La Inseguridad y Su Relación Con La Economía Y La Política
La inseguridad y delincuencia están obteniendo una postura mas global en el cual influye a todos como una sociedad diversa, dejando de lado una postura homogénea de la misma y eso genera conflictos entre los actores de la sociedad. Las personas viven con miedo, y cuanto mayor empeño en remedios inmediatos más nos alejamos del objetivo real de solucionar el problema.
Analizando el tema podemos definir inseguridad como la falta de seguridad sobre el individuo y su entorno, ese peligro continuo a distintos factores que pueden ocurrir. La inseguridad social hace referencia a la violencia, los delitos, crimen y malestar que afecta a la sociedad en su conjunto, como es el delito, la principal fuente de inseguridad social es la violación de la ley vigente en un estado de derecho y que puede manifestarse de diversas maneras, aunque, en todas ellas se encuentra muy presente la violencia. Estos actos contrarios a la ley vigente generan una sensación constante de inseguridad y vulnerabilidad dentro de la población. Ya que todo aquello que ponga en peligro la seguridad provocará una sensación de inseguridad, pudiendo generar como analizo Giddens (1982) los individuos con una conducta desviada, son aquellos que se niegan a vivir según las reglas que aceptamos la mayoría que no se adaptan a lo que la mayoría de las personas definiría como reglas normales de aceptabilidad por eso puede definirse la desviación como la falta de conformidad con una serie de normas dadas, que sí son aceptadas por un número significativo de personas de una comunidad o sociedad. Todas las normas sociales van acompañadas de sanciones que fomentan la conformidad y que protegen contra la falta de ella. La misma norma puede generar, como define Durkheim(1912) una anomia que es la ausencia de normas, la tendencia transgresora de las reglas, tanto a nivel colectivo, cuando una crisis severa de la estructura social rompe las normas existentes y unas nuevas normas aún no se consolidan, o también a nivel individual cuando las normas no se cumplen de manera permanente, basado en una mirada funcionalista como método de retorno al sistema debe existir un método de sanción en el cual, la sanción es cualquier tipo de reacción por parte de los demás ante el comportamiento de un individuo o grupo con el fin de garantizar que se cumpla una determinada norma.
El mayor problema de la seguridad es la anomia de la norma aunque solo es el principio ya que eso genera una conducta criminal dentro de la sociedad, como analizo Bauman (2000) el aumento de la criminalidad no es un problema de descuido o de mal funcionamiento de la sociedad, sino un producto propio de la misma sociedad de consumo, en el que cada vez más se hace más grande la brecha entre aquellos que desean y son capaces de satisfacer sus deseos pero son incapaces de actuar de la manera en que se espera que actúen, eso genera ambientes de conflicto y zonas rojas en las ciudades. Refiriendo a la sociedad uruguaya está pasando por un cambio importante en el ámbito social ya que por la globalización y las migraciones que están ocurriendo a nuestro país hacen que exista una diversidad cultural en el territorio, Según Macionis y Plummer (2007) son resultado de estos nuevos escenarios a menudo han contribuido a generar entornos en donde crecen los grupos minoritarios y se incrementa la marginación. Ya no existe un sólo conjunto social perteneciente a una nación o región, sino que múltiples colectivos surgen en diversos espacios, estimulando la falta de pertenencia geográfica y social, la desconfianza y la sensación de inseguridad. La falta de educación, contención y recursos conduce a amplios sectores sociales a situaciones de alienación y violencia que, contribuyen a la sensación de inseguridad por parte de la sociedad en su conjunto, esa sensación esta dado por la acción social que tiene cada individuo, como lo definió Weber (1922) la acción social como cualquier tipo de proceder humano orientado por las acciones de otro, las cuales pueden ser presentes o esperadas como futuras. Esa acción social ocurre en todas las situaciones actuales con la inseguridad es ese miedo o desconfianza al otro logrando así un etiquetaje del otro individuo, uno de los enfoques más importantes para comprender la delincuencia se denomina teoría del etiquetaje, según la teoría del etiquetaje analizado por Becker (1963) interpretan la desviación no como una serie de características de individuos o grupos, sino como un proceso de interacción entre desviados y no desviados. Los que representan a las fuerzas de la ley y el orden o los que pueden imponer definiciones de la moralidad convencional a otros, constituyen la principal fuente de etiquetaje. Por tanto, las etiquetas utilizadas para crear categorías de desviación expresan la estructura de poder de la sociedad. Por lo general, las reglas que definen la desviación y los contextos en los que se aplican, las definen los ricos para los pobres, los hombres para las mujeres, los mayores para los jóvenes y las mayorías étnicas para las minorías.
Eso genera lucha de poderes y un campo de acción de los mismos, según Bourdieu (1995) podemos decir entonces que la estructura de un campo se define por tres aspectos interrelacionados, un conjunto de intereses en juego, unas reglas definidas y agentes dispuestos a jugar dotados de los habitus necesarios para desarrollar tal juego, es decir, contar con los sistemas de disposiciones necesarias para luchar y privilegios de ese campo. Un estado de relación de fuerzas entre agentes e instituciones intervinientes en la lucha, cada uno armado con su propio capital acumulado en luchas anteriores y que orienta las estrategias a seguir y finalmente se da un acuerdo tácito entre los agentes de que existen una serie de intereses comunes vinculados a la existencia misma del campo, situación que define, una complicidad objetiva que subyace en todos los antagonismos.
