La Cultura Un Recurso Potente Para El Desarrollo De Las Sociedades

 

La cultura es el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones.Conformando qué es la diversidad cultural es la multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los grupos y sociedades. Estas expresiones se transmiten dentro y entre los grupos y las sociedades. El tema cultural es tratado desde varios aspectos: el económico, donde la cultura se vincula al mercado y al consumo y se manifiesta en las llamadas industrias culturales (empresas editoras, casas de música, televisión, cine, etc.); el humano, donde la cultura juega un papel de cohesión social, de autoestima, creatividad, memoria histórica, etc.; el patrimonial, en el cual se encuentran las actividades y políticas públicas orientadas a la conservación, restauración, puesta en valor, uso social de los bienes patrimoniales, etc. A través de los significados de cultura, patrimonio cultural y su relación con el territorio iremos encontrando el significado de una identidad cultural.

Incluyendo el contenido cultural que es el sentido simbólico, la dimensión artística y los valores culturales que emanan de las identidades culturales que las expresan ya que son las expresiones resultantes de la creatividad de las personas, grupos y sociedades, que poseen un contenido cultural. Actividades, bienes y servicios culturales se los ve desde el punto de vista de su calidad, utilización o finalidad específicas, encarnan o transmiten expresiones culturales, independientemente del valor comercial que puedan tener.

Marco teórico

El concepto de identidad cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de forma continua de la influencia exterior. De acuerdo con estudios antropológicos y sociológicos, la identidad surge por diferenciación y como reafirmación frente al otro. Aunque el concepto de identidad trascienda las fronteras, el origen de este concepto se encuentra con frecuencia vinculado a un territorio.

La cultura al ser una construcción social, surge de varias relaciones sociales que no son relaciones armónicas ni están alejadas de conflictos, pues la cultura hace posible interacciones sociales que dan sentido a la vida de un grupo.

En muchas ocasiones, cuando hablamos de paisaje nos estamos refiriendo a lo más íntimo de la relación de un pueblo con un espacio vital, o de un pueblo con su propio país. No se debe olvidar que una de las características fundamentales es la construcción de universos simbólicos, que son los que posibilitan la legitimación de las relaciones entre los individuos de un mundo.

La mayor parte de nuestra cultura, desde hace muchísimo tiempo, está estructurada a partir de la tecnología del alfabeto. El alfabeto introdujo la posibilidad de la memoria más allá de las capacidades mentales de las personas: la posibilidad de dejar algo como texto escrito que sobreviva más allá de su autor. La introducción del alfabeto es ella misma revolucionaria: allí donde las fuentes de autoridad y conocimiento pudieron haber sido antes los ancianos, los sabios, se vuelven ahora los escritos. Al mismo tiempo, aparece la posibilidad de difundir una misma idea tan lejos como puedan difundirse escritos llevando esa idea. La introducción del alfabeto acaba con el ordenamiento oral de nuestra cultura para dar paso a una forma mas “eficiente” de comunicación.

Pero la transformación se vuelve aún mas radical con la introducción de la imprenta, que es para McLuhan “la arquitecta del nacionalismo”. La imprenta transformó por completo las estructuras de poder del medioevo: hasta antes de eso, la cultura y el conocimiento estaban limitados a aquellos espacios donde se podían almacenar, preservar y reproducir los libros copiándolos a mano. En el mundo medieval, esto significaba básicamente los monasterios y las universidades, ambos bajo la directa influencia de la Iglesia católica. Por lo mismo, el ordenamiento medieval estaba estructurado en torno a la religión, pues todo acceso a conocimiento estaba mediado en algún sentido por alguna dimensión del clero. Sólo los monjes tenían suficiente tiempo libre, y el conocimiento necesario, como para leer, estudiar, y reproducir, muy lentamente, los pocos libros existentes.

En la construcción social del término cultura es obligado empezar por lo que llamaremos la construcción humanista. En ella, el término cultura alude, en la tradición occidental, a la palabra latina colere, que significa cultivar, designa pues el proceso de sacar algún fruto de la semilla y en su origen está emparentada con la palabra agricultura, por extensión metafórica Cicerón lo utiliza por primera vez en alusión al cultivo del espíritu humano, en su obra Tusculanae Disputationes, en donde alude al cultivo del alma o “cultura animi”, utilizando una metáfora agrícola para describir el desarrollo humano. La cultura así entendida es una especie de semilla que bien abonada produce el desarrollo del espíritu. La evolución del término llevó a su acepción humanista, según la cual, la cultura consiste en la acumulación de saber y conocimientos. Rousseau en su famoso Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, definió la cultura como algo propio de los seres humanos que les distingue de los animales y se opone la naturaleza. Esta primera dicotomía del término cultura como opuesto a naturaleza, marcará definitivamente su trayectoria conceptual hasta el romanticismo, la cultura es vista como algo artificial, adquirido por el hombre para poder sobrevivir pero que le aleja de su estado biológico propio que es el natural.

