Peligro de Agotamiento de Recursos Naturales

En los últimos 200 años, la población mundial, que creció exponencialmente en casi todo el siglo XIX y buena parte del XX, pasó de 1,000 millones a algo más de 6,000 millones de personas, lo que trajo consigo un incremento notable en la presión que se ejerce sobre los recursos naturales de la Tierra.

Un ejemplo de ello ha sido la crisis ambiental que vivimos actualmente la cual ha aumentado drásticamente, esto debido a la generación de residuos y el uso desmedido de los recursos naturales, así como la falta de concientización sobre los problemas ambientales y el consumismo excesivo. Por ende, nos estamos enfrentando a un grave problema de agotamiento de recursos naturales básicos, sin tomar en cuenta que la mayoría de los seres humanos tienen un reducido acceso a los estos.

Los recursos naturales son aquellos que el planeta nos brinda sin necesidad de intervención humana. Son indispensables para subsistir, pero si se consumen a una velocidad mayor a la de su regeneración natural, como sucede en la actualidad, se pueden agotar rápidamente. Sin embargo, es posible adoptar medidas que conduzcan a un consumo responsable y a un uso sostenible de los recursos. No todas son medidas sencillas, pero es urgente comenzar a aplicarlas para reducir el impacto negativo que se le ha ocasionado al planeta.

La idea de recurso lleva asociada la de limitación, la de algo que es valioso para satisfacer necesidades pero que muchas veces no está al alcance de todos. Por eso, el agotamiento de los recursos es uno de los problemas que más preocupa socialmente, como se demostró en la primera Cumbre de la Tierra organizada por las Naciones Unidas en Río en el año de 1992.

Como se mencionó anteriormente, los recursos naturales son indispensables para nuestra supervivencia en el planeta, por lo que es importante conocerlos para su mejor preservación. Existen dos tipos de recursos naturales: renovables y no renovables.

Los recursos renovables son inagotables, como la radiación solar, las mareas, el viento y la energía hidroeléctrica, esto son recursos perpetuos que no corren peligro de agotarse a largo plazo. Algunos recursos renovables como la energía geotérmica, el agua dulce, madera y biomasa deben ser manejados cuidadosamente para evitar exceder la capacidad regeneradora mundial de los mismos.

Los recursos no renovables son aquellos recursos que existen en la naturaleza de manera limitada porque su regeneración implica el paso de muchos años. Se considera recurso no renovable a un recurso natural que no puede ser producido, regenerado o reutilizado a una escala tal que pueda sostener su tasa de consumo. Estos recursos comúnmente existen en cantidades fijas o son consumidos mucho más rápido de lo que la naturaleza puede producirlos. Algunos de los recursos no renovables son: el petróleo, los minerales, los metales, el gas natural y los depósitos de agua subterránea, (siempre que sean acuíferos confinados sin recarga).

Los seres humanos hemos estado agotando esos recursos (en especial los no renovables) del planeta y los niveles de calidad de vida comenzarán a decrecer hacia el año 2030 a menos que se tomen medidas inmediatas. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) indica que la actual sobreexplotación de los recursos naturales está generando un enorme déficit, ya que cada año se consume un 20% más de los que se pueden regenerar y ese porcentaje no deja de crecer.

Entonces, si se sigue a este ritmo, se necesitaría 2.5 planetas para abastecernos para el año 2050, según el último informe Planeta Vivo (2016). Dicha publicación afirma que la población mundial de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles disminuyó un 58% entre 1970 y 2012 debido a las actividades humanas y pronostica que, en el año 2020, ese porcentaje se disparará hasta alcanzar el 67%.

Cuando se menciona el agotamiento de los recursos, nos referimos a una sobreexplotación de los mismos. La sobreexplotación de los recursos naturales se origina cuando se extraen los organismos o se explota los ecosistemas a un ritmo mayor que el de su regeneración natural. Por lo tanto, son muchas las actividades que ocasionan este problema y pocas las medidas de prevención y erradicación.

El mayor impacto de la sobreexplotación es la pérdida de biodiversidad, es decir, la extinción del recurso, lo cual tiene otras consecuencias, tanto ambientales (por ejemplo, la interrupción de las redes tróficas) como socioeconómicas ya que se pierde una fuente importante de ingresos.

La economía juega un papel muy importante en la sobreexplotación de los recursos no renovables ya que estos son aprovechados por el ser humano a cambio de un valor monetario que dependerá de su escasez y demanda. Su utilidad como recursos depende de su aplicabilidad, pero también del costo económico y del costo energético de su localización y explotación.

