Síndrome del Cuidador Quemado o Burnout
En los casos en los que la cuidadora es una mujer suele ser la esposa en casi un 20% la encargada en hacerse cargo de su cónyuge y en mayor proporción encontramos a la hija, representando un 43,2% mientras que, si son hombres, en la mayoría de los casos se responsabiliza el marido.
Además, las personas cuidadoras suelen tener en su gran mayoría un bajo nivel de formación encontrándose en más de un 60% de los casos cuidadoras con primaria o bachillerato incompletos, mientras que un pequeño porcentaje tienen formación técnico o profesional. Con respecto a la formación que han recibido para prestar los cuidados, cabe decir que sólo el 17,7% de los cuidadores disponían de dicha formación.
Otro factor importante es la situación laboral en la que se encuentran estos cuidadores, ya que en un 27% además de encargarse de la persona dependiente se encuentran activos laboralmente, mientras que en torno a un 12% se ven obligados a dejar su trabajo para dedicar su tiempo al cuidado.
Los cuidadores se ven obligados a estar constantemente atendiendo a la persona dependiente, pudiendo provocarle la denominada sobrecarga del cuidador, entendiéndose esta como el grado en el que el cuidador siente que el cuidado que lleva a cabo está repercutiendo en los diferentes ámbitos de su vida a nivel social, personal y económica. Para aliviar esta sobrecarga se pueden llevar a cabo una serie de intervenciones, como promover que el cuidador disponga de tiempo libre, informar y orientar para que este asista a grupos de autoayuda, así como a programas psicoeducativos.
En 1986 George y Gwyther definió la sobrecarga como “el conjunto de problemas físicos, psicológicos o emocionales, sociales y económicos que pueden ser experimentados por una persona que realiza tareas de cuidado”, pero a este concepto se le han ido aportando algunas características como el distrés que sufre el cuidador ante los problemas y el continuo deterioro del enfermo.
Esta sobrecarga junto con otros factores puede desembocar en un fenómeno conocido como síndrome del cuidador quemado o burnout. Se considera que este es debido al estrés continuo que sufren los cuidadores, ya que se ven obligados a realizar todos los días las mismas tareas reiterativas, unido a la sensación de no saber si el trabajo que realiza obtendrá resultados. Todo esto desencadena en un conjunto de problemas cuyo grado de afectación va a depender de varios factores como el estado de salud del cuidador, la ayuda percibida por el resto de los familiares, de la información acerca de la enfermedad, la forma en la que cada cuidador afronte los problemas, así como de la capacidad de hacer frente a momentos complicados.
Aunque el término del burnout hace referencia al quemarse en el trabajo debido al estrés laboral, es una situación similar a la que sienten los cuidadores principales de las personas con Alzheimer. Algunos de los síntomas que caracterizan este síndrome son: cansancio emocional por desgaste físico e irritabilidad, sentimientos de tristeza, así como de falta de realización personal, social y laboral y desmotivación, entre otros.
Para valorar la sobrecarga del cuidador, se emplea la escala de Zarit (ANEXO 1), que valora el grado de afectación relacionada con la responsabilidad del cuidado y consta de 22 preguntas, cuyas opciones de respuesta son nunca, rara vez, algunas veces, muchas veces y casi siempre, puntuándose estas en una escala del 1 al 5.
En cuanto a las interpretaciones, un valor obtenido entre 22 y 46 indicarían ausencia de sobrecarga; entre 47 y 55, correspondería a una sobrecarga leve; y un resultado mayor o igual a 56 indicaría sobrecarga intensa.
Se pueden diferenciar dos tipos de sobrecarga. La sobrecarga objetiva es la que se refiere al tiempo que emplea en el cuidado de la persona enferma y al cumplimiento de la demanda del cuidado, mientras que la sobrecarga subjetiva es la que se relaciona con los sentimientos y las percepciones negativas que siente el cuidador con respecto a su rol.
Algunos autores como Ubea o Melo denominaron el síndrome del cuidador como aquel que aparece debido a la cantidad de horas dedicadas al cuidado durante un largo período de tiempo, las cuales tendrán síntomas físicos como cefaleas, dolores osteo-articulares, insomnio, entre otros, y manifestaciones psíquicas como ansiedad, sentimientos de culpa, estrés, etc. También pueden aparecer alteraciones sociales como aislamiento o supresión del tiempo libre, problemas laborales tales como la pérdida del trabajo y con ello, problemas económicos, y en el entorno familiar como, por ejemplo, discusiones familiares.