Las Rapadas. El Franquismo Contra Las Mujeres
Enrique González Duro, autor de la obra Las Rapadas. El Franquismo contra la mujer, es un ensayista y psiquiatra que ha trabajado tanto en la asistencia pública, como en investigación y docencia. Es un frecuente colaborador de diversos medios de comunicación; prensa, radio y televisión y ejerce en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
González Duro ha realizado diversas obras en relación al tema que se va a exponer a continuación, en los que entre mezcla temas propios de la psiquiatría y la medicina y biografías psicológicas, entre las que destacan: Franco, Una biografía psicológica, La sombra del General y Los psiquiatras de Franco.
Las Rapadas. El franquismo contra la mujer, es un libro publicado en 2012 por la editorial Siglo XXI. Consta de diez capítulos con diversos apartados cada uno de ellos en los que se reflejan los variados episodios de represión a los cuales fueron sometidos las mujeres del bando republicano, incluyendo las madres, esposas e hijas de los denominados `rojos´ por parte de los sublevados durante la Guerra Civil española y la posguerra. El autor se centra en relatar a través de diversos testimonios como esas mujeres en su mayoría eran rapadas, obligadas a tomar aceite de ricino y luego paseadas por las calles cuando este hacía efecto en ellos. Además, va a intentar comprender que se intentaba lograr con esos actos, los efectos tantos físicos como psicológicos que tuvo en esas mujeres y el porqué de esas situaciones.
Aunque la obra carece de una introducción como tal, rápidamente se puede situar el contexto en que se van a desarrollar los distintos capítulos de los que está compuesto el libro; comienza situando a la posible primera víctima de la insurrección militar del 18 de julio de 1936 en Pamplona- Mola ha recomendado extender el terror y dar la sensación de demonio absoluto-. El comienzo de la Guerra Civil española (1936 – 1939) que supondría una ruptura a nivel social e histórico que daría como resultado una grave situación política, económica y social con dos bandos diferenciados: los vencedores y los vencidos enfrentados ideológicamente. El franquismo como bando ganador impuso un régimen totalitario en el que primaban sus leyes, normas e ideologías.
En el primer capítulo el escritor realiza un análisis detallado de la represión franquista en todos los ámbitos. En el primer subapartado comienza a encaminarlo en torno al acoso recibido por parte de este bando y del cual fueron protagonista diversas mujeres. Se relatan hechos extrajudiciales que contaron con la aprobación de los insurrectos y la población, pues los castigos que se analizan tal y como los divide el autor tienen cabida tanto en el ámbito privado como público. En el ámbito más íntimo; la violación y la tortura, mientras que en la pública el rapado, la abusiva ingesta de ricino y el posterior paseo mientras hacía efecto sobre su cuerpo el aceite ingerido. Todo ello tenía un objetivo.
En el primero de los casos se les estaba castigando por haber transgredido los límites de la feminidad tradicional, saltándose la obligada domesticidad que el nuevo régimen quería que permaneciese. El castigo público lo que quiso fue ejemplarizar y atemorizar a la población, enseñar lo que pasaría si se rompía el nuevo orden social impuesto por la dictadura. Orden social que respondía al orden tradicional, que continuaba dividiendo a la sociedad en dos esferas, la pública y la privada, o también se podría decir, la del hombre y la de la mujer respectivamente.
En la dimensión pública, la vinculada con la política y la sociedad donde solo tenía cabida el varón, y la privada restringida al hogar, pues persistía un modelo de feminidad que consideraba a las mujeres ante todo como amas de casa y madres, lo que hacía imposible la entrada de la mujer en la esfera pública, en el terreno de la política, en la cultura y en el trabajo. El franquismo condenó y castigó a todas esa mujeres que habían transgredidos esos roles sociales tradicionales – nuevos, hubiesen vestido o no con el monos azul característico del bando republicano que tanto fue representado y exagerado posteriormente por los vencedores como el arquetipo de miliciana salvaje y casi diabólica.
