Concepto e Idea De Una Ciudadanía Global
Históricamente el término ciudadanía tiene relevancia en la cúspide revolucionaria de finales del siglo XVIII como es la Revolución Francesa, a partir de la cual nace la idea del Estado-nación y se solidifica la construcción del concepto de actores políticos de la dinámica social como ´ciudadanos´, es decir, objetos de poder. Para esto, la idea del reconocimiento de la dignidad humana como elemento intrínseco del individuo es sólida y ya establecida, concepto que excluía a la estructura de esclavitud social, cuyas partes no lograban la categorización de “personas como componentes de una colectividad”.
Más adelante se atribuye el concepto de ciudadanía a los individuos dentro de un espacio con limitaciones aristocráticas, es decir aquella facultad dependía del estatus del individuo en sociedad, por lo que es posible referirse a la calificación de un individuo como ciudadano, como un privilegio del mismo. Por ejemplo, en el Imperio Romano, se calificaba como ciudadano a aquel que pertenecía a una élite o a aquel que mantenía un vínculo religioso, jerarquización equivalente en los sistemas de monarquías posteriores como la nobleza o el clero.
Sin embargo, aquellos privilegios antes atribuidos a las minorías aristocráticas se han convertido actualmente en derechos, al ser iguales para todos en cuanto a su accesibilidad, factor que logra modificar la definición de ciudadanía como una construcción social acompañada de procesos de inclusión y exclusión.
Es por esto que hoy en día y tras la aceptación inherente de conceptos políticos como estado y soberanía, la palabra ciudadanía se refiere al “cúmulo de derechos y deberes que cada ciudadano tiene.” (Borja, 2012). Sin embargo la modernización de la misma liga su conceptualización como aquellos derechos dotados a cada individuo en relación con un gobierno de Estado territorial soberano.(Gildardo, 2004)
Thomas Marshall teorizó en 1949, tres factores que determinan la actuación del papel ciudadano en las sociedades capitalistas: El factor civil, donde el individuo tiene derecho del ejercicio de libertades individuales, El factor Político, donde el individuo puede elegir y ser elegido democráticamente y finalmente, un factor Social, que le garantiza al individuo una vida digna. (Parada, 2009)
Rodrigo Borja apoya esta conceptualización al exponer en la Enciclopedia de la Política que “A cada individuo se le atribuyen derechos como elementos políticamente activos a su Estado, que son civiles, sociales y políticos y derechos inherentes al individuo por su calidad humana”, factor que nos permite introducir tempranamente el concepto de ciudadanía como un concepto global o cosmopolita.
Esta categorización evoca una serie de cuestionamientos filosófico-políticos al introducir a la discusión el concepto de una ciudadanía cosmopolita, es decir que traspasa fronteras. Por lo que contrasta el ser ciudadano como estar inserto en un estado, con el ser ciudadano cosmopolita que presume pertenecer a una comunidad supraestatal o jurídico política. (García, 2003 p.23)
Contemplar el concepto de ciudadanía global como un ideal, tiene raíz en la idea de que aquella calificación ciudadana era completamente utópica al ser inconcebible una relación de derechos políticos entre estados o naciones autónomas y diferentes, noción que surgió a principios de los años 90´como resultado de importantes conflictos bélicos que marcarían la historia del mundo como concepto social y de cada Estado-nación como concepto político para siempre.
Esta idea se materializa por ejemplo, a finales de la Primera Guerra Mundial con la creación de una institución llamada Sociedad de las Naciones que nace en respuesta a la necesidad de un sistema internacional de organización y regulación política y ciudadana, la cual sería tal vez, la primera institución que percibió la idea de un mundo globalizado. Sin embargo, a pesar de cuán positiva fuera esta atribución extemporánea a su época, la institución fracasaría al ser criticada por su accionar contradictorio al sancionar a un país parte importante del gran conflicto bélico, aislándolo de sus derechos con razón de regulación jurídica.
Actualmente, a pesar de haber superado aquellas desigualdades que reinaban en las monarquías, aristocracias y dictaduras, existen distintas formas de desigualdad y por ende de organización ciudadana en relación a sus derechos. Por una parte, gracias a los derechos civiles, todo aquel que pertenezca a un territorio calificado Estado-nación, tiene el derecho de acceso a sus servicios básicos y libertades de expresión, pero surgen distintos problemas sociales al evaluar a las colectividades desde un punto de vista de participación laboral activa, crecimiento económico ciudadano y de mantenimiento de recursos naturales, es decir, no se evalúa el nivel de acceso a las instituciones sino la calidad de las mismas.
Para ello, es necesario extrapolar los derechos ciudadanos y categorizar a la ciudadanía con la diferenciación, por ejemplo, de los derechos socioculturales y de colectividades, las mismas que pertenecen a diferentes estados o naciones. Los primeros hacen referencia a una comunidad global y rompen con la característica básica de un derecho humano al ser diferentes para cada grupo que sea calificado como minoría (de ahí la importancia de la diferenciación de equidad como derechos correspondientes de acuerdo al individuo e igualdad como los mismos derechos para todos), y los segundos hacen referencia a municipalidades o personalidades jurídicas.
Por el contrario a lo establecido anteriormente, establecer la definición de ciudadanía global como una posibilidad jurídica incuestionable sería menospreciar el carácter excluyente del concepto de ciudadanía que en términos de sentido colectivo, fortalece a una comunidad, estado o nación al permitirle compartir socialmente, identidad, cultura e historia.
En conclusión, es posible afirmar que actualmente no existe Estado o nación, que sea regulado por leyes ciudadanas que ignoren completamente las necesidades de sus minorías grupos de la tercera edad, mujeres o personas con capacidades diferentes, o grupos con diferenciaciones socioculturales y de colectividades, es decir, para que exista un Estado justo, se debe abarcar procesos de inclusión y exclusión inter e intrasociales, esto se puede generalizar si evaluamos el concepto de ciudadanía como aplicación a la población mundial y no solamente a un Estado o nación, por lo que podríamos paralelamente establecer la importancia de una diferenciación de ciudadanía global (o del mundo) y local (o de cada estado).