La Innovacion Como Estrategia Para La Globalización
La globalización es un proceso dinámico, de gran crecimiento que ha generado importantes cambios en los escenarios económicos y comerciales, propiciando la interdependencia de los países y por ende de los mercados, por lo que las unidades empresariales, deben reconocer la importancia de implementar estrategias que les posibiliten emerger y alcanzar el liderazgo, siendo el principal mecanismo la innovación. La cual, desde tiempos remotos ha sido considerada como una de las herramientas más indispensables para la internacionalización de las empresas, puesto que, al ser un factor estratégico permite llegar a esos segmentos o nichos de mercados que han sido poco explorados o que nunca han sido estudiados.
Según Schumpeter (1935), la innovación es “la introducción de un producto nuevo para los consumidores o de mayor calidad que los anteriores, la introducción de nuevos métodos de producción para un sector de la industria, la apertura de nuevos mercados, el uso de nuevas fuentes de aprovisionamiento, o la introducción de nuevas formas de competir que lleven a una redefinición de la industria”. Dicho autor popularizó la idea de “destrucción creativa”: referenciando que los procesos innovativos acababan con viejas formas de hacer las cosas e introducen nuevos y superiores paradigmas, más productivos, eliminando los preexistentes en un constante proceso competitivo.
Por lo anterior, se debe entender a la innovación como un esfuerzo continuo que no solo va enfocado o relacionado a los bienes y servicios que se producen, sino que, va relacionada a toda la cadena de valor de las compañías, comprendiendo desde su estructura y sus procesos, hasta su forma de comercialización, de esta manera, lo define Anderson, Potocnik y Zhou (2014), la innovación abarca todos las operaciones de la empresa, combinando las capacidades técnicas, financieras, comerciales y administrativas, permitiendo a su vez el lanzamiento al mercado de nuevos y mejorados productos o procesos que hacen más competitivas a las firmas.
Posteriormente Ferrás, X. (2014), expuso que “Innovar es explotar con éxito nuevas ideas o nuevos conocimientos, asumiendo más riesgo que los competidores, para conseguir una posición competitiva superior”. Al mirar la innovación como una estrategia competitiva que mejora el posicionamiento, se infiere que dicha herramienta es la capacidad que poseen las organizaciones para desarrollar bienes y servicios de forma más eficiente y eficaz, a un menor costo, combinando el uso de las habilidades del talento humano y de las tecnologías, para lograr captar el interés de los consumidores del mercado nacional e internacional, gracias a la introducción de productos innatos o nunca antes vistos.
Por lo tanto, hay que resaltar que para lograr altos niveles de innovación y competitividad, las organizaciones deben fortalecer sus habilidades, capacidades internas, asignar recursos e inversión para actividades de investigación y desarrollo, con el fin de capacitar a su personal para convertirlos en generadores de ideas; el objetivo principal debe estar enfocado en crear una cultura innovativa que se extienda, fluya y sea aceptada por todos los niveles organizacionales.
Además, se debe llevar a cabo una constante vigilancia del entorno y de los avances tecnológicos, esto con el fin de que la empresa pueda prever, evolucionar y adaptarse rápidamente a las constantes variaciones de los mismos, situándose un paso adelante de sus competidores, para ello, las organizaciones deben realizar modificaciones de uno o varios aspectos de la misma, que tengan como objetivo la creación de nuevos valores que satisfagan necesidades, que permitan expandirse y que generen un mejor posicionamiento de mercado.
Ahora bien, es fundamental anotar que según Benítez, J.E. (2017), hace muchos años atrás, la política empresarial de la gran mayoría de las naciones, no se enfocaba en conquistar el mundo; sino en masificar grandes cantidades de dinero al interior de sus países; sin pensar, en acceder al inmenso mercado global y rivalizar con otras empresas que estaban del otro lado de sus periferias.
A nivel mundial, los aranceles eran prohibitivos y los empresarios, se centraban en satisfacer las necesidades de compradores de sus propios estados, sin duda alguna, la división del mundo en fragmentos aislados condicionaba de manera negativa las mentalidades de los empresarios que se consideraban grandes emprendedores y de los posibles clientes potenciales que existían en el mercado internacional.
Sin embargo, es propicio agregar que desde hace mucho tiempo, ésta situación ha sufrido cambios significativos y relevantes. Dado a que, la economía internacional a finales del siglo anterior, evolucionó de forma considerable, adoptando una serie de factores que llevan implícita la noción de la internacionalización económica entre las cuales se pueden destacar, el progreso de la inversión directa en el exterior, la innovación en los procesos, productos y servicios, la constante transferencia internacional de tecnología, el aumento progresivo de los movimientos internacionales de capitales y la creciente cooperación internacional.
Actualmente, el entorno económico internacional y empresarial, es más dinámico y global; esto según Benítez (2017), se refleja en el auge que tuvo el comercio mundial en las últimas décadas del siglo XX, lo cual, trajo consigo el incremento de la inversión extranjera directa, sustentada muchas veces en el valor agregado que tengan las compañías. Esto deja claro que el principal objetivo de una entidad al internacionalizarse, debe ser obtener ventajas que le permitan superar y ser mejor que la competencia; por lo que las grandes decisiones sobre qué y en cuales mercados iniciar, cómo penetrar en ellos, la clase de organización a adoptar en ese lugar, son juicios que requieren de un análisis exhaustivo de carácter estratégico, que incluya la innovación como un plus adicional, que ayude a impactar en un nuevo escenario.
