La Inteligencias del Alma de un Ser Humano

Realmente, ¿qué constituye al ser humano? Alma-cuerpo, ese ha sido el dilema por siglos, a partir de ahí han surgido un sin fin de teorías que buscan responder tal situación. Abordar la complejidad de la vida humana sólo desde una perspectiva es ser reduccionista; múltiples estudios han demostrado que el cerebro (parte del cuerpo) es el órgano que guía el resto de procesos del cuerpo humano, hablamos de la sensación, percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje, e inteligencia. Sin embargo, consideramos que estos atributos son propios de igual manera del alma, es decir, existe un alma inteligente, un alma que piensa, siente, cuestiona, existe y, por todo eso, vive, en otras palabras, un alma inteligente. Esta es aquella que tiene esa capacidad de adaptación y readaptación al medio y a las diversas situaciones que en este se le presentan, es esa que no sólo almacena una buena cantidad de información, sino que la reflexiona, la contextualiza y la pone en práctica. Si bien, el cuerpo está compuesto por millones de células que captan y almacenan estímulos, aquellos que ganan importancia son almacenados ahí en el cerebro y, con ello en el alma; en otras palabras, el proceso de inteligencia implica la integración y sucesión de otros procesos iguales de complejos, pero necesarios para conformarse. Vigotsky nos decía que el lenguaje es el signo por excelencia del pensamiento, ese instrumento que al igual que unas herramientas le permiten al ser humano ‘forjar el medio’, comunicarse con el. Pero para hablar de esto hay que tomar en cuenta la comunicación, porque es esta la que como ‘producto mediador final’ va a permitir integrar e intercambiar el pensamiento a través del lenguaje.

Se parte de que el alma es el principio de vida de todos los organismos, la esencia del ser, una propiedad inmaterial que es sujeto y objeto a la vez, la cual se manifiesta en lo material. Los seres humanos estamos hechos para conocer el mundo, tenemos un intelecto que de alguna manera está en armonía con las estructuras inteligibles de las cosas y por eso somos capaces de reconocerlas en lo sensible. (Del Águila, 2015).

Se debe tener claro que el hombre posee una naturaleza individual y general, constituida principalmente por el alma, la cual lleva consigo la integración de dos entidades generales de su proyección, estos son:

  1. El cuerpo; como lo dice platón; como esa cárcel del alma, es decir, ese sustrato anatómico que moldea y que resguarda a la mente y a la propia alma. 
  2. La mente; como un sustrato anatómico conformado al menos por la Corteza, la cual da paso a la producción del pensamiento, siendo este el recinto en el que se llevan a cabo las funciones mentales, procesamiento de estímulos y de información.

Con todo lo mencionado anteriormente, se puede afirmar que el alma es cognoscente y cognoscible o, en otras palabras, adquiere conocimiento aprendiendo del medio y también puede conocerse a sí misma, pero ¿como hace el alma para lograr tal evento? todo ello lo logra a través de una serie de procesos mentales correlacionados que conllevan a la inteligencia. En primer lugar, el ser humano es un ser biológico, cuya alma “adquiere forma a través del cuerpo”; este es importante porque integra una cantidad de partículas primarias que hacen posible la recepción de estímulos, es aquí donde se hace latente el proceso sensitivo, mediante el cual a la llegada de estímulos a nuestro cuerpo, estos son captados a través de receptores sensoriales y son transmitidos por vías nerviosas, posterior a ello se da el proceso de transducción, interpretación y organización de la información en esquemas, manifestándose así la capacidad perceptiva, por medio de la cual se logra el estado de alerta generando así el umbral mínimo necesario para mantener un primer nivel atencional (atención focalizada) en determinado estímulo o situación, lo que a su vez permite responder de forma diferenciadas a tales perturbaciones. Este proceso es esencial ya que va a ser el precursor del registro inicial de la información en el almacén de memoria a corto plazo, lo que implica una codificación, almacenamiento y posterior recuperación de la información; existen diversas clasificaciones de memoria según el tipo de información que se procesa, por ejemplo: cuando manejamos bicicleta se está empleando la memoria procedimental; recordar hechos pasado es gracias a la memoria retrógrada; tener capacidad para aprender cosas nuevas implica una memoria anterógrada o,la memoria de trabajo que permite hacer varias tareas en simultáneo, etc. Debe resaltarse que es este proceso de memorización el que va a dar paso a la formación de esquemas mentales, estructuras que permiten crear patrones de pensamiento que facilitarán predecir y responder de determinado modo frente a eventos específicos; convirtiéndose en un factor imprescindible en la elaboración y ejecución del pensamiento; este último hace referencia a ese proceso psicológico que puede ser de carácter voluntario o involuntario, el cual le permitirá al ser humano reflexionar, creando así ideas del entorno y de el mismo, además, se puede agregar que el alma vendría siendo una propiedad de la cual el pensamiento conforma uno de sus atributos, siendo este una forma de manifestación y a la vez el indicador de que esa alma determinada está existiendo. 

