Los Roles Del Amor En La Historia
Los hombres tienen que cumplir con su papel de “salvador”, con el papel del protector de su amada, con su papel de héroe, con su papel de valiente, con su papel de fuerte. Cuando un niño llora los padres, la sociedad, los medios de comunicación le dicen “los niños no lloran”, los niños son fuertes. Si un niño escucha esto a lo largo de toda su vida se dará cuenta que esa parcela, la de mostrar en público sus sentimientos, la de mostrarse vulnerable frente a los demás, está vedada para ellos. En cambio, sí que se les aplaude el hecho de mostrarse fuertes, de mostrarse valientes, de mostrarse en ocasiones los salvadores de las princesas. Como nos dice Coral Herrera:
Una de las principales características de la ideología de la virilidad hegemónica es la contención emocional; los hombres viriles han de ocultar sus miedos e inseguridades y dar siempre una imagen de tipo duro en cuya vida no tiene cabida la ternura, al menos no en el ámbito público. Todo lo que pertenece al ámbito de los sentimientos ha sido catalogado como “femenino”, por eso los hombres han sido educados para disimular continuamente su vulnerabilidad, para no expresar sus emociones más íntimas y para vivir sin herramientas emocionales que dificultan enormemente en ocasiones sus relaciones con padres, madres, hijos e hijas, amistades, etc.
Personalmente considero que esta “estructura hegemónica de la masculinidad”, como la califica Coral Herrera en su estudio, está cambiando con el tiempo, afortunadamente, pero aún nos queda mucho por trabajar, pues todavía vemos en los medios de comunicación como abundan los hombres duros, fuertes e incapaces de mostrar sus sentimientos. Sin ir más lejos, voy a hacer referencia al protagonista de la saga de moda de los adolescentes que ya comenté en la introducción, me estoy refiriendo a After. Esta saga está protagonizada por un joven que se llama Hardin y representa más o menos lo que hemos descrito en el párrafo anterior como masculinidad hegemónica pero “en versión modernizada, actual”.
Bajo estas categorías subyace la supuesta naturalidad de la superioridad del hombre frente a la mujer, tal y como el patriarcado nos quiere hacer creer. Habla Millet de estas características en su obra más famosa:
La política sexual es objeto de aprobación en virtud de la de ambos sexos según las normas fundamentales del patriarcado en lo que atañe al temperamento, al papel y a la posición social. El prejuicio de la superioridad masculina, que recibe el beneplácito general, garantiza al varón una posición superior en la sociedad. El temperamento se desarrolla de acuerdo con ciertos estereotipos característicos de cada categoría sexual (la y la ), basados en las necesidades y en los valores del grupo dominante y dictados por sus miembros en función de lo que más aprecian en sí mismos y lo que más le conviene exigir de sus subordinados: la agresividad, la inteligencia, la fuerza y la eficacia, en el macho; la pasividad, la ignorancia, la y la inutilidad en la hembra.
Vemos, pues, con esta cita como Kate Millet nos habla de la socialización que el patriarcado nos impone a ambos sexos y según donde nos encontremos, seamos hombres o mujeres, tendremos una posición bastante diferente, de superioridad o de inferioridad, algo que nuestros adolescentes han de entender: el carácter patriarcal de nuestra socialización.
Y, ¿cómo tiene que vivir el hombre el amor? ¿Cómo nos dice la sociedad patriarcal que el hombre tiene que vivir el sentimiento del amor? ¿Cómo se socializa al hombre en el tema del amor? Como bien podemos ver por las personas que nos rodean, por los libros que leemos, por las películas que visualizamos o solamente por las diferencias entre las canciones si las interpreta una chica a si las interpreta un chico, vemos que hay grandes diferencias a la hora de vivir el amor. Para el hombre, el amor, enamorarse, es algo importante, por supuesto, pero jamás será su motor, jamás será el centro de su universo, jamás entenderá que tendrá que sacrificar parte de su existencia en nombre de ese amor, hay más cosas: su trabajo, su éxito, el reconocimiento de los otros y no solamente el de su amada (porque el amor romántico apuesta por la heternormatividad). El varón está socializado para que entienda que el amor, aunque sea importante, ha de ser un tema secundario en su vida y está socializado para decir que odia las películas de amor y que no lee, bajo ningún concepto, novelas románticas;, está socializado para no consumir tanto como las chicas productos románticos pues el amor es algo accesorio en su vida. Como afirman Victoria Ferrer Pérez y Esperanza Bosch:
Así, la consecución del amor y su desarrollo (el enamoramiento, la relación de pareja, el matrimonio, el cuidado del otro…) siguen siendo el eje en torno al cual gira de modo completo o casi completo la vida de muchas mujeres, mientras en la vida de los varones lo prioritario sigue siendo el reconocimiento social y, en todo caso, el amor o la relación de pareja suele ocupar un segundo plano (recuérdese la socialización prioritaria de las mujeres hacia lo privado y la de los hombres hacia lo público).