La Controversia De La Malinche: Calumniada O Venerada

Resistencia física, dinero, armas y fama tradicionalmente se relacionan con el poder. Eternamente conocida como “La Malinche”, ésta muy controversial mujer pudo utilizar su lengua como una espada para convertirse en la intérprete de un hombre extranjero, llamado Hernán Cortés. La palabra “malinchista” o “malinchismo” es sinónimo de “persona que comete traición” según el diccionario de la Academia Española. Estas palabras se derivan de una indígena de la época de la conquista en el siglo XVI. Principalmente conocida como la Malinche, la Historia cuenta que ésta fue regalada a Hernán Cortés, el conquistador español, como esclava. Cortés era un hombre ambicioso que quería adueñarse de nuevas tierras para los reyes españoles, convertir a los indígenas al catolicismo y robar tierras con riquezas y oro. Este hombre ambicioso convirtió a La Malinche en su amante y la forzó a viajar a su lado. Usando su poder, se aprovechó de sus habilidades lingüísticas y le asigno el papel de intérprete para conquistar a los aztecas. Muchas cosas se han dicho de La Malinche para describir las múltiples características de lo que ella representaba para su gente y con quienes trabajaba. Nació con el nombre de Malinalli y años más tarde llegaría a ser llamada por muchos nombres, el cual incluyen, Doña Marina, por los españoles. Con el más mínimo papel de intérprete de Cortés, recibió el apodo de Malinche. Siglos después, sería recordada como la Malinche, una palabra que la mayoría de los mexicanos usan para definir a aquellos que traicionan, venden a su patria y odian a su propia cultura e identidad. Otros la consideran como una heroína y madre del primer varón de la cultura mexicana. He ahí la controversia para los mexicanos, ¿Heroína o traidora? Desde el siglo XVI, la reputación de La Malinche no ha cambiado ni se ha resuelto. Unos la calumnian como traidora y colaboradora de los españoles puesto que aceleró el fin de los indígenas y el surgimiento de un gobierno extranjero. Para otros, fue dada a Cortés como esclava y forzada a estar a su lado sin tener otra opción más que interpretar y tener un hijo de él para sobrevivir. Esta compleja heroína merece ser venerada porque supo cómo desenvolverse y tener la astucia para sobrevivir lo que el destino le dio.

Desafortunadamente, contamos con muy poca información sobre lo que las personas que vivieron durante su vida han escrito y, por ende, existen diversas versiones sobre su lugar natal y estado social. Sólo podemos especular sobre su vida antes y después de la conquista. El relato más importante sobre ella lo escribió Bernal Díaz del Castillo en 1575, español que viajó con Cortés y ayudó en la conquista de los aztecas. Lo que si sabemos con certeza es que fue un instrumento significativo para los cronistas españoles y tratada con respeto en cuanto a los relatos indígenas. A pesar de todo esto, en el transcurso de la historia de México, su imagen se ha transformado en una traidora que vendió a su patria. Tras ser colonizados por tres siglos, los mexicanos ganaron su independencia de los españoles y realizaron una nueva forma de cultura y patriotismo que fue impulsada por la Revolución Mexicana. Los mexicanos ansiaban separarse de todo lo que significaba ser español y glorificar sus antepasados indígenas. Éstos batallaron para redefinir su identidad y buscaron en la Malinche una traidora histórica. Según muchos mexicanos, ella abrió las puertas que destruyeron lo indígena para los conquistadores españoles.

