La Crisis Económica Que Afecta A Venezuela
La economía venezolana, en particular, tampoco ha escapado a la difusión de la crisis y durante el 2009 se sumió en un ciclo recesivo de considerable amplitud, con una caída del producto reportada por el Banco Central de 3,3%. De hecho, como veremos más adelante, la caída del producto que registra la economía venezolana es sustancialmente mayor a la registrada por el conjunto de las economías emergentes y países en desarrollo, mayor a la registrada por el conjunto de los países de la región latinoamericana y más bien similar a la reportada en las economías maduras; un hecho de por sí inquietante cuando no sorprendente, pues Venezuela no estuvo en el epicentro de la crisis y el discurso político de los decisores de política pública se orientó, al menos inicialmente, en trasmitir una sensación de optimismo y de invulnerabilidad frente a los acontecimientos
Un elemento que viene bien aclarar es que a partir del primer trimestre de 2010, la actividad económica en Venezuela ha estado siendo afectada adicionalmente por la súbita aparición de una restricción en la oferta de energía eléctrica. A nivel productivo, esta restricción se ha venido expresando en un racionamiento más o menos programado de energía que ha llevado a la paralización parcial de numerosas actividades. Este choque puede explicar por qué la economía venezolana muy probablemente continuará cayendo en el 2010 (en contraste con el resto de los países de la región, que parecen salir de los problemas generados por la crisis), pero no tiene valor alguno para explicar la caída del producto en el 2009
Una manera de evaluar el desempeño de la economía venezolana en este escenario de contracción global, es haciendo una sencilla comparación con él otros países de América Latina. Utilizamos para ese propósito cuatro indicadores básicos de desempeño para el conjunto de países de la región y solo para el 2009, momento para el cual se concentran los efectos de la crisis. Estos indicadores son: El crecimiento del producto, la variación interanual del índice de salario real, el cambio en la tasa de desempleo y la variación porcentual interanual de la inversión doméstica total. Estos cuatro indicadores nos colocan en posición de evaluar los efectos sobre la producción, el empleo, la capacidad adquisitiva del salario y el potencial de crecimiento futuro.
Más severamente la crisis en estos aspectos. Naturalmente, se puede contraargumentar señalando que la condición de país petrolero ha colocado a Venezuela en una desventaja inicial (con respecto a sus pares latinoamericanos) ante los embates de la crisis. Después de todo, al interior de los commodities, el ajuste de los precios del petróleo fue muy severo y Venezuela reviste una condición de dependencia al recurso mineral muy particular, incluso en el contexto regional. Desde esta perspectiva, resultaría entonces más pertinente comparar el desempeño de la economía venezolana con el de países cuya estructura económica esté marcada por la dependencia del petróleo. El gráfico 11 permite hacer justamente esa comparación. Allí se puede observar y contrastar el desempeño (en términos de crecimiento del producto) de Venezuela con el registrado en las economías petroleras del Oriente Medio. En todas estas economías la desaceleración del crecimiento fue notable, pero en ninguna las pérdidas de producto llegaron a ser semejantes a la registrada en Venezuela.
Sufre Venezuela durante la crisis. La trayectoria del precio del petróleo en el gráfico 12 deja ver como hasta julio de 2008 los precios del crudo venían en escalada y que fue solo a partir del segundo semestre del 2008 cuando el mercado petrolero mundial comenzó a verse seriamente afectado por las secuelas, de la crisis económica global cuyo desencadenamiento más abrupto se vio con la quiebra del Banco Lehman Brothers (en el mes septiembre de ese mismo año). En este contexto y ante la perspectiva de una recesión económica global aún más aguda que la experimentada en la década de los años 30 del siglo pasado, los precios de los principales productos básicos (y commodities), principalmente el petróleo, acusaron disminuciones hasta finales del 2008 con una velocidad y profundidad nunca antes vista. Para diciembre de 2008 el precio marcador de la cesta de crudos venezolanos se ubicó en US$/bl 31,55. De esa manera, en solo 6 meses el precio del crudo petrolero había caído 68%. Este bajísimo nivel se convirtió en el piso sobre el cual los precios comenzaron gradualmente a recuperarse durante el 2009
Con una caída en los ingresos de origen petrolero de casi 40% en 2009, los enormes saldos superavitarios acumulados previamente en la cuenta corriente de la balanza de pagos quedaron atrás. Desafortunadamente, la caída en los ingresos de origen petrolero no pudo ser compensada por mayores ingresos no petroleros. Por el contrario, la caída de los ingresos no petroleros ha sido una de las manifestaciones más singulares que reportan las cuentas externas de Venezuela en 2009
los efectos sobre la economía venezolana parecen más bien recogerse en la evolución muy negativa que toma la percepción de riesgo soberano justamente con el advenimiento de la caída del precio del petróleo, Pero a diferencia de otros países latinoamericanos que mostraron una compleja mezcla de choques, mayormente representados por reducciones de líneas de crédito hacia el sector privado, tasas de interés más elevadas, menores inversiones de portafolio y salidas de capital de corto plazo, las repercusiones de este enorme incremento en la percepción de riesgo se dieron para Venezuela en dos vías: a través de crecientes salidas de capital privado de corto plazo y en una caída no vista en el saldo neto de la inversión en activos fijos proveniente del resto del mundo.
Venezuela presentaba en el 2008 un cómodo nivel de acumulación de reservas, en un promedio cercano a los 35 mil millones de US$ en el año, De hecho la República cerró el 2008 con un pico histórico de reservas nunca antes visto (42.299 millones de US$). La existencia de un control administrado de divisas con un nivel alto de reservas, parecía entonces una combinación bastante disuasiva a la hora de considerar un ajuste contractivo en las asignaciones de divisas hacia el resto de la economía.
Lo cierto es que, en una economía de por sí inflacionaria, la decisión de recortar el gasto público en términos nominales y de aumentar la tributación, revela un sesgo esencialmente contractivo en la política fiscal, cuya postura más bien válida, y en circunstancias extremas, amplifica los efectos potencialmente perniciosos del choque externo. La caída del gasto del gobiemo en la economía venezolana no solo impacta de manera directa la demanda agregada interna, sino que además promueve, por canales indirectos, importantes efectos sobre el consumo privado. Por esa razón, el ajuste contractivo del gasto público no debe descartarse como uno de los elementos explicativos en la caída de 3,2% que registra el consumo privado en Venezuela en 2009. Esta caída del consumo privado es de por sí bastante importante si se compara con la tasa promedio de crecimiento de 14% que experimentó esta variable en el quinquenio previo al 2009. El consumo privado representa en Venezuela 51% de la demanda global, lo que significa que sus variaciones tienen un efecto dominante en el comportamiento de la demanda agregada interna y en la evolución del producto.
En Venezuela la indexación del salario suele darse una o dos veces al año conjuntamente con cada incremento anunciado por el gobierno del salario mínimo. Es justamente la tasa de incremento porcentual promedio del salario mínimo la regla que con frecuencia gobierna los incrementos salariales en todas las escalas y en la mayor parte de los sectores. Venezuela tuvo en 2009 una tasa de inflación de 27% aun con un ajuste abrupto y contractivo del gasto público y con un control bastante ceñido de los agregados monetarios, lo que indica que para abatir la inflación la mirada merece ser puesta en otras fuentes de alimentación. En una economía que durante 2009 estuvo sometida a controles más estrictos en las importaciones de bienes, y a controles en los precios en una gran variedad de bienes y servicios internos, los ‘cuellos de botella’ suelen ser inevitables, acentuando las desviaciones de los precios relativos y las presiones inflacionarias.