Punto En Que Los Actos Justifican Las Consecuencias De La Lista De Schindler

Introducción

El material de estímulo escogido proviene del momento histórico “El Holocausto Nazi”, durante la Segunda Guerra Mundial (concretamente del año 1939 al 1945). Este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia de una manera asombrosa. Asimismo, la imagen nos acerca a esta época de terror y clima bélico, donde un empresario alemán llamado Oskar Shindler redactó una lista con más de 1.200 nombres de judíos a los que contrató en su fábrica y que por lo tanto, los salvó de su terrible muerte en las cámaras de gas. Unos años más tarde, esta dura historia sirvió de argumento para llevar a cabo la película “La lista de Shindler” (Estados Unidos, 1993).

Durante el Holocausto, Alemania quedó bajo el régimen nazi, en el que el dictador, además de político y militar Adolf Hitler asumió el poder. Entre sus objetivos principales, constaba la eliminación de los judíos. Por lo tanto, la elección de esta lista de empleados que realizó Oskar Schindler, implicó un dilema entre seguir el sistema del momento, o no hacerlo si eso supone un beneficio mayor. En otras palabras, el alemán realizó “un acto incorrecto” ante su país, ya que no siguió el sistema establecido por el dictador. Pero, sin embargo las consecuencias de su acto fueron beneficiosas, ya que supuso salvar más de 1.200 vidas inocentes.

Después de haber analizado la importancia de la decisión de Schindler, la cuestión filosófica sugerida por el material de estímulo es: ¿Hasta qué punto las consecuencias de un acto lo justifican? Esta pregunta se relaciona directamente con el tema central Ética Normativa, y en especial, con los subtemas El Consecuencialismo y La Deontología.

¿Hay valores morales objetivos? ¿Hay normas morales universales? Son, por ejemplo, aspectos muy significativos para la comprensión de la ética y la moral humana. Asimismo, las implicaciones que pueden tener, podrían repercutir en la manera en la que el ser humano ve y entiende el mundo.

Por lo tanto, para responder a la cuestión filosófica, en este ensayo se expondrán dos teorías enfocadas en determinar si las consecuencias positivas de un acto justifican que esté bien o no. Cabe mencionar además, que el concepto de la ley moral es primordial para ello, ya que explica los principios y normas que determinan una situación.

Así pues, por un lado, se explicará el Consecuencialismo y la Deontología, y por el otro lado, se discutirán sus objeciones y limitaciones, para finalmente llegar a una conclusión personal razonada.

Consecuencialismo del acto universalista y hedonista.

El Consecuencialismo, como su nombre indica, es un enfoque moral y filosófico que consiste únicamente en fijarse en las consecuencias de los actos para valorar una situación. Dentro de la teoría, consta el Consecuencialismo del acto universalista y hedonista, que clasifica un acto moralmente correcto si maximiza todo el bien (placer) posible a la mayor cifra de personas. De lo contrario, si un acto se define incorrecto, se debe a que aporta mayor mal (dolor) o no beneficia al máximo de vidas posibles.

Dos de los defensores de estas ideas son John Stuart Mill (1861) y Peter Singer (1946), y este último respalda la teoría mediante la cita siguiente: “La mayor felicidad del mayor número es el fundamento de la moralidad y el derecho”. Cabe mencionar también, que el concepto del Hedonismo tiene más complejidad de lo que aparenta, ya que el placer es distinto de la ausencia de dolor, y el dolor es distinto de la ausencia de placer; incluso se puede sentir ambos a la vez.

Por otro lado, el Consecuencialismo divide las consecuencias de los actos en: las presentes, aquellas que ocurren de hecho, y las previstas, las que se tienen en mente.

Sin embargo, esta clasificación puede desembocar conflictos como: cuál tiene mayor importancia a la hora de juzgar el bien moral de un acto, ya que puede haber consecuencias previstas éticamente buenas, pero sin embargo, las presentes que ocurren no lo son. Es por ello, que en este último caso aparece el papel del azar, aspecto que los humanos no podemos controlar.