La vida de Malinalli nunca fue sencilla de ninguna manera. Sabemos que el destino de Malinalli ya estaba marcado para darle una vida que no fue ni fácil o simple. Su nombre previo a la conquista, realmente no se relaciona con la identidad de México. Como nos indica Franco y Bernal en su artículo, “Metmorphoses of La Malinche and Mexican Cultural Identity”, “…her pre-Conquest name ‘Mallinali’ is suppressed and she comes down to us marked with two post-Conquest appellations, La Malinche/Doña Marina, reflecting the essential duality of her nature”. Sus múltiples nombres describen las múltiples descripciones de lo que ella representaba para su pueblo y para los españoles. Malinche es el nombre que ha sobrevivido hasta hoy en día y lo vemos usado en muchos textos literarios. Por medio de Laura Esquivel, autora mexicana, podemos apreciar la historia que se llevó a cabo en la época de la conquista española, específicamente, el violento arrebato de la ciudad de Tenochtitlán (hoy en día la capital de México) durante los años 1519 y 1521 por Hernán Cortés. La autora usa personajes históricos en el sentido de la ficción. El personaje central de esta historia es La Malinche. Esquivel nos cuenta que Malinalli, cuyo nacimiento fue llevado a cabo por la abuela en un día llovioso que traía un mensaje que cambiaría el destino de esta niña. Durante el parto, la abuela se da cuenta de que, “De repente, una pequeña cabeza asomó entre las piernas de su madre, con el cordón umbilical entre los labios…La abuela interpretó esa imagen como un mensaje del dios Quetzalcóatl que en forma de serpiente se enredaba en el cuello y en la boca de la criatura”. La abuela cortó el cordón con un cuchillo brilloso que la cegó por un instante y después se escuchó el grito de la niña. La abuela consideró ese ser grito de un guerrero, pero con un destino donde lo perdería todo. En el bautizo de la niña, el padre de Malinalli le dice que con su voz “pintará nuevos códices”.  Para estos indígenas, el día en que nace un niño o niña determina el destino que llevará y, por lo tanto, no había creencias de libre albedrío o iniciativas individuales porque el destino de esa persona al final estaba en manos de los dioses.

De niña, su padre murió sin dejar heredero. Su madre se volvió a casar y tuvo un hijo de ese matrimonio. Malinalli o bien fue robada por comerciantes de esclavos de su gente en Oluta y las orillas del centro de México o vendida por su madre a la esclavitud entre los Chontal Mayas al este de la Costa del Golfo. De todas maneras, esta fue la primera vez que Malinalli fue traicionada por su propia gente y pasó su niñez siendo una esclava de los Chontal Mayas. En 1519, Cortés, respaldado por el reino de España, llegó a las costas de Cozumel en busca de oro y fama. Malinalli, junto con diecinueve amerindias fueron regaladas a Cortés y sus compañeros como parte de un acuerdo de paz de la gente de Tabasco. Este acuerdo era para que Cortés y su gente siguieran viajando hacia el occidente y dejaran a los Tabasqueños en paz. (Restall 83). Una vez Cortés recibió a Malinalli, se la dio a “su capitán Puertocarrero”.  Una vez más, Malinalli es traicionada por su gente y tratada como que fuese un pedazo de propiedad para repartir y vender.

Cuando Cortés se da cuenta de que podía hablar con fluidez otros idiomas, Malinalli regresó a su poder. Una vez bajo su mando, decide cristianizarla y la bautiza con el nombre de Marina. Sabiendo lo esencial que esta mujer iba a ser para él tras saber de sus habilidades lingüísticas “la esclava bilingüe Marina fue tan fortuito como afortunado, sobre todo porque ella era, además, hermosa y parecía bien dispuesta a convertirse en la amante e informante nativa de Cortés”. La fuente original de estas palabras es Bernal Diaz del Castillo escritas unos sesenta y pico años más tarde y su inclinación era representar a Cortés como una figura positiva. La Malinche de Esquivel ansiosamente acepta la oferta de Cortés y desde el principio está claro sus motivos al trabajar junto con Cortés. “Lo más preocupante para Malinalli, independientemente de si los españoles lograban su propósito de derroca a Moctezuma o no, era que su vida y su libertad estaban en juego”. Con sus pensamientos confirma lo significativo que era ella como intérprete y que su lealtad no le pertenecía ni a los españoles y no a los aztecas. Deseaba ser libre, dejar de ser entregada de un hombre a otro y no morir como esclava de los aztecas. “Si los españoles podían lograr que sus sueños se cristalizaran valía la pena ayudarlos”.  En la novela de Esquivel, La Malinche era leal a si misma.

