Problemas de Poder y Fenómenos Sociales del Capitalismo por Bourdieu
La teoría de Pierre Bourdieu representa un intento fuerte por replantear los problemas de poder y fenómenos sociales del capitalismo contemporáneo, que lo ha llevado a emitir , en interlocución con la teoría marxista y el posestructuralismo, conceptos basados en el análisis de fenómenos sociales, lo que implica asumir los espacios de la vida cotidiana como estructuras propias de la realidad social que influyen en las distintas formas de valorar las cosas en función del interés de los individuos en un campo determinado (político, económico, cultural, intelectual y social). Asumiendo otra mirada sobre las formas de dominación que estuvieran más allá de la visión clásica del marxismo. (cfr. Therborn, 2007: 101-103). Con este documento se busca realizar un análisis que permita demostrar como los planteamientos de Bourdieu no son incompatibles, con las teorías del marxismo y tienen puntos de encuentro que denotan diferencias mas desde el plano de conceptualización que desde el plano teórico.
El autor coincide con Marx en cuanto a que todo capital es trabajo acumulado. Pero, la categoría de trabajo difiere entre uno y otro; allí radica, precisamente, el núcleo de la crítica de Bourdieu a la teoría marxista del capital. Para este teórico, el trabajo no consiste meramente en una actividad productora de mercancías y servicios como generador de plusvalía, sino que amplía el concepto para abarcar aspectos más allá de los tradicionalmente estudiados por la economía política. El sentido de esta reformulación apunta, a que la sociedad para él se encontraría dividida en diferentes campos sociales relativamente autónomos, ni totalmente dependientes ni totalmente autosuficientes entre sí, y ligados o relacionados unos con otros. Dentro de cada uno de esos distintos campos, los agentes se dividirían gradualmente entre quienes dominan y quienes son dominados. Unos ocuparían posiciones y mantendrían relaciones de dominación frente a otros cuyas posiciones y relaciones serían de subordinación. Lo que caracterizaría principalmente a cada uno de esos espacios sociales sería la existencia de un capital común que todos tratarían de poseer, produciéndose las consecuentes luchas y tensiones que consistirán, en el caso de aquellas clases más privilegiadas, en tratar de mantener y aumentar ese capital que es el que les confiere su estatus superior, y, en el caso de las clases intermedias y bajas, en mejorar su situación tratando de cambiar el orden de cosas. Esta búsqueda de mejoras de su propia existencia, lleva, a los menos aventajados, a luchar para que las clases ostentadoras del poder y, por lo tanto, acaparadoras de la mayor parte del capital, no sólo económico, sino también cultural y social, compartan esas ventajas con ellos. Claro, se trata de una lucha desigual, las clases favorecidas tienen más recursos para hacerse con el capital, mientras que las intermedias y bajas tendrán que ideárselas para, aún sin poseer tantos recursos, llegar a disfrutar igualmente de ese capital. El esfuerzo, claramente, debe ser mucho mayor. (Bourdieu, 2002).
Cabe resalta que la noción de capital en su dimensión económica puede adoptar varias formas. Por ejemplo, quien invierte su dinero en una escuela privada para la educación de sus hijos lo que está haciendo es reconvertir su capital económico en capital cultural (en sus dimensiones incorporadas e institucionalizadas) y, en ocasiones también en capital social por la pertenencia a un grupo selecto (solo si se han consolidado lazos perdurables como para realizar empresas y negocios comunes) y con ello agenciarse recursos a partir de la formación educativa recibida, lo que es cerrar el círculo que reintegra el capital económico originalmente invertido con mayores beneficios (en la lógica de Marx el dinero crea más dinero’). En este sentido, la propuesta de Bourdieu supera otras propuestas teóricas toda vez que solo tienden a focalizar la rentabilidad y los beneficios en términos económicos, como es el caso donde ‘los teóricos del capital humano terminan por condenarse a sí mismos al desatender la inversión educativa mejor escondida y socialmente más eficaz, a saber, la transmisión de capital cultural en el seno de la familia’ (Bourdieu 2001:137).
Precisamente, es a partir de la convertibilidad de los capitales, donde podemos la coincidencia total entre los planteamientos de Bourdieu y los de Marx. Ambos relacionan el capital económico, con el capital social y cultural En ambos casos, se trata de partir de los sujetos sociales (los habitus de Bourdieu) como actividad y no como sustancia. El ser humano es relación, como lo es todo el mundo social; Marx es enfático al afirmar que el mismo capital, realidad suprema de la lógica capitalista, es una relación –una fuerza social– y no una cosa (cfr. Marx y Engels, s.f.: 48-49) (11). El común denominador de ambas teorías es la concepción del tiempo como medida universal de la producción de valor.
En contraste a la teoría Marxista , Bourdieu hace un aporte significativo a la teoría social al centrar la atención sobre formas de poder social no inmediatamente económicas, pero en su formulación, debido a su rechazo del marxismo, habla actividades acumuladoras de otros tipos de capitales; sin embargo para dedicar la atención a los capitales sociales , necesariamente se necesita tener satisfecha la producción económica; a pesar que Marx no teorizó específicamente sobre procesos tales como los estudiados por Bourdieu –muchos de ellos de carácter simbólico–,dejó las bases para problematizarlos. Bourdieu acierta al enfocar la práctica social, por encima de la práctica económica. Ante todos estos contrastes hay una pregunta que se hace evidente ¿a qué se debe la aversión de Bourdieu a que se ligara su teoría social con el Marxismo? Este interrogante podría contestarse con el hecho que la existencia de distintos tipos de capital le permite a Bourdieu abordar la importancia de los diversos movimientos y reivindicaciones sociales contemporáneos, analizando fenómenos como la dominación masculina, la distinción y la violencia simbólica, temas que juegan un importante papel en su teoría.
Podemos concluir que la tensión en la conceptualización de Bourdieu respecto a la transformación de los capitales es, pues, la de la contradicción entre la división de la sensibilidad posmoderna, y los cambios en las practicas sociales y en particular del marxismo, a través de la preminencia en última instancia de lo económico. El énfasis de este autor que comparte con otros contemporáneos suyos como Foucault, De Certeau y Deleuze, entre otros sobre el papel político de la corporalidad y las temporalidades por ella producidas parte también de la preocupación por los procesos de racionalización y las posibilidades de resistencia individual, tras la crisis de los partidos obreros en Europa occidental, y en el contexto de las estrategias de administración económico-burocráticas del capitalismo de acumulación flexible (cfr. Harvey, 1999: 213-217).