La Imagen De Dios Y El Cuerpo Mistico De Cristo

Introducción.

Describe el “Misterio de la Iglesia” según el Concilio Vaticano II a la luz de lo que contienen los números 1 a 8 de la Constitución dogmática Lumen Gentium, haciendo un comentario de esos textos. El capítulo Iglesia-Misterio comprende toda la historia de la Iglesia en su dimensión horizontal, desde la creación del primer hombre hasta de los tiempos. La Iglesia, como don de Dios, única esperanza del mundo, poseedora de la verdad revelada en toda su plenitud, es base espléndida para un ecumenismo realista y constructivo: revive una eclesiología comunitaria enmarcada en el misterio de los siglos. 

Todos los cristianos unidos entre sí y en Cristo. Comunidad de cuantos creen en su divinidad, siguen sus enseñanzas, observan sus preceptos, viven su vida y se aman mutuamente. Los elementos de este vivir comunitario y social, con perspectivas sobrenaturales, constituyen el rostro visible de una iglesia en lucha perenne.

El sentir católico identifica la Ecclesia Espíritus y la Ecclesia iuris. En Cristo las dos naturalezas, divina y humana, están perfecta y armónicamente unidas, y, en la Iglesia, lo humano sintoniza con lo divino.La iglesia, en su condición de continuadora en la historia de la humanidad de la persona y de la misión salvífica de Cristo, está llamada a ser: Un ”signo” claro e inequívoco de esa misma salvación, así como Jesucristo fue para nosotros en su humanidad, el sacramento de Dios, así la Iglesia es en el mundo y para el mundo, sacramento de Jesucristo.

Un “instrumento” fiel, pues no solo es signo de salvación, sino que con la fuerza y por la fuerza del Espíritu Santo, la hace presente y la ofrece a todos los hombres hasta el fin de los tiempos. Signo porque dispone “de una estructura social visible, señal de unidad en Cristo” .

Desarrollo.

EL MISTERIO DE CRISTO Y EL MISTERIO ECLESIAL.

Lumen gentium afirma la existencia de la Iglesia como misterio en el sentido del Vaticano I. Misterio por lo que tiene de secreto, profundo e inaccesible a la razón; misterio por lo que tiene de prolongación del Verbo encarnado, es un misterio cristiano, misterio sacramental pues en su seno Cristo es ofrecido a Dios en sacrificio. El misterio eclesial se inserta, según la Constitución dogmática De Ecclesia, en el misterio de Cristo, y, en consecuencia, la Iglesia, como prolongación del Verbo humanado enraizado con el decreto divino de nuestro rescate dentro de la historia de la salvación.

El Concilio Vaticano II, afirma que la Iglesia, afirma, es divina y humana a semejanza de su Cabeza, Cristo. Lo divino está constituido por sus elementos esenciales, Cabeza y alma, Cristo y su Espíritu septiforme; las instituciones introducidas por los hombres es lo humano. La Biblia, Padres y Magisterio de los últimos Papas, en especial del gran León XIII en Satis cognitum y Pío XII en Mystici corporis son los pivotes sobre los que gira el texto conciliar de Lumen gentium en sus capítulos iniciales. En ellos toma la Iglesia conciencia de sí misma, de su responsabilidad en la vida sobrenatural de sus hijos, y se autodefine como misterio de salvación e invita a los hombres a participar de sus bienes.

Pablo VI precisa en la Evangelii Nuntiandi: que la salvación de la que la Iglesia es signo e instrumento “debe abarcar al hombre entero, en todas las dimensiones, incluida su apertura al Absoluto que es Dios”. Los derechos y deberes de toda la persona humana, la vida familiar, la vida comunitaria de la sociedad, la vida internacional, la paz, la justicia. Hasta los procesos de liberación que están viviendo en muchos pueblos.

LA iglesia Cuerpo Místico de cristo

La Iglesia, en la Escritura, se nos revela como asamblea de fieles, congregatio fidelium, comunidad de amor, reino de Cristo, esposa del Cordero y Cuerpo de Cristo. La imagen del Cuerpo místico es una de las verdades centrales en las cartas de Pablo. Somos incorporados a Cristo hasta ser Cristo todo en todos.

Iglesia-Encarnación.

Las palabras de la Constitución dogmática son palabras de cautela. Se establece el hecho, pero no se aclara la naturaleza de esta analogía confesada. Lo más sencillo y elemental es acentuar la duplicidad de elementos en la unicidad del sujeto. La Iglesia es, sí, semilla, fermento, comunión de vida, de verdad, de acción salvadora, y al mismo tiempo es estructura visible, sociedad comunitaria y jerárquica. En una palabra es «sacramento de Cristo». La forma existencial concreta se traduce por una misión apostólica y divina. La Iglesia “es en Cristo como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”.

Conclusiones.

La Iglesia, en consecuencia, es imagen de Cristo hecho hombre; algo así como su ley existencial, la epifanía de su vida, de su dinamismo sobrenatural, de su estilo al afianzarse en las naciones, y su historia es un equilibrio permanente entre lo divino y humano. Cristo es el verdadero sacramento de la salvación. Cristo es, en su persona, el gesto salvífico más claro y evidente que Dios ha hecho, para demostrar objetivamente su amor inquebrantable al hombre: “tanto amó Dios al mundo, que le dio su propio Hijo”.

En Cristo se revela, en toda su plenitud y definitiva el designio eterno de Dios de salvar a todos los hombres, sin distinción de raza, lengua, pueblo o nación. En él, plenamente hombre, habitado por la plenitud de la divinidad, se ha encontrado real y objetivamente Dios con el hombre. En él, plenamente Dios, se encontró auténtica e inequívocamente el hombre con Dios.

14 April 2021
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