Un punto clave, es que a diferencia de otras teorías como la Deontología, el Consecuencialismo está respaldado por una mejor explicación de nuestras intuiciones morales. Este argumento llega a sorprender, ya que por ejemplo, los deontólogos nunca han definido una línea entre lo que es moralmente correcto e incorrecto. De lo contrario, los consecuencialistas pueden fácilmente responder que ese límite se encuentra donde los beneficios superan a los costos (incluido el impacto secundario negativo).

Existen, sin embargo, ciertas objeciones sobre el pensamiento de los consecuencialistas. Entre ellas, una acusación popular es que es demasiado exigente, ya que requiere efectuar actos que son o deberían ser opciones morales (ni obligatorias ni prohibidas).

Por ejemplo, gastar el dinero que se ha ganado tras duras horas de trabajo, en sí mismos, no parece un acto incorrecto. Pero, podría ser moralmente mejor donar dicho dinero a una organización caritativa. Sin embargo, tales contribuciones son supererogatorias, es decir, correctas pero no obligatorias (más allá del deber).

Cabe mencionar también, que si se requiriera maximizar la utilidad, entonces tendríamos que tomar decisiones muy distintas a las que tomamos ahora sobre nuestras vidas. El requisito de maximizar la utilidad, por lo tanto, se acusa de demasiado exigente porque interfiere en las decisiones personales, que la mayor parte de la población cree que deben dejarse en manos de cada individuo.

Singer responde a esta objeción argumentando que tener derecho a hacer algo no zanja la cuestión de que es lo que se debería hacer. En otras palabras, no se puede obligar a alguien a que no realice algo a lo que tiene derecho; sin embargo, se puede seguir considerando el acto como incorrecto. Por lo tanto, concluye afirmando que estamos obligados moralmente a cambiar nuestras vidas para aumentar la utilidad universal.

Deontología

Las teorías deontológicas juzgan la moralidad de las acciones a partir de distintos criterios y sostienen que los hechos no pueden justificarse por el impacto que puedan causar. Dicho de otro modo, no importa cuán moralmente buenas sean sus consecuencias, ya que las acciones están clasificadas en prohibidas, obligatorias, permitidas y supererogatorias.

Por esta razón, como los deontólogos defienden: lo que hace una acción correcta es su correlación con una norma moral. Asimismo, tales normas deben ser obedecidas y no pueden ser maximizados por cada agente, aunque eso suponga maximizar el mayor bien al mayor número de personas. En este sentido, se podría decir que los derechos de los individuos tienen prioridad sobre el bien; si un acto no puede moralmente llevarse a cabo, a pesar del bien que pueda producir, no se debe realizar.

Por otro lado, los actos fuertemente permitidos incluyen acciones que uno está obligado a hacer, pero también incluye las que no son imprescindibles aunque sí correctas (supererogatorio).

Si bien es cierto que la Deontología deja espacio para la familia, amigos y proyectos del agente que realiza la acción, evita por lo tanto, los aspectos excesivamente exigentes, que en cambio otras teorías como el Consecuencialismo no puede. Al menos, la moral deontológica no contiene un fuerte deber de beneficencia universal, o si lo tiene, pone un límite en las demandas de ese deber. Desde el punto de vista consecuencialista: si un acto no se exige moralmente, es incorrecto y prohibido, mientras que para el deontólogo, existen actos moralmente correctos y no exigidos.

Por ejemplo, como se ha comentado en el Consecuencialismo, gastar dinero en uno mismo, en vez de donarlo, es un acto incorrecto desde el punto de vista consecuencialista. Sin embargo, como la Deontología no se basa en maximizar los beneficios, define el acto como correcto. Esta versión plantea pues, el derecho central del agente, y por lo tanto no es utilizado solo como un medio para producir buenas consecuencias sin constar con la opinión del mismo.

Por otro lado, una objeción presente en este teoría, es que existen catástrofes morales, es decir, situaciones en las que cumplir el deber traerá consecuencias terribles. Por lo tanto, un acto prohibido puede conllevar beneficios, mientras que uno obligatorio al contrario.

Haciendo hincapié en el estímulo escogido: si Schindler no hubiera dado empleo a esos más de 1.200 judíos, hubieran sido asesinados. Por lo tanto, se puede demostrar que no puede resolver este tipo de dilemas, que de lo contrario, el Consecuencialismo sí puede.

