La Utilidad de lo Inútil: Reflexión Personal Sobre las Ideas de Montaigne
Podría empezar de muchas maneras este ensayo de Michel Eyquem de Montaigne, pero voy a comenzar haciéndolo con una reflexión que me dejó bastante pensativo cuando la leí. La frase es breve y dice así: “No hay nada inútil, ni siquiera la inutilidad misma”, esta idea la defendía el filósofo, escritor, humanista y moralista francés del Renacimiento, Michel Montaigne.
En mí llega una especie de incertidumbre cuando me replanteo que es lo útil y que es lo inútil en ciertas cosas, y creo que cada persona tiene en su interior la respuesta a esa cuestión. En mi caso siempre me he apoyado también en la idea que defendía Montaigne, por eso cuando la leí me dejó pensativo durante unos minutos.
Es curioso que un pensamiento que se escribió hace tantos años, en la actualidad siga estando tan vivo y siga conteniendo tanta verdad. Parece que es hace poco cuando haya salido a la luz, pues mantiene lo esencial del mensaje, su veracidad.
En ocasiones escuchamos lo siguiente: “Lo que estás haciendo es inútil, ¿No te das cuenta?”. Me paro a pensar y me digo: “¿Qué es lo inútil?”. Desde bien pequeño defiendo la idea de que no hay nada inútil en la vida, pues nada se hace porque sí. Está claro que a la gente le gusta criticar todo, catalogando lo que uno hace como algo inútil, pero es momento de pararse a pensar y apreciar que si para nosotros lo que hacemos en un determinado momento nos gusta, nos llena y lo hacemos con un esfuerzo y con un valor incondicional, que más da lo que piense la gente. El mundo no se va a parar porque hagamos una cosa u otra, va a seguir en constante movimiento con el ajetreo de siempre.
Durante el trayecto de nuestra vida nos van a intentar parar los pies, hacernos más débiles, hacernos sentir que no valemos y que la vida es una competición donde tenemos que ser ganadores, porque sino nos convertiremos en unos perdedores infelices. Nos van a vender la idea de que tenemos que estudiar algo con futuro, casarnos para formar una familia, trabajar muy duro para tener una buena jubilación y como esto miles de cosas con la idea de así poder ser mejores y más felices. Esta teoría es manifestada por la sociedad en general y muchos siguen este ideal como borregos.
¿Por qué deberíamos de llevar ese plan de vida? Tenemos que elegir lo mejor que nos convenga a nosotros, sin compararnos con nadie, sin intentar ser mejores que otros. Solo sacando lo mejor de uno mismo y teniendo esa tranquilidad pura.
Si nos condicionamos por lo que hacen y dicen las multitudes de gente, nunca seguiremos nuestros propios deseos, sino que seguiremos los deseos que nos imponen los demás. De esta manera seremos personas débiles, pues realmente no seremos felices si hacemos lo que los demás quieren que hagamos, no seremos libres si nos dejamos manejar. Me gustaría compartir una escena de la serie “Merlí” de Héctor Lozano. Apreciamos un ejemplar experimento en una clase de filosofía que trata sobre la debilidad del ser humano.
Hay quienes se quieren cargar la filosofía, ya que piensan que es algo inútil. Qué haríamos sin esa doctrina, que nos ayuda a reflexionar sobre la vida, sobre el ser humano o que nos permite preguntarnos millones de cosas. Al igual que los relatos breves, que están llenos de vida. Transmiten miles de historias que muchas veces aparecen en nosotros para quedarse. Sentimos y conectamos con esas líneas que nos hacen pensar y reflexionar.
“¿Cuánta tierra necesita un hombre?”, de Lev Tolstói. Un relato maravilloso sobre la ambición. Me ha causado ciertas impresiones, desde luego todas positivas.
