Los Pozos de Nieve en España y su Historia
Puede resultar cuanto menos chocante hablar durante estos cálidos meses de nieve o de hielo en España. Meses de verano en los que, la estepa en la que se está convirtiendo paulatinamente este país, hace que cada año soportemos temperaturas más extremas y veranos más rigurosos.
¿Os imagináis cómo se las arreglaban nuestros antepasados para disponer de hielo y nieve durante el verano? Hoy os quiero hablar de los primitivos pozos de nieve, cómo se elaboraban y cómo eran capaces de mantener el hielo en estado sólido durante los meses más calurosos del año. A propósito, estas curiosas construcciones están hoy más de moda que nunca, eso sí, como reclamo turístico.
Breve historia de los pozos de nieve
El pozo de nieve es una excavación seca, revestida de piedra o ladrillo y provista de desaguaderos donde se almacenaba y conservaba la nieve para su uso en los meses de verano.
Generalmente, los pozos de nieve son estructuras de piedra de diversos tamaños y formas, aunque habitualmente se construían redondos. Servían para almacenar la nieve que caía durante los meses de invierno. Esta se guardaba y prensaba aquí para usarla durante los cálidos meses de verano. Estos pozos tenían varios usos desde los tradicionales para conservar alimentos, hasta médicos, culinarios y lúdicos.
Los pozos de nieve constaban de dos partes fundamentalmente. La interna es un agujero excavado en la tierra, de profundidad variable, cuyo suelo estaba totalmente liso y seco. Este estaba provisto de un armazón para que la nieve no tocara directamente el suelo y para facilitar así que el agua derretida escapase por unos desagües y poder eliminar la humedad. Las paredes y el suelo se solían cubrir con materia vegetal que actuaba como aislante.
La parte externa de la estructura es una construcción de piedra de forma cónica recubierta por varios anillos de piedra cada vez más pequeños que al cerrarse crean una estructura abovedada.
Fabricación y utilización de hielo
Habitualmente los pozos de nieve se ubicaban en cotas elevadas y en las umbrías de zonas montañosas. También en lugares donde las nevadas eran frecuentes y se utilizaban principalmente para la fabricación de hielo.
Su proceso era muy laborioso y en ella intervenían varios operarios tales como “los boleros” o peones de fuera y los “empozadores” o “prisioneros” que se encargaban de aplastar y apelmazar la nieve para que ocupara menos espacio en el interior del pozo.
En su interior los “paleros” distribuían la nieve con palas dentro del pozo y una vez se alcanzaba un grosor determinado se cubrían con ramas, helechos, agujas de pino y pajas que servían de aislante.
Con la llegada del verano, el hielo prensado se extraía, se cortaba y los “arrieros” lo transportaban en carros aprovechando el frescor de la noche hasta las neverías donde los “neveros” también llamados “aguadores” lo vendían.
Los pozos de nieve en España
Aunque los pozos de nieve están localizados y repartidos por toda España, hay una gran cantidad de ellos en el litoral mediterráneo, Baleares y en ciudades grandes e importantes como Madrid, Barcelona, Sevilla o Salamanca.
A continuación, hablaré de algunos de ellos:
- Baleares. En Galileu se encuentra las “cases de neu”, un depósito excavado a finales del siglo XVII donde los “nevaters” se introducían para pisotear la nieve y comprimirla con la finalidad de convertirla en hielo. Desde allí los jornaleros bajaban las barras de hielo hasta Palma de Mallorca para su posterior utilización con usos medicinales, gastronómicos o simplemente para la conservación de alimentos. La capital era el principal destino de hielo, hasta tal punto que se promulgó un edicto en 1656 que establecía penas para los que comercializaran hielo en el exterior mientras Palma estuviera desabastecida.
- Castellón. La comarca del Alto Palancia (Castellón) es probablemente el lugar de mayor concentración de pozos de nieve en España. Aquí estaban destinados al abastecimiento de la cercana Valencia, a la que llegaban carros de hielo por la mañana tras un recorrido nocturno huyendo de las horas de calor extremo. El ventisquero de los Frailes es uno de los más grandes y mejor conservados de este conjunto. Está fechado en una inscripción en la roca en 1769 y además, sus grandes dimensiones recuerdan el poder de su propietario, la Cartoixa de Portaceli.
- Salamanca. Salamanca también posee una asombrosa construcción en la que nuestros antepasados almacenaban y conservaban la nieve que traían sobre mulos desde las sierras de Francia y Béjar para convertirla en hielo, que luego aprovechaban para fabricar helados o sorbetes, como conservante o con fines terapéuticos. Adosado a la antigua muralla salmantina encontramos un espectacular pozo de más de siete metros de profundidad cubierto por una bóveda de pizarra. Su buen estado de conservación y sus grandes dimensiones atestiguan el poderío de la capital charra siglos atrás. Asimismo, el ayuntamiento de la ciudad organiza visitas guiadas para mostrar esta sorprendente estructura.
Los pozos de nieve, una experiencia refrescante
Indudablemente nuestros antepasados se las ingeniaron más que bien para combatir las altas temperaturas que azotan cada verano el sur de Europa. En España sabemos mucho de calor, por eso, todo el territorio está plagado de estas estructuras que son los pozos de nieve que hacían más llevadera la vida durante los meses más rigurosos del año.