Cortés nota rápidamente que los indígenas con quien se iba a encontrar hablaban el idioma náhuatl y su traductor, Jerónimo de Aguilar, desconocía esta lengua. Jerónimo, un español náufrago que había llegado ocho años antes de Cortés aprendió el Maya al convertirse en esclavo de ellos. Desgraciadamente, no hablaba otro idioma. En ese momento, Malinalli se convirtió en un instrumento esencial para los logros de Cortés en la expedición. Cuando Malinalli conoció a Cortés no hablaba español. Restall nos dice que Cortés le hablaba a Aguilar en español, Aguilar le interpretaba lo que decía Cortés a Malinalli en Maya y ella interpretaba esas palabras en Náhuatl para los indígenas. Durante su esclavitud, Malinalli fue intercambiada entre distintos tribus y culturas de cada uno. Es allí donde ella aprendió a dominar distintas lenguas. Un regalo que más tarde sellaría su destino. Al principio, se le dio muy poca atención y crédito por todo lo que Malinalli había hecho. Cortés la consideraba simplemente un regalo de una mujer indígena. Aunque no había ganado el respeto de Cortés todavía, los españoles se dieron cuenta de su lealtad e inteligencia que al final le permitió ganar el respeto de todos. Los españoles se dieron cuenta de las veces que Mallinali los había salvado de muchos encuentros en su expedición. Mallinali podía comunicarse con varios tribus cuyas tierras se tenían que pasar y así Cortés y su gente evitaron ser atacados. Por eso, le dieron el título de “Doña Marina”. Sin embargo, los españoles no fueron los únicos que llegaron a respetarla. Los Náhuatl también se dieron cuenta de cómo se desenvolvía y reconocieron su nobleza. Éstos la nombraron “Malintzin”. Los españoles entendieron que esa palabra quería decir “Malinche”, un nombre asignado en perjuicio de ella. Cortés nunca dejó a Malinalli fuera de su vista. Llegó un momento donde los indígenas identificaban a Cortés como “Malinche” y los consideraban una sola persona (Restall 83). Claramente, Cortés sabía muy bien el valor de esta mujer y no tenía intención alguna de separarse de ella. No importaba lo poco o distanciado que se parecía de Malinalli. Sus acciones mostraban que él tenía poder sobre ella y así usarla para desempeñar sus logros egoístas.

A través de la historia, muchos han hablado sobre la posición que tomó Malinalli en la historia de México. Jean Franco, en su texto, nos dice que “…Bernal Díaz del Castillo eleva a Doña Marina a una posición en muchos sentidos semejante a la de Cortés…ella era el miembro más poderoso de la población indígena después de Moctezuma”.  Las habilidades lingüísticas que Malinalli poseía permitieron las reuniones y negociaciones para organizarse entre Cortés y el líder Azteca, Moctezuma. Franco también nos indica que “Doña Marina no tenía que haber sido mujer para llegar a servir como lengua e informante, pero…es precisamente su género lo que explica su posición sobresaliente durante el ‘el encuentro’.  Cortés se refleja como el autor y creador del plan de la conquista. Él se aprovechó del conflicto político para engañar a Moctezuma. Los muchos enemigos que el líder azteca, Moctezuma había ido acumulando se juntaron con Cortés creyendo que el fin de una época de atrocidades estaba por llegar. Una vez los enemigos de Moctezuma se aliaron con Cortés, principalmente los de Tlaxcala, se dieron cuenta del plan de Cortés y su conquista. Moctezuma sospechaba que eran los dioses de Quetzalcóatl que profetizaron regresar el año 1519 en el calendario azteca. Cortés se aprovechó de tal presagio y secuestró a Moctezuma en su propio palacio para poder apoderarse de todo por medio de él. Es aquí donde el destino de Malinalli dio un giro a lo peor.