Cabe añadir que las teorías deontológicas tienen otro punto débil bastante evidente, y es la aparente irracionalidad de tener permiso para empeorar moralmente el mundo. Es por ello, que los deontólogos buscan su propio modelo de racionalidad no consecuencialista, una alternativa viable al modelo de actuar para conllevar las mejores consecuencias. Porque, si cada agente se limita a hacer lo obligatorio y/o acciones para sí mismo, será perjudicial a nivel mundial.

Esto mismo se puede ver claramente reflejado en el ejemplo de emplear el dinero únicamente en uno mismo. Si por el contrario se destinara una pequeña parte a la caridad, se podría mejorar el estilo de vida de los países en vías de desarrollo, además de salvar numerosas vidas aportando ayuda sanitaria.

Conclusión

La conclusión alcanzada es que, si bien ambas teorías de la Ética Normativa ofrecen dos distintos puntos de vista a la cuestión filosófica: ¿Hasta qué punto las consecuencias de un acto lo justifican? Y defienden cada visión de manera razonada, cabe mencionar que existen dos posibles soluciones a dicho dilema, que parecen resolver aspectos que ambas teorías por separado no consiguen.

Por un lado, cabe la posibilidad, ya propuesta, de crear una nueva teoría basada en la combinación entre las normas consecuencialistas y las deontológicas. Es decir, utilizar unas u otras dependiendo de la situación y la gravedad de esta. No obstante, hay una limitación a tener en cuenta, ya que no hay forma de saber cuándo fijarse en el acto o en las consecuencias.

Para ello, el filósofo Max Weber (1864-1920) argumenta que el carácter de cada individuo define qué teoría usar en cada uno de los acontecimientos. Por lo tanto, este dilema desata otra tercera teoría de la Ética Normativa: la Ética de la Virtud, en la que se busca explicar la naturaleza de un agente moral como fuerza impulsora para el comportamiento ético. Para ello, define la virtud como la excelencia (areté) para actuar con prudencia y sabiduría práctica (phrónesis) para llegar a la felicidad (eudaimonía).

Por lo tanto, Weber responde que tan solo la persona auténtica (que posee todas las virtudes) sabe cómo combinar ambas teorías. En definitiva, se tendría que valorar los argumentos y limitaciones de esta tercera teoría, para poder llegar a una respuesta más completa de la pregunta filosófica.

Por otro lado, algunos deontólogos han propuesto la Deontología del Umbral, es decir, abandonar el absolutismo deontológico y crear un límite. Dicho de otro modo, consiste en defender la Deontología a menos que las consecuencias sean muy catastróficas, entonces seguir las normas éticas consecuencialistas.

Como esta idea ha sido desarrollada para tratar el problema de los deberes conflictivos de la Deontología, tiene, sin embargo, algunas dificultades teóricas.

Por ejemplo, dar una explicación razonable de la ubicación de dicho umbral, ¿por qué este es de un valor para el asesinato de una vida y no otro? Además, ¿quién establece el umbral? ¿Cuál es su límite? Y por último y muy importante, ¿fijarse si las consecuencias son terribles, no es equivalente a la teoría del Consecuencialismo? Por lo tanto, la Deontología del Umbral tan solo es una posible salida para casos extremos, que no termina de definir por completo cuál es la norma a seguir.

En relación al estímulo de “La lista de Schindler”, el acto que comete el empresario alemán de no seguir el sistema conlleva, sin embargo, grandes beneficios. Por lo tanto, podría ser considerado moralmente correcto, aunque no se sabe con certeza la respuesta mediante las dos teorías analizadas.

Como conclusión final, cabe la posibilidad de que no se tenga motivos para negar o afirmar el Consecuencialismo ni la Deontología; simplemente podrían seguir siendo una alternativa, además de otras.

Bibliografía

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  • Sinnott-Armstrong, W. (2015). ‘Consequentialism’, The Stanford Encyclopedia of Philosophy. Retrieved from: https://plato.stanford.edu/archives/win2015/entries/consequentialism
  • Teresa Amiguet. (octubre 8, 2019). Oskar Schindler: las dos caras del héroe. Noviembre 11, 2019, de La Vanguardia. Sitio web: https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20191008/47872091537/oskar-schindler-nazismo-holocausto-judios-supervivientes.html
18 Jun 2021
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