La Libertad Religiosa Y La Educación En El Perú

Hoy en día, surge la problemática respecto a la libertad religiosa en base al curso de religión presente en el currículo educativo peruano, debido a que, por una parte, es considerado un factor fundamental para una buena formación social y cultural, y, por otra parte, es considerado como injusticia, ya que no se respeta la diversidad de las entidades religiosas que puede optar cada familia. El Perú es un país que defiende la libertad de culto, lo cual se contradice ya que el curso de religión solo abarca el catolicismo, promovido como objetivo principal por el Estado del Vaticano.

Según el inciso 3 del Artículo 2 de la Constitución Política del Perú se afirma que toda persona natural es igual ante la ley, por lo que se prohíbe toda acción u omisión que discrimine a una persona en razón de sus creencias religiosas. El Estado reconoce la diversidad de las entidades religiosas. En igualdad de condiciones, gozan de los mismos derechos (1993); este planteamiento se ve afectado y refutado, debido a que, al considerarse solo al catolicismo como religión principal en las escuelas u otros medios, se discrimina indirectamente a las personas quienes correspondan a diferentes religiones, ya que no se defiende su libertad de religión: “La libertad religiosa se entiende, desde allí, en su sentido primordial y profundo. Se refiere a la opción de cada ser humano de elegir libremente, si cree o no y si participa o no en una determinada organización confesional; cada quien se debe sentir con plena libertad y autonomía de anunciar, comunicar, de palabra y por escrito, su propio credo a toda persona” (Coy 2009: 57). Es ilógico entonces afirmar que una persona tiene derecho de libertad de conciencia y de religión, cuando en el centro educativo, el cual es un factor importante en la influencia de la formación en general, la idea representada como asignatura es en torno a una sola entidad religiosa, el catolicismo, de la cual no todos los alumnos son creyentes; por este motivo, es injusto para los estudiantes que no comparten la misma religión, ser partícipes porque su religión es eliminada por esta doctrina: “La posición hegemónica en el campo religioso (y educativo) español de la Iglesia Católica se ha consolidado en el nuevo contexto de pluralidad (…) Tan imbricada estaba en la ideología nacional-católica del franquismo la identificación catolicidad-españolidad que llegaba a anular cualquier otra opción en la Escuela”. (Diez de Velasco 2016: 279)

El contenido enseñado en las escuelas de la asignatura de Religión no engloba a la doctrina religiosa en sí. Parte de los estudios realizados por María Elizabeth Coy afirman que la enseñanza de la religión es un área fundamental para la educación de los niños y adolescentes, ya que promueve sus valores y actitudes positivas como personas, pero de igual forma, es innecesaria vincularlo con la religión en sí porque no cuenta con la presencia esencial de la doctrina. El curso de religión, al no enfocarse en la religión como tal, no necesita ser precisamente estudiado, por lo que las estrategias de enseñanza son básicas: “Los materiales de enseñanza organizan y secuencian la información a través de contextos de aprendizaje en los cuales la metodología del ver-juzgar y actuar contrapone la doctrina y los valores cristianos con las circunstancias de la vida moderna que influyen en la vida de fe y en la adquisición de compromisos éticos y morales” (Delgadillo 2014: 15). Al otorgar, entonces, una educación simple acerca de la religión, provoca que exista complicación en los estudiantes al entender el tema, y en el peor de los casos lo relacionan como aburrido e innecesario, ya que las clases son habitualmente solo consideradas con leer la biblia; el motivo de esto es lo poco dialéctico y participativo que resulta la clase. “Los procesos de análisis y de reflexión, sostenidos por los alumnos, serían a su vez, procesos de búsqueda de sentido de los aprendizajes, los cuales generan determinadas posiciones críticas en los alumnos. Estas posiciones, propiciarían una mayor afirmación de los aprendizajes de los estudiantes en la asignatura” (Delgadillo 2014: 55).

“A la vez que la Constitución tomaba forma, se estaban negociando acuerdos con la Santa Sede que intentaban poner al día el Concordato de 1953 (…) En el ámbito educativo se firmó el 3 de enero de 1979 el «Acuerdo con la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales», que fue ratificado casi un año más tarde, el 4 de diciembre de 1979.” (Diez de Velasco 2016: 280).

El Vaticano establece a la religión católica como la principal, con el concordato firmado se instauró tal doctrina en las escuelas. La imposición de la religión no debe ser intervenido en el centro educativo, ya que la formación religiosa es un tema que solo le corresponde a la familia. “Tener o no tener religión, afecta decisivamente a cada persona y a la sociedad (…) Las instituciones educativas la deben ofrecer, pero a nadie se le puede imponer su aprendizaje (…) Cualquier coacción en materia religiosa, sería sinónimo de dominio sobre la persona e iría en contra de la Constitución y las leyes vigentes en el país” (Coy 2009: 60). Los padres tienen derecho a elegir el modelo educativo que desean para sus hijos, y como este repercute en sus vidas. Al imponer la asignatura de religión, se puede relacionar como una falta de respeto, ya que no se tolera distintas entidades religiosas como opción en las escuelas; entonces los padres se ven obligados a realizar procesos para que sus hijos no lleven el curso, debido a que no se respeta su ideología.  

22 July 2021
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