Cortés, su ejército y Malinalli llegaron a la ciudad de Cholula, lugar donde Moctezuma gobernaba. Aunque hay distintas versiones sobre lo que sucedió, Franco nos dice que “La denuncia de la conspiración de Cholula es el episodio por el que La Malinche es mejor conocida y es, también, aquél que más tarde convertiría a la traductora en tradditora”. Cortés, tras llegar a Cholula se dio cuenta de rumores de una traición. El informe más perjudicial se lo dio Malinalli. Ella hizo amistad con una mujer, esposa de un soldado de alto rango de Cholula. Esta mujer le cuenta a Malinalli que debería huir inmediatamente porque iban a ser atacados. La mujer sugirió que Malinalli pudiese casarse con su hijo después de que se fueran los españoles. Malinalli accede a ir con ella para ganar tiempo y poder ir a decirle a Cortés de lo que tramaban los aztecas. Cortés reúne a los indios Tlaxcala y les informa de la conspiración en contra de ellos y según lo que relata Franco de las palabras de Bernal Díaz del Castillo, “matamos muchos de ellos y otros fueron quemados vivos”. Tras la masacre de Cholula, conocida como “La Noche Triste”, Cortés convence a los indígenas que Moctezuma es el traidor. Tras haberlo secuestrado, Cortés le hace saber a Moctezuma por medio de Malinalli que su propia gente lo había implicado en una conspiración para atacar a él y su ejército y que iba rumbo a Tenochtitlan como conquistador. Franco subraya que Bernal Díaz del Castillo tenía mucha razón en cuanto a lo que significaba la conquista, “…esfuerzo en que una mujer jugó un papel fundamental”. La masacre de Cholula justifica para muchos mexicanos el hecho de que fue ahí el origen del cual esta mujer indígena fuese definida como traidora a su patria. Desgraciadamente, muchos no se permiten considerar lo que el destino a Malinalli la obligó a aceptar.

En cuanto a la traición de Malinalli, hay que considerar distintos puntos de vista sobre la carga que esta mujer tenía que soportar, eso es, “la profunda carga genérica de términos tales como ‘lealtad’ y ‘traición’”.  Está muy claro que Cortés requería lealtad a todo coste para su causa. El que no le fuese fiel, se consideraba como un traidor y merecía ser castigado hasta el extremo. Esto lo mostró claramente con su malévolo plan para conquistar a Moctezuma y su gente. Tenemos que apreciar el hecho de que Malinalli vivía con gente que constantemente la obligaba a mostrar solidaridad hacia sus supuestas causas justas. Cortés era un hombre oportunista, machista y egoísta y como dice Franco, “tomando en cuenta que a medida que avanzaban iban inventando y creando mitos sobre las razones que justificaban su misión”. Por lo tanto, Malinalli no tenía otra opción más que aliarse con los españoles. Es más, La Malinche de Esquivel, nos señala los sentimientos que sentía esta mujer al tener que interpretar tan semejante noticia a Moctezuma. Malinalli “se sentía abrumada por sus pecados, pecado como haber mirado a los ojos a Moctezuma, cuando tuvo que traducir la entrega del reino a Cortés”. Ser dominada por Cortés y convertirse en su intérprete la hacía sentir débil e inculta. Cortés le hizo creer a ella que él la iba a proteger de “falsos dioses” y “prácticas paganas” pero según Malinalli, “ser protegida por Cortés representaba ser una mujer débil e ignorante”

Otro punto de vista que merece ser considerado en cuanto a la traición de Malinalli es si ella realmente traicionó a su pueblo, quizás a los aztecas. Sabemos que Malinalli no era azteca y en ese entonces, no existía un país entero. El imperio azteca no dominaba a todas las tierras mexicanas. Los indios tampoco componían una raza de un mismo género. La mayoría de ellos idolatraban al dios Quetzalcóatl y no estaban de acuerdo con las creencias de los aztecas que practicaban rituales religiosos que demandaban sacrificios humanos. Además, su propia gente consideraba a Moctezuma como un líder cruel. Así que decir que Malinalli traicionó o vendió a su patria no tiene sentido. Quizás al ser obligada a engañar a los que la rodeaban la hicieron ver como una traidora. Sin embargo, ella fue la traicionada. Fue vendida, regalada o robada a otros grupos indígenas por su propia madre y ni que decir, dada como regalo al verdadero enemigo de México. Esto dejaría a cualquier persona con un sabor de remordimiento. Sólo podemos especular los efectos psicológicos que todo esto le infundio en ella. Malinalli no pudiese haber sentido lealtad a su gente si ella consideraba a Moctezuma como un cruel líder como lo hicieron otras tribus, y, por ende, tenía razón para ayudarle a Cortés. No podemos esperar que una mujer pudiese traicionar a su gente o a una patria cuando su propia gente y patria la traicionaron a ella.

