Perspectiva Acerca De La Educación Y Comportamiento

Introducción

El vídeo elegido para realizar esta actividad ha sido “El encargado”. En primer lugar, me gustaría resaltar la idea de un aula de estas características en educación primaria, donde dejar una clase sola hoy en día con un “encargado” que se ocupe de ella parece poco menos que un delito por dejar al alumnado solo sin supervisión. No obstante, eso sería entrar en otro debate que nos podría ocupar extensas páginas de discusión, por lo que voy a intentar ceñirme al problema de perspectiva de cada uno. Referente al vídeo, nos encontramos ante un aula que se rige por la norma, como era común en la época y como vemos, aunque mucho menos, hoy en día. 

Desarrollo

Por la organización del aula podríamos decir que es una clase donde predomina la instrucción y no el diálogo entre el alumnado, ya que todos están callados, sentados de uno en uno y “atentos” ante una clase expositiva por parte del docente. Probablemente no se le dé importancia a la relación interpersonal con el alumnado. Una vez reflexionado esto, paso a analizar el comportamiento de cada uno de los individuos desde su perspectiva ante el conflicto que se produce cuando se va el profesor. Por un lado, Martín, el niño que mandan a quedarse como encargado de la clase, en su afán por cumplir la norma y si no “castigar” con su correspondiente sanción a quien no la cumpla.

Sigue a rajatabla las directrices del profesor: apuntar en la pizarra a cualquiera que desobedezca la norma que básicamente es estar en completo silencio. No obstante, a esa norma se le presenta algunos conflictos, por ejemplo cuando Luis, en su afán de provocación le dice “si eres maricón, ponme otra cruz”. Por otro lado, Ana, que intenta intervenir bajo su visión de la norma, (su perspectiva) señalando que si no habla no puede apuntar a Luis en la pizarra, con la consiguiente consecuencia de que es, finalmente ella, la que habla, por tanto, se salta la norma y debe ser apuntada también en la pizarra. Por otra parte, Luis, un alumno probablemente cansado del sistema que se establece, y no escuchado.

Lo que busca es “llamar la atención” y que se le escuche, sumando su comportamiento poco adecuado al enfado que le produce que Martín siga poniéndole cruces, por lo que el conflicto va aumentando y su búsqueda de soluciones no va más allá de “nos vemos a la salida”. Y, por último, el profesor, alguien al que probablemente se le considera autoritario y estricto, del que el alumnado espera con miedo, que llegue e imponga las sanciones ante los comportamientos producidos, y que al llegar y ver que más o menos se mantiene la calma en el aula. Sigue concentrado en la clase magistral que tiene que dar y no muestra interés por lo ocurrido. 

Todo lo cual se produce sin que el propio alumnado manifieste mediante palabra alguna lo que ha sucedido. La perspectiva como obstáculo para la prevención En definitiva, diferentes perspectivas con diferentes motivos por parte de cada uno de ellos para actuar de esa manera, lo que hace que se genere un conflicto en el aula, probablemente no conocido por el docente que en ella se encuentra. Y, como siempre, se torna difícil intentar resolverlo sin “juzgar” los comportamientos bajo nuestra perspectiva o “juicio moral”. Sobre lo que cada uno tendría que haber hecho o no, para hacerlo bien y haber evitado el conflicto. Lo que sí queda claro que el comportamiento de todos ellos ante lo sucedido, siguiendo con la clase magistral y sin hablar de lo sucedido, impide la posibilidad de encontrar una solución. 

Conclusión

En mi opinión, alguna de las claves que posibilitarían la resolución de este conflicto o incluso la prevención para que no apareciera serían la creación de normas consensuadas a través de la negociación, la posibilidad de debate y diálogo en el aula (por ejemplo con otra organización del aula se podría propiciar el intercambio de ideas), relación interpersonal con el alumnado donde se muestre más afecto además de las exigencias ya apreciadas, el trabajo de habilidades sociales como expresar sus opiniones (en el caso de Ana) y la aceptación a la crítica (por parte de Luis y el propio Martín), entre otras.