Es importante tener en cuenta que es casi imposible conocer el pensamiento mientras éste no se reproduzca a través del lenguaje, puesto que este es su medio de expresión, como también que las imágenes, conceptos y el lenguaje mismo son los principales ladrillos de construcción del pensamiento. Para Jean Piaget, el pensamiento se produce de la acción, y el lenguaje es una más de las formas de liberarlo de esta. Resaltando el papel que juega el lenguaje dentro del pensamiento, debe mencionarse que este posee un carácter bidireccional, primero, porque permite transmitirlo de diversas formas y, segundo, se convierte en agente de su producción, en otras palabras, media en el proceso comunicativo por el cual los sujetos pueden acceder a la “mente ajena”. Expresar esto pone en claro que estos procesos son de gran influencia en la manera en que se relacionan las poblaciones, es decir, una cultura determinada tiene una manera particular de pensar y es entonces por medio del lenguaje que se da la interacción con otras, y lo que ha facilitado la evolución de la raza humana; en definitiva, estos procesos contribuyen a la adaptación del ser humano en el mundo y, es que la capacidad para comprender, adquirir y producir el lenguaje son innatas y se están forjando desde antes del nacimiento, no obstante, se debe tener claro que si no hay un intercambio funcional entre los diversos sistemas en que el sujeto se ve envuelto y, si no se establecen relaciones sociales va a resultar complicado el desenvolvimiento óptimo de la capacidad lingüística. Un aspecto clave a tomar en consideración es que el desarrollo del lenguaje va parejo al desarrollo de la inteligencia. De acuerdo con Ardila (2010), esta última puede definirse como esa capacidad de adaptación en un medio cambiante, la cual ha jugado un papel importante en la rama filogenética de la especie humana. No debe obviarse que tal capacidad intelectual no se establecería sino es por el trabajo constante de todos los procesos mencionados anteriormente. Esta facultad ejerce influencia en la actividad humana de cada individuo, es decir, lo que hace, cómo lo hace, con cuánta ayuda, que se prefiere hacer, el autoconocimiento, etc. Pero, ¿cómo se ve envuelto el alma en todo esto?.

Retomando un poco la historia, desde el inicio de los tiempos el hombre ha ido evolucionando, experimentado transformaciones en la rama Ontogenéticas y filogenética, estás no sólo en sí mismo sino en todos sus contextos, adquiriendo y desarrollando cada vez más capacidades, cuyas lo posicionan hoy en el más alto nivel de la jerarquía biológica, pasando a actuar desde una conducta de carácter instintivo a una de carácter racional, mutando no sólo con el lenguaje, sino con su esencia en sí. Todo este proceso gracias al alma y por medio de la corteza, sus capacidades o funciones mentales, como unos instrumentos anatomofisiológicos de proyección de esta y con ello de la esencia del ser; adaptación al medio, supervivencia y extensión de la raza humana.

Ahora, el pensamiento, la memoria, el lenguaje y la inteligencia generan identidad, es por ello que alma por su esencia necesita percibirse; siendo tales procesos los que permiten a esta conocerse, tomar conciencia de sí misma, y no solo esto, sino también pensarse y con ese pensamiento corroborar su existencia, es decir, el alma y con ello el ser tienen total conocimiento de sí mismo, de su esencia, lo que le permite actuar en pro y en base de si, con libertad, valentía y amor, siendo el amor esa razón principal que le hace pensar y buscarse; esto demuestra su inteligencia, la cual va a expresarse de acuerdo a sus intereses, es por ello que existen las inteligencias múltiples, las cuales “determinarán” las inclinaciones que tiene el sujeto hacia las cosas. El lenguaje se convierte en una forma, un medio de expresión del sentir del alma, mediante el cual se da a conocer esos estados internos de esta, la misma que le permitirá compartir su esencia con otros pares, formando y transformando la sociedad. El alma también guarda recuerdos sobre sí misma, en otras palabras, esta tiene memoria de sí, ya que es capaz de evocar y vivenciar eventos pasados y las emociones que este le generan; esto incluye aquellos eventos positivos o negativos, de modo que ante circunstancias adversas el alma puede y tiene la capacidad de ser resiliente, esto gracias a la inteligencia emocional.

El conocimiento y el pensar son manifestaciones de esta y a su vez, su propia conciencia.

Referencias

  1. Ardila, R. (2010) Inteligencia. ¿Qué sabemos y qué nos falta por investigar? Rev. Acad. Colomb. Cienc. 35 (134): 97-103, 2011. ISSN 0370-3908.
  2. http://www.scielo.org.co/pdf/racefn/v35n134/v35n134a09.pdf
07 July 2022
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