La conquista no fue una historia de amor. Esta es una historia de un contrato de esclavitud. Más allá de ser traicionada, existe la tragedia de una mujer violada por hombres machista. La Historia nos dice que los españoles estaban acostumbrados a creer que las mujeres se trataban como propiedad y tenían el deber de proporcionar los servicios sexuales cuando se le diera la gana a un hombre. Para celebrar sus triunfos de Tenochtitlan, Cortés fornicó con Malinalli, cosa que a ella no le pareció al sentirse pecadora y profanada.  Franco identifica la hipocresía de Cortes al sugerir que “Cortés amonestaba a Moctezuma con discursos a favor de la monogamia”. Cortés considera a los hombres activos en el mundo y a las mujeres como una colaboradora pasiva a su entera disposición. Cuando terminó la conquista de México, Cortés se lleva a la ya embarazada Malinalli a vivir en Coyoacán. Malinalli, da a luz a un hijo, Martín Cortés, prueba de que su relación con Cortés se había convertido sexual una vez su papel de intérprete había dejado de ser crucial para él y sus éxitos . El hijo de Cortés y Malinalli creo lo que sabemos es el primer mestizo, un niño con sangre española e indígena. Siglos después, este niño iba a representar el principio de la raza mexicana e iba a convertir a Malinalli en la madre de México. Cuando llegó la esposa de Cortés a México, la relación entre Cortés y Malinalli terminó. El conquistador, en una noche de borrachera, le obliga a su mejor amigo, Juan Jaramillo, que se case con Malinalli con la intención de hacerle el favor a ella de convertirla en una “señora” en vez de esclava. En vez de hacerla legítima él mismo y darle el honor de su nombre, Cortés la forzó a aceptar el nombre de otro y separar sus legados para siempre.

Malinalli incorporó su perspectiva según todos sus encuentros con los indígenas en su interpretación. Sino fuese por su don de poder dominar muchas lenguas, la historia de México no hubiese sido la misma. En realidad, sus interpretaciones eran palabras de otros. Ella no tuvo un papel en lo que iba a contener el mensaje. Simplemente fue una vía en el mensaje, es decir, facilitó la comunicación entre dos partes que no compartían el mismo idioma. Así que cuando se deposita culpa a sus pies, a quienes deberían culpar es a quienes le interpretaba. La Historia tiende a enfocarse en el mensajero y no el mensaje como también en los ganadores y perdedores. Al juzgar a Malinalli por medio de la Historia incorrectamente, la eliminamos de su rol actual y se convierte en una figura histórica de la colonización española. A Moctezuma se le debiese exigir responsabilidad por la destrucción de su imperio. Al mismo tiempo, se le debería considerar responsable a Cortés por la destrucción de una civilización. Ni tampoco nos deberíamos de olvidar que se la culpa también se le puede atribuir a los Tlaxcala por haber traicionado a Moctezuma. De esta manera, podemos aceptar que Malinalli era un ser humano más que un participante en el proceso de la conquista. Aunque la identidad de Malinalli se basa en su don de poder negociar con palabras, ella pudo absorber la cultura de los indígenas con quienes interactuaba y poder formular los mensajes que interpretaba entre ellos. Sólo podemos juzgarla por los resultados de sus interpretaciones y no sus palabras verdaderas. Es obvio que ella puso a los españoles en una muy clara ventaja para poder conquistar. Interpretó de una manera benéfica para los españoles. No obstante, la historia la escriben los vencedores, en este caso, los españoles y, ni que decir, escribirán una historia para beneficiarse ellos mismos.

