Madurez Emocional Y La Aceptación De La Verdad
Introducción
Saber que a veces la vida no es como queremos que sea y en muchas ocasiones tampoco es justa y, sin embargo, no por esto responsabilizamos a quienes están a nuestro alrededor, porque a decir verdad la búsqueda de bienestar y salud mental es una responsabilidad propia que no podemos colocar sobre los hombros de terceros. Entonces podemos decir que somos personas emocionalmente maduras.
Desarrollo
Hay que admitir que para alcanzar la madurez es necesario atravesar ‘varios baches en la vida’ y enfrentar las consecuencias de esas equivocaciones, pero también es cierto que hay que aceptar ciertas ‘verdades’ que a pesar de no gustarnos, existen y están allí por alguna razón; porque resulta que la vida es así no la escogemos, a veces no es justa y es lo que toca, nuestra madurez radica en saber llevar de forma digna ‘esa vida’ que nos tocó en la lotería del destino. He aquí algunas verdades que una persona emocionalmente madura acepta, comprende y entiende para sobrellevar la vida.
El mundo no es como desearía que fuera: Existen hechos que no podemos cambiar que solo suceden y ya. Ojalá pudiéramos editar ciertos párrafos de la vida (pero resulta que es no es posible). Ser emocionalmente maduros radica en poder desarrollar la habilidad de aceptar la realidad que tenemos al frente si caer en una desesperación y depresión permanente; pero sobre todo preguntándonos ¿Qué toca aprender de dicha circunstancia? Seguir con la vida y tratar de aprender de los errores cometidos… quizás la clave está en no volver de las malas épocas un ciclo repetitivo.
Madurez
Aprender a manejar la brújula emocional: Así como cuando vamos de excursión y tenemos en mano una brújula para saber donde nos queda el norte y no perdernos, en nuestra vida también tenemos que aprender a calibrar nuestra brújula y entender por cuáles caminos no es adecuado transitar, pero sobre todo tener siempre trazado cuál es nuestro norte, ese camino que nos permite ejercer nuestra paz y tranquilidad mental.
Licencia para cambiar: Cuando entendemos que cometemos errores que la vida nos pone pruebas que a veces no pasamos, también entendemos que tenemos permitido cambiar y mejorar nuestra esencia y personalidad, que buscar ser buenas personas es un hábito y búsqueda constante. Por decirlo de alguna forma al pasar de nuestra vida lo único constante que tenemos es nuestro nombre.
La felicidad es una responsabilidad propia: La búsqueda de la felicidad pareciera que se ha convertido ‘en el mapa de tesoro perdido’ lamentablemente muchas veces endosamos esa necesidad de gran valor a terceras personas y muy pocas veces nos damos cuenta a la primera de cambios que ser feliz es una responsabilidad extremadamente grande que tenemos para con nosotros mismos, que somos los únicos responsables de buscarla y aprovecharla. Lastimosamente a veces no nos damos cuenta de que encontrar ese tesoro requiere de tomar ciertas decisiones bastantes fuertes y arriesgadas, pero así es la vida y eso es lo que hay.
Ser feliz no es sinónimo de estar enamorado: Cuando llegamos a nuestra madurez emocional entendemos que ser feliz es una responsabilidad propia, pero también comprendemos que no siempre nuestro estado de felicidad plena va de la mano con estar enamorados, a menos que empecemos a comprender que nos podemos enamorar de la vida, de nuestro trabajo, de un buen libro, de una rica taza de café, de un viaje a un sitio especial, de un rato de relajación y reflexión. Entonces allí si podemos decir que soy feliz porque me mantengo enamorada/o.
Conclusión
En conclusión, creo que entre los primeros pasos que hay que entender para ser personas con una madurez emocional estable, es que la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos es extremadamente grande, encontrar un balance entre aquello que podemos manejar y cambiar con respecto a aquello contra lo que no podemos hacer nada que no sea aceptar y aprender a gestionar, es un paso bastante grande para no permitir que nuestro entorno interfiera con nuestro bienestar emocional.
