La Ética En El Comercio Internacional Y La Economía
El paralelo entre la economía y los valores humanos.
Haciendo una primera aproximación, debemos conocer los conceptos de economía, Marshall (1890) define a la economía como “La ciencia que examina la parte de la actividad individual y social especialmente consagrada a alcanzar y a utilizar las condiciones materiales del bienestar” (p. 7). Por otro lado Samuelson y Nordhaus (1986) nos dicen que “La economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los distintos individuos” (p. 4). Y como analizaremos los valores humanos en torno a la economía, es conveniente saber los conceptos de ética de la mano de Moore (1995) que define ética como: “palabra de origen griega, con dos orígenes posibles: la primera es la palabra griega éthos, que puede ser traducida por costumbre; la segunda también se escribe éthos, que significa propiedad del carácter” (p. 4), significa entonces el modo de ser o carácter que está relaciona a la costumbre, a la manera de proceder y comportarse, a la buena conducta y al modo de actuar. El comportamiento habitual que determina la naturaleza del hombre como modo de vida.
Felber (2010) insiste que en la economía de hoy en día priman otros completamente diferentes a los válidos en nuestras relaciones personales diarias, aunque estos valores debieran ser la orientación esencial en decisiones, las guías de nuestra vida y nos va bien al practicarlas. Felber (2010) se sostiene en que no debería haber discordancia entre los valores de la economía y los valores de la sociedad. La economía se conduce a la eficacia, el egoísmo y la competitividad, en tanto las relaciones sociales lo hacen en torno a unos valores humanos, como la honradez, la empatía, la confianza o la cooperación. Pero cuando nuestra guía diaria señala hacia una dirección ética de confianza, cooperación, voluntad de compartir y de repente, intercede la economía de mercado, cargada con egoísmo, aires de competencia y codicia, nos encaminamos a una imperante contradicción.
Haciendo un directo enfoque hacia uno de los ejemplos más claros de incentivo de egoísmo, codicia, avaricia, envidia, la falta de consideración y de responsabilidad, nos encontramos con el Capitalismo. La economía Capitalista trata de un sistema económico y social basado en sistemas que buscan la maximización de los beneficios y el empoderamiento de la competencia en donde los medios de producción deben ser de propiedad privada y el capital sirve como fuente para generar riqueza.
De esa estructura productiva deriva todo un orden social, relaciones interpersonales, ideología, toma de decisiones, modos de actuar y pensamiento subjetivo, sin dejar de mencionar también que el capitalismo es el único sistema económico de la historia que carece de un código moral propio y específico.
Comercio Ético y no Ético
La acción de comerciar bajo pautas éticas, sin la imperiosa necesidad de “ganar más” a costa de todo, es una cuestión de muy poca visibilidad en los nuevos tiempos, mucho más aún en los países en desarrollo. Es fácil decir y sostener que los nuevos mercados con sus nuevas exigencias requieren de decisiones drásticas, competitivas, y no aceptar que sobrepasamos nuestra postura ética, nuestro profesionalismo antes los hechos asumidos.
Al mismo tiempo no podemos pasar por alto que actualmente, en el mundo comercial la verdadera paradoja existente no se refiere al proteccionismo y el libre comercio, ambos temas muy cuestionados, sino al comercio ético y no ético. Felber (2018)
Para aclarar mejor la idea expuesta por Felber primeramente debemos saber, ¿Qué es el proteccionismo? Esta es comprendida como una política económica que busca proteger la producción nacional imponiéndole todo tipo de restricciones arancelarias a bienes importados, de forma a encarecerlos y empobrecerlos competitivamente frente a los bienes nacionales. En tanto lo opuesto al proteccionismo tenemos al libre comercio, en el cual los países involucrados operan libremente en importación y exportación de los bienes, con medidas arancelarias de igual valor para cada país integrante del bloque, en pocas palabras se puede decir que no existen barreras comerciales.
Lo lógico sería que debe haber menos barreras comerciales entre las naciones contribuidoras del desarrollo sostenible, de la diversidad cultural, de la distribución justa de la riqueza, y más bien deberían poner barreras a todo aquel país que incumple los derechos humanos y contribuye al empeoramiento de situaciones de cambio climático.
En la actualidad sucede todo lo contrario, todo comienza con el tipo de relaciones que intervienen en las negociaciones, un ejemplo de ello son los problemas de relacionamiento en torno a la crisis comercial entre China y EE. UU. se tensiona mayormente a principios del año 2018, en donde el gigante asiático, China presenta una denuncia contra Estados Unidos ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), la misma tiene un trasfondo de varios episodios en la llamada ‘guerra comercial’ desatada recientemente entre ambos países.
Se trata de un conflicto entre ambas naciones con respecto a los aranceles comerciales entre sí. Este tipo de conflicto generalmente surge porque las naciones involucradas están tratando de mejorar su balanza comercial con la contraparte en el conflicto, según el Business Dictionary. En el caso de EE. UU., por ejemplo, su déficit comercial con China asciende a US$375 mil millones. Hay alzas en las tarifas de determinados productos, que finalmente recaen en el consumidor; el precio del dólar, la inseguridad de inversionistas en la Bolsa de Valores, y muchos otros acontecimientos que parten de esta gran problemática.
En cuanto a discriminación o evasión de aranceles no resulta un caso desconocido para Latinoamérica o por qué no también para Sudamérica, en donde el comercio exterior se ve envuelta por acciones ilícitas de toda índole.
Podemos observar lo inminente del canibalismo económico al que está sometida la sociedad mundial actual, aun existiendo muchas teorías económicas que apuntan a un mejor reparto de la riqueza. Hay que convencernos de los fines sociales que debe tener la economía mundial, que el comercio sea proporcional y justo para todos, apuntar al deber ser de su práctica dentro de la economía. El profesional de comercio exterior debe ejercer su profesión poniendo en primer plano su posición ética y que sus prácticas dentro de la misma sea equivalente a su ética.
En mi vivencia personal puedo decir que me ha tocado vivir de cerca con personas que actuaban de forma ilegal, a toda costa en pos de engrandecerse y construir su propia riqueza. No podemos culpar a todos, ya que existen personas quienes sí luchan contra la competencia desleal, el contrabando, el capitalismo, el canibalismo y otras oscuridades del mundo económico, las cuales sí pueden ser combatidas por medio de la buena práctica y justa aplicación de las leyes.
“Toda persona, en tanto no viole las leyes de la justicia, queda en perfecta libertad para perseguir su propio interés a su manera y para conducir a su trabajo y su capital hacia la competencia con toda otra persona o clase de personas”(P.877).
Pienso que la economía es siempre buena y tiene fines altruistas, solo que el hombre se ha vuelto consumista.
Podemos concluir con que el profesional en el área de la economía y los negocios, como también las autoridades deben tomar decisiones inteligentes y diplomáticas entre los países, para evitar el enfrentamiento constante a estas problemáticas, deben dar solución a las mismas. Es un hecho que la toma de decisiones se influencia desde sus respectivas realidades y la mayoría de las veces las soluciones se dan en la presencia o ausencia de la ética.