Por lo tanto, la sobreexplotación de los recursos naturales es el aprovechamiento desmesurado de estos, es decir, se da cuando los humanos abusamos de estos hasta el punto de que no se les permite renovarse a tiempo e incluso los agotamos o extinguimos. Actualmente se ha llegado a la sobreexplotación de la madera, de los bosques, la marina o de los océanos, de los animales, etc.

Este acto provoca grandes problemas en todo el planeta, aunque no nos queramos dar cuenta en un principio, como la extinción de animales y vegetales, aumento del calentamiento global y muchos otros problemas más que aumentan día a día.

En un informe de la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura) de 2013, que recoge el estudio Cambio Climático, Pesca y Acuicultura en América Latina, se señala que el cambio climático global conlleva además del incremento de la temperatura media del planeta una serie se otras alteraciones potencialmente dañinas para la pesca y la acuicultura sostenible, tales como:

  1. cambios en temperatura del mar a nivel local;
  2. acidificación del océano;
  3. aumento en el nivel del mar;
  4. cambios en la concentración de oxigeno ambiental;
  5. incremento en la severidad y frecuencia de tormentas;
  6. cambios en los patrones de circulación de corrientes marinas;
  7. cambios en los patrones de lluvia;
  8. cambios en los caudales de ríos; y
  9. cambios en flujos biogeoquímicos (nitrógeno).

Se insiste por ello en la necesidad de incrementar los esfuerzos para difundir y concienciar a todas las personas sobre sus efectos y para adoptar las medidas de minoración y adaptación. Los problemas y desequilibrios se potencian así mutuamente, poniendo en peligro la supervivencia de la especie humana. Un ejemplo claro de ello lo constituye otro recurso esencial en retroceso: el de la masa forestal. En los últimos 100 años el planeta ha perdido casi la mitad de su superficie forestal.

Tal como señalan informes de la FAO (Organización de la Alimentación y la Agricultura) la tierra sigue perdiendo de forma neta cada año 11.2 millones de hectáreas de bosques vírgenes. Esto sucede, según informes del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), como consecuencia principalmente de su uso como fuente de energía de la expansión agrícola y ganadera y de la minería y de las actividades de compañías madereras. Un informe del gobierno brasileño reconocía en 1999 que el 80% de la madera extraída de la Amazonía se obtenía sin permiso.

Esta reducción de los bosques, particularmente grave en el caso de las selvas tropicales, no solo incrementa el efecto invernadero, al reducirse la absorción del dióxido de carbono, sino que, además, agrava el descenso de los recursos hídricos: a medida que la cubierta forestal mengua, aumenta lógicamente la escorrentía de la lluvia, lo que favorece las inundaciones, la erosión del suelo y reduce la cantidad que se filtra en la tierra para recargar los acuíferos.

Como este, existen muchos ejemplos más de todos los daños que se le han hecho al medio ambiente a causa del uso desmedido de sus recursos naturales. Todos estos eventos conllevan una consecuencia y si se quiere preservar el futuro de la humanidad, los cambios se deberán de hacer a partir de ahora. Todos podemos contribuir a esta defensa del medio y protección de recursos vitales. Todos podemos y debemos aplicar el método de las Tres R (reducir, reutilizar y reciclar) y contribuir a la necesaria toma de decisiones colectivas.

En definitiva, el peligro de agotamiento de recursos y de transformación antrópica de los ecosistemas, debido a nuestras formas de vida, es realmente muy elevado y exige la urgente adopción de medidas de ahorro, protección y regeneración, se debe proponer una transformación de las formas de producción y consumo, de la utilización de energía y del manejo de recursos naturales, así como de las formas de ocupación y utilización del territorio como parte de la necesaria revolución por un futuro sostenible.

Con respecto a esto, muchos expertos han mostrado con numerosos estudios sectoriales que se puede conseguir una reducción del 80% en el uso de recursos en la agricultura, el transporte, los edificios y una serie de industrias manufactureras. Pero la falta de acuerdos mundiales y consiguiente normativa de obligado cumplimiento, señalan, impide que empresas y gobiernos adopten las medidas necesarias: en una economía globalizada, nadie se decide a actuar de forma aislada por miedo a perder competitividad. Ello nos remite a la necesidad de una Gobernanza Universal para la Sostenibilidad. Se tiene que considerar que el planeta tierra ya no es una fuente inagotable de recursos y que su explotación debe plantearse en un futuro a medio plazo y no enfocarse solamente en el presente. 

24 May 2022
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