Para mí no hay un lugar perfecto del todo, nunca vamos a estar en un sitio bien posicionados por completo. Ese sitio siempre va a tener sus cosas buenas y otras tantas malas. Vamos a observar cómo otros están en diferentes lugares mejores que el nuestro, y por supuesto nos vamos a indignar por esa desigualdad, pero quizás esas personas tampoco están en su lugar ejemplar. Todo tiene cosas buenas y malas.
Es satisfactorio cuando algo te pertenece y lo consigues por tus propios medios. Disfrutando de esta manera más que cuando nos dan las cosas hechas, pues el mérito con el que se consigue tiene un valor irrenunciable.
En el momento que empezamos a conseguir cosas, cada vez vamos a querer más y más, pero hasta dónde tenemos que llegar para parar y darnos cuenta de que la ambición en este caso puede ser mala. Es esencial que las personas quieran superarse con el fin de llegar mucho más lejos, logrando así los objetivos que uno tiene pensados en la vida, pero si de esto hacemos una mala gestión, la ambición podrá con nosotros y llegará la frustración por no poder conseguir nuestros deseos.
Parece que cuanto más tenemos, más necesitamos. Siempre con ese empeño de intentar tener más que los demás, para poder compararnos y pensar que de esta manera somos más superiores. Nuestro alrededor nos incita a acaparar más, porque vemos cómo otros viven mucho mejor que nosotros, eso está claro. No tiene que ser un motivo el fijarnos en los demás para saber lo que queremos y necesitamos. La abundancia nos crea problemas porque nunca nos vamos a querer conformar con poco.
El ser humano es capaz de sacrificar lo que sea por tener la avaricia en su poder. Muchas veces tenemos más de lo que realmente necesitamos, y de qué nos sirve tener tanto si luego no lo podemos ni disfrutar. Como decía Montaigne “Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”. Porque es así, a veces cuanto más y más tenemos en realidad no tenemos nada si no los sabemos disfrutar.
La diferencia es que para una persona que considera algo como insuficiente, eso mismo para otro individuo puede ser algo muy abundante. Cada uno lo aprecia con sus propios ojos y a su manera.
Hace un tiempo indagando por internet me topé con una frase que fue pronunciada por Christina Onassis una empresaria multimillonaria, “Soy tan pobre que solo tengo dinero”. La frase me sorprendió por su realidad, porque yo he conocido a gente tan pobre que solo tenía dinero y es una pena. Desde mi punto de vista el dinero hipnotiza, al igual que aspirar a tener y tener cosas sin sentido de un modo despilfarrado.
En el relato de Tolstói, el campesino Pajom se exigía mucho y se sacrificaba por conseguir la mayor cantidad de tierras, eso le acabó produciendo la muerte y fue enterrado bajo tierra. El campesino para su vida ansiaba por alcanzar y necesitar muchas tierras, pero después para su muerte con tan solo dos metros le bastaban para ser sepultado. Esta parte del relato nos sirve para reflexionar, muchas veces dejamos de lado las cosas que de verdad importan y son esenciales, olvidando lo que realmente es vivir.
Nunca he sido un buen estudiante, quizás haya sido porque hasta hace poco no he empezado a estudiar ciertamente lo que me apasionaba desde pequeño, el mundo audiovisual. Estudiar la carrera de comunicación audiovisual me aterraba, seguramente por pensar que no sería capaz de sacarla adelante, igual también por creer que no me iba a servir de mucho, pues la gente siempre decía que se tocaban muchas asignaturas que no eran las que se esperaban.
Ahora mismo estoy muy contento por mi elección de haber sido capaz de intentar estudiar algo que me causaba ciertos miedos, pero que me encantaba. Poco a poco estoy aprendiendo muchas cosas que antes ni me interesaban o pensaba que no iba a aprender tanto de ellas.
Por lo tanto, si esta tarea no fuese premiada en la calificación final, igualmente la habría realizado. Todo esto me está ayudando a expresarme cada vez mejor, aprendiendo vocabulario nuevo, documentándome en ciertos temas que desconocía, tomando buenas referencias de autores, interesándome más por la lectura y un sinfín que jamás creía que me fuese a aportarme tanto.