En el siguiente capítulo el escritor continúa desarrollando la idea del primer capítulo y la imagen de la miliciana que existía en el imaginario colectivo de la sociedad sin distinción de bandos para luego centrarse en el franquista. Se habla de modelos diferentes de mujeres que los sublevados ven como una sola y a las que les atribuyen los mismos males. `Las rojas´, constituido por las republicanas y las madres, hijas y esposas y las milicianas, distintas féminas a las que los distintos cuerpos del nuevo Estado les atribuyeron diversos actos y delitos, en muchas casos inventados y que ayudaron a reforzar el estigma de la mujer .
En acusado contraste, tal y como relata Enrique González Duro, la imagen de la mujer ejemplar encaraba los valores de la nueva sociedad española, también una imagen estereotipada, difundida por las publicaciones de la Sección Femenina de Falange, cuyo número inicial de su revista se imprimió en febrero de 1938 y en el cual se hacía un aquel en el que la mujer nacionalsindicalista debía tener un sentido social profundamente cristiano, anónimo, disciplinado, exaltado de fe y de voluntad de servicio, sin más aspiración que la del deber cumplido, uno que distaba mucho del que las jóvenes españolas culturizadas y de derechas habían conocido durante los años republicanos, de ahí que el comediógrafo y humorista Enrique Jardiel Poncela las dividiera en los siguiente colores; fatales en toda la extensión de la palabra: las viajeras, rubias, de trasatlánticos y expresos; divorciadas de maridos desconocidos […]viudas sin partida de defunción de su esposo.
Al segundo grupo de pertenecían las agitadoras políticas, propagandistas, oradores de mítines, periodistas, entrevistadoras y reporteras tendenciosas; lectoras de los rusos […]; afiliadas a las juventudes comunistas […]; mujeres familiares de hombres rojos; provistas de ideas políticas transmitidas por ósmosis. A las pertenecían las estudiantes de la FUE; muchachas que hablaban de ; republicanas por admiración al talento y la belleza física de Azaña; aspirantes ; lectoras de Freud y preocupadas por el psicoanálisis; feministas, pedantes y marisabidillas de la ciencia y de la filosofía; entusiastas del divorcio […]; encontraban cursi todo lo español y distinguido todo lo extranjero.
A las , el último grupo, pertenecían las lectoras de novelas rosa: muchachas asfixiadas en el interior de una casa de barrio o de provincias […]; jóvenes obstinadas en vestir como se pudiera y en aparentar lo que no eran […]; mujeres sin pensamientos. Al acabar su artículo Jardiel Poncela se preguntaba cómo convivir y tratar con estas mujeres, llegando a la conclusión de que de estas divisiones sólo sobrevivirían las mujeres grises, hecho que se evidenció en los años cuarenta. Sin embargo, el resto de mujeres, las cuales fueron torturadas tanto física como mentalmente, según hipótesis del autor, con el objetivo de reeducarlas, y de mostrar a la sociedad quiénes eran para que se las humillaran y señalaran se les rapaba la cabeza, degradándolas como mujer.
En muchas ocasiones se les cobraba por raparlas y eran obligadas a limpiar casas y acudir a misa para completar el escarnio, no sin antes desfilar dos o tres horas por el pueblo al que pertenecían en presencia de los vecinos que en algunos casos participaban viéndolas e insultándolas por miedo. Lo que provocaba que no alcanzaran el nivel del modelo recomendado, y subsistía como podían en la exclusión perpetua y con el control social permanente. Nadie parecía haber ordenado estos actos por escritos y han sido escasos los documentos sobre esta singular práctica, lo que como consecuencia del obligado silencio de las víctimas ha hecho que estos quedasen silenciados. No obstante, dichas imágenes quedaron grabadas en el imaginario colectivo de los allí presente.
Bibliografía
- http://www.lecturalia.com/autor/1716/enrique-gonzalez-duro
- https://es.slideshare.net/selegancurso/la-literatura-de-posguerra-61824552