? De alguna manera podríamos decir que sí. El saber y el cocimiento ayudan y estimulan la práctica de la libertad relacionada estrechamente con el postulado de la filosofía como forma de vida. Aquí vemos las influencias de los pensadores griegos y romanos, donde el cuidado de sí ocupaba un lugar fundamental y la filosofía era el camino adecuado para llevarlo a cabo: recordemos el “conócete a ti mismo” socrático, ese estilo de vida filosófico donde el saber y saberse ignorante era el principio para poder alcanzar el bien, la verdad y la virtud. Foucault retoma esta idea mostrando como la filosofía puede ser el camino para una ética del cuidado de sí mismo y de los demás, entendiendo que durante la modernidad se produce un cambio respecto a los supuestos antiguos:

Para Foucault el cartesianismo es responsable de confundir inquietud de sí con espiritualidad como búsqueda de la verdad, una verdad que se aleja de la inquietud de sí. En este sentido, “el sujeto es capaz de verdad, pero esa verdad no es capaz de salvarlo”. Históricamente, aunque Sócrates vincula el cuidado de sí con la inquietud de sí, la tradición filosófica moderna los separa. Así entonces, el conócete a ti mismo no es una preocupación en tanto pregunta por el ser, sino que se convierte en la modernidad en una preocupación por el conocimiento, en el cual se separa el ser del hacer. En la Edad Media con la fundación de las universidades, la filosofía se transforma en la apropiación de contenidos y se aleja de esa percepción antigua como forma de vida.

La crítica de Foucault al cartesianismo nos muestra como el francés, en el período final de su vida y haciendo una revisión de toda su teoría (ejercicio y realizando un examen de su conciencia), llega a la conclusión de que, para llevar una vida ética y libre, es necesario seguir el camino de la filosofía. Ya en su último año realiza una entrevista el 20 de enero de 1984 titulada La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad en la que sostiene:

El cuidado de sí ha sido, en el mundo greco-romano, el modo en el cual la libertad individual -O la libertad cívica, hasta cierto punto- se ha reflexionado como ética. Si usted considera toda una serie de textos que van desde los primeros diálogos platónicos hasta los grandes textos del estoicismo tardío -Epicteto, Marco Aurelio…-, verá que este tema del cuidado de sí verdaderamente ha atravesado toda la reflexión moral.

Foucault recupera un sentido que está fuertemente conectado con la libertad y la reflexión crítica sobre cómo tratarnos a nosotros mismos no como lo que somos, sino como lo que queremos ser. De esta forma su obra se fue acercando a su ideal de vida: llegar a ser lo que verdaderamente se es, poder decir lo que realmente se piensa, elaborar un discurso que responda a la verdad y no al poder y al concepto de saber de una determinada época. Él mismo se cuestiona como puede realizarlo, y nos plantea hacer filosofía desde la práctica, desde la propia vida, puesto que para el autor la teoría sin práctica no tiene sentido, ya que los discursos pueden cambiar con las sociedades, al igual que el saber y los distintos conocimientos. El propio autor fue capaz de ir dejando de lado sus temores e incertidumbres y se atrevió a manifestarse, comenzó a importarle no sólo quién habla o de que, sino cómo se vive esa experiencia, como se va haciendo. 

A partir de aquí su filosofía se transformó y la ética foucaultiana nació cuando volvió a rencontrarse con algunos maestros que había conocido siendo un estudiante: los antiguos griegos. Esto le abrió una puerta, o una ventana, a la ética y al cuidado y conocimiento de sí y de los demás y ese modo de proceder desde la perspectiva de sí mismo para recuperar el presente como acontecer filosófico: como un hacer filosófico constaste que se nos hace presente y nos hacemos presentes en él. 

17 February 2022
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