Cómo se observa en Bourdieu (1995) no es probable mediante la movilidad social individual. Es preciso modificar el estatuto de las instituciones. En Foucault (1997) esto está también presente: El humanismo consiste en querer cambiar el sistema ideológico sin tocar la institución; el reformismo en cambiar la institución sin tocar el sistema ideológico. Bourdieu (1995) examina el papel central de la violencia simbólica en la preservación de la normalidad social y las formas de acción política capaces de enfrentar el orden simbólico dominante. También para Bauman (2000) la seguridad sin libertad nos hace esclavos, pero con libertad sin seguridad eres una especie de plancton flotando por ahí, no un ser humano. En referencia al Estado y su capacidad de discernir entre un narco y un laburante, para Bauman a diferencia de la clase trabajadora; la clase que cumple una función indispensable para la sociedad y de la clase baja; que pertenece a la imagen de una sociedad con movilidad, la infraclase remite a una sociedad que no es accesible para todos, que excluye a una categoría de gente a quien se aplica la ley negándole o retirándole su aplicación, gente sin valor de mercado, y como resultan inútiles sólo se repara en ellas por los peligros que representan. La violencia, la criminalidad y las incivilidades conforman una cultura marginal que destruye todos los principios de tolerancia, convivencia y respeto por el espacio compartido. El problema es definido en términos de culturas ciudadanas, es decir, como la suma de comportamientos, valores, actitudes y percepciones que comparten los miembros de una sociedad. La inseguridad en el Uruguay constituye un dato decisivo del proceso social uruguayo. Entre otras razones, porque desde hace décadas se advierten grietas en las estructuras, crisis en los sistemas de protección, deterioro de los lazos sociales y temores en los hombres y las mujeres. La autoridad del Estado se evapora en el contexto de una modernidad líquida y de un desarrollo que genera de forma incesante un contingente de excluidos. En nuestro país el miedo se ha transformado en un articulador de la sociabilidad.
Los discursos sobre la inseguridad refieren a sujetos y lugares. Además de los fuertes consensos que se obtienen, es posible diferenciar discursos según la percepción de los lugares inseguros: “la inseguridad asociada a un ‘lugar al cual no irían’ cobra en las clases altas la forma de lugares vagamente identificados y de amplia extensión en el territorio: ‘zonas marginales/periféricas/rojas’. Por su parte, en los grupos de clase media el nivel de especificación aumenta vinculándolo fundamentalmente a barrios concretos, mientras en las clases bajas se agudiza un esfuerzo por delimitar e intensificar como inseguros a lugares bien concretos (una esquina, un baile, etc.) y/o personas/habitantes particulares de cierto barrio o con ciertos comportamientos o prácticas” (Filardo et al., 2007). Los discursos sobre los sujetos de la inseguridad habitualmente convergen hacia figuras marcadas por la edad y por el nivel socioeconómico. En las últimas décadas el problema de la inseguridad se ha perfilado como uno de los temas prioritarios en las agendas nacionales de los países de América Latina. El incremento en las tasas de delitos y la elevada sensación de inseguridad han propiciado el desarrollo de políticas de control y prevención que ponen énfasis en el control de la “nueva delincuencia”, vinculada a delitos contra las personas y la propiedad. De modo que la etnometodología se refiere a un método que la gente posee. Es un conocimiento de los asuntos cotidianos que puede ser revelado en forma de razonamientos prácticos. Los estudios etnometodológicos analizan las actividades cotidianas como métodos que sus miembros usan para hacer que esas actividades sean racionalmente visibles y reportables para todos los efectos prácticos, es decir, explicable de las acciones prácticas, de circunstancias prácticas, del conocimiento de sentido común de las estructuras.
Por último, nos basaremos en la tasa de homicidios, son probablemente las más precisas de todas las estadísticas sobre delincuencia. Es importante destacar el carácter relativamente rutinario de muchos delitos violentos. Los asesinatos ocurren por lo general en el contexto de las relaciones familiares e interpersonales. Utilizaremos las estadísticas del ministerio del interior realizada en los años 2011, 2012, 2013. En el año 2011 la tasa de homicidio era de 286 aunque se divide en dos categorías, consumados que son 199 y tentativa de homicidios que son 87. En el año 2012 los homicidios eran de 267, en este caso no tenemos las mismas categorías del anterior año, aunque si podemos analizar que el porcentaje mas alto del motivo de cometer un homicidio es por ajustes de cuenta y conflicto entre criminales, a su vez tenemos los homicidios consumados por menores que son de 38. Y en el año 2013 hubo un descenso de los homicidios de un 3% de variación con el anterior año, bajo el homicidio a 258.
Sería un error ver la delincuencia y la desviación desde un punto de vista totalmente negativo. Cualquier sociedad que reconozca que los seres humanos tienen valores y preocupaciones distintas debe encontrar un espacio para los individuos o grupos cuyas actividades no se adaptan a las reglas que sigue la mayoría. Una sociedad que es tolerante con la conducta desviada no tiene por qué sufrir el desorden social. Si no hay un equilibrio entre libertad e igualdad, y muchas personas no se sienten realizadas es muy probable que la conducta desviada se oriente hacia fines socialmente destructivos.
En los tiempos actuales, la inseguridad se acompaña por el sentimiento de vulnerabilidad y la protección ante los riesgos es la capacidad de adaptación de cada uno, ya que la inseguridad se corresponde con las reales manifestaciones de violencia y criminalidad. Debemos asumir lo relacionado con la preocupación por la delincuencia, la vulnerabilidad social, económica y la sustitución de vínculos sociales por la autonomía individual.
Por lo tanto, la sensación de inseguridad es una realidad autónoma basada en complejos procesos socioculturales, políticos y económicos.