Volviendo al paradigma humanista vemos que la comprensión de la cultura como desarrollo de la naturaleza humana atraviesa el Renacimiento, la Ilustración y llega hasta el Romanticismo alemán.

La cultura es un recurso muy potente para el desarrollo de las sociedades y en la actual sociedad del conocimiento su expansión como recurso económico y como canal de difusión de los productos simbólicos es muy grande. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en su documento de 2013 Creative Economy Report, ya nos avisa de la aparición de un nuevo paradigma económico resultado de la unión de la economía y la cultura que trae un ADN en el que se recombinan elementos culturales, económicos, tecnológicos y sociales. La cultura, en este nuevo escenario de la economía creativa, es un factor generador de riqueza y desarrollo.

En el presente artículo se examinarán las nociones de cultura activas en nuestra sociedad y se analizará la construcción de la cultura hoy como un recurso para el desarrollo humano, la socialización y la participación ciudadana. Un valor social importante para generar espacio público, cohesión social, en definitiva, construcción de ciudadanía cultural. Cultura es un término extremadamente complejo. La mayoría de los estudios sobre la cultura comienza con la inútil tarea de fijar los límites de sus significados, de acotar el campo de sus polivalencias, guiados tal vez por la divisa científica de que todo objeto de conocimiento que se precie necesita de un vocablo preciso y riguroso que permita el análisis y la investigación científica.

Pero nada más alejado de la idiosincrasia de este vocablo que la precisión y el análisis riguroso. El hecho es que el término cultura es multidimensional (se aplica a casi todas las dimensiones de la vida humana: científica, social, humanista, artística…), polivalente (valor social, científico, económico, político…), polisémico (cultura alude a las creaciones humanas, al desarrollo de capacidades, a las formas de vida de las distintas sociedades…), dicotómico (se opone a naturaleza, civilización, sociedad, barbarie…) y fluido (Bauman, 2013) como el agua, sujeto a repentinos cambios de estado … Esta complejidad nos hace afirmar, primero, que tal vez pensar sobre la transversalidad, la imprecisión y la fluidez de este término nos acerque mas a la realidad humana que cualquier teoría unificada. Y segundo, que la diversidad de sus construcciones sociales, la pluralidad de su trayectoria histórica y la polivalencia de sus significados sea en si misma la realidad del concepto que intentamos precisar. Así las cosas, el planteamiento de este capítulo se centrará tanto en la complejidad de sus diversas acepciones como en las construcciones socio-históricas del concepto.

La cultura abarca un relación estrecha con la construcción social al mostrarse incluida en el ser humano en todo su desarrollo cognitivo y social, ya que son elementos cotidianos que la sociedad imparte desde el inicio de la vida los que mantienen al individuo empapado de tradiciones y de comportamientos propios de su cultura.

A lo largo de la historia mundial han existido un sin número de culturas diferentes en distintos lugares. Muchas de ellas se mantuvieron aisladas del resto del mundo, pero todo eso cambió cuando comenzaron las colonizaciones, los nuevos habitantes de las tierras llegaban con su propia cultura, sus propias creencias y su propia religión y bajo una excusas de ´culturización´ lo que hacían era imponer su propia cultura sobre la de los nativos de esos lugares, causando así una gran pérdida de diversidad cultural al mundo.

Esta imposición se dio principalmente de dos maneras:

  1. Enseñando su propia cultura como la correcta y alegando que la nativa era errónea.
  2. Eliminando a los nativos.

Fue hasta el año de 1993 que se le conoció como ´Genocidio Cultural´ y aunque no tenga una definición específica se lo entiende como la destrucción de la herencia cultural.

La UNESCO reconoce a la destrucción de la cultura como un crimen. El artículo 7 de un borrador de 1994 de la Declaración de las naciones unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas se lee como: Los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo e individual no ser objeto de etnocidio y genocidio cultural, incluyendo la prevención y la reparación por:

  • Cualquier acción que tiene el objetivo o efecto de privarlos de su integridad como pueblos distintos o de sus valores culturales o identidad étnicas;
  • Cualquier acción que tiene el objetivo o efecto de despojarlos de sus tierras, territorios o recursos;
  • Cualquier forma de traslado de población que tiene el objetivo o efecto de violar o menoscabar cualquiera de sus derechos;
  • Cualquier forma de asimilación o integración por otras culturas o modos de vida impuestos a ellos por medidas legales, administrativas, entre otras.
  • Cualquier forma de propaganda dirigida contra ellos.’
11 Jun 2021
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