La Desinformación En La Toma De Decisiones Y Cómo Evitarla

¿Cuántos de ustedes se basaron en el pronóstico del clima del noticiero para saber cómo salir vestido a la calle? ¿Cuántos de ustedes se enojaron ese mismo día por la tarde, cuando comenzó a llover, y el pronóstico no lo había dicho? Esto no es un ejemplo de desinformación, ya que realmente se pudieron haber confundido, pero deja un pequeño punto para pensar: ¿Y si realmente sabían que iba a llover y no lo informaron? ¿Y si tal vez les traía un mayor beneficio que pienses que no iba a llover? Este ejemplo, que suena hasta ridículo, puede ser el puntapié para frenar por un momento y pensar: ¿Puede ser que en lo que me base para tomar una decisión fue una desinformación?

Para comenzar a introducir la temática en cuestión Guadalupe Nogués en Pensar con Otros dice: “Nuestro acceso a la realidad es imperfecto porque es a través de herramientas imperfectas: nuestra experiencia es subjetiva, nuestros sentidos nos cuentan qué ocurre, y nuestras interpretaciones acerca de lo que significan los hechos pueden variar”.

En el mundo en el que vivimos estamos expuestos a constantes desinformaciones, algunas las detectamos casi inmediatamente, como puede ser una cadena en WhatsApp. Otras, tal vez no. Como diría el actual presidente de EE. UU., hay muchas “Fake news” (Noticias falsas). Estos dichos, a pesar de que Donald Trump puede estar equivocado en muchas otras cosas, son reales. Vivimos en un mundo en el que tener más “clics” o entradas en una página trae ganancias reales. Un mundo en el cual las noticias que más “venden” son las más importantes. El problema está cuando se empiezan a tomar decisiones reales sobre información falsa. Un claro ejemplo es el movimiento antivacunación que ocurre en el mundo, pero especialmente en Italia, donde hasta Vicepresidente del consejo de ministros de dicho país apoya la moción. La vacunación está presente hace más de doscientos años y esto no ha traído ninguna repercusión para el ser humano más que, justamente, prolongar la esperanza de vida. A pesar de la contundencia de los datos que lo demuestran, somos testigos de estos movimientos originados por información que no deja de tener una alta carga de subjetividad, que termina influenciada a la sociedad hacia la confusión o a la toma de decisiones equivocadas.

Esta problemática presenta varios desafíos. En primer lugar, nos podemos preguntar cómo hacer para lograr que la información publicada esté verificada. Lo lógico sería pensar en que esto es sencillo, teniendo datos de donde basarse y medios de comunicación que tienen una responsabilidad moral y ética para comunicar la realidad, debería ser fácil asegurarnos que la información sea verídica. Sin embargo, debido al uso de internet y al aumento de sitios web que publican sin verificar, es allí donde se dificulta la verificación de la información publicada. En segundo lugar se encuentra el desafío de cómo restringir o filtrar la información falsa (o no chequeada) sin que esto signifique una pérdida de la libertad de expresión. ¿Cómo se distingue una opinión de hechos reales? Es evidente la problemática que puede surgir sobre este desafío. Hay una delgada línea entre la información objetiva y la opinión interesada del redactor que puede llevar a generar que una idea u opinión sea tomada o disfrazada como un hecho. En tercer lugar, se encuentra el tema de los “Influencers”. Aquellas personas que debido a su gran masa de seguidores en redes sociales, pueden influir de gran manera en la sociedad. Estas personas puede emitir opinión sobre un tema, pero también pueden desinformar al compartir y fomentar noticias basadas en datos falsos. El último desafío, y el cual considero que es el más determinante en orden de poder cambiar esta tendencia de desinformación, es poder lograr una concientización en la sociedad sobre el tema en cuestión.

Ahora bien, adentrándonos en el último desafío planteado, me pregunto: ¿Cuáles son aquellas herramientas, acciones y estrategias necesarias para trabajar a favor de este imperioso proceso de concientización sobre la desinformación? Indefectiblemente, cualquier plan o estrategia que queramos adoptar tiene que tener como eje central programas de educación, con un horizonte a mediano y largo plazo, que sea transversal a los partidos políticos que están en el gobierno, tomado como política de estado y que trascienda a los gobernantes de turno. Seguramente estamos hablando de políticas cuyos resultados no los veamos necesariamente en el corto plazo. Lograr aumentar la proporción de gente educada permitirá que la sociedad distinga con mayor facilidad las noticias basadas en información falsa o subjetiva. Sumando a la educación, crear campañas de concientización es una buena idea para lograr el objetivo. Un ejemplo de los resultados de una buena campaña fue el ocurrido con la educación vial comenzada ya hace varios años en Argentina, tanto en colegios como en la vía pública, radial y televisiva, dando excelentes resultados como fue la disminución de las muertes gracias al uso del cinturón de seguridad. Aunque aún haya que seguir trabajando en ello, es un gran avance el uso de estos programas para combatir las problemáticas en cuestión.

Para concluir, creo que si la sociedad se concientiza y educa sobre el tema, y empieza a tomar cartas en el asunto, se puede disminuir la cantidad de información falsa que circula libremente sin ser cuestionada (Un claro y simple ejemplo es dejar de compartir y comentar información cuando no se sabe su procedencia y veracidad). Poder entender y distinguir en cuál noticia o información basarse para tomar una decisión u opinión y en cuál no, vendrá acompañado de un avance como sociedad. Se ahorrarían miles de discusiones y se podría utilizar ese tiempo para crecer y focalizarse en los temas de mayor importancia para la población mundial. A su vez se evitarían la toma de decisiones equivocadas o erróneas que terminan costando dinero, tiempo y recursos tanto a los individuos como a la comunidad en su conjunto.