Después de su matrimonio con Jaramillo, muy poco se sabe de ella y no hay más historias de su vida ya sea por parte de los españoles o los indígenas. Se dice que Malinalli murió alrededor de 1527 o 1528 aún en sus veintes. Tras su muerte, Malinalli se mantuvo olvidada por casi tres siglos. Su identidad ha sido ridiculizada y dudada por las palabras que hablaba, ya sea suyas o interpretadas. Fue vista como un símbolo de traición, amante, madre de una nación mexicana y hasta víctima de violación de la conquista del imperio azteca (Restall 86). En gran medida, fue olvidada por trecientos años hasta que se renovó un interés en la historia del colonialismo español. Tal como Cristóbal Colón se convirtió en una leyenda al reconstruir la historia americana, Malinalli, más bien, la Malinche se convirtió en una leyenda que rehízo la historia mexicana a pesar de la conquista española. Tras ser colonizados por tres siglos, México se liberó de España para formar una nueva identidad después de la Revolución Mexicana. Este nuevo nacionalismo rechazó la cultura española y glorificó sus antepasados indígenas. “In the cultural vernacular she is a scapegoat invoked untold times each day as La Chingada and in the accusation of malinchismo” Los mexicanos batallaron al encontrar esa nueva identidad y descubrieron un chivo expiatorio perfecto en la figura de Malinalli. Ellos podían atribuirle toda la culpa a ella por el exterminio de sus antepasados. En realidad, y como nos dice McBride-Limaye, “Mexico is the only country in Latin America that is truly mestizo, and it is in this vision of creation that La Malinche is the symbol par excellence of cross-breeding of indigenous and European peoples, of cultures, and finally of humanity”. Malinalli glorifica la combinación de culturas en vez de la pureza de cada una. El proceso de mestizaje que Malinalli y Cortés iniciaron convierte a La Malinche en la madre de la raza mestiza y creadora de identidad mexicana, una combinación que permite que la cultura mexicana alcance a sus posibilidades. 

Malinalli vivió una vida corta y brutal desde que era niña empezando como esclava y dentro de sus conquistas con Cortés. Constantemente fue arrastrada de un lugar a otro y con distintos dueños y susceptible de ser violada. Fue ridiculizada por todo lo que hizo independientemente de si ella eligiese sus acciones o no. La caída de el imperio azteca llevó a los indígenas a creer que era una traidora. Muchos creyeron que ella era la razón debido a la lealtad a Cortés y sabían lo importante que era para él. Los indígenas vieron la influencia de Malinalli como ayuda destructiva. A pesar de todo eso, ya sea de manera deshonesta o fiel, Malinalli actuó apasionadamente. Era una mujer inteligente que sabía mucho y era muy hábil y astuta en situaciones de guerra para poder protegerse. Su supervivencia llegó a costa de su reputación durante su vida y mucho más tarde después de morir. Sus palabras tuvieron un impacto significativo en la historia de los mexicanos. Sin su permiso, se hizo intérprete de Cortés convirtiéndose en el vínculo entre distintas culturas, viendo las situaciones de distintas maneras. Esto le permitió reducir la posibilidad de tantas masacres. Es posible que el ejército de Cortés pudiese haber sido vencido si Malinalli no le hubiese dicho de lo que conspiraban los aztecas, pero, de todos modos, la conquista del nuevo mundo estaba a punto de ocurrir. La Malinche ya no es extranjera ni antigua. Más bien es un recordatorio viviente que las mujeres tenemos el poder de hablar por nuestra propia cuenta y mediar entre dos mundos para evitar tragedias sin necesidad de tener fuerza física, dinero o fama. La Malinche vivió su vida y la Historia la hizo una leyenda. Ella es una compleja heroína y no el producto de dos culturas luchando por la supremacía. La historia la juzga por hacer decisiones de manera paradójica en vez de juzgarla como un individuo en busca de un mejor futuro. Al reconocer las circunstancias y hechos de La Malinche, cambia la perspectiva de alguien que ha sido calumniada a alguien que merece ser venerada.

Bibliografía

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  • McBride-Limaye, Ann. Metmorphoses of La Malinche and Mexican Cultural Identity.
  • Compartive Civilizations Review: Vol. 19: No. 19, Article 2. 1988. Pp. 1-29.
  • Restall, Matthew. Seven Myths of the Spanish Conquest. New York: Oxford University Press, Inc., 2003. Print.
22 October 2021
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